Iberoamérica: recursos lingüísticos
para la fiesta del deporte
El campo deportivo es una fiesta de la inteligencia, un espectáculo de emoción y elegancia, un cruce de energías creativas que rehace mundos imaginados que permite a los pueblos transformar la realidad hostil en una posibilidad de disfrutar hasta redescubrirse con ilusión y, según el barón de Coubertin, en una ocasión para el arte.
En 1992, durante el congreso El idioma español en el deporte, el entonces jugador del Logroñés Jesús García Pitarch describía su experiencia con argentinos, paraguayos y uruguayos en su carrera profesional. Exponía cómo los futbolistas iberoamericanos hacían del balompié algo espiritual, capaz de traspasar las constantes migraciones de su estilo de vida, y cómo tenían una terminología graciosa y chocante en la que el chándal se convertía en equipo buzo, la bota en zapato, la espinillera en canillera y el portero en golero.
Hacer referencia al periodismo deportivo iberoamericano, desde el punto de vista del idioma, es también una dimensión nueva. Un ámbito en el que el periodista sirve de guía de las emociones en un museo de las bellas artes en movimiento y usa el auxilio de la palabra para hacer vivir, sentir y soñar. Convierte el idioma en un juego que encandila las pupilas, en un tiempo de fantasía y talento original, en un nexo entre las canchas y la sociedad, en un instrumento de alegría contagiosa...
Hablar y escribir de deportes
A lo largo del tiempo, la consideración que ha recibido hablar y escribir de deportes ha sufrido una notable evolución. El madrileño diario El Debate fue el pionero en incorporar este periodismo especializado a la información general. Y también en convertir las formas de expresión deportivas en un elemento para aprender a redactar periodísticamente en su escuela de periodismo desde 1926. De los 80 temas de ejercicios para cuatro cursos en que se dividía su plan educativo, el 34 consistía en redactar un partido de fútbol y además fijó directrices específicas en el 2º curso al englobar la sección deportiva dentro de las modalidades de redacción especial.
Estableció cinco centros de interés: ritos y ceremonias, nociones corrientes del deporte y observar el público en sus flujos, reflujos, emociones, actitudes, movimientos, rumores y violencias. Y buscaba una descripción emotiva en seis bloques: protagonistas, tantos y reacción del público, comparación de actuaciones, comentarios del público o de expertos, detalles pintorescos y sociales, narración cronológica del evento. Y para el lenguaje se mostraba muy crítico con un estilo que deseaba elevar para que fuese más comprensible. Quería describir de forma que no sólo fuera apta para entendidos en jerga, dar belleza e interés a las informaciones y provocar efectos mediante una presentación tipográfica especial y otros recursos de imprenta. Y a la vez terminar con su "galimatías antiestético, jerigonza exótica y chabacana su locución" así como con el "aluvión de palabras exóticas, vulgarísimas, ininteligibles, además de ser completamente innecesarias".
Este panorama se ha visto complementado, setenta años después, por la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) cuando Gabriel García Márquez criticaba en 1996 graves problemas de gramática y ortografía y dificultades para una comprensión reflexiva de textos... que se debían salvar con refuerzos de técnicas básicas de narración y una mejor redacción.
Actualmente, el periodismo deportivo sigue siendo caracterizado más por sus problemas que por sus aciertos, que históricamente han sido más numerosos. Y aunque su incorporación al mundo educativo ha sido capaz de generar estudios técnicos y universitarios que inciden en las técnicas y el uso del idioma, se le sigue acusando de: difícil asepsia intelectual, excesiva subjetividad, tendencia a la opinión, inflación de extranjerismos, proliferación de terminología bélica y ámbito de torpezas gramaticales e incorrecciones.
Los lingüistas han realizado varias recomendaciones sobre el lenguaje de los medios de comunicación tendentes a destacar la responsabilidad social del periodista, la búsqueda de un equilibrio neutralizando el estilo y una orientación para no vulnerar usos comunes, no acoger particularidades locales, evitar neologismos innecesarios y no dar cabida a modas pasajeras. Y se ha intentado favorecer la corrección idiomática a pesar de sólo poder cuatro de los once criterios que tradicionalmente se tienen en cuenta: uso general moderno, frecuencia de uso, necesidad y sentimiento lingüístico.
