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lunes, 4 de febrero de 2008

Cuarentena

Cuarentena contra "males" modernos

Lo que suele llamarse "mundo moderno" puede parecerles a muchos algo acostumbrado y cotidiano, pero no todos piensan igual...

Un grupo de indígenas guaraníes de la provincia de Misiones, en el noreste de Argentina, mantiene desde fines del año pasado una cuarentena para proteger a sus jóvenes de las "malas influencias" de la sociedad que los rodea.

La medida fue tomada en la aldea de Fortín Mbororé, situada a pocos kilómetros de las majestuosas cataratas del Iguazú, una atracción turística que diariamente visitan miles de argentinos y extranjeros.
Fueron el cacique y el consejo de ancianos de esta comunidad los que decidieron imponer la cuarentena, preocupados por lo que definen como la "desorientación espiritual" de los jóvenes por el contacto con el "pueblo blanco".
Esta veda, cuyo término aún no se ha definido, apunta fundamentalmente a desterrar el consumo del alcohol -algo ajeno a la cultura guaraní- e impide a los menores de 20 años abandonar la aldea.
Sólo los adultos pueden salir a trabajar: a ellos se los ve vendiendo artesanías en las cataratas del Iguazú, mezclándose con la sociedad moderna para ganarse el sustento.

Suicidios
El cacique Silvino Moreyra, un ex alcohólico confeso, explica a BBC Mundo que la cuarentena fue motivada por una tragedia reciente.
"El año pasado tuvimos dos suicidios: un chico de 15 años y otro de 17", dice con pesar, sentado frente a su rancho de madera con techo de paja, flanqueado por la motocicleta con la que suele recorrer la aldea.
"De esto surge nuestra decisión. Antes vendíamos bebidas alcohólicas dentro de la comunidad para recaudar más fondos. Pero en realidad estábamos contaminando a nuestra juventud con males ajenos".
Y continúa: "Está creciendo mucho el pueblo blanco y siempre existen las tentaciones. Los jóvenes deben entender lo que son, indígenas con una cultura propia, y no tratar de parecerse a los blancos, sino convivir con ellos. Eso los fortalece espiritualmente".
Para asegurarse de que los aborígenes se apeguen a las reglas que rigen en Fortín Mbororé, un grupo de voluntarios custodia el perímetro de esta aldea de 120 familias.
Son una suerte de policía improvisada. Llevan palos, pero cuando les preguntamos si los usan para ejercer violencia, ellos insisten en que son sólo para disuadir.
Aun con esta vigilancia, Moreyra admite que es "muy difícil" la contención de los jóvenes dentro de la comunidad.
"Algunos se han ido a vivir a otra parte para consumir libremente alcohol", dice el cacique.
Ésta ha sido, justamente, la principal crítica que se le ha hecho a la cuarentena. Otros caciques guaraníes han dicho que la medida es contraproducente, porque "los que toman van a seguir tomando y buscarán la manera de escapar y conseguir la bebida como sea".

"Más alegre"
¿Pero qué opinan los guaraníes de Fortín Mbororé acerca de la cuarentena? Al menos los jóvenes que hablaron con BBC Mundo se mostraron de acuerdo con la veda.
Crispín, de 24 años, afirma: "Sí, yo creo que es algo bueno. Cambió mucho acá, la aldea se ve más quieta y la gente está más alegre. Ahora esperamos que la prohibición del alcohol siga".
"La cuarentena hizo que los jóvenes pensaran mucho en su futuro. Estamos mejorando despacito, recuperando lo que somos", comenta por su parte Graciela (24).
En Fortín Mbororé están conscientes de que, para alejar a los jóvenes de males como el alcohol, deben mejorar sus condiciones de vida y sus perspectivas de futuro.
"Estamos promoviendo la recuperación de la cultura guaraní: la música, la lengua, la comida y las artesanías. Además queremos enseñar a cultivar y criar animales", dice el cacique.
Y mira hacia la escuela bilingüe situada en la entrada de la aldea, en la que deposita sus esperanzas de cambio: "Tenemos que aprender a valernos por nosotros mismos".

Asistencia
Moreyra nos cuenta que, en medio de la cuarentena, los guaraníes reciben regularmente ayuda alimentaria del Estado argentino, bolsas de carne que las moscas persiguen mientras son entregadas a cada una de las familias de la aldea.
El cacique se muestra sumamente agradecido por la asistencia, pero a la vez teme que los jóvenes se vuelvan dependientes de ella y renuncien a un futuro autónomo. Ciertamente, los guaraníes de Fortín Mbororé nos repitieron una y otra vez que quieren manejar su propio destino. Y, para ellos, la cuarentena es un primer paso para lograrlo.

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