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lunes, 25 de febrero de 2008

Sueño

Fossati quiere cumplir el sueño de Qatar

Pocas veces se ve a un técnico uruguayo dirigiendo a una selección asiática. En general, son europeos o brasileños quienes ocupan los banquillos de los equipos de ese continente. Sin embargo, a partir de su conocimiento del fútbol local y una amplia experiencia a nivel internacional, Jorge Fossati ha asumido el desafío de calificar a Qatar a Sudáfrica 2010.

Analista del balompié como pocos, el ex entrenador de Peñarol, Cerro Porteño y la selección uruguaya, relató a FIFA.com sus vivencias en ese entorno tan diferente y analizó las posibilidades de la selección qatarí de asistir a una Copa Mundial de la FIFA por primera vez en su historia.

Sr. Fossati, Qatar empezó la eliminatoria asiática con una derrota (0-3 ante Australia). ¿Cuál fue su balance?
Australia es uno de los dos o tres rivales más complicados de Asia. Tiene alrededor de 30 futbolistas en Europa. En unas cuentas previas, estos puntos tampoco estaban considerados, así que lo más importante fueron las conclusiones que sacamos del partido. Además, hay que tomar en cuenta que nos faltaron tres o cuatro jugadores muy importantes.

¿Qué necesita Qatar para poder encarrilarse hacia Sudáfrica?
Es difícil cambiar ciertas mentalidades o actitudes a corto plazo. Me parece que una de las cosas en las que hay que trabajar con el futbolista qatarí es su falta de confianza en sí mismo, sobre todo cuando juega de visitante. Y contra Australia así sucedió: después de diez minutos en los que hicimos lo que habíamos planeado, nos replegamos inútilmente y dejamos espacios que ellos aprovecharon para tirar centros.

¿Cómo conseguir ese cambio?
Insistiendo permanentemente con los jugadores. Lamentablemente en selección no se tiene a los futbolistas todos los días. Pasan mucho más tiempo con sus clubes. Por lo tanto el nivel de rivales no les demuestra los errores que cometen. Algunas fallas en el plano doméstico no te castigan, pero ante rivales internacionales son mortales.

Ha habido cierta polémica porque Qatar tiene algunos jugadores nacidos fuera de su territorio...
Lo que no podemos olvidar es que estamos hablando de un país cuya población autóctona son 250,000 personas, entonces las posibilidades de tener una selección con jugadores 100% autóctonos es muy complicado. En el caso de Qatar, los extranjeros llenan espacios que el país no puede ocupar con jugadores propios.

¿Sería bueno también que los jugadores qataríes fueran a Europa?
Claro. A veces siento que en lugar de llevar el mundo a Qatar, habría que sacar a Qatar al mundo. No es que la liga local sea mala, pero el roce internacional sería fundamental.

¿Ayuda tener tantos extranjeros en la liga?
Yo creo que los extranjeros bien contratados suelen dejar cosas muy positivas porque es un espejo que le permite a los jugadores locales mirar donde está su nivel. En Qatar, con tan pocos jugadores autóctonos, sería muy complicado tener un buen nivel si no pudieran competir contra los extranjeros.

Debe ser el mismo caso con los grandes técnicos extranjeros que han llegado...
Creo que es necesario un control desde la Federación, para que los entrenadores que llegan al país vayan realmente a trabajar. Desde que llegué a Qatar he visto a técnicos de gran prestigio, pero que, por su currículum deberían haber dejado mejores cosas. En ese sentido, no creo que todos los que fuimos, fue para trabajar duro y tratar de dejar algo.

¿Cómo ha sido la adaptación a una cultura tan diferente?
Yo no tuve problemas, aunque sí hay que tomar en cuenta algunas cosas. Por ejemplo, hay que poner el entrenamiento a una hora en la que no haya que suspenderlo para rezar. Pero por lo demás, el qatarí es una persona muy amable y te trata siempre con respeto, siempre y cuando uno respete. Lo que sí me costó es que ellos se adaptaran a mí en cuanto al trabajo.

¿Eso qué quiere decir?
Cuando llegué al club en el que fui contratado cité a un entrenamiento en la mañana. Llegaron 5 jugadores. 'Es que no están acostumbrados a dobles horarios', me dijeron. Esos son los casos en los que, si uno está convencido de su metodología, tiene que hacer que ellos se adapten a uno. Yo seguí por mi camino, porque el trabajo tiene que ser como yo digo, si no, no vale la pena. Hubo que hacerles entender que en el fútbol profesional hay determinados caminos que ellos no conocen bien, pero por los cuales deben transitar.

¿Y cuál fue la reacción?
Muy buena. Ellos tienen todo para trabajar, si no trabajas es porque no quieres. Hay un apoyo impresionante de las autoridades. A nivel infraestructura no hay carencia alguna. Es obligación de uno ser responsable y profesional, para hacer pasar el mensaje a los jugadores.

A nivel personal, ¿no es difícil estar tan lejos de su país?
Sí, se extraña mucho. No es mi primera experiencia de estar en el exterior. Aunque las distancias se han hecho relativas, creo que van pesando los años y es difícil cuando suceden cosas y uno está lejos. Por suerte siempre he tenido el apoyo de mi mujer. Además, en este momento en Qatar están viviendo conmigo dos de mis tres hijas y sus respectivos esposos. Se puede sustituir cualquier cosa salvo los afectos. Y sí, extraño a mi otra hija y a su bebé, pero tengo una nieta de dos años en Doha que es la reina de la casa y sin ella me costaría mucho.

¿Cuánto tiempo más cree que estará lejos de su país?
He tratado de meterme en la cabeza que no sé cuándo voy a volver a Uruguay. También, por motivos profesionales, no está dentro de mis planes regresar a mi país, pero por lo menos irme un poquito más cerca. Lo que sí tengo claro es que, mientras esté en Qatar lo daré todo y cuando salga de la selección cambiaré de aire.

Y después, ¿cuáles son sus objetivos?
He tenido la suerte de dirigir equipos grandes de Sudamérica y selecciones nacionales, pero me queda Europa como asignatura pendiente y eso es algo que me encantaría hacer. Claro, antes de eso mi meta es estar en el Mundial y es un gran desafío: cumplir ese sueño para todos los qataríes.

Sobre todo después de haberse quedado tan cerca de clasificar a Uruguay a Alemania 2006...
La verdad es que me siento muy orgulloso de lo hecho entonces. Durante mucho tiempo se decía que los jugadores que estaban en Europa no querían defender a la selección. Yo siempre estuve convencido de que no era así y que si sucedía era porque el entorno no era bueno. Creo que cambiamos esa manera de pensar. No clasificamos, pero me siento feliz de haber formado y dirigido a ese grupo.

¿Y cómo ve al Uruguay de hoy?
Muy bien. Me parece que de ese trabajo anterior han quedado cosas importantes. Especialmente el respeto hacia la selección. Además hay una gran generación. Creo que si Uruguay sigue jugando como lo ha hecho -sobre todo ante Brasil- estará en Sudáfrica.

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