¿Por qué el Sahara no está en
América del Sur?
Deutsche Welle - jueves, 6 de
marzo de 2014
Que el desierto del Sahara forme
parte de África, y no de Sudamérica, se debe a una casualidad geofísica y las
fuerzas del interior de la Tierra. Geólogos alemanes y australianos investigan
el origen de los continentes.
América del Sur le debe su forma
de gran triángulo al hecho de que el continente africano se quebró por una
línea en el oeste del desierto del Sahara y no en el Este, como calculan
científicos que también pudo haber sucedido, según un estudio publicado por
Science Daily y realizado por el Centro de Investigaciones Geológicas Helmholtz
(GFZ), con sede en Potsdam.
Hace 130 millones de años tuvo
lugar la fragmentación de una de las más importantes partes de la corteza
terrestre: lo que hoy conocemos como América del Sur se separó de su plataforma
central llamada Gondwana, hoy África.
Gondwana, a su vez, había sido el
resultado de la división del continente matriz conocido como Pangea, que se
había partido en dos, 70 millones de años antes de la división de la plataforma
que luego iría a formar África y América del Sur. La otra parte de Pangea, en
el norte, se llamó entonces Laurasia, que más tarde también se rompería para
formar otros dos continentes, Europa y Asia.
América del Sur, ¿rumbo Hawaii?
Pero siendo la topografía de los
continentes un factor decisivo para la vida de sus pobladores, el interés por
imaginarse a América del Sur con el desierto del Sahara en su territorio ha
sido grande en la comunidad internacional de geólogos.
Así, según los científicos del
GFZ, el quiebre de la corteza terrestre que trazó la línea de separación de
África pudo haber sido a lo largo de Nigeria y Libia y no como, en efecto,
sucedió, muchos kilómetros al occidente de la frontera con el desierto. En el
otro caso, América del Sur tendría una inmensa joroba que, probablemente,
hubiera dado lugar a la formación de un gran Golfo de México.
Dicho abultamiento hubiera
generado una especie de “Océano Atlántico sahariano”, como lo describen los
geólogos de Potsdam, que realizaron su trabajo en cooperación con la
Universidad de Sydney y con la ayuda de modelos númericos y en tercera
dimensión de los bloques continentales.
El interés de los australianos en
estudiar los movimientos de las placas tectónicas no es casual: si América del
Sur surgió del desprendimiento de Gondwana, por su flanco occidental, algo
similiar ocurrió con los desprendimientos a lo largo del flanco occidental, de
los que surgieron Australia, India, Madagascar y la Antártida.
Primero fue Australia y luego
Sudamérica
Y, aunque aún se discute sobre
las razones de la desintegración de Gondwana, lo cierto es que las secesiones
en el Este que luego formaron Australia y la India, entre otros, tuvieron lugar
mucho antes de la “creación” de América del Sur.
Según los investigadores del
Centro de Investigaciones Geológicas Helmholtz, lo decisivo para la forma como
se desintegra un continente es la dirección que toma el sistema de zanjas que
se va abriendo paso durante miles de años. El avance de la desintegración de la
corteza terrestre está relacionado con la dirección de su expansión, como concluyen
Sascha Brune, del GFZ y Christian Heine, de la Universidad de Sydney. De este
modo, el surgimiento de un nuevo océano o una cuenca sedimentaria en el
interior de un continente, dependen de la dirección en la que se abre una falla
en la Tierra.
De África para los pulmones del
mundo
En tiempos anteriores al
desprendimiento de América del Sur, en el bloque africano “competían” dos
líneas de quiebre sobre cuál de ellas iba a ser la que produjera la secesión en
occidente: “por un lado, la ecuatorial-atlántica, y por el otro, el eje
Sudáfrica-Libia”, explica Sascha Brune.
Finalmente, gracias al poder de
mayores fuerzas, se impuso la línea ecuatorial-atlántica que marcó la rotura de
la plataforma africana y separó el triángulo territorial que hoy es Sudamérica,
sin llevarse a sus espaldas el desierto del Sahara, impidiendo así, la
formación de un océano subsahariano.
Así, desde hace 130 millones de
años, América del Sur sigue alejándose de África en dirección oeste hacia el
Pacífico sur, “a una velocidad anual comparable con la del crecimiento de
nuestras uñas”, como lo describe el astrónomo alemán Harald Lesch, en Planet
Wissen.
Lo sorprende es que, a pesar de
todo, África y América del Sur siguen conectados a través del arena que las
tormentas llevan del Sahara sobre el Atlántico hasta la selva amazónica en
donde sirve de abono a los “pulmones del mundo”.
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