Nueva ley en Brasil fija duras
sanciones a empresas corruptas
El Cronista - lunes, 24 de
febrero de 2014
En general las semanas anteriores
al carnaval de Brasil, que será a fines de febrero, hay pocas noticias. Pero
este mes, los medios del país estuvieron ocupados con el caso de un hombre que
se fugó del país después de haber sido declarado culpable del mayor caso de
corrupción de Brasil.
Henrique Pizzolato, ex director
de marketing del estatal Banco do Brasil, supuestamente fue encontrado viviendo
en el departamento de su sobrino en Maranello, Italia, y ahora enfrenta una
posible extradición.
Desapareció de Brasil el año
pasado después de ser sentenciado a 12 años de prisión por su participación en
el caso Mensalão, en el que se comprobó que algunos de los más altos políticos
del país habían comprado votos en el Congreso usando dinero público.
Si bien Brasil procesó por
corrupción a personas como Pizzolato, ahora las compañías también tendrán algo
a lo que temer. Una nueva ley que entró en vigencia a fines del mes pasado por
primera vez responsabiliza a las empresas de los actos de corrupción y fija
severas sanciones monetarias.
La legislación coloca al país que
fue calificado por Transparency Internacional peor que Namibia o Ghana (pero
mejor que China, India y Rusia) más en línea con las convenciones sobre fraude
corporativo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico.
“Honestamente, no creía que esta
ley iba a ser aprobada”, aseguró Eduardo Sampaio de FTI Consulting. “Nunca creí
que el gran lobby corporativo en Brasil fuera a permitir que el Congreso la
promulgara. Me alegra haberme equivocado”.
Al igual que la Ley de Prácticas
Corruptas en el Extranjero de Estados Unidos y la Ley de Coimas en el Reino
Unido, la legislación no sólo se aplica a compañías, fideicomisos y fundaciones
brasileñas sino también a los grupos extranjeros con oficinas en el país.
La corrupción no es un problema
abstracto para las empresas extranjeras en Brasil. La alemana Siemens es uno de
los contratistas del metro de San Pablo que se vio involucrado en un viejo caso
de corrupción. Independientemente de los daños y perjuicios que podría originar
el caso en sí mismo, el escándalo significó interminables titulares sobre los
supuestos funcionarios públicos y políticos que recibían las coimas.
La ley aplica todo el peso de la
ley sobre “actos perjudiciales” que cometan las compañías, como ofrecer
ventajas excesivas a un empleado público o partido político relacionado con los
funcionarios del gobierno, especialmente cualquier intento de manipular un
proceso de licitación o de compras públicas.
Una compañía declarada culpable
puede ser penada con una multa de entre 0,2% a 20% de sus ingresos brutos, más
daños y perjuicios. Además, sus operaciones puede ser suspendidas o sus activos
confiscados y podría ser incorporada a un registro público nacional de empresas
culpables de corrupción en su trato con el gobierno.
Que una compañía sea condenada no
significa que sus directores y otros ejecutivos estén exentos de
responsabilidad personal. “En Brasil la corrupción es un delito y los
individuos son responsables de las prácticas corruptas según el código penal
del país.”, aseguró Mariana Tavares de Araujo, del estudio jurídico Levy &
Salamão Advogados en San Pablo.
Sin embargo, la implementación de
la ley será más difícil. Parte de la redacción es poco precisa y el gobierno
todavía no emitió las pautas generales para su implementación, aseguró Sampaio.
Además, según la nueva ley los
gobiernos federal, estadual y municipal y sus ministerios podrán investigar y
fijar sanciones. Eso podría dar lugar a situaciones en las que quien recibió
una coima esté a cargo de investigar a quien la pagó.
Tavares de Araujo explicó que
llevará algún tiempo ver cómo son las primeras sentencias. Pero recalcó que el
mensaje para las compañías que operan en Brasil es claro: “La mejor estrategia
es la prevención”.
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