El Lobo de Wall Street: la historia
del estafador excéntrico que llegó al Oscar
El Cronista - lunes, 24 de
febrero de 2014
“Un héroe es un héroe, pero todos aman a un
buen villano”.
Quizás esta sea una de las frases
más viejas de la historia cinematográfica, una suerte de cliché hollywoodense,
que explica por qué a la industria del cine le fascina retratar personajes
ligados a la codicia, el exceso y la traición.
Se trata de temas comunes que los
directores lograron reciclar con éxito a través de historias ligadas a Wall
Street, especialmente luego de la crisis del 2008.
Esta vez Martin Scorsese decidió
trasladar a la pantalla grande “El Lobo de Wall Street”, una de las
competidoras por el Oscar este domingo.
Se trata de las memorias de
Jordan Belfort, un broker estafador que a los 24 años creó Stratton Oakmont,
una de las agencias de corredores con más éxito de los 90’s, que operaba desde
un centro comercial en los suburbios de Long Island.
Stratton no era más que un call
center en el que se vendían bonos basura con altos rendimientos utilizando
maniobras fraudulentas.
Su capacidad por hacer fortuna y
sus excesos en la vida social convirtieron a Belfort en un personaje famoso.
La película protagonizada por
Leonardo Di Caprio describe con bastante crudeza y humor el descontrol que
vivió el broker con situaciones que parecen pura ficción. Por ejemplo, compró
uno de los yates más lujosos del mundo, construido originalmente para Coco
Chanel, en el que naufragó cerca de las costas de Cerdeña por no escuchar a su
capitán.
El propio Belfort dice haber
usado su primer bonus para comprar una Ferrari blanca como la de Don Johnson en
Miami Vice. La excentricidad de la historia vuelve a poner en el centro de la
escena la búsqueda incesante por el poder y la ambición extrema que muchos
vinculan con el mundo de las finanzas.
“No es que la gente en Wall
Street sea necesariamente mala gente, es sólo que, como casi todo el mundo,
harían cualquier cosa para mantener sus sueldos de un millón o diez millones de
dólares.
Ellos interpretarán datos en
forma creativa, van a subestimar los riesgos, van a presentar las cosas de la
mejor manera.
Algunos mentirán, engañarán y
robarán. Pero la mayoría de ellos, al igual que la mayoría de nosotros,
simplemente se resisten a mirar el mundo desde cualquier punto de vista
distinto del suyo”, cuenta en su libro American Rust (2009), Philipp Meyer, un
ex trader que comenzó su carrera en UBS en 1999.
Esta reflexión tal vez podría
podría hacer alusión al caso de Fabrice Tourre, entre otros, uno de los ex
trader de Goldman Sachs, que fue condenado en agosto del año pasado.
En 2005, Tourre creó un producto
financiero llamado Abacus, basado en una cartera de créditos de alto riesgo.
Tras ganar USD 1,5 millones de
dólares en 2007 y lograr un ascenso, lo destinaron a Londres pero en abril de
2010, saltó el escándalo luego de conocerse que enviaba mails a su novia en los
que bromeaba sobre haber vendido bonos tóxicos inmobiliarios a las viudas y a
los huérfanos.
En el caso del Lobo de Wall
Street, que llegó a ganar USD 12 millones en tan sólo tres minutos, en 1998 fue
imputado por estafa y lavado de dinero.
Belfort reconoció los cargos y se
mostró dispuesto a colaborar con el FBI. Sólo estuvo preso por 22 meses, pero
fue condenado a devolver u$s 100 millones de dólares. Todavía sigue pagando
parte de la deuda.
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