La Champions de Di Stéfano
El trofeo de la Liga de Campeones de la UEFA está de gira por Sudamérica.
El fin de semana pasado estaba en exhibición en Sao Paulo, antes de trasladarse a Río de Janeiro, última parada en Brasil, camino a Buenos Aires y Santiago de Chile.
Nada podría ser más apropiado que la visita del mayor galardón europeo por Sudamérica. Pareciera como si el fútbol estuviera de vuelta en casa.
Resulta sencillo hoy en día dar por hecho el prestigio y la buena salud de la Liga de Campeones, pero hace poco más de 50 años, cuando la copa europea comenzaba a dar sus primeros pasos, lo hacía en la oscuridad.
Económica y psicológicamente Europa todavía se estaba recuperando de la Segunda Guerra Mundial. ¿Realmente había espacio para una liga entre los mejores clubes europeos?
En 1955 era impredecible, pero para 1960 era algo seguro. La razón de ese cambio: Alfredo di Stéfano.
Uno de los últimos y probablemente mejor producto de la edad de oro del fútbol argentino de los años 40.
Di Stéfano, después de su salida en Colombia, aterrizó en el Real Madrid en 1953.
Así fue como le enseñó a Europa un fútbol ofensivo de una técnica y calidad que el continente no había visto antes.
Él le dio al Madrid la victoria en las cinco primeras copas de Europa, y la manera como sucedieron esos triunfos encendió una fiebre por el fútbol en general y por este torneo en particular.
Un ejemplo. Sin Di Stéfano, Bobby Charlton no se habría convertido en el jugador que fue. El gran argentino fue su inspiración.
Di Stéfano -claro está- contaba con un elenco estelar compuesto por varios colegas del continente sudamericano; allí estaba de delantero su compatriota Héctor Rial, en el medio centro se encontraba el uruguayo Jose Santamaria y el brasileño Canario lo acompañaba en un lateral.
Así que no hay nada nuevo sobre la importancia de la aportación sudamericana en la competición de clubes de primera en Europa. Lo que es relativamente reciente es la cantidad de sudamericanos que viven de los mejores clubes europeos.
Y la creencia de que, no importa su procedencia, un jugador no puede ser considerado de alta categoría hasta que no pruebe lo que vale en la Liga de Campeones.
La relación del público sudamericano con el torneo también ha cambiado en los últimos 15 años. Ahora hay una cobertura total de los partidos tanto para los canales de televisión en abierto como los de cable.
La audiencia es limitada por el hecho de que los juegos se realizan para Sudamérica (por cuestiones de cambio horario) por la tarde. Cuando la gente sale del trabajo se reúne en los bares para seguir en vivo la acción.
No ha reemplazado al fútbol local como líder en sintonía, pero la calidad de los jugadores garantiza un significativo nivel de interés.
La relación entre algunos de los aficionados y los equipos europeos también ha cambiado.
Hace 15 años en las calles de Río, por ejemplo, llevar una camiseta del Barcelona era un gesto en apoyo a Romario, así como una de La Coruña lo era para Bebeto. El interés era por el compatriota que se encontraba en el extranjero.
Una década y media más tarde, es la afición sudamericana la que ha construido una identidad fuerte con el club europeo, son ellos quienes apoyan el Barcelona sin importar quién está en el equipo.
Del mismo modo que la globalización del juego ha dejado a muchas personas en Europa con la camiseta de la selección de Brasil, es fácil encontrar en Sudamérica material de marketing de los clubes europeos -principalmente de los grandes cuatro de la Liga Premier, que cuentan en sus filas con talentos latinoamericanos.
De hecho, 2007/8 podría considerarse como la temporada en que los jugadores sudamericanos realmente dieron un paso adelante en el fútbol inglés, tal y como sucedió años atrás en las otras ligas de Europa. Podría ocurrir que un niño sudamericano, que ahora está viendo en primera persona el trofeo de la Liga de Campeones en su país, en unos años ayude a un club europeo a ganarlo.