Ya en el siglo XXI, se ha logrado un reconocimiento institucional tanto por parte del idioma como del deporte. En 1998 el Comité Olímpico Internacional ha editado el libro Léxique Olympique Multilingue en el que recogen equivalencias de términos en cuatro idiomas para favorecer la difusión social del deporte: inglés, francés español y alemán. Y la Asociación de Academias de la Lengua española y la Real Academia Española han destacado su crecimiento con una evolución desde el purismo, con hispanización del léxico y corrección idiomática, a la observación de sus neologismos por la capacidad para instalarse en el habla común como forma de cultura1 .
Claves de difusión
La imagen deportiva de Iberoamérica y de sus formas de hablar y escribir sobre deporte ha evolucionado de forma similar a los ídolos de la cultura audiovisual. Inicialmente, fueron presentados como estereotipos negativos y apasionados que viven en ambientes hostiles y, posteriormente, como héroes románticos, apasionados y vitalistas.
En todos ellos (Cisco Kid, El Zorro, Speedy Gonzales...) concurren varias claves comunes: historias de emigrantes y justicieros, una evasión a todo ritmo en la que se da una gran mezcla de acentos y unos protagonistas con talento natural para hacer soñar, provocar la sonrisa y buscar el divertimiento donde no existe aparentemente con el fin de convertir la fiesta en una manera de avanzar.
El deporte se difunde como un espectáculo y una fiesta social a la conquista de un sueño para ser vivido en el clamor y con una pasión inexplicable, capaces de dejar huellas imborrables. Desarrolla un juego de talento con la grada que combina elementos de la industria del ocio, el consumo y el deporte en una dinámica de lo impensado. Se convierte en un ámbito para la lírica y la épica, en una zona de espontaneidad y expresividad capaz de aliarse con otras manifestaciones artísticas, entre las que destacan por su especial productividad la literatura, la música y el humor gráfico. Todo ello bajo unas nuevas leyes psicológicas que transforman la información en conocimiento mediante lenguajes figurados, crean productos para impactar y seducir, esquematizan el acontecimiento, dramatizan los personajes o crean una variación cíclica del interés.
Recursos del idioma
En este ambiente, el empleo del idioma no se limitará al uso normativo sino que se verá reforzado con técnicas literarias y publicitarias con el fin de lograr una mayor eficacia. Genera un juego en el que se destaca su creatividad, expresividad y genio lingüístico y en Iberoamérica se caracteriza por recoger el legado de antecesores para crear un estilo nuevo, no renuncia a una base informativa fuerte y eleva el nivel en el uso del idioma mediante una serenidad, sobriedad y refinamiento léxico capaz de cultivar a los demás.
Este desbordamiento del uso normativo se concentra fundamentalmente en los niveles fónico y léxico.
En el primero afecta a cuestiones de pronunciación, entonación y creación de efectos que conforman una fonoestilística particular. Se recrean sonidos para transmitir temblores, rugidos, vibraciones, trayectorias tratando creativamente r, f, s, z, u, i. Se alargan vocales y consonantes. Se habla con el mayor número de palabras en el menor espacio de tiempo posible, en una tendencia que introdujeron los hombres-metralleta argentinos. Se juega con variedad de entonaciones que suben y bajan sus curvas y modulaciones para hacer latir el corazón al compás las emociones. Se emplean diferentes timbres de voz, con contrastes. Y en los momentos más destacados de las competiciones se pone en marcha una intensidad a pleno pulmón para saludar al sueño que se acaba de conquistar.
Sirva como ejemplo la entrevista que el periodista uruguayo Ricardo Lorenzo intentó hacer al jugador argentino Isabelo Gradín. El primero le pidió que le sugiriera un título para la entrevista que le había realizado, a lo que el futbolista contestó "Borocotó chas, chas". Tal desarrollo de fantasía llevó a adoptar al periodista el seudónimo de Borocotó con gran éxito de audiencia.
En el nivel léxico las peculiaridades iberoamericanas se concentran en neologismos, hispanoamericanismos léxicos, el uso de lenguajes figurados, la modificación de discurso repetido y el tratamiento que se da a los tecnicismos. Todo ello aplicando unos principios de actuación basados en agrandar la expresividad del idioma mediante la creación de palabras con alma, unidas al costumbrismo y a la lengua de la calle.
Son numerosos los ejemplos de diversidad en extranjerismos para denominar disciplinas deportivas, como arquería, basquetbol, nado sincronizado, fútbol de salón para hacer referencia a tiro con arco, baloncesto, natación sincronizada o fútbol sala, respectivamente.
