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miércoles, 13 de febrero de 2008

Reporteros

Informe anual 2008 - Prefacio

Los periodistas tienen de qué preocuparse. Sus defensores parecen menos eficaces que nunca. Que Reporteros sin Fronteras escriba estas cosas puede parece extraño. Sin ser adeptos de la autoflagelación - hace mucho tiempo que conocemos nuestras fuerzas y nuestras debilidades-, hay que decir, sin embargo, las cosas como son : los periodistas no están ni correcta, ni suficientemente, defendidos en el mundo.

Los Estados más represivos del planeta no quieren tener nada que ver ni con la libertad de expresión, ni con sus apóstoles. A las organizaciones no gubernamentales les prohiben la entrada, o las arrojan fuera de las fronteras del país donde, sin embargo, serían de gran utilidad. Las grandes instituciones internacionales pueden protestar, amenazar con sanciones, llevar a los tribunales a los más prestigiosos para que les condenen ; pero no han hecho nada. Los predadores de la libertad de prensa hacen oídos sordos. Nuestra impotencia es su fuerza.

Con frecuencia la Unión Europea se erige en portavoz de los militantes de los derechos humanos. Y, sin embargo... A finales de octubre de 2007 el Parlamento Europeo condenó con firmeza las violaciones de las libertades fundamentales cometidas en la República Islámica de Irán, y particularmente la condena a muerte del periodista Adnan Hassanpour. Se aprobó una resolución. Pocos días más tarde, el abogado del periodista supo que el Tribunal Supemo iraní había confirmado la sentencia de su cliente, lo que hacía que la ejecución pudiera llevarse a cabo en cualquier momento. Un auténtico desafío de Teherán a la comunidad internacional. Es cierto que, a finales de enero de 2008 se suspendió finalmente la condena a la pena capital. ¿Debido a las presiones internacionales ? Ya nos gustaría creerlo. Digamos que han sido más bien la tenacidad de su abogado y, para muchos, la revisión del caso de Adnan Hassanpour...

¿Cuantas resoluciones, declaraciones, cartas de protestan quedan si efecto ? ¿Hay que dejar, por ello, de escribir, de votar ? No, naturalmente. Pero hay que inventar nuevas medidas de presión, nuevos métodos de intervención, para desetabilizar a los enemigos de la libertad de prensa; descubrir sus fallos y adentrarse en ellos.

Cuando se siente se despojada, la Unión Europea amenaza con castigar. Solo que los tiranos no son escolares a los que se coge en flagrante delito de hacer trampas, y de los que se consigue que pasen por el aro con una regañina. El todopoderoso presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, ni pestañea ante las sanciones de Europa. Como tampoco Robert Mugabe, en Zimbabwe, teme las medidas que se adoptan contra él. Congelación de sus haberes en el extranjero, prohibición de visados y desplazamientos a los Estados miembros, control de las exportaciones, reducción de las relaciones diplomáticas : las sanciones más graves no doblegan ni a las autoridades uzbekas, ni a las zimbabuenses. En ambos países, la situación de la libertad de expresión es catastrófica. Los escasos periodistas independientes que hay saben que están solos y hace ya mucho tiempo que no cuenta con la ayuda de nadie. ¿Otro ejemplo ? El embargo de venta de armas a China está en vigor desde... 1989. ¿Ha conseguido que dismiuyan las violaciones de los derechos humanos ? La respuesta la conocemos todos.

La cobardía de algunos Estados occidentales, de las grandes instituciones internacionales, perjudica a la libertad de expresión. Si bien nadie se corta a la hora de levantar la voz frente a los países en vías de esarrollo, poco estratégicos, la cosa cambia cuando los interlocutores se llaman Vladimir Putin o Hu Jintao. Entonces, los jefes de Estado cuelgan su toga de abogado para transformarse en representantes de comercio. Los intercambios económicos con China y Rusia son de tal envergadura que la cuestión de los derechos humanos raramente aparece sobre la mesa. Y, en esos casos, se hace a hurtadillas, rodeada de infinitas precaucions, entre la fruta y el queso. Los enfados - reales o fingidos - de los dirigentes chinos y rusos han bastado para engatusar a los más contestarios. ¿Quien se atreve todavía a hablarle al presidente chino del Dalai Lama, o a subrayar en su presencia los méritos democráticos de Taiwán ? Angela Merkel. Pero está muy sola. ¿Quien tiene el aplomo suficiente para aguantar la mirada helada del presidente ruso en el momento de hablar de la situación en Chechenia, o de la veintena de asesinatos de periodistas, cometidos en sus dos mandatos ?

Y además, los dirigentes de los países democráticos no tienen ganas de ponerse a mal con las grandes empresas, para quienes el tiempo empleado en esas cuestiones no hace más que retrasar la firma de nuevos contratos. La canciller alemana, otra vez ella, tuvo que aguantar las acerbas críticas de los medios de negocios alemanes cuando, en septiembre pasado, recibió al Dalai Lama en Berlín. Tuvo el coraje de defender algunos valores y poner fin a lo que calificó de "diplomacia de cartera".

La "realpolitik" hace el juego a los opresores. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha tenido el mérito de intervenir diectamente para conseguir que pusieran en libertad a periodistas y ciberdisidentes encarcelados en Túnez, Chad y Vietnam. No han recibido el mismo apoyo sus colegas rusos y chinos que, sin embargo, lo necesitan mucho cuando faltan pocos meses para los Juegos Olímpicos. Si el Arca de Zoé se hubiera embarrancado en Grozny en lugar de Abéché, ¿qué habría hecho el Jefe del Estado francés para liberar a los tres periodistas pillados en la trampa de ese fiasco humanitario?

Finalmente, la duplicidad de algunos "defensores oficiales" de los derechos humanos causa grandes perjuicios a las víctimas. En ese juego, la palma se la lleva Naciones Unidas. Y con gran ventaja. Mientras que, en Nueva York, el Consejo de Seguridad aprueba una resolución enérgica para intentar yugular la macabra letanía de violencias cometidas con periodistas, en Ginebra, el Consejo de los Derechos Humanos emplea la misma energía para librar de cualquier condena a los responsables de esas violencias. En 2007 el Consejo capituló frente a países como Irán o Uzbekistán. Patentados violadores de los derechos humanos, esos Estados consiguieron no solo evitar toda condena sino, más aun, que la situación de las libertades fundamentales en sus territorios ni siquiera se evocara en la sesión. Pocos meses después, el Consejo no renovaba los mandatos de los relatores especiales -unos expertos independientes enargados de obsrvar la situación de los derechos humanos- de Bielorrusia y Cuba. En 2008 fue el turno de Sudán, Somalia y la República Democrática del Congo que, con un golpe de mano, enviaron a sus casas a esos embarazosos testigos.

Resulta muy preocupante la falta de determinación de los Estados democráticos para defender los valores que se supone que tendrían que encarnar. Aún lo son más la renuncia, o la duplicidad, de quienes pretenden proteger nuestras libertades. Los periodistas sufren cada vez más violencia - en 2007 mataron a 86 periodistas - y medidas de represión coercitivas - más de dos periodistas detenidos cada día en 2007.

Ahora, las organizaciones no gubernamentales tienen que convencer al conjunto de los Estados para que cambien de actitud. Es necesario mantener la presión sobre los regímenes autoritarios, para que dejen de burlar con total impunidad las libertades de sus ciudadanos. Pero también es necesario - y cada vez más - empujar a los Estados democráticos, y a las grandes instituciones internacionales, para que defiendan esas libertades en todo el mundo. Encontrar defensores de la libertad de expresión más convencidos de sus responsabilidades, y por tanto más eficaces, es la nueva tarea que nos incumbe.

Informe anual 2008 - Introducción
Son muchas las preocupaciones que nos asaltan con respecto a la futura evolución de la situación de la libertad de prensa en el mundo. 2007 fue un año violento en todos los aspectos. Primero por el cada vez mayor número de periodistas muertos. Hay que remontarse hasta 1994 para encontrar una cifra más alta. Una violenta consecuencia del radicalismo de las decisiones de algunos gobernantes. A varios periodistas les condenaron a la pena capital, o podrían hacerlo ; dos murieron en la cárcel por falta de cuidados y otros fueron condenados a largas penas de encarcelamiento, sin siquiera haber podido defenderse. Y, además, los Estados represivos no son los únicos enemigos de la libertad de prensa. Quiá. La lista es incluso muy larga : grupos religiosos extremistas, narcotraficantes, mafias, bandas, movimientos independentistas, rebeliones armadas, políticos corruptos, agresivos servicios secretos... todos ellos dieron muestras de brutalidad con los periodistas que se interesaron demasiado por sus actividades.

Por eso, el año pasado fue muy duro para los periodistas. Dsgraciadamente 2008 debería serlo aun más. Sin ninguna resignación, tenemos que reconocer que es extremadamente poco probable que, en el curso de los próximos meses, mejoren las condiciones para ejercer el oficio de periodista.

Nuestra primera preocupación tiene que ver con el calendario electoral del año. Se van a celebrar algunas elecciones fundamentales en países cuyos dirigentes desprecian a los periodistas independientes. Son muy pocos los Estados que todavía se atreven a manipular groseramente las votaciones. Los fraudes son menos visibles, preparados con mucha antelación, y lo más frecuente es que consistan en una sabia mezcla de falsificación de las listas electorales, presiones sobre las comisiones que revalidan la votación y control de los medios de comunicación. En los períodos de campaña la prensa ocupa el centro de todas las atenciones, y sirve de chivo expiatorio a los partidarios descontentos de los candidatos en liza.