El trofeo de la Liga de Campeones de la UEFA está de gira por Sudamérica.
El fin de semana pasado estaba en exhibición en Sao Paulo, antes de trasladarse a Río de Janeiro, última parada en Brasil, camino a Buenos Aires y Santiago de Chile.
Nada podría ser más apropiado que la visita del mayor galardón europeo por Sudamérica. Pareciera como si el fútbol estuviera de vuelta en casa.
Resulta sencillo hoy en día dar por hecho el prestigio y la buena salud de la Liga de Campeones, pero hace poco más de 50 años, cuando la copa europea comenzaba a dar sus primeros pasos, lo hacía en la oscuridad.
Económica y psicológicamente Europa todavía se estaba recuperando de la Segunda Guerra Mundial. ¿Realmente había espacio para una liga entre los mejores clubes europeos?
En 1955 era impredecible, pero para 1960 era algo seguro. La razón de ese cambio: Alfredo di Stéfano.
Uno de los últimos y probablemente mejor producto de la edad de oro del fútbol argentino de los años 40.
Di Stéfano, después de su salida en Colombia, aterrizó en el Real Madrid en 1953.
Así fue como le enseñó a Europa un fútbol ofensivo de una técnica y calidad que el continente no había visto antes.
Él le dio al Madrid la victoria en las cinco primeras copas de Europa, y la manera como sucedieron esos triunfos encendió una fiebre por el fútbol en general y por este torneo en particular.
Un ejemplo. Sin Di Stéfano, Bobby Charlton no se habría convertido en el jugador que fue. El gran argentino fue su inspiración.
Di Stéfano -claro está- contaba con un elenco estelar compuesto por varios colegas del continente sudamericano; allí estaba de delantero su compatriota Héctor Rial, en el medio centro se encontraba el uruguayo Jose Santamaria y el brasileño Canario lo acompañaba en un lateral.
Así que no hay nada nuevo sobre la importancia de la aportación sudamericana en la competición de clubes de primera en Europa. Lo que es relativamente reciente es la cantidad de sudamericanos que viven de los mejores clubes europeos.
Y la creencia de que, no importa su procedencia, un jugador no puede ser considerado de alta categoría hasta que no pruebe lo que vale en la Liga de Campeones.
La relación del público sudamericano con el torneo también ha cambiado en los últimos 15 años. Ahora hay una cobertura total de los partidos tanto para los canales de televisión en abierto como los de cable.
La audiencia es limitada por el hecho de que los juegos se realizan para Sudamérica (por cuestiones de cambio horario) por la tarde. Cuando la gente sale del trabajo se reúne en los bares para seguir en vivo la acción.
No ha reemplazado al fútbol local como líder en sintonía, pero la calidad de los jugadores garantiza un significativo nivel de interés.
La relación entre algunos de los aficionados y los equipos europeos también ha cambiado.
Hace 15 años en las calles de Río, por ejemplo, llevar una camiseta del Barcelona era un gesto en apoyo a Romario, así como una de La Coruña lo era para Bebeto. El interés era por el compatriota que se encontraba en el extranjero.
Una década y media más tarde, es la afición sudamericana la que ha construido una identidad fuerte con el club europeo, son ellos quienes apoyan el Barcelona sin importar quién está en el equipo.
Del mismo modo que la globalización del juego ha dejado a muchas personas en Europa con la camiseta de la selección de Brasil, es fácil encontrar en Sudamérica material de marketing de los clubes europeos -principalmente de los grandes cuatro de la Liga Premier, que cuentan en sus filas con talentos latinoamericanos.
De hecho, 2007/8 podría considerarse como la temporada en que los jugadores sudamericanos realmente dieron un paso adelante en el fútbol inglés, tal y como sucedió años atrás en las otras ligas de Europa. Podría ocurrir que un niño sudamericano, que ahora está viendo en primera persona el trofeo de la Liga de Campeones en su país, en unos años ayude a un club europeo a ganarlo.
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