¿Es este el mejor jefe del mundo?
Tentaciones - febrero
de 2016
Carga con la etiqueta de “mejor
jefe del mundo” desde hace menos de un año, cuando decidió subir el sueldo
mínimo a los trabajadores de su compañía hasta los 62.500 euros. La medida la
tomó junto a otro bombazo: él dejaría de cobrar más de 980.000 euros para
quedarse con un sueldo de 44.600 euros. Dos golpes de efecto que le granjearon
alabanzas sobre su liderazgo pero también hicieron que muchos le tildaran de
gran publicista, de genio del marketing. Dan Price –presidente de la empresa
financiera Gravity Payments– radicada en Seattle (Estados Unidos) ha sufrido
una exposición mediática tan fuerte que ahora ha decidido darse una temporada
de silencio. Fuera de focos, polémicas y entrevistas internacionales. Portada
de revistas, foto fija tanto de perfiles sesudos como de artículos escépticos
y, sobre todo, emprendedor de éxito, ¿se le puede catalogar como un jefe
modélico, como personaje histórico que ha instaurado los cimientos de una nueva
forma de relación laboral?
Por los números, podríamos decir
que sí. Desde que diera el paso de iniciar el proyecto –en la habitación
compartida de la universidad, como tantos otros compatriotas suyos– los
resultados no han dejado de acompañarle: 13,1 millones de dólares de valor de
mercado, un crecimiento del 128% en los últimos tres años. Pero este ascenso
viene de atrás. En 2004, con solo 19 años, este joven de porte parecido a otro
de los vecinos ilustres del estado (a Kurt Cobain, por ejemplo) empezó a idear
una forma de librarse de las comisiones que imponían las tarjetas de crédito en
negocios y cajeros. Decidió hacer una oferta mejor a los establecimientos y
rebajar las tarifas. Convenció a su hermano, Lucas, mientras estudiaba en la
Seattle Pacific University. Nació como muchos otros: como algo familiar basado
en el boca-oreja, en la carpetilla de comercial bajo el brazo.
Al jefe le gusta el rock
Hasta 2012. Fue entonces cuando
este antiguo miembro de una banda de rock se encontró con uno de sus empleados
y vio que estaba cabreado. "Me estás timando", le dijo. Su sueldo de
35.000 dólares al año (31.270 euros) le parecía un engaño teniendo en cuenta
las cantidades que se embolsaba la empresa y el pico que se llevaban los
hermanos Price como jefes. Esto le tuvo tres días noqueado. Y cuatro años
viendo cómo paliar esa desafección hacia los superiores. Hasta que, en abril de
2015, tomó aquella decisión que hoy le ha convertido en el Robin Hood del siglo
XXI. En un justiciero de las transacciones bancarias. Una resolución
"moral", sostiene. "Voy a hacerlo aunque tenga que dejar de
cobrar o trabajar 20 horas al día", manifestó en una entrevista a la
publicación Inc.com
"Voy a intentar que algún
compañero pueda atenderte", contesta amable pero lacónico Dan Price
después de dos meses de mensajes y llamadas. Aquella forma de encarar el futuro
de su empresa lo llevó a un sinfín de enlaces en red, de teles locales, de
periódicos nacionales y programas de máxima audiencia. Lógico: las pagas de un
administrativo raso se duplicaron mientras Gravity Payments pasaba de 30 nuevos
clientes a la semana a 2.000. Una "verdadera locura", en sus
palabras. "Muchos dijeron que estaba loco, pero lo que hizo fue ilusionar
a la gente, dar ejemplo y hacer que todos estuviéramos más implicados",
alega por correo electrónico Ryan Pirkle, director de márquetin. "Y sí,
creemos que es el mejor jefe del mundo: solo mira la cara de felicidad de los
empleados. Nos sentimos realmente afortunados por tener no solo al mejor jefe,
sino al mejor compañero de trabajo del mundo".
Gravity Pavements en números
Según cuenta Pirkle, Gravity
Payments da trabajo a unas 125 personas. "Y a pesar de la atención
suscitada la empresa sigue siendo privada y no se ha convertido en una sociedad
de accionistas. Price ha rechazado muchas ofertas para mantener el objetivo que
tuvo al crearla: apoyar a los pequeños negocios", agrega. El cambio de
reparto salarial se cerrará en tres años y afectará a 70 empleados, de los que
30 doblarán sus ganancias. "Todavía es pronto para saber si será sostenible,
pero el éxito ya se ha logrado gracias a cómo ha cambiado la vida de los
trabajadores, a su motivación, a su forma de volcarse en la empresa y a la
inspiración que ha supuesto en otras compañías", reflexiona.
Como a cualquiera con un
estallido de popularidad, a Dan Price lo tacharon de oportunista. Muchos
grandes inversores le llamaron despectivamente socialista e intentaron rebuscar
en los puntos oscuros para llevar a cabo una norma tan altruista. "Dan
veía que algunos empleados suyos ganaban 40.000 dólares (35.750 euros) y
estaban ahogados en créditos universitarios. Pensó que ganando eso iban a
necesitar más préstamos y entrarían en una rueda que no termina hasta por lo
menos diez años después", justifica Pirkle. "Y no lo hizo para ganar
atención mediática sino para mejorar la vida de su equipo y seguir ofreciendo
los mejores servicios".
La vorágine a su alrededor fue
"escalofriante". Después de estar en la cuerda floja por la crisis
mundial iniciada a finales de la pasada década y de sortear las inclemencias
económicas, Dan Price tuvo que enfrentarse a las dos semanas de su cacareada
decisión a una demanda de Lucas, su cofundador y hermano. Ryan Pirkle enlaza un
artículo de The New York Times lo explican así: "El hermano mayor de Dan
presentó una denuncia que amenaza la existencia de la empresa. Lucas alegó que
cerca de 1,97 millones de euros para pagar facturas se esfumaron en subir los
salarios". "No podemos permitirnos ni un mínimo error para pagar esas
tasas", alegó por su parte Dan Price, sin muchos más detalles.
El coach involuntario de los
jefes del mundo
Aparte de las cuestiones legales
con su hermano, de la ira de otros empresarios y de su retiro mediático, este
emprendedor educado en casa ha puesto en la opinión pública norteamericana la
cuestión del salario mínimo. Cuánto debe ganar un trabajador ha sido una de las
principales cuestiones suscitadas en los últimos debates nacionales gracias a
su iniciativa. Más, teniendo en cuenta las características de una sociedad, la
estadounidense, con dos tercios de la economía basados en el consumo y con la
desigualdad en el punto de mira gubernamental. "De momento, lo principal
es que ha inspirado a muchas empresas. Hay un ejemplo, Tower Paddleboards, que
no podía subir los salarios, pero bajó las horas laborales a cinco. Ahora, sus
trabajadores van de ocho de la mañana a una de la tarde y el resto del día lo
dedican a algo divertido", concluye entusiasmado Pirkle. Defendiendo todo
lo que su jefe –Robin Hood, el mejor del mundo- está haciendo "por la
empresa y por los demás".
No hay comentarios:
Publicar un comentario