La inmediata elección en Pakistan del 18 de febrero debería contar con su correspondiente cuota de agresiones y detenciones de periodistas. Los canales privados de televisión continuarán formando un bloque para preservar su frágil libertad de hacer comentarios. Pervez Musharraf hace todo lo necesario para asegurarse ganar las votaciones y todavía no ha digerido la revuelta de los abogados de la primavera de 2007 a la que siguieron, en noviembre, los movimientos de protesta de los propios periodistas.

A principios de marzo Rusia va a elegir a su nuevo presidente. La dependencia energética de la Unión Europea refuerza a Moscú. Vladimir Putin siente que le crecen alas y sabe que es libre de conducir al país a su aire, sin tener que rendir cuentas a nadie. Sus detractores no pueden hacer otra cosa que callar. Y si no lo hacen de buen grado, el dinero y las amenazas se encargarán de obligarles. Todos los años matan a periodistas rusos y se producen numerosas agresiones. Por otra parte, personas cercanas al poder han comprado todos los medios de comunicación importantes. Incluso la radio Ecos de Moscú, bastión del periodismo independiente ruso, ha caido en manos del gigante gasístico Gazprom. El fuerte carácter de su director le permite conservar una auténtica libertad de tono. Pero, ¿por cuanto teimpo?

La política rusa va dejando manchas de aceite por toda la región. Todo el antiguo imperio soviético- con la notable excepción de los países bálticos y, en menor medida, Ucrania - endurece el tono con la prensa, cuando deja de estar a las órdenes. Los periodistas de Azerbaiyán que cubrirán la reelección, más que probable, de su presidente Ilham Aliev, en octubre, tienen pocas esperanzas. Ya se esperan que se produzca una oleada de violencia, protagonizada por las fuerzas del orden, y que haya condenas abusivas dictadas por unos tribunales que miden sus decisiones con el mismo rasero que las declaraciones del poder ejecutivo.

En el vecino Irán esa represión ya se ha puesto en marcha. Más contestado que nunca, incluso en su campo de los conservadores, el presidente Mahmud Ahmadinejad intenta reducir el impacto de los medios antes de las elecciones legislativas de mediados de marzo. Los periodistas que no están en la cárcel reciben convocatorias de los jueces, quienes les recuerdan que se encuentran en libertad con fianza, o con la condena aplazada. Los sitios de Internet más libres y críticos van cerrando uno tras otro, víctimas de la censura oficial. El guión se repite en Zimbabue, donde el Jefe del Estado desde hará pronto treinta años, Robert Mugabe, no consigue la unanimidad dentro de su partido. Las votaciones de finales de marzo darán lugar sin duda a marchas de protesta en las que los manifestantes, como los fotógrafos y los camarógrafos que estén haciendo reportajes, tendrán que vérselas con los diferentes servicios encargados de vigilar "el orden público" en las calles de Harare.

Pretorios escadalosamente vacíos
Los asesinos de periodistas no se sientan en los banquillos de los acusados. La impunidad es nuestra segunda gran preocupación. Las investigaciones sobre la violencia cometida con representantes de la prensa raramente terminan en juicios. Cuando eso ocurre, quienes dan las órdenes escapan a la justicia, protegidos por una inmunidad debida a sus funciones, o a sus relaciones. En 2008 deberían celebrarse dos juicios determinantes. Se trata de los de los asesinos de Hrant Dink, en Turquía, y Anna Politkovskaya, en Rusia. Ambos crímenes, cometidos a las puertas de Europa, tienen que resolverse de forma ejemplar. Tanto los autores materiales, como los intelectuales, deben ser severamente castigados. De como acaben esos juicios depende, en parte, el futuro de los periodistas, y no solo turcos y rusos sino también todos los que llevan a cabo investigaciones sensibles en países peligrosos.

Y países peligrosos para los profesionales de los medios de comunicacón cada vez hay más en el planeta. Cinco años después de la invasión norteamericana Irak continúa enterrando a sus periodistas. Todas las semanas, o casi, matan deliberadamente a un reportero iraquí, o muere en un atentado. Los enviados especiales extranjeros, mejor protegidos y menos numerosos que al comienzo de la guerra, se ven menos afectados. Al parecer, los periodistas iraquíes son muy lúcidos y no esperan ninguna mejora notable antes de que pasen años.

También los problemas de los Teritorios Palstinos y Somalia van a continuar afectando a la población civil. A los periodistas, locales y extranjeros, que trabajan allí se les ve como a espías, a sueldo del campo contrario. Sri Lanka acaba de festejar el 60 aniversario de su independencia bajo las bombas. En 2008 los periodistas tendrán que evitar los golpes de los Tigres Tamules, el ejército y las milicias que controla. Los periodistas caídos en el atolladero afgando, y los que penetran en las caóticas zonas tribales paquistaníes, viven en una inseguridad permanente.

Los movimientos rebeldes de Chad y Níger hacen temer que se produzcan represalias con los periodistas que van a cubrir esa inquieta actualidad. Los gobiernos se radicalizan a medida que sus enemigos se aproximan a la capital, y la tolerancia de los Jefes de Estado con los medios que dan la palabra a los rebeldes alcanzó sus límites al final del año pasado.

Promesas vanas y juego de engaños
El hecho de que eludan la ley precisamente quienes debería hacerla respetar tiene tendencia a convertirse en norma. Muy preocupados por dar una buena imagen, uno tras otro los gobiernos se comprometen a no volver a dictar penar de cárcel para sancionar delitos de prensa. Solo los más autoritarios se afanan en poner a los periodistas entre rejas por « difamación » o « desacato ». En otras naciones, las que la comunidad internacional denomina púdicamente "democracías en vías de consolidación", la justicia se vale de la astucia. Cambian los cargos, no las prácticas. Hoy, a los periodistas les condenan a penas de cárcel por "alteración del orden público" o "subversión del poder del Estado". Mañana será, sin duda, por "complicidad en terroismo". Cuba figura en vanguardia de esa justicia de la finta, desde que sus magistrados inventaron el crimen de "peligrosidad social predelictiva". Ahora detienen a los periodista a título preventivo, incluso antes de haber escrito una línea, en nombre del "riesgo potencial" que representan. Una forma nueva de censura previa.

Una censura que, globalmente, va ganando amplitud. Ahora están controlados los nuevos medios de comunicación y las nuevas maneras de informar. Los teléfonos móviles son objeto de una creciente atención, desde que permiten grabar imágenes y vídeos. Lo vimos en Birmania, durante la represión de las manifestaciones de septiembre. La policía se puso a requisar los aparatos cuando comprendió que se utilizaban para llenar de imágenes los medios de comunicación de todo el mundo. En Internet, los sitios de videos compartidos y las redes sociales son las nuevas víctimas de los cibercensores. En Siria, Egipto e incluso Brasil, esas originales formas de comunicación no han escapado a las mallas de la red. Por no hablar de China que, pionera en el terreno, legisla a marchas forzadas para recortar su alcance.

En el verano todos los ojos estarán puesto en el Imperio chino. Los Juegos Olímpicos comenzarán el 8 de agosto en Pekín, mientras estarán en la cárcel un centenar de periodistas, internautas y bloggers. Aparte del Comité Olímpico Internacional nadie más parece créer que, antes de la ceremonia de apertura, las autoridades harán algún gesto significativo en el terreno de los derechos humanos. Cada vez que liberan a un periodista otro le reemplaza. Y la policía tiene orden de atacar a todos cuantos cuestionen la celebración de los JJOO en el país. El blogger Hu Jia, detenido al acabar el año 2007, es de esos. Va a haber más detenciones y podemos apostar que los disidentes chinos no estarán de fiesta durante el verano.

A pesar de todo, algunas buenas noticias podrían alegrar este año difícil. En Etiopía quedaran en libertad al menos tres periodistas,una vez finalizado el cumplimiento de su condena. Probablemente, las negociaciones en curso para conseguir la libertad del camarógrafo sudanés de Al-Jazira, Sami Al-Haj, encarcelado en Guantánamo, llegarán a buen puerto el próximo mes. Quizá U Win Tin, encarcelado en Birmania desde 1989 y cuya puesta en libetad está prevista para julio de 2009, podrá disfrutar de la reducción de condena que le corresponde desde hace ya varios años. Y después, el año 2008 finalizará con las conmemoraciones del 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 19 garantiza "el derecho a la libertad de opinión y expresión". Esperemos que esas ceremonias auguren un período más propicio para la libertad de prensa.

La era de la polarización mediática
Siete periodistas del continente pagaron con la vida el ejercicio de su profesión en 2007, frente a los dieciséis de 2006. la criminalidad con los medios de comunicación sigue afectando a los países donde la prensa, desarrollada o en desarrollo, se expone a las represalias de las mafias y el narcotráfico. México mantiene una vez más su puesto de país más letal, con el asesinato de dos periodistas, a menos de un mes de intervalo, y tres desapariciones. Unas tragedias que coincidieron con una amplia campaña policial y militar contra el tráfico de droga, puesta en marcha por el gobierno federal en el primer semestre. Sin embargo, las jurisdicciones de los Estados están todavía muy lejos de cooperar con la Fiscalía Especial de Atención a los Delitos Cometidos contra Periodistas (FEADP), creada en febrero de 2006 pero carente de medios reales.