Y muy llamativos por su expresividad resultan los hispanoamericanismos léxicos que surgen para pintar la vida y embotellar nubes de intensas emociones con una gran capacidad retórica: agarrar la lanza (subir a rematar en ataque), clavar el aliento en la nuca (marcaje estrecho), cola de vaca, cuauteminha, definir (anotar), escarabajo (ciclista escalador), fohla seca, jugar con un balde invertido en la cabeza (ser torpe), lluvia de papel, miedo escénico, no agarrar una vaca en un baño (fallar en un marcaje), ola, paisajear (quedarse quieto ante una acción rival), paradinha, patrullar un sector (marcar en zona), quedarse en la cueva (estar quieto ante una acción rival) y urgencia histórica. Además, se registran términos que suponen una diversidad ante el español peninsular. Así, la portería se convierte en arco, valla; el portero en arquero, golero o golquíper; el balón en globa, gordita, guinda, la número cinco, redonda o vedette; un remate fuerte en balinazo, berriazo, bombazo o chumbazo; un ciclista gregario pasa a ser el escudero; y la natación se ejecuta en la pileta. O surgen expresiones como gambetas (regates), los remates de chanfle (con efecto), las bicicletas, las zamoranas, las colas de vaca, las jopeadas (sombreros), los taquitos (espuelas) y las moñas (regates en corto).
En su preocupación por conectar la cancha con la calle aumenta la presencia de lenguajes figurados que eliminan la terminología técnica de los deportes para dar paso a una seducción que favorece la fiesta social del deporte a la hora de crear mitos y emociones en un populismo lingüístico. Y se extiende el uso de técnicas de modificación de discurso repetido con unidades de lengua coloquial (giros, refranes...) para sintetizar el ánimo del encuentro y las experiencias vividas, así como con títulos de formas culturales con éxito social para ser aplicados al oportunismo de la noticia. Quizá la más espectacular tuvo que ver con el triunfo de Argentina sobre Inglaterra en la Copa del Mundo de 1986, donde la magnífica actuación de Maradona y de todo el combinado nacional fue saludada por el semanario El Gráfico con el título de No llores por mí, Inglaterra para condensar la victoria del fútbol como compensación a la herida jamás cicatrizada de la Guerra de las Malvinas.
Una historia de intercambios
Este juego con los niveles del idioma constituye un tiempo de fantasía y talento original para redescubrirse con ilusión. Y ha alcanzado altas cotas en tres modelos para su intercambio con España: Uruguay, Brasil y Argentina.
A Uruguay se debe el fomento de la vivencia de los acontecimientos con una dimensión mágica, el festejo de la victoria como fuente de moral y orgullo y la celebración en un entusiasmo desbordado que inunda calles y avenidas. Sus periodistas convierten los relatos en textos de moderna literatura de ficción llenos de magnetismo, inmediatez y una intensa emoción sin dramatismo. Lo llevan a cabo con narraciones imparciales, frases escuetas y expresiones cortas capaces de dar ligereza y de permitir anticiparse a los principales momentos antes de que los grite la multitud.
Brasil creó un planeta de contrastes donde se mezclan la alegría y la tristeza de manera magistral hasta estallar en un mundo de ilusión y sueños. Forjó una narrativa épica para interpretar dramáticamente los sonidos de las palabras... capaz de marcar ritmos para llevar a la audiencia hacia la euforia incontenible.
Argentina supuso la capacidad de sintetizar las emociones de la pasión desbordada mediante el énfasis, la marca especial de cada lance destacado, la narración de goles con fórmulas de suspenso o la recreación de diálogos que se producían en la cancha.
Y en todos ellos, los periodistas deportivos se han convertido en héroes de la victoria gracias unos relatos susceptibles de transformar el arte del deporte en magia cultural2 .
Este intercambio ha sido posible porque el periodismo deportivo a ambos lados del Atlántico comparte: la presentación del deporte como pensamiento mágico sin contradicciones que exalta valores espirituales, históricos y comerciales, el desarrollo de formas de animación popular en tono jovial y unánime, la generación de estilos de comentario técnico y de interpretación dialéctica y sociológica y la formación de una lengua literaria. Y además, porque en diversas etapas se ha ido extendiendo el estilo espectacular de difusión americano desde la década de los treinta hasta triunfar plenamente desde la primera mitad de los años ochenta.
Esta convergencia lingüística de estilos se intensifica en España especialmente en los años cuarenta y cincuenta, como consecuencia del ambiente de purismo idiomático y entre las décadas de los setenta y noventa, con la necesidad de una profunda renovación de códigos expresivos.
