5 mentiras aceptables en una
entrevista de trabajo
Buena Vida - 2016
¿Quién necesita saber que su afición
favorita es comentar el último 'reality' de la televisión? Embustes que sí y
embustes que no
Imagine que ha sido seleccionado
para optar al puesto de trabajo con el que siempre soñó. Ahora, visualice la
siguiente escena: después de acceder a la sala de entrevistas, su interlocutor
le invita a tomar asiento y acto seguido le pregunta, envuelto en aire solemne,
"¿jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la
verdad?".
Antes de contestar, piénselo
bien. ¿Cree que podría asegurar con rotundidad que no saldrá de su boca ni
media mentira en toda la entrevista? No sea demasiado duro. Permítase cierto
margen, ya que no todas las mentiras serán juzgadas de la misma manera por su
interlocutor. Es más, si no suelta un par de embustes sería como ir en contra
de su propia naturaleza, ya que según las conclusiones de numerosos estudios,
mentir es algo casi consustancial al ser humano. Así lo revela el Estudio
cognitivo de la mentira humana para la Universidad Autónoma de Nuevo León
(México), llevado a cabo por la psicóloga Castro Campos, en el que se afirma
que antes de que pasen 24 horas, usted habrá faltado a la verdad al menos un
par de veces.
Según el autor de El libro de la
entrevista de trabajo (Editorial Díaz de Santos), Luis Puchol, "los candidatos
a un empleo, en general, más que mentir, exageran". Exageraciones o
mentirijillas, llámelo como quiera. Pero no se pase, porque para el profesor y
doctor en Filosofía y Letras, si el entrevistador comprueba que el candidato ha
dicho una gran falacia, este será excluido ipso facto, "ya que alguien que
afirma haber trabajado en una empresa donde no lo ha hecho o asegura tener una
formación que no ha recibido, nunca será de fiar".
Si cuela, cuela
Otra cosa muy distinta es que
quien opta al puesto ofertado engrandezca sus méritos formativos o el sueldo
percibido en su empleo anterior. Así lo cree Puchol, quien no ve en esas
deformaciones de la realidad mayor pecado que las ganas de conseguir el
trabajo. Para el experto, "estas exageraciones entran dentro de lo
tolerable e incluso de lo admisible, porque es normal que la persona intente
vender de la mejor manera posible su candidatura. Es más, en cierto modo, es
una forma de mostrar interés y motivación por conseguir la vacante".
¿Y qué pasa cuando le preguntan
por sus debilidades? La directora de selección de Adecco, Patricia Castañeda,
aconseja ofrecer mejor una respuesta sincera. "Antes de acudir a la cita,
es crítico hacer un análisis personal sobre nuestros puntos fuertes y
débiles", dice. Pero al margen del comportamiento ideal que defiende
Castañeda, hay un truco para hacer creíbles sus presuntos puntos frágiles.
"Se trata de disfrazar una fortaleza con una debilidad. Es decir, la idea
es que el entrevistador perciba como algo positivo una actitud que se ha
presentado como un punto débil. Un buen ejemplo sería que el candidato dijera:
'No sé poner límites entre el trabajo y la vida personal, siempre me llevo los
problemas de la oficina a casa'. En este caso, la interpretación que haría el
entrevistador sería que el postulante adolece de una alta capacidad de implicación
con la empresa, algo que, lejos de ser negativo, favorecerá su
candidatura". Mentira número 1: "Soy demasiado responsable [cuando
solo es responsable a secas]".
El profesor Puchol se niega a
describirlo como un embuste, "si no más bien como un acuerdo tácito entre
las partes". Una especie de guion no escrito que incluye medias mentiras
que el entrevistador deja pasar como medias verdades.
"Mi sueldo no baja de 35.000
euros"
Otra de las mentiras habituales
en el transcurso de una entrevista de trabajo está relacionada con el salario
percibido en empleos anteriores. En estos casos, el profesor Puchol considera
que "descubrir cómo el candidato ha escogido el sueldo que más ha cobrado
en su vida y lo convierte en su franja salarial habitual, no es motivo
suficiente para descartarlo. De hecho, es algo que entra dentro del día a día
en la selección de personal".