Un ejemplo que llega de Haití
Perú - que ha batido su propio record con cerca de 200 ataques a los medios -, Paraguay y Brasil cuentan cada uno con un periodista asesinado. En los tres casos, las víctimas parecían demasiado interesadas en temas tan sensibles como el tráfico de estupefacientes o la corrupción policial. En Haití finalmente se ha hecho justicia, aunque haya sido solo parcialmente, en los asesinatos de Brignol Lindor, ocurrido en 2001, y Jacques Roche, que sucedió en 2005. Las bandas, más circunscritas que antes, sin embargo no se han desarmado en algunas comunas periféricas de Puerto Príncipe, como Martissant, donde en el mes de enero asesinaron al fotógrafo Jean-Rémy Badiau, molesto testigo de algunos arreglos de cuentas.

Solo uno de los seis asesinatos de profesionales de los medios de comunicación, cometidos este año en Colombia, podría estar relacionado con la actividad de la víctima. Destinado en el Departamento de Chocó, en la Costa del Pacífico, Elacio Murillo Mosquera, asesinado a disparos el 10 de enero, investigaba la presencia de grupos armados en la región, y había cubierto la desmovilización de un bloque de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Para ellos, cuya influencia llega también a la clase política, desmovilización no es sinónimo de desarme. A imagen y semejanza de sus enemigos jurados de la guerrilla de las FARC, que en 2007 reanudaron los sabotajes y atentados a redacciones, los paramilitares son unos temibles predadores de los medios de comunicación, y en particular de los considerados como hostiles al gobierno de Alvaro Uribe, como los representantes del canal latinoamericano Telesur. Las salvas del Jefe del Estado contra algunos periodistas, entre los que se encuentra Gonzalo Guillén, corresponsal de El Nuevo Herald, han ido a veces seguidas de amenazas de muerte, preludio de exilios forzosos. Seis periodistas colombianos tuvieron que abandonar a toda prisa su país en 2007.

Algo que no suele suceder : el 2 de agosto asesinaron a un periodista en Estados Unidos. Redactor jefe del semanario Oakland Post, al parecer Chauncey Bailey pagó un precio muy alto por sus artículos, en los que denunciaba la gestión de una panadería comunitaria. A un sospecho le detuvieron una semana después de los hechos. Primero confesó haber matado al periodista, y después se retractó.

Aun no se ha concretado la hipótesis profesional en los cuatro crímenes que enlutaron a la prensa centroamericana, en Guatemala, Salvador y Honduras. Parece bastante plausible en el caso de Carlos Salgado, cronista de la emisora hondureña Radio Cadena Voces (RCV), al que mataron el 18 de octubre en Tegucigalpa, en medio de un clima general, que no puede ser peor, entre los medios de comunicación y el gobierno. Inspirado por su homólogo venezolano, el presidente Manuel Zelaya ha llegado incluso a decir : "Si yo fuera Hugo Chávez, hace ya mucho tiempo que habría cerrado esa radio".

La separación público/privado
La alusión del Jefe del Estado hondureño se refería evidentemente al caso de Radio Caracas Televisión (RCTV) : la exclusión de la red hertziana, el 27 de mayo de 2007, por orden presidencial, del más antiguo y popular de los canales privados de Venezuela. El episodio llevó hasta el paroxismo la lógica de la "guerra mediática", mantenida por Hugo Chávez y la franja dura de su oposición desde el golpe de Estado del 11 de abril de 2002. Pero, sobre todo, ratificó la práctica toma del control total del espacio audiovisual nacional por un Jefe de Estado cuya comunicación es permanente y compulsiva. La obsesión mediática del presidente bolivariano estuvo a punto de verse consagrada en una reforma constitucional, que le habría permitido prolongar unilateral e indefinidamente el estado de excepción y, en caso de hacerlo, suspender la libertad de prensa. Criticado incluso en las filas chavistas, lo mismo que la suerte reservada a RCTV, el texto consiguió una mayoría de "noes" en el referendum del 2 de diciembre. Sin duda, el resultado no ha puesto fin a la guerra mediática. RCTV, que reanudó su programación por cable y satélite, espera conocer su futuro. Muy violenta, la campaña que precedió al referendum puso de manifiesto las diferencias que los medios de comunicación han terminado por encarnar, más allá de su estatuto.

¿La situación venezolana podría extenderse como una mancha de aceite en Bolivia y Ecuador ? La manifiesta proximidad con Hugo Chávez del presidente boliviano Evo Morales, o la, más relativa, de su homólogo ecuatoriano Rafael Correa, no deben prestarse a confusión. Cierto que ambos jefes de Estado andinos promovieron en este año, con ayuda de Caracas, nuevos medios de comunicación públicos o comunitarios, para contrarrestar la influencia de una prensa tradicional que no les gusta nada, ligada a los grandes propietarios y opuesta a su política. Uno y oro también han iniciado un proceso constitucional - mejor llevado a cabo en Ecuador - que genera una fuerte polarización, que también protagoniza la prensa. Pero con frecuencia a pesar suyo, los medios de comunicación bolivianos y sus periodistas, tanto del sector público como privado, se han visto equiparados a los representantes de uno de los campos políticos, y agredidos en las numerosas manifestaciones que han hundido al país en la crisis institucional. En Ecuador, la violencia se limitó a algunos intercambios entre Rafael Correa y determinados medios, además de las amenazas dirigidas al canal Telesur.

La susceptibilidad gubernamental hacia los periodistas se encuentra también en Argentina, donde el presidente saliente Néstor Kirchner terminó su mandato sin haber celebrado una sola conferencia de prensa. Salvados de una excesiva polarización, los medios argentinos soportan, a nivel local, brutalidad y abusos de poder.

Progresos legislativos
Precaria en los hechos, la libertad de prensa consiguió algunas victorias legislativas, tanto en el Norte como en el Sur. México ha suprimido de su código penal federal los delitos de prensa, gracias a una reforma promulgada el 12 de abril. En Brasil, un anteproyecto de ley de similares principios, presentado en el mes de diciembre por el diputado federal Miro Teixeira, podría enterrar próximamente la ley de 1967, adoptada durante el régimen militar. En Uruguay, el Congreso ha dado su voto favorable a un texto que legaliza y regula el funcionamiento de los medios comunitarios, elaborado por iniciativa de los profesionales concernidos. En Chile, una propuesta de ley en el mismo sentido se está elaborando en el Parlamento. Finalmente, Estados Unidos puso en libertad, en abril, al último periodista encarcelado por negarse a traicionar el secreto profesional ante la justicia federal. La Cámara de Representantes aprobó, el 16 de octubre, una "ley-escudo", garantizando a la prensa la protección de sus fuentes a nivel federal. Existen importantes restricciones a este derecho - que en Canadá sufrió importantes infracciones -, especialmente en materia de seguridad nacional. Poco proclive a la trasparencia, el 31 de diciembre la administración Bush promulgó la reforma de la Ley de libertad de información, autorizando el acceso público a los documentos oficiales... dos semanas después de que la CIA destruyera un vídeo de los interrogatorios practicados, tras el 11 de septiembre, en Guantánamo y en las cárceles secretas.

Veinticinco presos en una isla
La base militar norteamericana situada en el este de Cuba alberga todavía unos 275 prisioneros, entre los que se encuentra el ayudante de cámara sudanés, Sami Al-Haj, del canal qatarí Al-Jazira, que el 13 de junio de 2007 inició su sexto año de detención, sin el menor cargo. Muy enfermo y afectado psicológicamente, el periodista podría recobrar la libertad en los próximos meses.

La esperanza es mucho menor en el caso de los veinticuatro periodistas detenidos en Cuba, único país del continente que no garantiza las libertades públicas. La transición, esbozada al frente del Estado con Raúl Castro, no ha hecho que avancen nada los derechos humanos en la isla. Solo han cambiado los métodos represivos, pasando de los grandes procesos políticos a una brutalidad ordinaria. Veinte periodistas encarcelados desde la "primavera negra" de marzo de 2003 continúan cumpliendo condenas de entre catorce y veintisiete años de cárcel. Otros tres han sido enviados a la cárcel después de que el Líder Máximo entregara las riendas del poder a su hermano.
Benoît Hervieu Responsable del despacho Américas

Perú
Perú - Informe anual 2008

Superficie : 1.285.220 km2.
Población : 27.589.000.
Idioma : español.
Jefe del Estado : Alan García Pérez.

