La edad más complicada para
gastar en salud
Forbes - lunes, 3 de marzo
de 2014
Cerca del 80% de las personas de la tercera
edad carece de pensión así que deben gastar en servicios privados sin mayor
apoyo del estado, aun cuando están en riesgo de enfermarse más.
Conforme la población envejece
las necesidades de salud se vuelven más complejas. Para el caso de consulta
médica, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 menciona que diabetes,
enfermedad vascular y efectos de la obesidad corresponden al 10% de las
consultas de la población general y llegan a representar hasta la tercera
parte, a partir de los 50 años.
En hospitalizaciones el impacto
del envejecimiento es aún más fuerte. El Informe al Ejecutivo Federal y al
Congreso sobre la situación financiera y los riesgos del IMSS de 2012 señala
que las hospitalizaciones del grupo de población de 65 años y más, han crecido
más del doble, entre principios de los 90 y la década actual.
Esto puede ser sólo el comienzo
de una vorágine de necesidades por servicios de salud ya que la población de 60
años y más, que se encuentra en un nivel cercano al 10% del total, llegará a
representar poco más de la cuarta parte en 2050. Parece muy lejos, pero lo que
pase en el trayecto es lo que pone en jaque al financiamiento y provisión de
servicios médicos.
La utilización de servicios de
salud en las instituciones de seguridad social por parte de sus afiliados es de
alrededor de dos tercios, como señala el Programa Sectorial de Salud de la
presente administración; es decir, cerca de la tercera parte de los
derechohabientes utilizan servicios privados aunque ya les cobraron la atención
a través de su aportación vinculada al salario, mismo que ya también fue
gravado por el Impuesto Sobre la Renta; lo que representa una forma de doble
tributación.
En el caso de la población adulta
mayor, el uso de servicios privados puede representar una fuerte carga económica,
ya que de acuerdo con el Diagnóstico del Programa de Pensión para Adultos
Mayores del Gobierno Federal, cerca del 80% de las personas de la tercera edad
carece de pensión. Este trinomio perverso: gastar en servicios privados, no
contar con pensión y estar en riesgo de enfermarse más, obliga al marco
regulatorio a encontrar un esquema de aseguramiento y financiamiento adecuado.
Afortunadamente las coberturas de
gastos médicos mayores comienzan a flexibilizarse para incluir prevención y
tratamientos en enfermedades y grupos de edad específicos, pero aún falta
avanzar en el sentido de mejorar la eficiencia del gasto privado en salud, para
reducir su impacto en el bolsillo de las personas, que actualmente destinan
alrededor del 60% a medicamentos y poco más del 25% para atención ambulatoria
(consultas). De acuerdo con el Sistema de Cuentas en Salud a Nivel Federal y
Estatal (SICUENTAS) el gasto privado en salud per cápita se ha mantenido por
encima del gasto público: 3 mil 918 pesos al año vs 3 mil 731, para 2010. Cabe
mencionar que el gasto estatal, el que realizan con sus propios recursos las
entidades del país representa menos del 10% del total, de acuerdo con cifras
del SICUENTAS.
Por otro lado, el gasto público
avanza como un tren cargado, muy lentamente, de representar 4.4% del Producto
Interno Bruto (PIB) en 1990 a 6.4% en 2010; esto significa que solamente
ascendió dos puntos en 20 años. Esta cifra está por debajo de los países que
integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),
los cuales promedian casi un 10% del PIB dedicado al gasto público en salud. Lo
principal es que, más que dinero, agregar puntos del PIB para la salud
significa ampliar el acceso efectivo a servicios de calidad. Sería deseable
parecerse a los países más representativos de la OCDE, a través de la reducción
de brechas en las características de la salud de la población.
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