Una lechería de Costa Rica es
premiada por su compromiso social y ambiental
EFE - sábado, 22 de febrero
de 2014
Un compromiso que significa
excelente trato animal y sostenibilidad en lo económico, social y ambiental ha
permitido a una finca ganadera en Costa Rica ser la primera de Latinoamérica en
recibir una certificación de la ONG Rainforest Alliance.
La jornada comienza a las 02.00
de la madrugada: el vaquero ya se encuentra en los potreros, su objetivo llevar
al primer grupo de ganado a comer, posteriormente ordeña a los animales y
regresan nuevamente a su lugar.
Pero durante ese tiempo, hay
otros encargados y otras tareas que se llevan a cabo, que es lo que da a la
finca comercial del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza
(CATIE), ubicada en Turrialba, a 68 kilómetros de San José, ese valor añadido.
Las normas desarrolladas por la
Red de Agricultura Sostenible (RAS) para el sello de Rainforest Alliance
aseguran la conservación de ecosistemas y recursos hídricos, protección de la
vida silvestre, condiciones adecuadas para los trabajadores, buenas relaciones
con la comunidad y manejo integral de la cosecha, del suelo y de desechos.
El buen cumplimiento de todas
esas tareas ha llevado a que esa finca ganadera se haya convertido en la
primera de Latinoamérica en recibir la certificación.
"El escenario diferencial en
esta finca es el compromiso, la motivación de cambiar una cultura, una gerencia
comprometida, con trabajadores que tienen un rol y una serie de compromisos con
buenas prácticas", dijo a Efe la gerente de certificación agrícola de
Rainforest Alliance, Ana Lucía Corrales.
Añadió que "otros productores
tal vez" no tienen esa visión de sostenibilidad tomando en cuenta tres
ejes -el económico, el social y el ambiental- y que con ese equilibrio se va a
tener "siempre rentabilidad porque no maltrato a mi personal, ni al
ambiente, ni falto en mi parte económica".
Para el director de
administración y finanzas del CATIE, Óscar Sanabria, esta credencial representa
un "desafío" que ahora deberán "honrar y sostener".
"Ahora debemos ajustarnos a
elementos más prácticos, más impactantes, que permitan que cada vez más
productores lecheros puedan incorporarse a la norma. Para nosotros también
significa un desafío porque definitivamente hay que hacer las cosas cada vez
mejor para poder honrarlo y sostenerlo", afirmó Sanabria.
Ese trabajo integral, que va más
allá de ordeñar vacas y producir leche, consiste en prevenir ataques al ganado
de felinos silvestres, proteger las vías acuáticas naturales, conservar árboles
en las parcelas de pastoreo y tratar bien a los animales.
Además, significa intentar
reducir la huella de carbono, algo que la finca del CATIE hace brindando una
buena dieta a las vacas, que permite que digieran mejor, generando menos
emisiones de metano y tratando los desechos como el estiércol.
"Las medidas que hemos
tomado las enfocamos en que tengan algún aporte a la rentabilidad, por ejemplo
el abono orgánico sólido que producimos (que viene del estiércol) lo
incorporamos al pasto, al igual que el líquido, lo que nos ha permito reducir
las facturas de fertilizante químico en un 50 %", explicó a Efe el
encargado de la finca comercial del CATIE, Alejandro Molina.
Según Molina, por día los
desechos de las 135 vacas lecheras generan entre 1 y 1,2 toneladas de estiércol
que ellos aprovechan como fertilizante, a diferencia de otras fincas ganaderas
que las lanzan a los ríos.
La finca cuenta con un
biodigestor con el que producen energía eléctrica desde el estiércol, lo que ha
permitido un ahorro en las facturas.
El sitio también cuenta con una
batería de tanques para almacenamiento de agua de lluvia, que les ahorra cerca
de 6.000 dólares al año.
El CATIE abarca más de 603
hectáreas que se dedican a la actividad forestal, caña de azúcar, café y pasto
para ganado de carne y leche.
El área dedicada a la ganadería
corresponde a 164 hectáreas donde se encuentra el ganado de engorde y el módulo
de lechería especializada, cuyos productos son comercializados.
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