Algo parecido ocurre cuando se
pregunta por el período de tiempo que estuvo contratado en una determinada
empresa. "Muchos entrevistados te dicen que estuvieron tres años en la
empresa 'x', cuando en realidad solo estuvieron uno entero, más el mes de
diciembre del año anterior y el mes de enero del año siguiente. Y, claro, 14
meses, no son tres años", apunta el profesor. ¿Un intento de falsear el currículum?
Puede ser. Pero, según Puchol, podría entrar en la categoría de formas
admisibles que dan brillo a la entrevsta. Ya tenemos dos mentiras más para el
saco.
Con los idiomas, procure no
mentir
La postura de Castañeda es firme:
"Aunque es habitual que un candidato maquille determinados aspectos de su
currículum vítae, como el nivel de inglés, este comportamiento nunca es
justificable desde el punto de vista del consultor". Y es que si su talón
de Aquiles es el mismo que el que tratan de ocultar la mayoría de los
españoles, el inglés, piense que salir airoso de la entrevista con un "no
tengo titulación, pero puedo mantener una conversación", no valdrá a la
hora de la verdad, cuando tenga que demostrar su speaking. "Mentir acerca
de las habilidades no solo es inadmisible. Tampoco es práctico. Pues si
finalmente el candidato resulta elegido, todos esos engaños se volverán en su
contra", añade la consultora.
"Me encanta el deporte y el
voluntariado social"
Si se pasa las noches enteras
enganchado a las webs de apuestas en línea, le cuesta horrores dejar pasar dos
horas sin compartir su estado en Facebook o sin subir una foto de sí mismo con
su taza de café humeante, hágase un favor y manténgalo en secreto. Hay detalles
de su vida que no es necesario compartir. Especialmente, el del apartado de las
aficiones. "Basta con que elabore una lista con sus intereses más
relevantes y positivos", afirma Peter Harris, redactor jefe de Workopolis,
web especializada en búsqueda de empleo, quien opina que a la hora de hacer esa
selección, no estaría de más echar un vistazo a la web de la empresa y si, por
ejemplo, recoge fotos de sus empleados dando un paseo en bici, "¿por qué
no incluir el ciclismo como una de sus pasiones de toda la vida?". A nadie
le importa si tiene la máquina oxidada en el trastero desde hace varios meses
(es la mentira número 4).
Si no puede mentir, mejor cállese
Entre el firme rechazo a la
mentira y la permisividad, un tanto ambigua, de la exageración, encontramos una
especie de limbo: la mentira por omisión. Entre las opciones que no dicen la
verdad, esta tercera vía es, para la experta Patricia Castañeda, quizá la menos
mala: "En ocasiones, no es necesario dar todos los detalles relacionados
con la vida laboral anterior".
Más allá va Puchol, para quien
"alguien que proporciona información que le perjudica sin que se le haya
preguntado por ello, no es un buen candidato. De hecho, yo lo rechazaría, ya
que no me parece una actitud muy inteligente. Si ha tenido problemas con la
justicia e incluso si ha pasado un tiempo en prisión, me parecería muy bobo
hacérselo saber al entrevistador". Mentira número 5: un oportuno silencio.
Pero, sobre todo, que no le
pillen
Hay quien deja volar la
imaginación y decide añadir nuevas (y originales) experiencias a su trayectoria
laboral, otros prefieren matizar las ya existentes y, por último, están los que
escogen la mentira por omisión. Sin embargo, aunque mantengamos la boca cerrada,
las posturas, las manos, los pies o las miradas no las podemos acallar. La
comunicación no verbal también puede ser sincera o mentirosa y el entrevistador
sabe detectar cuándo el candidato le está dando gato por liebre. "La
experiencia nos indica que existen ciertos indicativos que pueden revelar si la
persona está construyendo una falsedad. Por ejemplo, el enrojecimiento de las
mejillas o las orejas, no fijar la mirada en el interlocutor, tocarse con
frecuencia la nariz o taparse la boca al hablar, son signos que nos inducen a
pensar que el candidato no está siendo del todo sincero", sostiene la
drectora de selección de Adecco, Patricia Castañeda.
Por su parte, el escritor y
experto en Recursos Humanos Luis Puchol comparte esta retahíla de signos que
esconden mentiras y los explica argumentando que "todos sabemos mentir
bastante bien con palabras, pero controlar los gestos ya no es tan sencillo. A
través de la comunicación no verbal, nuestras emociones y sentimientos
encuentran su forma de expresión más habitual".
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