Lo que nuestros padres no nos
enseñaron sobre el dinero
Forbes - miércoles, 19 de
febrero de 2014
Antes de acusar a papá o mamá por
su omisión, debemos pensar que su entorno era muy distinto del nuestro, y que
quizá no recibieron ninguna educación financiera en absoluto.
Hey, millennials, ¿qué lección
sobre el dinero les habría gustado que les dieran sus padres?
El mes pasado hice esa pregunta a
los seguidores de Forbes en Twitter. Diversas y conmovedoras, las respuestas
iban desde “cómo hacerlo” a “cómo y dónde invertir” hasta “simplemente todo”.
Uno de ellos respondió: “Para
empezar no me dieron ninguna, aprovecharon su momento y enterraron a mi
generación entre deudas”.
Una chica dijo: “Creo que la
mayoría de nosotros heredó una impaciencia insana. Lo queremos todo en el
instante, en vez de aprender a esperar, ahorrar y cuidar”.
Y un tercero tuiteó: “Su valor.
¿Cuántas horas de trabajo se necesitan para pagar una hamburguesa, un boleto
para un concierto, computadora, coche o casa. El crédito disfraza los
verdaderos costos.
Juntos, los tweets muestran a un
grupo ávido de información y un reconocimiento de que los padres no los
prepararon para la realidad financiera que heredaron. Sin embargo, los expertos
en finanzas personales e inversiones advierten sobre culpar por completo a los
padres sin entender el contexto histórico.
Alexa Von Tobel, fundadora de la
compañía de planificación financiera LearnVest y autora de Financially
Fearless, señala:
En Internet hay un sinnúmero de
herramientas y técnicas de finanzas personales disponibles, las cuales no
existían en los tiempos en que nuestros padres eran jóvenes. Y hay mucho más
que aprender también. “Si nos fijamos en los aspectos históricos del tema, la
complejidad financiera creció mucho a partir de la década de 1970”, señala von
Tobel:
A medida que el juego ha
cambiado, la enseñanza de finanzas personales (o en la mayoría de las escuelas,
la falta absoluta de ella) sigue siendo la misma.
Antes de que la disponibilidad de
las tarjetas de crédito llegara a ser tan amplia, si no tenías el dinero para
comprar algo, no lo comprabas (excepto tal vez a través de esa antigua técnica
conocida como el apartado). Ahora, de acuerdo con la Reserva Federal, los
estadounidenses mantienen una cifra de 857,000 millones de dólares en deuda de
crédito revolvente.
Por supuesto, no son sólo los
millennials los que creen que las elecciones y demandas financieras de hoy son
gigantescas. “La gente que nos encontramos en todas las etapas de su carrera,
en general, tiene las mismas preguntas, y al final del día también tienen las
mismas necesidades básicas”, señala Amy Podzius, consultor financiero en
TIAA-CREF. Pero, dice, “la generación Y tiene algunos retos diferentes y
específicos sobre la forma en que maneja el dinero. Por ejemplo, han tenido que
lidiar con los bajos salarios de entrada, el subempleo y los préstamos
estudiantiles”.
Según datos de la Oficina de
Estadísticas Laborales de Estados Unidos, la tasa de desempleo entre las
personas de 20 a 24 años fue de 11.9 % en enero, frente al 11.1 % del mes
anterior (frente al 6.6 % de la población en general, que se redujo ligeramente
de diciembre). Y eso es sólo el desempleo, no el subempleo. Una encuesta
realizada en abril de 2013 por la consultora Accenture descubrió que el 41% de
los graduados universitarios de 2011 y 2012 tienen un trabajo que no requiere
de su título. En 2011, el Instituto de Política Económica halló que los
salarios de entrada para los hombres con títulos universitarios habían subido
sólo 5% ajustados a la inflación desde 1979. Los salarios femeninos son 15% más
altos, pero aún 9% por debajo de lo que un hombre ganaba en 1979. Mientras
tanto, la Oficina de Protección Financiera del Consumidor estima que la deuda
de préstamos estudiantiles pendientes está cerca de 1,200 mdd y crece a una
velocidad asombrosa.
Más allá de la deuda y la
situación laboral, la responsabilidad individual para la jubilación ha
aumentado junto con los avances en la longevidad. “Las empresas pagaban
pensiones y el gobierno ofrecía Seguridad Social así, en última instancia,
cuando dejabas de trabajar a los 65 años alguien cuidaba de ti”, dice von
Tobel. “Bueno, la buena noticia es que estamos viviendo mucho más tiempo, pero
ahora tenemos que hacernos responsables de nuestro propio retiro”.
Y en México, lo hacemos: a enero
de 2014, había poco más de 2 billones de pesos y 50.8 millones de cuentas en el
sistema de ahorro para el retiro, de acuerdo con cifras de la Consar. En teoría
ese dinero crecerá a través de inversiones y los intereses a través de tus años
de trabajo, por lo que durante tu jubilación podrás retirar un porcentaje de
tus fondos acumulados. Pero a medida que la gente vive más, surgen preguntas
cada vez más complejas sobre cuánto se debe ahorrar y cuánto se puede utilizar
cada año. En 1980, un hombre de 65 años podría esperar vivir otros 14.6 años.