Con un asesinato, cerca de doscientas agresiones y una decena de saqueos o censura en los medios de comunicación, el país continúa siendo uno de los peor clasificados del continente. Las amenazas atribuidas a la guerrilla de Sendero Luminoso, en gran parte desmantelada hoy, hacen aun más inquietante el clima de hostilidad hacia la prensa, que los políticos locales y las fuerzas del orden contribuyen a alimentar.
Un número es más que suficiente para resumir el estado de la libertad de prensa en Perú. Con 180 agresiones, amenazas o intentos de atentados a periodistas, y trece casos de saqueos o censura de medios de comunicación en 2007, parece que el país bate su propio record cada año. Entre los meses de agosto y diciembre, Rosario Orihuela Laus, directora de programas del Canal 4, recibió por correo electrónico, ella sola, quince anuncios de su propio fallecimiento.
La situación evoluciona menos porque las autoridades, muy lejos de remediarla, participan directamente de ella, a pesar de que el gobierno anunció en junio que se iba a introducir una mención en la "ley de imprescriptibilidad de los crímenes cometidos contra periodistas". La prensa aparece como el desahogo de toda una sociedad, todavía marcada por los años de la "guerra popular" de Sendero Luminoso (1980-2000), y las derivas del régimen de Alberto Fujimori, al que actualmente se está juzgando por la detención abusiva de un periodista en 1992, bajo su presidencia. Ya se trate de cocaleros, funcionarios municipales, policías, militares o simples ciudadanos, a los agresores raramente se les molesta. La justicia no ha dado ninguna muestra de pretender acabar con la impunidad, al absolver definitivamente al ex alcalde de Pucallpa, Luis Valdez Villacorta, y a su concejal Solio Ramírez Garay. Sin embargo, existen abrumadores indicios que señalan a ambos políticos como autores intelectuales directos del asesinato, el 21 de abril de 2004, del periodista Alberto Rivera Fernández, de la emisora Frecuencia Oriental. La sentencia definitiva del caso, dictada por la Corte Superior de Ucayali (Centro-Este) el 14 de noviembre de 2007, fue una mala señal, cuando la prensa del país acababa de perder a uno de los suyos. Algo que no ocurría desde 2004.
Le matan delante de sus familiares
Fue en plena calle de Jaén (Noroeste), y ante los ojos de su mujer y sus dos hijos pequeños, donde el 16 de marzo de 2007 cayó, a consecuencia de los disparos que le hicieron dos individuos que circulaban en una moto, Miguel Pérez Julca, de 38 años, periodista y presentador de un programa en la emisora Radio Éxitos. Según sus colegas, la víctima se disponía a contar por la radio quienes defendían un caso embarazoso para el gobierno regional, y estaba en posesión de los nombres de tres policías corruptos, sospechosos de extorsionar a los narcotraficantes. La investigación llevó rápidamente a la detención, el 4 de abril, de tres sospechosos, y entre ellos uno de los presuntos autores intelectuales, Juan Hurtado Vásquez. Su amante, que presidía el Centro de Promoción de los Derechos de la Infancia quería, según otras versiones, castigar al periodista por sus frecuentes críticas a la institución. La detención, el 28 de noviembre, de un cuarto individuo señalado como autor material del crimen, Nazario Coronel Martínez, alias "Œchamaya", llevó finalmente a los investigadores a la pista de los policías corruptos. Sin embargo, se produjeron vicios de procedimiento en algunas de las declaraciones y no ha podido establecerse el móvil.

Atentados fallidos
Perú podría haberse unido a México en la fila de los países más letales del continente si Danilo Bautista Hernández, presentador de la emisora Radio California en Nueva Cajamarca (Noroeste), no hubiera escapado por los pelos a un atentado por disparos el 23 de noviembre, tras recibir amenazas de muerte por dos veces. Atribuyendo los ataques al Frente de Defensa de los Intereses de Nueva Cajamarca (FEDINC), una organización local cuya gestión criticó en las ondas, la policía registró la denuncia del periodista con el calificativo de "intento de robo a mano armada". Dos meses antes, Julio César Mendoza Escobar, otro presentador de un programa con nombre predestinado, "El matador", en Radio Candela de Yurimaguas (Noreste), amenazado también por sus revelaciones sobre un caso de desvío de fondos, dejó plantados a tiempo a dos sicarios, llegados para asesinarle en su domicilio. Superviviente de un atentado con bomba el 30 de noviembre de 2006, Elías Navarro, director del semanario Línea Roja y corresponsal del diario nacional La República en Ayacucho (Sur), no paró de verse intimidado y recibir constantes amenazas durante todo el siguiente año. Finalmente, cinco periodistas de Chiclayo (Noroeste) recibieron disparos cuando, el 28 de junio de 2007, cubrían una ocupación de tierras.


Marca de fábrica del terror
El mes de noviembre fue particularmente sombrío. La región de Huánuco (Centro), muy expuesta al narcotráfico y la criminalidad, fue escenario de graves represalias contra la prensa, frecuentemente obra de cocaleros, exasperados al ver que se les considera sospechosos, con razón o sin ella, de connivencia con el tráfico de droga. Más grave aun, el 15 de diciembre en Aucayacu, Sendero Luminoso volvió a dar que hablar en esa misma región reivindicando la difusión de una lista negra de personas a abatir, en la que aparecían cuatro periodistas : Ranforte Lozano y Segundo Ramírez, de Radio Aucayacu, Novel Panduro y Cirilo Velásquez, de Radio Luz. Nada indica que la guerrilla maoísta, hoy en gran parte desmantelada, fuera efectivamente la autora de esas amenazas. La simple mención de "Sendero Luminoso" puede, en efecto, servir de tapadera a organizaciones criminales. Como una marca de fábrica del terror, el nombre de Sendero Luminoso hoy, verdadero o falso, basta para recordar a los peruanos una guerra civil que, en veinte años, causó más de 70.000 muertos.

La era de la polarización mediática
La muerte sigue acechando a los periodistas en los países más expuestos al narcotráfico. También en Estados Unidos hubo un muerto. Reto político e ideológico de envergadura en América Latina, los medios de comunicación son a la vez vector e instrumento de una peligrosa polarización, que en Venezuela se ha convertido en "guerra mediática". La excepción cubana se mantiene, a pesar de la transición producida a la cabeza del Estado.
Siete periodistas del continente pagaron con la vida el ejercicio de su profesión en 2007, frente a los dieciséis de 2006. la criminalidad con los medios de comunicación sigue afectando a los países donde la prensa, desarrollada o en desarrollo, se expone a las represalias de las mafias y el narcotráfico. México mantiene una vez más su puesto de país más letal, con el asesinato de dos periodistas, a menos de un mes de intervalo, y tres desapariciones. Unas tragedias que coincidieron con una amplia campaña policial y militar contra el tráfico de droga, puesta en marcha por el gobierno federal en el primer semestre. Sin embargo, las jurisdicciones de los Estados están todavía muy lejos de cooperar con la Fiscalía Especial de Atención a los Delitos Cometidos contra Periodistas (FEADP), creada en febrero de 2006 pero carente de medios reales.

Un ejemplo que llega de Haití
Perú - que ha batido su propio record con cerca de 200 ataques a los medios -, Paraguay y Brasil cuentan cada uno con un periodista asesinado. En los tres casos, las víctimas parecían demasiado interesadas en temas tan sensibles como el tráfico de estupefacientes o la corrupción policial. En Haití finalmente se ha hecho justicia, aunque haya sido solo parcialmente, en los asesinatos de Brignol Lindor, ocurrido en 2001, y Jacques Roche, que sucedió en 2005. Las bandas, más circunscritas que antes, sin embargo no se han desarmado en algunas comunas periféricas de Puerto Príncipe, como Martissant, donde en el mes de enero asesinaron al fotógrafo Jean-Rémy Badiau, molesto testigo de algunos arreglos de cuentas.

Solo uno de los seis asesinatos de profesionales de los medios de comunicación, cometidos este año en Colombia, podría estar relacionado con la actividad de la víctima. Destinado en el Departamento de Chocó, en la Costa del Pacífico, Elacio Murillo Mosquera, asesinado a disparos el 10 de enero, investigaba la presencia de grupos armados en la región, y había cubierto la desmovilización de un bloque de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Para ellos, cuya influencia llega también a la clase política, desmovilización no es sinónimo de desarme. A imagen y semejanza de sus enemigos jurados de la guerrilla de las FARC, que en 2007 reanudaron los sabotajes y atentados a redacciones, los paramilitares son unos temibles predadores de los medios de comunicación, y en particular de los considerados como hostiles al gobierno de Alvaro Uribe, como los representantes del canal latinoamericano Telesur. Las salvas del Jefe del Estado contra algunos periodistas, entre los que se encuentra Gonzalo Guillén, corresponsal de El Nuevo Herald, han ido a veces seguidas de amenazas de muerte, preludio de exilios forzosos. Seis periodistas colombianos tuvieron que abandonar a toda prisa su país en 2007.

Algo que no suele suceder : el 2 de agosto asesinaron a un periodista en Estados Unidos. Redactor jefe del semanario Oakland Post, al parecer Chauncey Bailey pagó un precio muy alto por sus artículos, en los que denunciaba la gestión de una panadería comunitaria. A un sospecho le detuvieron una semana después de los hechos. Primero confesó haber matado al periodista, y después se retractó.

Aun no se ha concretado la hipótesis profesional en los cuatro crímenes que enlutaron a la prensa centroamericana, en Guatemala, Salvador y Honduras. Parece bastante plausible en el caso de Carlos Salgado, cronista de la emisora hondureña Radio Cadena Voces (RCV), al que mataron el 18 de octubre en Tegucigalpa, en medio de un clima general, que no puede ser peor, entre los medios de comunicación y el gobierno. Inspirado por su homólogo venezolano, el presidente Manuel Zelaya ha llegado incluso a decir : "Si yo fuera Hugo Chávez, hace ya mucho tiempo que habría cerrado esa radio".

La separación público/privado
La alusión del Jefe del Estado hondureño se refería evidentemente al caso de Radio Caracas Televisión (RCTV) : la exclusión de la red hertziana, el 27 de mayo de 2007, por orden presidencial, del más antiguo y popular de los canales privados de Venezuela. El episodio llevó hasta el paroxismo la lógica de la "guerra mediática", mantenida por Hugo Chávez y la franja dura de su oposición desde el golpe de Estado del 11 de abril de 2002. Pero, sobre todo, ratificó la práctica toma del control total del espacio audiovisual nacional por un Jefe de Estado cuya comunicación es permanente y compulsiva. La obsesión mediática del presidente bolivariano estuvo a punto de verse consagrada en una reforma constitucional, que le habría permitido prolongar unilateral e indefinidamente el estado de excepción y, en caso de hacerlo, suspender la libertad de prensa. Criticado incluso en las filas chavistas, lo mismo que la suerte reservada a RCTV, el texto consiguió una mayoría de "noes" en el referendum del 2 de diciembre. Sin duda, el resultado no ha puesto fin a la guerra mediática. RCTV, que reanudó su programación por cable y satélite, espera conocer su futuro. Muy violenta, la campaña que precedió al referendum puso de manifiesto las diferencias que los medios de comunicación han terminado por encarnar, más allá de su estatuto.