En los años treinta se impuso el estilo espectáculo en el periodismo radiofónico. El chileno Bobby Deglané, que fue fundador de Marca, introdujo fórmulas de entonación expresiva y formas melodramáticas de presentación para lucha libre, boxeo y fútbol que incidieron en la puesta en marcha del carrusel junto al valenciano Vicente Marco. Y también se acogió la narración con un ritmo especial para crear emoción -el de los argentinos hombres metralleta, que aplicó Enrique Mariñas- y el uso de varias voces en la narración para identificar rápidamente a los participantes en una competición. Un intercambio entre locutores iberoamericanos que fue especialmente intenso en aquellos cuyo origen ha estado vinculado a Galicia, como Fioravanti en Argentina y Lázaro Candal en Venezuela.
En los tres decenios siguientes, el deporte se convirtió en un elemento de consumo para los periodismos escrito y radiofónico, que recurrieron a los estilos de América no sólo para generalizar la entonación expresiva y la aceleración del ritmo en los elementos fónicos, sino también para crear nuevas imágenes léxicas espectaculares y generar espacios para combinar con animación publicitaria. Es una época en la que la legislación en favor del idioma favoreció la presencia de múltiples hispanoamericanismos léxicos que sustituían a neologismos de origen inglés y francés. Y uno de sus nuevos ámbitos de difusión más destacados fue el baloncesto con Héctor Quiroga.
Desde mediados de los años setenta, con la masiva importación de futbolistas americanos en España, se produjo una importación de numerosa terminología con hispanoamericanismos originarios de Argentina, Chile, México, Uruguay... sobre todo para el fútbol. En prensa escrita se atendió, fundamentalmente, al modelo del argentino El Gráfico, en periodismo radiofónico se siguen los modelos de la chilena Radio Minería y de la argentina Radio Rivadavia y se siguen las pautas del periodismo técnico de explicación, con tecnicismos y retórica, de los seguidores de César Luis Menotti. Es frecuente la presencia de palabras futbolísticas del Río de la Plata. Y se lleva a cabo una renovación con eslóganes, exaltación de metáforas populares, creación de motes gráficos, y una nueva expresividad en la concentrada emoción del canto del gol.
Todo un proceso que culminó en los años ochenta en la radio y en los noventa en la televisión con fórmulas de explicación y análisis técnico en combinación con una mayor espectacularidad en la pronunciación de fonemas, aceleraciones de ritmo, fomento de imágenes léxicas muy gráficas y humorísticas, uso de apodos sintéticos, con especial repercusión en el baloncesto, el ciclismo, el fútbol y la lucha libre americana así como en la animación llevada a cabo por Joaquín Prat.
Se miró a la NBA de Estados Unidos para el baloncesto, a la colombiana Radio Caracol para el ciclismo y a los locutores hispanos de lucha libre americana para buscar una expresión ligera y gráfica.
Como un último paso cabe destacar la constante mirada del periodismo deportivo español hacia América y sus productos culturales que llevan a cabo Julián García Candau y Chema Forte.
Epílogo
Las canchas y los lugares del deporte integran sin exclusiones la alegría de las tribunas y la pasión de los deportistas y conforman un museo de las bellas artes del movimiento, el ritmo y la fluidez hasta transmitir nuevos sentidos y energías a unos aficionados que satisfacen en él necesidades de lírica de sentimientos, de épica del esfuerzo en la conquista de nuevas hazañas y de dramática de situaciones en conflicto.
El periodista es el guía y primer testigo de cómo el cuerpo toma la palabra y salta los límites del museo para desparramarse por calles y avenidas en un juego artístico de emoción social que se dirige a un mundo afectivo para sacar lo mejor de la gente hacia un fin común.
En esta tarea, el periodista deportivo tiene el espíritu brasileño por el que se le facilita una guitarra, que en vez de ser sólo tocada en sus cuerdas, es golpeada como un tamborim al ritmo de los latidos de su corazón. Comunica con o sin palabras, pero lo que importa es que cuando use el idioma, lo conozca a fondo para poder jugar con él dentro de las normas de corrección. Con entusiasmo, como un Speedy Gonzales que traiga a toda velocidad a su pueblo emocionado lonchas de queso repletas de felicidad e ilusión. El manejo del idioma y el conocimiento de todas sus posibilidades harán que el periodista pierda el miedo al gato de la corrección y le permitirá buscar el diapasón de las emociones de los aficionados hasta estallar en un mundo de ilusión y arte.
para la fiesta del deporte
El campo deportivo es una fiesta de la inteligencia, un espectáculo de emoción y elegancia, un cruce de energías creativas que rehace mundos imaginados que permite a los pueblos transformar la realidad hostil en una posibilidad de disfrutar hasta redescubrirse con ilusión y, según el barón de Coubertin, en una ocasión para el arte.