Una mujer de 65 años podía esperar otros 19.1 años. Hoy en día, un hombre de 65
años puede esperar vivir 19.3 años más y una mujer otros 21.6.
En este contexto de espectacular
aumento de la complejidad y responsabilidad personal, Von Tobel recomienda
hacer un balance de cómo tu pasado financiero impacta tus sentimientos sobre el
dinero. “Hay mucho de psicológico en la manera como vemos el dinero”, dice
ella. “Tu recuerdo más antiguo del dinero tiene un gran impacto en la manera en
que piensas sobre él”.
Mirando hacia atrás, a su infancia,
Dave Whitmore, estratega senior en el grupo de educación en inversión E*Trade, recuerda haber visto en
las noticias un gran movimiento del índice industrial Dow Jones, justo antes de
un comercial. Whitmore, quien es un boomer, le preguntó a su papá qué
significaba aquello. “Aunque él era banquero, nunca me habló sobre los
elementos básicos de las finanzas”, reflexiona. “¿Qué tipo de conversaciones se
tendrán en un hogar donde el padre es bombero y sólo sabe que tendrá su pensión
y quizá algo sobre inversiones, pero tal vez no sepa nada en absoluto?”
Ahora, dice Whitmore, las
noticias financieras son ubicuas. Si bien esto puede provocar más discusiones,
advierte que las charlas sobre dinero en el hogar suelen ser muy emocionales
–“no podemos permitirnos eso” o “no, realmente tenemos que guardar ese dinero
para su educación” – y por lo tanto amenazan con socavar “la verdad objetiva”
en torno al dinero. “Las finanzas e inversiones son un conjunto objetivo de
habilidades y conocimientos que necesitas aprender”, advierte. “¿Por qué
debería importar si traes arrastrando las distintas perspectivas familiares en
torno al tema? Supéralas y abórdalas como lo haría con cualquier otro tema”.
Así como los millennials han
demostrado deseo de información, también han expresado el deseo de tomar los
asuntos financieros, al menos en parte, en sus propias manos. Innumerables
sitios web, aplicaciones para iPhone e incluso seminarios personales han
surgido para servir de guía a esa generación. Por suerte después de crecer
rodeados de tecnología, el uso de estas nuevas herramientas les resulta fácil.
La evidencia sugiere que las personas jóvenes también están más dispuestas a
pedir ayuda que las generaciones anteriores.
“Creo que los millennials hacen
preguntas más puntuales sobre finanzas, pero quizá también tienen una tendencia
a pensar que sus padres son de una generación anterior y no entienden muy bien
las nuevas vanguardias de las cosas. Ahí es donde las redes de conocidos, o las
sociales hacen su entrada”, dice Whitmore. Cuando E*Trade movió sus seminarios
de educación de días laborales a fines de semana, el público pasó de jubilados
a jóvenes profesionales.
En una encuesta reciente, el 44%
de los inversionistas millennials dijo a E*Trade que recomienda a los
inversores principiantes conseguirse un copiloto. “Piensa en la palabra”, dice
Whitmore. “Copiloto contrasta dramáticamente con un piloto, un piloto significa
que alguien vuela el avión y tiene a alguien detrás suyo. Tú estás escuchando
su visión de lo que está pasando, pero no sabe qué decisiones está tomando. En
tanto, el término ‘copiloto’ significa que tú estás al mando”. En otras
palabras, los jóvenes quieren asesores con conocimientos, pero también saben lo
suficiente como para tomar el control en caso necesario. Whitmore cree que este
guía/compañero debe ser un profesional de las finanzas, pero un amigo o miembro
de la familia también puede asumir el papel.
La idea de un copiloto resonó
entre el grupo de 18 a 33 más que en cualquier otro, y resultó más importante
para ese grupo que la inversión en solitario (25%), que una parte sea
administrada por otra persona (23%) y dejarlo todo en las manos de un
profesional (sólo el 8%). E*Trade también encontró que la generación del
milenio tiene más del doble de probabilidades que otras generaciones de mirar a
sus amigos, colegas y familiares en busca de nuevas oportunidades de inversión.
Según otra encuesta reciente, una
de TIAA-CREF, el 70 % de los millennials se inicia mediante la búsqueda de
consejos de amigos y familiares y tienen más probabilidades de cambiar sus
hábitos después de recibir asesoramiento financiero. Con el tiempo, tienden a
buscar herramientas digitales, a veces desarrolladas con ellos en mente. “La
mayoría de ellos admite que están poco o nada informados”, señala Podzius, el
consultor TIAA-CREF. “Son los menos seguros de que estar ahorrando lo
suficiente, pero la mayoría de ellos quieren tener más información. Admiten que
necesitan ayuda.”
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