¿La situación venezolana podría extenderse como una mancha de aceite en Bolivia y Ecuador ? La manifiesta proximidad con Hugo Chávez del presidente boliviano Evo Morales, o la, más relativa, de su homólogo ecuatoriano Rafael Correa, no deben prestarse a confusión. Cierto que ambos jefes de Estado andinos promovieron en este año, con ayuda de Caracas, nuevos medios de comunicación públicos o comunitarios, para contrarrestar la influencia de una prensa tradicional que no les gusta nada, ligada a los grandes propietarios y opuesta a su política. Uno y oro también han iniciado un proceso constitucional - mejor llevado a cabo en Ecuador - que genera una fuerte polarización, que también protagoniza la prensa. Pero con frecuencia a pesar suyo, los medios de comunicación bolivianos y sus periodistas, tanto del sector público como privado, se han visto equiparados a los representantes de uno de los campos políticos, y agredidos en las numerosas manifestaciones que han hundido al país en la crisis institucional. En Ecuador, la violencia se limitó a algunos intercambios entre Rafael Correa y determinados medios, además de las amenazas dirigidas al canal Telesur.

La susceptibilidad gubernamental hacia los periodistas se encuentra también en Argentina, donde el presidente saliente Néstor Kirchner terminó su mandato sin haber celebrado una sola conferencia de prensa. Salvados de una excesiva polarización, los medios argentinos soportan, a nivel local, brutalidad y abusos de poder.

Progresos legislativos
Precaria en los hechos, la libertad de prensa consiguió algunas victorias legislativas, tanto en el Norte como en el Sur. México ha suprimido de su código penal federal los delitos de prensa, gracias a una reforma promulgada el 12 de abril. En Brasil, un anteproyecto de ley de similares principios, presentado en el mes de diciembre por el diputado federal Miro Teixeira, podría enterrar próximamente la ley de 1967, adoptada durante el régimen militar. En Uruguay, el Congreso ha dado su voto favorable a un texto que legaliza y regula el funcionamiento de los medios comunitarios, elaborado por iniciativa de los profesionales concernidos. En Chile, una propuesta de ley en el mismo sentido se está elaborando en el Parlamento. Finalmente, Estados Unidos puso en libertad, en abril, al último periodista encarcelado por negarse a traicionar el secreto profesional ante la justicia federal. La Cámara de Representantes aprobó, el 16 de octubre, una "ley-escudo", garantizando a la prensa la protección de sus fuentes a nivel federal. Existen importantes restricciones a este derecho - que en Canadá sufrió importantes infracciones -, especialmente en materia de seguridad nacional. Poco proclive a la trasparencia, el 31 de diciembre la administración Bush promulgó la reforma de la Ley de libertad de información, autorizando el acceso público a los documentos oficiales... dos semanas después de que la CIA destruyera un vídeo de los interrogatorios practicados, tras el 11 de septiembre, en Guantánamo y en las cárceles secretas.

Veinticinco presos en una isla
La base militar norteamericana situada en el este de Cuba alberga todavía unos 275 prisioneros, entre los que se encuentra el ayudante de cámara sudanés, Sami Al-Haj, del canal qatarí Al-Jazira, que el 13 de junio de 2007 inició su sexto año de detención, sin el menor cargo. Muy enfermo y afectado psicológicamente, el periodista podría recobrar la libertad en los próximos meses.

La esperanza es mucho menor en el caso de los veinticuatro periodistas detenidos en Cuba, único país del continente que no garantiza las libertades públicas. La transición, esbozada al frente del Estado con Raúl Castro, no ha hecho que avancen nada los derechos humanos en la isla. Solo han cambiado los métodos represivos, pasando de los grandes procesos políticos a una brutalidad ordinaria. Veinte periodistas encarcelados desde la "primavera negra" de marzo de 2003 continúan cumpliendo condenas de entre catorce y veintisiete años de cárcel. Otros tres han sido enviados a la cárcel después de que el Líder Máximo entregara las riendas del poder a su hermano.

Represión sin complejos
Lo que no se atrevían a hacer antes, los gobiernos africanos lo hacen ahora. Las barreras que no se atrevían a franquear en la represión de los periodistas que molestan, han caído. Sin complejos, varios ministro de Información, se las han saltado todo el año para defender una determinada idea de Africa. La que tiene el rostro de la represión. Que la prensa es insolente, pues se la castiga. Que los periodistas reivindican, pues se les amordaza. Incluso en Mali y Benin, países que antes se consideraban modelos en el respeto a la libertad de prensa, en 2007 los presidentes Amadou Toumani Touré y Yayi Boni levantaron al menos una vez sus teléfonos para enviar a la cárcel a periodistas desagradables. En ambos casos, los jefes de Estado asumieron su decisión. El año ha sido, pues, el de la audacia en la represión y el desentendimiento consciente de los compromisos asumidos. Vamos, lo que se dice gobernar sin molestias.

Predadores habituales
Para algunos, es una costumbre. De paso por Europa, en mayo, el presidente de la joven república de Eritrea, Issaias Afeworki, culpable de haber hecho encarcelar a sus antiguos compañeros de armas, y a los periodistas que no tuvieron la suerte de escapar a la policía, dio muestras de un total desprecio hacia las preguntas de la prensa relativas a los derechos humanos en su país. Podía permitírselo porque, salvo Estados Unidos, no son muchos los que utilizan palabras duras al referirse a él. Los gobiernos democráticos se confiesan impotentes frente a su brutalidad. Durante este tiempo, Eritrea, que al correr de los años se ha convertido en una cárcel a la intemperie, continúa vaciándose de habitantes. Quienes no sucumbieron a las inhumanas condiciones de detención de los campos penitenciarios huyeron, a pie, para encontrar refugio en cualquier parte, incluidas la miseria o la muerte. Por su parte, su hermano y enemigo Meles Zenawi, Primer Ministro de la República Federal Democrática de Etiopía, ha continuado tratando a la prensa de Addis Abéba con gran condescendencia. Incluso si, presionado por sus aliados norteamericanos, aceptó la puesta en libertad de los periodistas que cayeron en la redada de noviembre de 2005, en las manifestaciones de la oposición que protestaban por el fraude electoral de unos meses antes.

En Zimbabue y Gambia, los presidentes Robert Mugabe y Yahya Jammeh no aflojaron la garra de sus todopoderosos servicios de inteligencia, que amenazan a una prensa independiente herida y humillada, a la que tienen cogida por el cuello. El presidente Joseph Kabila, en la República Democrática del Congo, nunca sintió demasiada estima por los testigos molestos, ni por los clavos en el zapato que son los periodistas. En este año, incluso los que cayeron bajo los disparos de asesinos no identificados, como Serge Maheshe, de Radio Okapi, no consiguieron otra cosa que la desdeñosa indiferencia de las autoridades. En cuanto al jefe del gobierno de transición Abdullahi Yusuf Ahmed, de una Somalia atomizada por diecisiete años de anarquía, ha mantenido la brida al cuello de sus militares, que se dedicaron a placer a detener a los periodistas que se cruzaban en su camino. Paralelamente, otros cayeron por los disparos de asesinos a sueldo pagados, desde su exilio dorado de Asmara, por los jefes de los tribunales islámicos .

En Ruanda, el presidente Paul Kagame vigila con gran nerviosismo que, los escasos periódicos que todavía no controlan su gobierno o las personas más cercanas a él, se vean lo suficientemente intimidados como para callarse. Por su parte, los potentados Teodoro Obiang Nguéma en Guinea Ecuatorial e Ismaël Omar Guelleh en Djibouti, está claro que no sienten ninguna preocupación por los eventuales redactores jefes que se han vuelto indóciles. Se contentan con las adulaciones de sus medios de comunicación públicos. Todos cuantos no le cantan loas públicamente se ganan el derecho a que les abran unas diligencias personales, en la oficina del jefe de la policía o del fiscal de la República.

La infamia y la cárcel
Si los "predadores" africanos de la libertad de prensa no se han desarmado, algunos hombres de poder, a los que se suponía al margen de toda sospecha, han demostrado que los periodistas del continente siguen careciendo de libertad. Especialmente quienes se pensaba que estaban convencidos de que un país pobre puede obtener beneficios de la diversidad informativa, los debates públicos controlados, la trasparencia de la cosa pública y la vigilancia de unos ciudadanos exigentes. Enfrentado a una rebelión que se niega a reconocer como movimiento político, el presidente de Niger, Mamadou Tandja, hizo así encarcelar y juzgar a varios periodistas, nigerinos o extranjeros, que habían mostrado excesivo interés por esos "traficantes de droga" que humillan al ejército en las montañas de Aïr. Él, que no quería ni oír hablar de la crisis que gangrena su frágil democracia, generó en la opinión pública internacional un amplio movimiento de interés por la cuestión tuareg.

De presidentes como José Eduardo dos Santos en Angola, Abdoulaye Wade en Senegal, Idriss Deby Itno en Chad, Omar al-Béchir en Soudan u Omar Bongo en Gabon, por ejemplo, esperábamos al menos que dejaran de gestionar el Estado como si fuera un bien personal, y de tratar a los periodistas de sus países como si fueran sus criados. Pero hay que suponer que el argumento tampoco consiguió convencerles porque, en todos esos países, los periodistas pasaron por la detención, con frecuencia brutal, la inculpación, a menudo extravagante, y la cárcel, siempre penosa. Sin embargo, esos jefes de Estado no son déspotas ni reyezuelos de opereta. Pero han violado sus respectivas Constituciones, que garantizan la libertad de prensa, las promesas hechas a quienes les prestan ayuda económica y los estándares democráticos preconizados por la ONU, con modernidad, refinamiento y gran despliegue de sofisticación administrativa. Y siempre con una justificación que esgrimir.