En 1992, durante el congreso El idioma español en el deporte, el entonces jugador del Logroñés Jesús García Pitarch describía su experiencia con argentinos, paraguayos y uruguayos en su carrera profesional. Exponía cómo los futbolistas iberoamericanos hacían del balompié algo espiritual, capaz de traspasar las constantes migraciones de su estilo de vida, y cómo tenían una terminología graciosa y chocante en la que el chándal se convertía en equipo buzo, la bota en zapato, la espinillera en canillera y el portero en golero.
Hacer referencia al periodismo deportivo iberoamericano, desde el punto de vista del idioma, es también una dimensión nueva. Un ámbito en el que el periodista sirve de guía de las emociones en un museo de las bellas artes en movimiento y usa el auxilio de la palabra para hacer vivir, sentir y soñar. Convierte el idioma en un juego que encandila las pupilas, en un tiempo de fantasía y talento original, en un nexo entre las canchas y la sociedad, en un instrumento de alegría contagiosa...
Hablar y escribir de deportes
A lo largo del tiempo, la consideración que ha recibido hablar y escribir de deportes ha sufrido una notable evolución. El madrileño diario El Debate fue el pionero en incorporar este periodismo especializado a la información general. Y también en convertir las formas de expresión deportivas en un elemento para aprender a redactar periodísticamente en su escuela de periodismo desde 1926. De los 80 temas de ejercicios para cuatro cursos en que se dividía su plan educativo, el 34 consistía en redactar un partido de fútbol y además fijó directrices específicas en el 2º curso al englobar la sección deportiva dentro de las modalidades de redacción especial.
Estableció cinco centros de interés: ritos y ceremonias, nociones corrientes del deporte y observar el público en sus flujos, reflujos, emociones, actitudes, movimientos, rumores y violencias. Y buscaba una descripción emotiva en seis bloques: protagonistas, tantos y reacción del público, comparación de actuaciones, comentarios del público o de expertos, detalles pintorescos y sociales, narración cronológica del evento. Y para el lenguaje se mostraba muy crítico con un estilo que deseaba elevar para que fuese más comprensible. Quería describir de forma que no sólo fuera apta para entendidos en jerga, dar belleza e interés a las informaciones y provocar efectos mediante una presentación tipográfica especial y otros recursos de imprenta. Y a la vez terminar con su "galimatías antiestético, jerigonza exótica y chabacana su locución" así como con el "aluvión de palabras exóticas, vulgarísimas, ininteligibles, además de ser completamente innecesarias".
Este panorama se ha visto complementado, setenta años después, por la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) cuando Gabriel García Márquez criticaba en 1996 graves problemas de gramática y ortografía y dificultades para una comprensión reflexiva de textos... que se debían salvar con refuerzos de técnicas básicas de narración y una mejor redacción.
Actualmente, el periodismo deportivo sigue siendo caracterizado más por sus problemas que por sus aciertos, que históricamente han sido más numerosos. Y aunque su incorporación al mundo educativo ha sido capaz de generar estudios técnicos y universitarios que inciden en las técnicas y el uso del idioma, se le sigue acusando de: difícil asepsia intelectual, excesiva subjetividad, tendencia a la opinión, inflación de extranjerismos, proliferación de terminología bélica y ámbito de torpezas gramaticales e incorrecciones.
Los lingüistas han realizado varias recomendaciones sobre el lenguaje de los medios de comunicación tendentes a destacar la responsabilidad social del periodista, la búsqueda de un equilibrio neutralizando el estilo y una orientación para no vulnerar usos comunes, no acoger particularidades locales, evitar neologismos innecesarios y no dar cabida a modas pasajeras. Y se ha intentado favorecer la corrección idiomática a pesar de sólo poder cuatro de los once criterios que tradicionalmente se tienen en cuenta: uso general moderno, frecuencia de uso, necesidad y sentimiento lingüístico.
