Jan Koum, de inmigrante sin
recursos a multimillonario gracias a WhatsApp
EFE - viernes, 21 de
febrero de 2014
Jan Koum nació en Kiev, de niño
nunca tuvo agua caliente en su casa, sobrevivió con cupones de comida cuando
emigró a EE.UU. con 17 años y acaba de convertirse en millonario de Silicon
Valley. La empresa que creó hace 5 años, WhatsApp, será el mayor desembolso de
la historia de Facebook.
Orgulloso de su espectacular
progreso y en un gesto cargado de simbolismo, Koum ha escogido para firmar el
acuerdo de 19.000 millones de dólares anunciado el miércoles el centro social
donde acudía con su madre a recoger los vales de ayuda alimenticia en sus
primeros años en Estados Unidos, adonde llegaron huyendo de las tensiones
políticas de la Ucrania soviética y buscando mejores perspectivas de futuro.
Hijo de un maestro de obras y una
ama de casa ya fallecidos, el perfil y la actitud de Koum son la antítesis de
lo que a priori se espera de un nuevo multimillonario de esa meca de la
tecnología que es Silicon Valley, en California.
El emprendedor de 38 años es un
hombre modesto, celoso de su vida privada y conocido por tener principios muy
sólidos, unas ideas de las que ha dejado claro que no va a alejarse ni un ápice
a pesar de que su empresa de 55 empleados pasará a manos del gigante Facebook,
la red social más popular del mundo y cuya filosofía es antagónica en muchos
aspectos al espíritu con el que Koum creó su popular servicio de mensajería
instantánea.
"No anuncios, no juegos, no
artilugios", puede leerse en una nota colgada en la pared de su oficina.
Koum y su socio, el estadounidense Brian Acton, concibieron WhatsApp
precisamente como una plataforma libre de todas aquellas cosas que detestan del
mundo de la tecnología y que les llevaron a abandonar Yahoo, la empresa donde
se conocieron, para crear su propio negocio.
Para los padres del servicio de
mensajes gratuitos de móvil más universal hay dos líneas rojas que no
traspasaran de ningún modo, ni siquiera por la multimillonaria cantidad que
Facebook ha pagado por su empresa, una cifra que los expertos consideran
desorbitada.
La primera de ellas es la
privacidad. Koum, marcado por su infancia y juventud en un país donde se
intervenían las comunicaciones de los ciudadanos, se ha asegurado desde los
inicios de WhatsApp hace cinco años de que la aplicación recoja la menor
cantidad posible de datos de los usuarios, que solo necesitan su número de
móvil para identificarse y tener acceso al servicio.
Este aspecto no podría chocar más
con la filosofía de Facebook, su comprador, que por su naturaleza de "libro
abierto" de las vidas de sus usuarios solicita todo tipo de información,
unos datos con los que ha logrado ingentes beneficios a través de los
anunciantes, para quien la red social efectúa una segmentación de mercado que
no tiene precio.
De hecho Koum nunca ha nombrado a
Facebook cuando se le ha preguntado en entrevistas por sus aplicaciones
favoritas, entre las que sí ha mencionado a otras también muy populares pero
menos exhibicionistas de la vida privada, como Twitter.
Su infancia en un pequeño pueblo
rural a las afueras de Kiev, donde durante más de una década tuvo el mismo
reducido grupo de amigos, le hace recelar aún de las relaciones sociales que
muchas veces se establecen en Estados Unidos, y de las que plataformas como
Facebook son el mejor exponente: tener muchos conocidos pero mantener con ellos
amistades volátiles y poco profundas.
Librar a los usuarios de la
habitual avalancha de anuncios publicitarios con los que los acribillan otras
plataformas, como el propio Facebook, es otra de las máximas de este
emprendedor autodidacta, que siempre fue un estudiante rebelde y dejó la
universidad antes de acabar sus estudios para incorporarse a Yahoo.
En virtud de esta filosofía, él y
Acton optaron por no "mercantilizar" el servicio de comunicación que
ofrecen. Un deseo que el consejero delegado y fundador de Facebook, Mark
Zuckerberg, ya ha dicho que respetará, al menos al principio, puesto que el
objetivo primordial no es incorporar anunciantes a toda prisa sino captar
nuevos usuarios.
Koum considera que los anuncios,
empleados por la mayoría de sus competidores para obtener beneficios, son una
intromisión en la comunicación personal y además convierten a los usuarios en
productos.
"La publicidad nos hace
querer comprar coches y ropa, trabajar en empleos que odiamos para poder
comprar lo que no necesitamos", tuiteó en 2011, citando esta conocida
frase de la película "El club de la lucha".
El emprendedor está convencido de
poder mantener estos principios ahora que su empresa pasará a ser propiedad de
Facebook, la red social que en su décimo aniversario confía en WhatsApp para
seguir siendo atractiva para el público más joven y apuntalar además su salto
al móvil.
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