Los periodistas africanos - eternamente imputados de "difamación", "publicación de noticias falsas", "imputaciones dañinas", "ofensa al Jefe del Estado", "atentado a la seguridad nacional", "sedición", "incitación a alterar el orden público" o quien sabe qué más - tuvieron que gestionar solos sus propios asuntos. Inocentes o culpables, pasaron por la mugre de las celdas carcelarias. Sus familias, cuya principal característica es que no están bañadas de oro, tuvieron que arreglárselas para suplir, con sus propios medios, la falta de ingresos durante su ausencia.

Sí, en todo el continente y especialmente en el mundo francófono, existen muchas publicaciones escandalosas, alimentadas por la corrupción ordinaria, ávidas de titulares espectaculares y « sobres ». Pero los políticos, de Madagascar a Mauritania, de Guinea a Camerún, pasando por Costa de Marfil y la República Centroafricana, son los primeros beneficiarios al servirse de los periodistas, poco y mal pagados, para arreglar cuentas con sus adversarios a base de falsas "revelaciones". Lo hacen porque disponen de medios para ello, y sacan buenos réditos. La infamia y la cárcel quedan para los demás. Una lógica absurda, una justicia injusta.

Impunidad económica
En 2007, la libertad de prensa en Africa resultó gravemente herida. Al menos doce veces durante el año algunos hombres recibieron la orden de abatir a periodistas. Más de ciento cincuenta veces, las unidades de policía recibieron orden de detener, no a un ministro corrupto o a un notorio asesino, sino a un periodista. Incluso los gobiernos de los países en los que Reporteros sin Fronteras había depositado su esperanza en años anteriores, utilizaron los instrumentos de la represión contra la prensa. Excepto unos pocos países, como Gana o Namibia, entre otros, el año estuvo marcado por un retroceso generalizado. ¿Qué ha pasado ?

La penetración cada vez más profunda de China, superpotencia opresiva donde las haya, ha permitido que determinados gobiernos africanos marginen a sus apoyos occidentales. Agobiados por indignadas ONG’s y virtuosas exigencias políticas, los países democráticos no dan la talla frente a los dólares, llegados con profusión, y las multinacionales de Pekín, que envían obreros chinos para dirigir las obras de infraestructura africanas, sin pedir nada a cambio. Y luego es que, en materia de represión, China se ha convertido en una experta. Hay técnicos chinos que interfieren la señal de las radios de la oposición en Zimbabue. Además, la difícil liquidación del pasado criminal de las antiguas potencias coloniales ha encontrado un nuevo aguijón en el renacimiento del nacionalismo africano. En nombre del rechazo de la "Francáfrica", ¿a cuantas embajadas de Francia las han enviado a sus queridos estudios cuando han intentado negocia la libertad de un periodista ? Las embajadas de China no tienen ese problema. ¿A cuantos periodistas africanos, o reporteros extranjeros, se les ha acusado de espías británicos en Zimbabue ? Sería un error no tomarse esas insinuaciones en serio. A comienzos del año 2008, un periódico fanático de Abiyán ensució la memoria de Jean Hélène, corresponsal de RFI cobardemente asesinado por un gendarme en octubre de 2003, pretendiendo que, en aquel momento, se encontraba de servicio por cuenta de los servicios franceses de inteligencia.

Los medios de comunicación de Africa, como una presa que se pulveriza, han hecho agua. Algunos tabúes se han roto con orgullo. Tras un año agotador, siguen sin respuesta multitud de cuestiones vitales para el futuro de la libertad de prensa en el continente
Léonard Vincent
Responsable de la oficina de Africa


Un año de crisis : ¿qué impacto han tenido en la libertad de prensa?
Asia-Pacífico - Informe anual 2008
En 2007 el continente asiático se transformó en un campo de batalla para los periodistas. Mataron a diecisiete de ellos y agredieron o amenazaron de muerte a cerca de seiscientos. Solo en Pakistán las fuerzas de seguridad detuvieron a doscientos cincuenta reporteros, con frecuencia después aporrearles. Cubrían las marchas organizadas contra el presidente Pervez Musharraf, o se manifestaban en contra de las restricciones que les habían impuesto en el marco del estado de excepción. En Sri Lanka, varios responsables del periódico tamul Uthayan vivieron atrincherados en la redacción, por temor a que los paramilitares, que siembran el terror, les mataran en las calles de Jaffna. En Birmania, los militares encargados en septiembre de restablecer el orden abatieron a un reportero japonés, y se dedicaron a dar la caza a los camarógrafos y fotógrafos birmanos.

Paradójicamente, nunca como ahora ha habido en Asia tantos canales de televisión, radios, sitios informativos de Internet y publicaciones privadas, que intentan llevar a las poblaciones la información de que se vieron privadas durante mucho tiempo. Ahora, siete de entre los diez diarios más difundidos son asiáticos y el continente concentra, con mucho, el mayor número de internautas.

¿Quién podría haber imaginado que las imágenes de las ejecuciones públicas de Corea del Norte se emitirían un día los canales internacionales? ¿Quién podía esperar ver a decenas de periodistas birmanos sacando del país, escondidos, testimonios de las víctimas de exacciones de la Junta en el poder? Y, sin embargo, las autoridades continúan haciendo todo lo posible para restringir el acceso a las regiones sensibles. Imposible, por ejemplo, que los periodistas puedan ir a lugares donde se producen enfrentamientos entre el ejército y los Tigres Tamules en Sri Lanka, a las zonas tribales atrapadas entre Pakistán y Afganistán, o a algunos pueblos chinos y tibetanos agitados por manifestaciones.

Contraataques autoritarios
Para contrarrestar la emergencia de medios de comunicación libres, los dictadores y otros presidentes autoproclamados dan muestras de brutalidad y mala fe. Un maestro del género es Pervez Musharraf, que se presenta como la "última muralla de la democracia" al tiempo que deja que sus servicios secretos secuestren y torturen a periodistas. En noviembre, Pervez Musharraf prohibió todos los canales de televisión y las radios privadas. El tirano de Pyongyang, Kim Jong-il, jugó a tranquilizar a la comunidad internacional a propósito de la energía nuclear, al tiempo que permitía los abusos más escandalosos para impedir que los norcoreanos puedan entrar en contacto con el extranjero. Fusilaron a un hombre porque había telefoneado al exterior del país, y las radios internacionales y disidentes en coreano estuvieron sistemáticamente interferidas.

Esa sucesión de imágenes, abrumadoras para los gobiernos establecidos, provocó contraataques muy virulentos. En Bangladesh, el gobierno interino, enfrentado a manifestaciones, ordenó a los canales independientes suprimir de sus parrillas de programación los boletines informativos, y los talk-shows.

En China Popular, la preparación del 17 Congreso del Partido Comunista, en octubre, fue aprovechada por el Departamento de Propaganda para llamar al orden a los medios de comunicación liberales, y cerrar miles de sitios, blogs y foros de discusión. No se ha cumplido ninguna de las promesas que hicieron las autoridades para conseguir la concesión de los Juegos Olímpicos de 2008. Al menos 180 periodistas extranjeros fueron detenidos, maltratados o vigilados en China, mientras que en el momento en que, en 2001, se produjo la concesión de los JJOO, un cargo oficial había dicho: "La libertad de prensa será total". Y quince periodistas y ciberdisidentes chinos fueron detenidos en 2007, por "incitación a la subversión" o "difusión de secretos de Estado".

En Vietnam, el partido único intentó decapitar los movimientos de oposición, y especialmente las publicaciones clandestinas nacidas en 2006. Una decena de periodistas y ciberdisidentes fueron condenados a penas de cárcel en 2007. Mientras que en Malaisia, el Ministerio de Seguridad Interior hizo muy dura la vida a las redacciones, y tuvo la culpa de que detuvieran a varios bloggers y editorialistas de la oposición.

Atención a los tabúes
Criticar a la familia real en Tailandia, levantar el problema del peso de la religión en Afganistán, oponerse a Lee Kwan Yew en Singapour o denunciar la corrupción de las personas cercanas a Hun Sen en Camboya, son cosas que pueden costar muy caras. Los periodistas asiáticos se ven frecuentemente obligados a autocensurarse. Las leyes establecen penas de cárcel, e incluso pena de muerte, para quienes se aventuran a romper las prohibiciones religiosas, políticas y sociales.

En 2007, en el norte de Afganistán, un joven periodista pasó por la amarga experiencia. Fue detenido por "blasfemo" y condenado a muerte, mientras el Consejo de los mulás presionaba a las autoridades para que controlaran más el contenido de los canales privados. En Bangladesh encarcelaron a un caricaturista por un inocente juego de palabras sobre el profeta Mahoma. En Bangkok detuvieron a un blogger por poner en línea un comentario sobre la familia real. Finalmente, varios reporteros camboyanos se vieron obligados a abandonar el país tras investigar el tráfico de madera, que enriquece a las personas cercanas al jefe del gobierno.