Ya en el siglo XXI, se ha logrado un reconocimiento institucional tanto por parte del idioma como del deporte. En 1998 el Comité Olímpico Internacional ha editado el libro Léxique Olympique Multilingue en el que recogen equivalencias de términos en cuatro idiomas para favorecer la difusión social del deporte: inglés, francés español y alemán. Y la Asociación de Academias de la Lengua española y la Real Academia Española han destacado su crecimiento con una evolución desde el purismo, con hispanización del léxico y corrección idiomática, a la observación de sus neologismos por la capacidad para instalarse en el habla común como forma de cultura1 .
Claves de difusión
La imagen deportiva de Iberoamérica y de sus formas de hablar y escribir sobre deporte ha evolucionado de forma similar a los ídolos de la cultura audiovisual. Inicialmente, fueron presentados como estereotipos negativos y apasionados que viven en ambientes hostiles y, posteriormente, como héroes románticos, apasionados y vitalistas.
En todos ellos (Cisco Kid, El Zorro, Speedy Gonzales...) concurren varias claves comunes: historias de emigrantes y justicieros, una evasión a todo ritmo en la que se da una gran mezcla de acentos y unos protagonistas con talento natural para hacer soñar, provocar la sonrisa y buscar el divertimiento donde no existe aparentemente con el fin de convertir la fiesta en una manera de avanzar.
El deporte se difunde como un espectáculo y una fiesta social a la conquista de un sueño para ser vivido en el clamor y con una pasión inexplicable, capaces de dejar huellas imborrables. Desarrolla un juego de talento con la grada que combina elementos de la industria del ocio, el consumo y el deporte en una dinámica de lo impensado. Se convierte en un ámbito para la lírica y la épica, en una zona de espontaneidad y expresividad capaz de aliarse con otras manifestaciones artísticas, entre las que destacan por su especial productividad la literatura, la música y el humor gráfico. Todo ello bajo unas nuevas leyes psicológicas que transforman la información en conocimiento mediante lenguajes figurados, crean productos para impactar y seducir, esquematizan el acontecimiento, dramatizan los personajes o crean una variación cíclica del interés.
Recursos del idioma
En este ambiente, el empleo del idioma no se limitará al uso normativo sino que se verá reforzado con técnicas literarias y publicitarias con el fin de lograr una mayor eficacia. Genera un juego en el que se destaca su creatividad, expresividad y genio lingüístico y en Iberoamérica se caracteriza por recoger el legado de antecesores para crear un estilo nuevo, no renuncia a una base informativa fuerte y eleva el nivel en el uso del idioma mediante una serenidad, sobriedad y refinamiento léxico capaz de cultivar a los demás.
Este desbordamiento del uso normativo se concentra fundamentalmente en los niveles fónico y léxico.
En el primero afecta a cuestiones de pronunciación, entonación y creación de efectos que conforman una fonoestilística particular. Se recrean sonidos para transmitir temblores, rugidos, vibraciones, trayectorias tratando creativamente r, f, s, z, u, i. Se alargan vocales y consonantes. Se habla con el mayor número de palabras en el menor espacio de tiempo posible, en una tendencia que introdujeron los hombres-metralleta argentinos. Se juega con variedad de entonaciones que suben y bajan sus curvas y modulaciones para hacer latir el corazón al compás las emociones. Se emplean diferentes timbres de voz, con contrastes. Y en los momentos más destacados de las competiciones se pone en marcha una intensidad a pleno pulmón para saludar al sueño que se acaba de conquistar.
Sirva como ejemplo la entrevista que el periodista uruguayo Ricardo Lorenzo intentó hacer al jugador argentino Isabelo Gradín. El primero le pidió que le sugiriera un título para la entrevista que le había realizado, a lo que el futbolista contestó "Borocotó chas, chas". Tal desarrollo de fantasía llevó a adoptar al periodista el seudónimo de Borocotó con gran éxito de audiencia.
En el nivel léxico las peculiaridades iberoamericanas se concentran en neologismos, hispanoamericanismos léxicos, el uso de lenguajes figurados, la modificación de discurso repetido y el tratamiento que se da a los tecnicismos. Todo ello aplicando unos principios de actuación basados en agrandar la expresividad del idioma mediante la creación de palabras con alma, unidas al costumbrismo y a la lengua de la calle.
Son numerosos los ejemplos de diversidad en extranjerismos para denominar disciplinas deportivas, como arquería, basquetbol, nado sincronizado, fútbol de salón para hacer referencia a tiro con arco, baloncesto, natación sincronizada o fútbol sala, respectivamente.
