Del reino de la intuición
Forbes - miércoles, 26 de
febrero de 2014
La intuición, a diferencia del
imperio de la razón, trabaja de forma asociativa: sin esfuerzo, rápido, en el
subconsciente. Conocimiento desde adentro.
Ocurre cada vez que hay futbol.
Una pelota cruza la cancha. El jugador apenas distingue su fugaz trayectoria.
En menos de un milisegundo, la pelota define su ruta y el hombre se mueve al
lugar exacto. Atina. ¿Cómo sabe en dónde hay que colocar precisamente el pie?
Hay que replantear todo, incluso
el futbol, si un genio como Einstein dice: “La única cosa realmente valiosa es
la intuición”. Hay que considerar, como la psicóloga Jenny Moix, que podemos
confiar en el trabajo subterráneo del cerebro, donde procesamos información
inconscientemente. Hay que dar el salto invisible, como Bob Dylan: “Cuando
escribo una canción siempre sé antes de empezar si será buena o no, incluso sin
saber de qué hablaré en ella”.
La intuición es un antiguo animal
emergiendo del letargo. La razón no puede ver el paisaje completo. Unir es
respuesta: el neurólogo Roger Sperry, Nobel en 1981, demostró que el cerebro
funciona mejor en su totalidad periférica, utilizando la conciencia integrada
de ambos hemisferios. Se rinde más cuando el ser dispone de sus propiedades
totales, que cuando la vida ocurre a través de un hemisferio por separado.
Massimo Pigliucci explora el
mundo de la intuición en su libro Answers for Aristotle: How Science and
Philosophy Can Lead Us to A More Meaningful Life:
“Hasta hace poco, la intuición,
como la conciencia, era el tipo de cosas que los científicos no podían abordar,
so pena de ser acusados de ser seguidores New Age. Sin embargo, en estos días
los científicos piensan en la intuición como un conjunto de procesos cognitivos
y afectivos no conscientes, y, aunque el resultado de estos procesos es a
menudo difícil de articular y no se basa en un pensamiento deliberado, se trata
de información real y eficaz”.
El reino de la intuición, a
diferencia del imperio de la razón, trabaja de forma asociativa: sin esfuerzo,
rápido, en el subconsciente. Conocimiento desde adentro.
El físico Jonas Salk, inventor de
la vacuna contra la polio, solía decir: “La intuición le dirá a la mente
pensante qué búsqueda es la que sigue”.
Sin embargo, para revelar la
naturaleza intuitiva, es necesaria también la disciplina. Un experto se define
por su alto nivel de conocimientos en un campo determinado, desde la física
cuántica hasta el ajedrez. Pero la experiencia no significa de ninguna manera
que la intuición sea revelada. Es necesario el factor tiempo para que el
cerebro pueda conectar los conocimientos racionales, de cajón, con la
información subterránea.
Según la investigación de
Massimo, la adquisición de habilidades muestra que, en términos generales, la
gente tiende a pasar por tres fases para mejorar sus propias capacidades.
“Durante la primera fase, el
principiante centra su atención simplemente en la comprensión de qué es lo que
la tarea requiere, y en no cometer errores. En la fase dos, como la atención
consciente ya no es necesaria, y el individuo realiza casi de forma automática
la actividad, el cerebro actúa por default. Aquí viene la parte difícil: la
mayoría de las personas se atascan en la fase dos, porque la tercera fase sigue
siendo a menudo difícil de alcanzar. Como la tarea se realiza de manera
automática y rápida, se tienden a ignorar los detalles. Es necesario un enfoque
intenso en los errores para corregirlos, la ‘práctica deliberada’”.
El reino intuitivo es un territorio
de persistencia. Para llegar a niveles más profundos de pensamiento, donde
florece la intuición, es necesario abrir un camino sobre lo invisible. La
práctica hace del principiante, un maestro intuitivo. Igual pasa en el futbol.
“Como si hubiera resuelto un
conjunto de ecuaciones diferenciales en la predicción de la trayectoria de la
pelota”, explica Richard Dawkins en El Gen Egoísta, “en algún subconsciente
nivel, algo funcionalmente equivalente al cálculo matemático está pasando”.
“En el mar, como en el amor,
suele ser mejor seguir una corazonada que obedecer a una biblioteca”.- John R.
Hale.
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