El encarcelamiento de periodistas y ciberdisidentes se utiliza, especialmente en los gobiernos comunistas, para castigar a las voces críticas e intimidar al resto de la profesión. El birmano U Win Tin es el más antiguo de los periodistas encarcelados en el mundo. Y, en China, desde que al país le concedieron los Juegos Olímpicos en 2001, han detenido a cincuenta y cinco reporteros e internautas. En total, cerca de dos tercios de todos los profesionales de los medios de comunicación encarcelados en el mundo, están en Asia.

La censura se extiende a las nuevas tecnologías
China es, sin ninguna duda, el país puntero en censura y represión de los nuevos medios de comunicación. Los cibercensores continuaron atacando los sitios informativos, como demuestra el informe "Viaje al corazón de la censura en Internet", publicado en 2007 por Reporteros sin Fronteras, basado en los testimonios de un técnico chino. Las diferentes administraciones estatales ejercen un control muy estricto sobre los contenidos digitales.

Avalado por este éxito, el gobierno amplió su influencia a los blogs, cuyos principales anfitriones se han visto obligados, en 2007, a firmar un pacto de autodisciplina. Los sitios informativos independientes con sede en el extranjero, como la plataforma Boxun, sufrieron violentos ataques de hackers, procedentes de China.

De todas maneras, los disidentes chinos y vietnamitas han seguido utilizando Internet y las nuevas tecnologías para saltar el candado que les encierra. El militante Hu Jia fue detenido a finales de diciembre, pocas semanas después de haber dado testimonio ante el Parlamento Europeo, gracias a su webcam. Llevaba cerca de un año en arresto domiciliario. En Hanoi y Ho Chi Minh-Ciudad, detuvieron a periodistas, abogados y sindicalistas por poner en línea algunos documentos, críticos con el gobierno. Antes de su detención, el abogado Nguyen Van Dai escribía en su blog, nguyenvandai.rsfblog.org. A pesar de los filtros y la vigilancia, los foros de discusión vietnamitas se llenaron de comentarios políticos, y los disidentes utilizan Skype, paltalk o Facebook, para comunicarse.

La amenaza terrorista
La multiplicación de atentados suicidas de los adeptos de Al Qaeda creó nuevos peligros para los medios de comunicación, obligados a seguir de cerca a las personalidades y a cubrir acontecimientos sensibles. Así mataron, en 2007, a dos reporteros paquistaníes. A uno de ellos en el primer atentado suicida contra Benazir Bhutto en Karachi ; al otro, un kamikaze que tenía como objetivo al Ministro del Interior paquistaní.

Tras degollar al guía y al chofer del enviado especial italiano Daniele Mastrogiacomo, los hombres del mulá Dadullah obtuvieron, a cambio de su libertad, la de varios jefes talibanes encarcelados. Un precedente que no hizo más que aumentar los riesgos que corren los periodistas, en el Sur y el Este. El asesinato de Zakia Zaki, respetada directora de la Radio de la Paz, hundió a la profesión en el estupor. Una investigación, efectuada deprisa y corriendo, no ha conseguido identificar a los autores.

En Nepal, quienes siembran el terror son los grupos armados que defienden a la población del Sur, los Madhesi. Un centenar de periodistas fueron agredidos, amenazados u obligados a huir de su región amenazados. Los militantes Madhesi colocaron en algunas ciudades listas de periodistas a abatir.

Impunidad, todavía y siempre
En Sri Lanka las autoridades obstaculizan sistemáticamente las investigaciones referidas a casos de prensa. Cuando se identifican algunos sospechosos, o se reúnen indicios determinantes en los asesinatos de dos trabajadores del periódico Uthayan, y en el de Sivaram Dharmeratnam, director de Tamilnet, ocurrido en 2005, la policía no intenta ir más allá. En Pakistán, las autoridades se negaron a desvelar las conclusiones de dos investigaciones sobre el secuestro y asesinato de Hayatullah Khan, periodista natural de las zonas tribales. Y a su viuda la mataron en 2007, como para castigarla por haber pedido justicia, en un caso en que están implicados los servicios secretos.

En muy pocos casos, la obstinación de un juez ha conseguido cambiar el curso de la historia. En Australia, un magistrado reconstruyó en detalle el asesinato de cinco reporteros en Timor, ocurrido en 1975. Sobre la base de decenas de testimonios, y entre ellos el del ex Primer Ministro australiano, el juez llegó a la conclusión de que fue un crimen de guerra, cometido por las tropas indonesias. Pero, inmediatamente Yakarta negó esas conclusiones, prolongando la impunidad de los militares acusados de las atrocidades en Timor.

En Filipinas, Nena Santos, valiente abogada de la periodista asesinada Marlene Esperat, logró que la justicia se interesara por los autores intelectuales del crimen. Lo que no impidió que, en 2007, unos asesinos a sueldo al servicio de políticos corruptos asesinaran a su vez a otros dos periodistas.
Vincent Brossel
Responsable del despacho Asia-Pacífico


No hay que disgustar a la Historia, no es momento de distensión
Europa - Informe anual 2008
Existe una tendencia que une a esta región de múltiples facetas : la de la debilitación de la libertad de prensa. La agresividad con los periodistas que revelan casos de corrupción, enriquecimiento o malversación, es un punto que tienen en común los Estados más autoritarios. En otras partes, allí donde los profesionales de los medios de comunicación disfrutan de una relativa libertad, su protección ante los procedimientos judiciales se demuestra a veces insuficiente. Pero en todas partes se hace sentir la necesidad de una mejor defensa del periodismo. Incluso dentro de la Unión Europea donde, sin embargo, la libertad de prensa es una realidad.

Una evolución inquietante es que los atentados a la protección del secreto de las fuentes se han intensificado en las grandes democracias. En Francia, Alemania, e Italia, se han producido interrogatorios y registros en las redacciones, o en el domicilio de periodistas. Las instituciones judiciales tienen tendencia a considerar ese tipo de prácticas como una solución aceptable, particularmente cuando se ha violado un secreto.

Una situación que hace más necesaria que nunca la adopción de una legislación europea que proteja eficazmente ese fundamento esencial de la libertad de prensa. El 8 de enero de 2007, el presidente francés Nicolas Sarkozy prometió, en su felicitación de año nuevo a la prensa, la entrada en vigor de un nuevo texto de ley sobre la protección del secreto de las fuentes. « Un periodista digno de tal nombre no facilita sus fuentes. Todo el mundo debe entenderle, y todo el mundo debe aceptarlo », manifestó.

En la Unión Europea el recurso a la violencia física es menos frecuente que en el espacio post-soviético. Pero Bulgaria e Italia son, a este respecto, excepciones. El crimen organizado tolera muy mal que se denuncien sus actividades y, para hacerlo saber, no duda en recurrir a los medios de intimidación más violentos, como amenazar a una periodista búlgara con desfigurarla con ácido. En Italia, la mafia obliga a algunos periodistas a vivir permanentemente protegidos por la policía, para escapar a los intentos de asesinato.

En Europa Central y los Balkanes siguen siendo frecuentes las amenazas de muerte, y las intimidaciones. A la región le está costando mucho desembarazarse de un pasado de violencia, que amenaza con renacer cada vez que se produce alguna contestación, social o política. Allí la prensa está profundamente polarizada y los periodistas, sospechosos de partidismo político, son presa de todos los ataques. La radiotelevisión B92, que desde hace varios años aborda con valentía la cuestión de los crímenes de guerra, ha sido acusada públicamente de estar « pagada para hacer una política anti-serbia ». Todavía se producen atentados, por ejemplo con granadas. Sin embargo la profesión da muestras de vitalidad y resiste mejor las presiones.

En el antiguo espacio soviético, el autoritarismo del poder aplasta con todo su peso a la prensa libre. En Rusia y Uzbekistán, las elecciones de 2007 confirmaron el dominio de las autoridades sobre la sociedad, y no permiten esperar que se produzca una mejora en la situación de la libertad de prensa, a corto o medio plazo. Existe independencia editorial pero únicamente en los medios que no tienen una influencia significativa en la opinión pública. La impresión de conjunto es la de un monolitismo exacerbado, de una sociedad civil a la que le cuesta estructurarse y sacudirse el yugo que le ahoga.

El farolillo rojo de la región, Turkmenistán, inició tras la muerte del anterior Turkmenbachi (padre de todos los turcomanos), en diciembre de 2006, la vía de una política de alianzas internacionales por todas partes, oportunista y todavía indescifrable. Igual de opaca es la naturaleza del régimen que el nuevo presidente, Gourbangouli Berdimoukhammedov, está creando. La Unión Europea ¿conseguirá presentar un único rostro y encarnar una política exterior firme frente al gigante del gas ? Es demasiado pronto para decirlo. De momento, y a pesar de los pocos cambios alentadores - la apertura de algunos cibercafés, por ejemplo -, en el país no se ha producido ninguna liberalización, ni ha mejorado la situación de la libertad de prensa.

Entre los Estados del antiguo Cáucaso soviético, Azerbaiyán continuó con su política represiva. Las autoridades se las ingenian para presentar como criminales a los periodistas que denuncian la corrupción de las élites. Las desproporcionadas penas a que se exponen los profesionales de los medios de comunicación, cuando escriben artículos « inconvenientes, tienen un efecto disuasivo. Y el presidente Ilham Aliev no sabe qué hacer con los múltiples llamamientos que le llegan, tanto de organizaciones no gubernamentales como de organizaciones interestatales, como la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). Excedido por las críticas de Reporteros sin Fronteras, Azerbaiyán ha anunciado que va a poner fin a su colaboración con la organización de defensa de la libertad de prensa.