Y muy llamativos por su expresividad resultan los hispanoamericanismos léxicos que surgen para pintar la vida y embotellar nubes de intensas emociones con una gran capacidad retórica: agarrar la lanza (subir a rematar en ataque), clavar el aliento en la nuca (marcaje estrecho), cola de vaca, cuauteminha, definir (anotar), escarabajo (ciclista escalador), fohla seca, jugar con un balde invertido en la cabeza (ser torpe), lluvia de papel, miedo escénico, no agarrar una vaca en un baño (fallar en un marcaje), ola, paisajear (quedarse quieto ante una acción rival), paradinha, patrullar un sector (marcar en zona), quedarse en la cueva (estar quieto ante una acción rival) y urgencia histórica. Además, se registran términos que suponen una diversidad ante el español peninsular. Así, la portería se convierte en arco, valla; el portero en arquero, golero o golquíper; el balón en globa, gordita, guinda, la número cinco, redonda o vedette; un remate fuerte en balinazo, berriazo, bombazo o chumbazo; un ciclista gregario pasa a ser el escudero; y la natación se ejecuta en la pileta. O surgen expresiones como gambetas (regates), los remates de chanfle (con efecto), las bicicletas, las zamoranas, las colas de vaca, las jopeadas (sombreros), los taquitos (espuelas) y las moñas (regates en corto).
En su preocupación por conectar la cancha con la calle aumenta la presencia de lenguajes figurados que eliminan la terminología técnica de los deportes para dar paso a una seducción que favorece la fiesta social del deporte a la hora de crear mitos y emociones en un populismo lingüístico. Y se extiende el uso de técnicas de modificación de discurso repetido con unidades de lengua coloquial (giros, refranes...) para sintetizar el ánimo del encuentro y las experiencias vividas, así como con títulos de formas culturales con éxito social para ser aplicados al oportunismo de la noticia. Quizá la más espectacular tuvo que ver con el triunfo de Argentina sobre Inglaterra en la Copa del Mundo de 1986, donde la magnífica actuación de Maradona y de todo el combinado nacional fue saludada por el semanario El Gráfico con el título de No llores por mí, Inglaterra para condensar la victoria del fútbol como compensación a la herida jamás cicatrizada de la Guerra de las Malvinas.
Una historia de intercambios
Este juego con los niveles del idioma constituye un tiempo de fantasía y talento original para redescubrirse con ilusión. Y ha alcanzado altas cotas en tres modelos para su intercambio con España: Uruguay, Brasil y Argentina.
A Uruguay se debe el fomento de la vivencia de los acontecimientos con una dimensión mágica, el festejo de la victoria como fuente de moral y orgullo y la celebración en un entusiasmo desbordado que inunda calles y avenidas. Sus periodistas convierten los relatos en textos de moderna literatura de ficción llenos de magnetismo, inmediatez y una intensa emoción sin dramatismo. Lo llevan a cabo con narraciones imparciales, frases escuetas y expresiones cortas capaces de dar ligereza y de permitir anticiparse a los principales momentos antes de que los grite la multitud.
Brasil creó un planeta de contrastes donde se mezclan la alegría y la tristeza de manera magistral hasta estallar en un mundo de ilusión y sueños. Forjó una narrativa épica para interpretar dramáticamente los sonidos de las palabras... capaz de marcar ritmos para llevar a la audiencia hacia la euforia incontenible.
Argentina supuso la capacidad de sintetizar las emociones de la pasión desbordada mediante el énfasis, la marca especial de cada lance destacado, la narración de goles con fórmulas de suspenso o la recreación de diálogos que se producían en la cancha.
Y en todos ellos, los periodistas deportivos se han convertido en héroes de la victoria gracias unos relatos susceptibles de transformar el arte del deporte en magia cultural2 .
Este intercambio ha sido posible porque el periodismo deportivo a ambos lados del Atlántico comparte: la presentación del deporte como pensamiento mágico sin contradicciones que exalta valores espirituales, históricos y comerciales, el desarrollo de formas de animación popular en tono jovial y unánime, la generación de estilos de comentario técnico y de interpretación dialéctica y sociológica y la formación de una lengua literaria. Y además, porque en diversas etapas se ha ido extendiendo el estilo espectacular de difusión americano desde la década de los treinta hasta triunfar plenamente desde la primera mitad de los años ochenta.
Esta convergencia lingüística de estilos se intensifica en España especialmente en los años cuarenta y cincuenta, como consecuencia del ambiente de purismo idiomático y entre las décadas de los setenta y noventa, con la necesidad de una profunda renovación de códigos expresivos.
En los años treinta se impuso el estilo espectáculo en el periodismo radiofónico. El chileno Bobby Deglané, que fue fundador de Marca, introdujo fórmulas de entonación expresiva y formas melodramáticas de presentación para lucha libre, boxeo y fútbol que incidieron en la puesta en marcha del carrusel junto al valenciano Vicente Marco. Y también se acogió la narración con un ritmo especial para crear emoción -el de los argentinos hombres metralleta, que aplicó Enrique Mariñas- y el uso de varias voces en la narración para identificar rápidamente a los participantes en una competición. Un intercambio entre locutores iberoamericanos que fue especialmente intenso en aquellos cuyo origen ha estado vinculado a Galicia, como Fioravanti en Argentina y Lázaro Candal en Venezuela.
En los tres decenios siguientes, el deporte se convirtió en un elemento de consumo para los periodismos escrito y radiofónico, que recurrieron a los estilos de América no sólo para generalizar la entonación expresiva y la aceleración del ritmo en los elementos fónicos, sino también para crear nuevas imágenes léxicas espectaculares y generar espacios para combinar con animación publicitaria. Es una época en la que la legislación en favor del idioma favoreció la presencia de múltiples hispanoamericanismos léxicos que sustituían a neologismos de origen inglés y francés. Y uno de sus nuevos ámbitos de difusión más destacados fue el baloncesto con Héctor Quiroga.
Desde mediados de los años setenta, con la masiva importación de futbolistas americanos en España, se produjo una importación de numerosa terminología con hispanoamericanismos originarios de Argentina, Chile, México, Uruguay... sobre todo para el fútbol. En prensa escrita se atendió, fundamentalmente, al modelo del argentino El Gráfico, en periodismo radiofónico se siguen los modelos de la chilena Radio Minería y de la argentina Radio Rivadavia y se siguen las pautas del periodismo técnico de explicación, con tecnicismos y retórica, de los seguidores de César Luis Menotti. Es frecuente la presencia de palabras futbolísticas del Río de la Plata. Y se lleva a cabo una renovación con eslóganes, exaltación de metáforas populares, creación de motes gráficos, y una nueva expresividad en la concentrada emoción del canto del gol.
Todo un proceso que culminó en los años ochenta en la radio y en los noventa en la televisión con fórmulas de explicación y análisis técnico en combinación con una mayor espectacularidad en la pronunciación de fonemas, aceleraciones de ritmo, fomento de imágenes léxicas muy gráficas y humorísticas, uso de apodos sintéticos, con especial repercusión en el baloncesto, el ciclismo, el fútbol y la lucha libre americana así como en la animación llevada a cabo por Joaquín Prat.
Se miró a la NBA de Estados Unidos para el baloncesto, a la colombiana Radio Caracol para el ciclismo y a los locutores hispanos de lucha libre americana para buscar una expresión ligera y gráfica.
Como un último paso cabe destacar la constante mirada del periodismo deportivo español hacia América y sus productos culturales que llevan a cabo Julián García Candau y Chema Forte.
Epílogo
Las canchas y los lugares del deporte integran sin exclusiones la alegría de las tribunas y la pasión de los deportistas y conforman un museo de las bellas artes del movimiento, el ritmo y la fluidez hasta transmitir nuevos sentidos y energías a unos aficionados que satisfacen en él necesidades de lírica de sentimientos, de épica del esfuerzo en la conquista de nuevas hazañas y de dramática de situaciones en conflicto.
El periodista es el guía y primer testigo de cómo el cuerpo toma la palabra y salta los límites del museo para desparramarse por calles y avenidas en un juego artístico de emoción social que se dirige a un mundo afectivo para sacar lo mejor de la gente hacia un fin común.
En esta tarea, el periodista deportivo tiene el espíritu brasileño por el que se le facilita una guitarra, que en vez de ser sólo tocada en sus cuerdas, es golpeada como un tamborim al ritmo de los latidos de su corazón. Comunica con o sin palabras, pero lo que importa es que cuando use el idioma, lo conozca a fondo para poder jugar con él dentro de las normas de corrección. Con entusiasmo, como un Speedy Gonzales que traiga a toda velocidad a su pueblo emocionado lonchas de queso repletas de felicidad e ilusión. El manejo del idioma y el conocimiento de todas sus posibilidades harán que el periodista pierda el miedo al gato de la corrección y le permitirá buscar el diapasón de las emociones de los aficionados hasta estallar en un mundo de ilusión y arte.
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