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viernes, 25 de enero de 2008

Periodistas

La herencia de Uchuraccay

1) La familia Sedano Velasquez. Continuan la lucha por encontrar jusiticia en los tribunales. (2) Nueva generacion. Los De la Piniella no olvidan al martir. (3) Juntos hasta el final. Los ocho periodistas que fueron asesinados, su legado esta presente. (4) Los monumentos no son suficientes para terminar con el dolor. (5) En Uchuraccay queda el recuerdo de la matanza.

Los hijos siguen la carrera de los padres que murieron víctimas de la guerra sucia cumpliendo una comisión. Homenaje por los 25 años de la partida.

Ocho periodistas, su guía y un campesino murieron el 26 de enero de 1983 por comuneros de Uchuraccay (Ayacucho). Aunque la autoría intelectual recayó en la Infantería de María, acantonada en Huanta y específicamente en el general EP Clemente Noel Moral, la impunidad continúa hasta hoy.

Fue una gran pérdida y los que más sufrieron fueron, lógicamente, los hijos. Sin embargo, mucho de ellos han seguido la profesión que, de alguna manera, hizo que sus padres encontraran la muerte. ­Aquí las historias de ellos.

La hija póstuma de Retto
Alicia nació cuando su padre ya había muerto. Por eso muchos periodistas de la vieja guardia la conocen como la hija póstuma de Willy Retto. Desde niña sus programas favoritos de la TV eran los noticieros, a pesar de que siempre su familia ha intentado mantenerla alejada de las radios, los diarios y la televisión. Ahora ella conduce un programa de entrevistas políticas en Canal 7.

Las preguntas van y vienen, como de un lado a otro. El programa de entrevistas está por terminar y muchos aún no logran comprender por qué una jovencita decide ejercer la misma profesión que para su padre significó la muerte. Alicia esboza una respuesta y nos fulmina con un comentario: “Cuando era niña veía a las reporteras que cubrían las noticias en épocas de terrorismo, yo quería estar ahí”.

Fin del programa. Comienza un momento de privacidad para Alicia. En los camerinos, y aún con maquillaje, habla con su papá, su ángel de la guarda, esperando haberlo complacido con el programa de hoy. Seguro que Willy Retto estaría orgulloso de su hija. ­Ella continúa con la tradición familiar que comenzó con su abuelo Óscar, el fotógrafo.

Especialistas en fotos carné
¿Cuánto dolor puede soportar un cuerpo? Ésta parece ser la pregunta que se hace Juan Carlos Sedano Velásquez al mirar una foto de su padre, Jorge Sedano, uno de los mártires de Uchuraccay, quien murió asesinado a machetazos. ¿Cuánto dolor puede soportar un alma? Parece también preguntarse Juan Carlos mientras mira una foto suya con sus hermanos, luego de enterarse de la desaparición de su progenitor.

Con más preguntas que respuestas, los hermanos Sedano Velásquez, seis en total, ponen por obligación la mejor cara desde hace 25 años. Deciden publicar una revista deportiva, valiéndose del único y mejor oficio que conocen: el periodismo. La herencia que les dejó papá.

En la avenida La Colmena 716, en el Centro de Lima, Denis Sedano dirige un laboratorio fotográfico, que fundó luego de renunciar al diario La República, con el clic de una vieja cámara Zenith. La misma cámara que ahora les recuerda la última foto que le tomaron en vida a “su viejito”. Ahí está el gordo Sedano sentado en un banco, en la puerta de su casa, semidesnudo y enfundado en una toalla blanca. En el reverso de la foto se lee: “Niñitos Sedano, tienen aptitudes para la fotografía, deben seguir este oficio”. Siguieron el consejo y ahora son los fotógrafos más pedidos del negocio de las fotos carné. A seis soles la media docena, con foto artística de cortesía.

El mejor de Ayacucho
Carlos Infante es el hijo de Antonio Infante, otro de los mártires. No deja que le preguntemos nada, él lo dice todo: “Ser hijo de un mártir del periodismo no es algo satisfactorio, menos si vives en Ayacucho y tienes la misma profesión. Venden estampitas con la cara de tu padre y no recibes un solo céntimo, tu mamá se pasa los días en el juzgado, te conviertes en cabeza de hogar en un mundo tan duro como es la sierra y, por si fuera poco, un periodista impertinente te llama desde Lima para que le cuentes tu historia”.

Infante (hijo) quizá sea uno de los mejores periodistas que hay en Ayacucho. Pero él afirma que lo poco que sabe es un legado de su padre. Y es que lo que se hereda no se hurta. En la sierra el clima es seco, como los recuerdos del profesor Carlos Infante, que ahora prefiere olvidar. Pero en la Plaza de Armas de Huamanga la retama aún está fresca y los alumnos de la universidad nacional de esa ciudad comentan la fama de su profe. Él sólo sonríe, como quien no quiere la cosa.

Entre las clases de radio que dicta, las crónicas que escribe y las fotos que toma, sus discípulos lo animan a participar de un concurso. Finalmente se anima a mandar sus trabajos a “Rescate por la memoria”. Un último intento por rescatar la suya.

Quiere ser corresponsal de guerra
Frente al micrófono, emocionada, Pamela, de 23 años de edad, lee un discurso, en nombre de su graduación, cuyo nombre es el mismo de su padre: Eduardo de la Piniella. Con la voz quebrada, Pamela vuelve a descuadrar la lógica y asegura que quiere ser corresponsal de guerra. No le gusta hablar del pasado, porque sería como jugar con los naipes del tiempo, y prefiere hablar del presente.

Pocos saben que el discurso que Pamela acaba de leer lo redactó con ayuda de su hermano Gonzalo, en una sesión solemne pensando en papá. El resentimiento a la profesión causó algo extraño en Gonzalo, se borraron sus recuerdos, sin la necesidad de tomar aquella droga extraña que se utiliza para borrar la memoria.

Pero Pamela le saca la vuelta al destino, y antes de terminar de leer su discurso ya podría estar trabajando para una ­agencia de noticias en el Medio Oriente. Ahora Gonzalo vende publicidad de una empresa transnacional y su pequeño hijo Eduardo, copia fiel del original Eduardo de la Piniella, juega con una máquina de escribir de juguete. La magia continúa.

Esta tarde, en el cementerio El Ángel se siente soledad: dos o tres trabajadores intentan limpiar lápidas de los nichos más cerca al cielo, un can busca una sombra y la encuentra, la vendedora de caramelos duerme la siesta de las tres de la tarde, los vendedores de flores ya no gritan como en las mañanas. Frente al monumento a los mártires de Uchuraccay, uno piensa en el gusto que puede tener el periodismo, que se deja querer tanto. Tanto… hasta el punto de dar la vida.

DATO
Vigilia por los amigos
Un homenaje para los periodistas. Hoy a las 7 de la noche se realizará una vigilia en el memorial “El ojo que llora” para recordar a los 8 periodistas y su guía que el 26 de enero de 1983 murieron en la comunidad ayacuchana de Uchuraccay durante la guerra subversiva que azotaba al país.

En el monumento, ubicado en Jesús María, se levantará un altar con antiguos instrumentos de trabajo –como máquinas de escribir y cámaras fotográficas– para rendir tributo a los hombres de prensa.

En la vigilia, estarán presentes familiares de los mártires, periodistas, defensores de derechos humanos y estudiantes universitarios que, portando velas y flores, llamarán a la reflexión mediante acciones simbólicas ante una galería de imágenes que evocarán momentos de la tragedia.

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