Finalmente, en Turquía, el regreso a la violencia política con el asesinato del periodista turco de origen armenio Hrant Dink, marcó mucho los ánimos. Más que nunca el país tiene que enfrentarse con su pasado, desembarazarse de sus concepciones nacionalistas arcaicas. La detención de los responsables crimen, y el inicio de su juicio, ha arrojado algunas sombras sobre el Estado turco : la de la responsabilidad de algunos miembros de la fuerzas del orden, y del aparato judicial, en la muerte del periodista. Se ha vuelto a abrir el debate sobre la necesaria reforma de los artículos del código penal dedicados a la identidad turca, sin que ello suponga que se haya puesto freno a los procedimientos y condenas, en aplicación de esos textos. ¡Entre los periodistas denunciados y condenados se encuentra el hijo de Hrant Dink ! Lo que significa que las leyes, pero también las prácticas jurídicas, tienen que evolucionar para que no vuelvan a sancionarse los discursos no conformes con la ideología nacional.

Entre represión y servilismo
Informe anual 2008 - Oriente Medio

En Oriente Medio, los periodistas son los primeros testigos de las perturbaciones que discapacitan a la región. También son las primeras víctimas. Las divisiones político-religiosas en Líbano, el espectro de una guerra civil en Irak y el conflicto palestino-israelí tienen profundas repercusiones, que rebasan el marco nacional, en los profesionales de los medios de comunicación. Esa inestabilidad crónica sirve de permanente pretexto a los dirigentes para mantener una capa de plomo sobre los periodistas. Cualquier crítica se interpreta como la voluntad de desestabilizar a los régimen establecidos.

Contre todo pronóstico, la violencia que azota la región ha enfriado los ardores de las democracias occidentales, que ya no se precipitan a denunciar los atentados a los derechos humanos, cometidos o tolerados por sus socios económicos. Al parecer, ni en la visita a Francia del Jefe del Estado libio, Muamar El Gadafi, ni tampoco durante las estancias de los presidentes George W. Bush y Nicolas Sarkozy en varios países de la zona, la defensa de la libertad de expresión figuraba en el orden del día. Igualmente, la agresiva política exterior de Irán, y el hundimiento del ejército norteamericano en Irak, han aparcado en el fondo del armario la cuestión de las libertades fundamentales en ambos países.

La ley del silencio
Aunque varios países de la región han iniciado la vía de la modernización, la apertura total del espacio político sigue siendo una utopía. Abdallah II en Jordania, Mohammed VI en Marruecos y también el presidente egipcio Hosni Mubarak, se han convertido en panegiristas de las reformas democráticas al tiempo que, cada cual a su manera, de han dotado para tener un peso en los medios de comunicación. En estos países, cada vez que los periodistas abordan cuestiones sensibles, como la religión, o se atreven a cuestionar el poder establecido, les acusan de delitos de opinión. Criticar abiertamente la monarquía o al Jefe del Estado lleva directamente a la audiencia. En 2007, una decena de periodistas egipcios tuvieron que vérselas con la justicia, como consecuencia de las denuncias presentadas por miembros del partido del presidente. En Marruecos, a un periodista podrían condenarle a cinco años de cárcel en 2008, por criticar un discurso pronunciado por el Jefe del Estado en vísperas de una importante cita electoral. Y en Jordania, en octubre condenaron a un ex diputado a dos años de cárcel por denunciar, en su sitio de Internet, los abusos cometidos en el reino hachemita.

La situación es aun menos gloriosa en los regímenes autocráticos de la región. En Siria, Túnez, Libia y también Arabia Saudí, no está garantizada en absoluto la libertad de prensa. Los periodistas locales saben que deben callarse. Y que cualquier violación de ese tácito acuerdo pude acarrear graves consecuencias. Las autoridades ejercen tal presión sobre los profesionales de los medios de comunicación, y en particular sobre los patronos de la prensa, que la autocensura parece haberse convertido en la primera consigna de trabajo. Los periodistas que rebasan las líneas amarillas son, en el mejor de los casos despedidos sin contemplaciones y, en el peor, encarcelados con una total denegación de justicia. La adulación continúa siendo el medio más seguro para conservar el puesto y la libertad. Los medios tunecinos lo han asimilado muy bien, y la prensa desborda de alabanzas al presidente Zine el-Abidine Ben Alí, que en 2007 celebró el vigésimo aniversario de su acceso al poder. En Siria, el presidente Bachar el-Assad hizo encarcelar a varios periodistas y activistas políticos, que habían efectuado un llamamiento al cambio democrático.

En los países del Golfo, la libertad de expresión de que gozan algunos canales de televisión por satélite, como Al-Jazira en Qatar o Al-Arabiya en Arabia Saudí, queda contrarrestada por su discreción cuando se trata de los gobiernos que les acogen y financian. Las demandas judiciales, al alza en 2007, presentadas contra periodistas de la prensa escrita hicieron peligrar el pluralismo que está floreciendo.

Irán, el último de la clase
La República Islámica de Irán figura en el último lugar de la región, en la clasificación de la libertad de prensa elaborada por Reporteros sin Fronteras. En la mayor cárcel de Oriente Medio para los profesionales de los medios de comunicación, el presidio de Evin se alza amenazante desde las alturas de Teherán. El 1 de enero de 2008 seguían allí cinco periodistas encarcelados. Acusados de "atentado a la seguridad nacional", están pagando caro el precio de su libertad de tono. Solo los colaborados de medios pertenecientes a algunos dignatarios del régimen, y que disfrutan de su protección, están en grado de publicar artículos críticos sobre la política gubernamental de Mahmud Ahmadinejad. Los medios independientes o comunitarios no se han beneficiado de la misma indulgencia. A un periodista kurdo le condenaron a muerte por "propaganda separatista".

Nada de reformas en 2007
Las reformas que necesitan los códigos de la información, en vigor tanto en los países del Maghreb como de Oriente Medio, siguen haciéndose esperar. Los legisladoras han demostrado poco empeño en despenalizar los delitos de prensa. Hay que decir que la mayoría de los parlamentos de la región tienen un poder muy limitado, y que no se hará ninguna reforma mientras los jefes de Estado quieran conservar el control de los medios de comunicación. El único gesto alentador del año, en los Emiratos Arabes Unidos, fue que el Primer Ministro, el Jeque Mohammad bin Rashed al Maktoum se pronunció, en septiembre, en favor de la adopción de una nueva ley de prensa, al margen del proceso abierto al responsable de un sitio informativo de Internet. En cambio, en Marruecos, las negociaciones entre los ministerios de Comunicación y Justicia, por una parte, y los sindicatos de periodistas y patrones de prensa, por otra, han llegado a un callejón sin salida.

Pero, los códigos de prensa no son las únicas leyes utilizadas para condenar a periodistas. En el transcurso del año denunciaron y condenaron a varios por los códigos penales de sus respectivos países. Es el caso de Irán, Marruecos, Siria y también Túnez. En Egipto, una reforma de la Constitución, aprobada en 2007 por iniciativa del presidente Hosni Mubarak, parece hecha a medida para paralizar a los opositores políticos, y también a los periodistas independientes o críticos.

Periodistas de guerra a su pesar
Los periodistas del mundo árabe encuentran numerosos peligros en el desempeño de su trabajo. Son las primeras víctimas de la guerra de Irak, donde en 2007 mataron a 56 profesionales de los medios ; todos, salvo uno, de nacionalidad iraquí. Cuando han pasado cinco años del comienzo de la guerra, la violencia sigue sin disminuir, lo que ha hecho huir a la mayoría de los reporteros extranjeros. Algunos permanecen, acantonados en despachos ultrasecurizados, y acudiendo muy pocas veces al terreno. Unas precauciones que han permitido que disminuya el numero de víctimas entre los enviados especiales. La cobertura de los acontecimientos se hace esencialmente gracias al trabajo de sus colaboradores iraquíes. Nueve trabajadores de medios norteamericanos encontraron la muerte en otras tantas emboscadas. Ellos se han convertido en los primeros blancos de los grupos armados fundamentalistas, y de individuos movidos por el afán de lucro. También continuó la toma de rehenes, con 25 secuestros contabilizados en 2007. Las autoridades no han puesto en marcha iniciativas para encauzar la violencia con los periodistas, a pesar del escalofriante balance que no cesa de aumentar : desde el comienzo de la guerra, en marzo de 2003, en el país han matado a 207 profesionales de los medios de comunicación.

También en los Territorios Palestinos los periodistas sufrieron el conflicto entre los partidarios de Fatah, partido del presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas, y los militantes de Hamas, el del antiguo Primer Ministro Ismael Haniyeh. El hecho de que el partido islamista tomara, en junio de 2007, el control de la franja de Gaza, puso en peligro a los colaboradores de medios afiliados a Fatah, y en general a todos cuantos criticaban a Hamas y sus líderes. Muchos de ellos tuvieron que refugiarse en Cisjordania donde, paralelamente, los periodistas cercanos a Hamas fueron víctimas de abusivas detenciones de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina. La franja de Gaza se ha convertido en una zona casi impracticable para los reporteros extranjeros. El secuestro del periodista británico de la British Broadcasting Corporation (BBC), Alan Johnston, y su retención durante 114 días, por un poderoso clan gazauita, terminó de convencer a las redacciones extranjeras para no volver a enviar corresponsales permanentes a ese territorio. Igual que en Irak, la cobertura de los acontecimientos la llevan a cabo solo los colaboradores locales. A esa violencia entre palestinos hay que añadir los disparos del ejército israelí, que hirió a una quincena de periodistas, mientras cubrían operaciones militares.
Hajar Smouni Responsable de la oficina Maghreb/ Oriente Medio

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