Por qué el poder ya no es como lo
pintan
Forbes - lunes, 24 de febrero
de 2014
El analista internacional
venezolano Moisés Naím explica cómo el poder se ha vuelto más fácil de obtener,
más difícil de usar y fácil de perder.
Los poderosos siguen siendo
poderosos, pero algo está pasando que ya no les permite ejercer el poder como
antes.
El año pasado, Barack Obama,
presidente de Estados Unidos, amenazó a
su homólogo sirio, Bashar Al Assad, con bombardearlo si usaba armas químicas
contra la población del país árabe. Al Assad las usó y el presidente de la
superpotencia no pudo hacer nada.
Vladimir Putin, considerado el
hombre más poderoso del mundo por Forbes, bloqueó un tratado de comercio y de
acercamiento entre Ucrania y la Unión Europea. Los ucranianos salieron a la
calle y las protestas han dejado un saldo de más de 70 muertos. Putin y Víktor
Yanukovich, presidente ucraniano. Yanukovich fue destituido por el Parlamento y
Putin perdió influencia sobre Ucrania
“No sólo cada uno de los
gobiernos está teniendo limitaciones”, explica el analista venezolano Moisés
Naím, y advierte que el poder, en todos los ámbitos de la vida, está cambiando.
“El poder se ha hecho más fácil
de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder. Eso ocurre en todas
partes del mundo. Pero no sólo ocurre geográficamente, sino en todas las
actividades humanas”, afirma en entrevista con Forbes México.
Más jugadores en todo el mundo
En su libro ‘El fin del poder’
(Debate, 2013), Naím explica con diversos datos y ejemplos cómo el poder se ha
degradado. Pero el ejemplo más ilustrativo está en la alegoría clásica del
poder: el tablero de ajedrez.
“Los jugadores están aprendiendo
y alcanzando la categoría de maestros a menor edad de lo que era la norma. Hoy
existen más Grandes Maestros que nunca: más de 1,200, frente a los 88 en 1972”,
explica en las primeras páginas de su libro.
La presencia de más jugadores,
con más acceso a herramientas e información, hace que haya una hiper
competencia en todos los ámbitos: político, religioso, empresarial, cultural,
en el crimen y hasta en la filantropía.
Esta hiper competencia, explica
Naím, ha hecho caer gobiernos, organizaciones y empresas que no hace mucho
dominaban su sector.
“Las compañías que son monopolio
no se pueden sentir tan seguras. Kodak es un ejemplo: fue durante casi un siglo
una compañía dominante en el campo de la fotografía, de las películas y las
cámaras. Kodak quebró y al mismo tiempo, una compañía que sólo tenía tres años
de vida con tres empleados jóvenes, fue vendida por 1,000 millones de dólares:
Instagram. Fue un micropoder el que logró obtener una parte del negocio
histórico”.
Tres revoluciones que cambiaron
todo
Moisés Naím, doctor por el
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y ex director ejecutivo del Banco
Mundial, dice que hay tres determinantes, las cuales llama revoluciones, que
han empoderado a la gente:
Revolución del ‘Más’
Revolución de la movilidad
Revolución de la mentalidad
“La revolución del más capta el
hecho de que vivimos en un mundo en el que hay más de todo. Hay más personas y
más países, partidos políticos y religiones, grupos terroristas y empresas
privadas, ONG’s, más dinero, productos y tecnología. Pero ese más también se
mueve más, esa es la revolución de la movilidad. Se mueven la gente, las ideas,
los partidos políticos, las organizaciones terroristas, las ONG’s. Las
fronteras son menos importantes”, indica.
Estas dos revoluciones cambiaron
la forma de pensar de la gente. “La
relación con el poder tradicional, la idea de que los mayores tienen derecho a
imponer su punto de vista, o de que las cosas hay que hacerlas de cierta manera
porque siempre así se han hecho. Todo eso está siendo cambiado por la profunda
revolución de la mentalidad”.
No sólo es la tecnología
Pero actualmente hay una
“tentación”, advierte Naím, de explicar la degradación del poder solamente a
través de la penetración de las tecnologías de información y las redes sociales.
“Las tecnologías son
instrumentos, y los instrumentos requieren usuarios. Los usuarios tienen
motivaciones y dirección. Están usando estas nuevas capacidades para moverse en
cierta dirección y no en otra”.
Un mundo en el que el poder es
más fácil de obtener, y de perder, puede sonar anárquico. Pero el autor asegura
que estos cambios son positivos.
“Las tendencias que describo en
el libro son de un mundo mejor, con más oportunidades para quienes han sido
excluidos de la toma de decisiones. Un mundo donde los monopolios, los
cárteles, los autócratas, los dictadores y los tiranos están teniendo presiones
y ya no se sienten tan seguros ni permanentes como antes”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario