De directores funcionales a
directores de negocio
FORBES - lunes, 22 de febrero de 2016
Un director funcional basa su
labor gerencial en la autoridad asignada al puesto por la jerarquía, mientras
que un director de negocio entiende la realidad de una organización. ¿Cuál eres
tú?
Creo que uno de los cambios
principales que se requiere en la transformación de una empresa en su proceso
de mejorar su competitividad, es que los directores funcionales tengan una
mayor orientación hacia lo que es el negocio de la empresa.
Esto, por ejemplo, se vería
reflejado en el título de un puesto organizacional que en vez de ser nombrado
director de recursos humanos, se expresaría como director de negocio
responsable de recursos humanos.
El propósito de este artículo es
establecer las diferencias que se tienen entre estas formas de dirigir y
gerenciar en la empresa.
Organización vs. Negocio
En la definición de las tareas
que se requieren en su función, los recursos para estas tareas y la forma de
organiza estos recursos, el director funcional parte de las necesidades
expresadas en la propia organización ya sea por su misma gente, por sus
clientes internos en la organización y, dado el conocimiento que tiene de su
función, por lo que el mismo puede expresar lo que son las tareas que se
requieren en la ejecución de su función.
Por otra parte, en cómo organizar
su función, un director de negocio parte de cuál es el concepto de negocio de
la empresa; de las necesidades del único cliente que existe, quien en el
mercado adquiere y consume los productos; de los retos que la empresa enfrenta
en el mercado; y de las necesidades de otras áreas de la propia empresa para
satisfacer mejor las necesidades del mercado.
En función de esto, organiza sus
recursos para poder generar un valor agregado al cliente y/o ayudar a otros en
la organización para que ese valor agregado se dé.
Estas diferencias en las formas
de conceptualizar a una organización llevan a que en una empresa dominada por
intereses funcionales se tienda a crear puestos, funciones y niveles que
satisfagan las necesidades de individuos o grupos de individuos en una
organización, pasando por alto la contribución de estos recursos hacia el
objetivo de la empresa.
En otras palabras, se tiende a
crear una burocracia que vela por sus propios intereses dejando en un segundo
plano la contribución al objetivo global de la empresa, llegando incluso a
crear esquemas organizacionales que impacten negativamente en este objetivo.
Preactividad vs. Proactividad
Un director funcional busca
lineamientos acerca de la misión y estrategia de la empresa para con base a
esto, poder establecer acciones en su función que estén alineadas y soporten a
la estrategia. Mientras estos lineamientos no se tengan, las acciones de mejora
que se realicen en su área generalmente están my cercanas al estado actual.
En otras palabras, son acciones
guiadas por una visión e información interna de la propia función, que están
dentro del modo actual de realizar las tareas y rara vez pueden llegar a
representar una innovación.
Por otro lado, el director de
negocio trata de entender su función en términos de su contribución al negocio
y de la posición de la empresa en el mercado. Con base en esto, se pregunta qué
tipo de ventajas competitivas puede agregar su función al mercado.
Esta actitud lo lleva a
constantemente obtener información de la posición de la empresa frente al
mercado y a los competidores, y a cuestionarse el qué y el cómo de su función
en la organización.
Esta diferencia lleva a que un
director de negocio sea más productivo al tomar decisiones y llevar a cabo
acciones; a que se cuestionen más el rumbo de la organización; a que exista una
mayor propensión al cambio, a la innovación y al desarrollo de mejoras
constantes en la empresa.
Mejoras locales vs. Mejoras
globales
Para un director funcional la
empresa se circunscribe principalmente a su función, piensa generalmente en
términos de su función, en términos locales. Bajo este concepto, toda mejora en
una área, vista bajo la perspectiva de esa área, debe repercutir en una mejora
en la empresa y viceversa, una acción que tenga un impacto negativo en la
empresa.
Una mentalidad como estas es la
que lleva a un director de producción a tratar siempre de tener lotes grandes
de producción, a fabricar productos que dan una mayor eficiencia a las líneas
de producción.
Un director de negocio entiende
la realidad de una organización; que la mejora en la empresa no es consecuencia
de tomar acciones en cada una de las áreas que puedan ser consideradas como las
mejores acciones desde el punto de vista local de cada área.
Que de hecho, existen acciones
que desde el punto de vista de una área pueden ser consideradas como
ineficientes y que tienen un impacto positivo en el objetivo global de la
empresa. En otras palabras, que los óptimos locales no aseguran el óptimo
global y por esto existe una disposición a subordinarse o suboptimizarse.
La consecuencia primordial de
esta diferencia es que en una empresa dominada por intereses funcionales no se
pueden dar en su totalidad mejoras que impliquen la suboptimización de algún
área; y que en otros casos con el objetivo local en mente, se tomen supuestas
acciones de mejora que tienen un impacto negativo en el objetivo global de la
empresa.
Autoridad vs. Influencia
Un director funcional basa su
labor gerencial en la autoridad asignada al puesto por la jerarquía, así como
en el conocimiento de la operación en su función.
Su campo de acción es
principalmente en la parte vertical de la jerarquía organizacional; con su jefe
y con sus subordinados. El contacto a nivel horizontal se da principalmente a
través de los medios formales, como juntas de operación, reuniones de planeación,
seminarios, reuniones para resolver problemas específicos que se tienen, etc.
Un director de negocio reconoce
que los cambios en la tecnología vuelven obsoleto el conocimiento de la
operación de su función. Además, es consciente que cada vez la gente está menos
dispuesta a seguir a alguien simplemente porque es el jefe.
Y que su labor principal está en
engranar su función con las otras funciones de la organización para crear una
empresa competitiva.
Con esto, un director de negocio
basa su labor en el entendimiento del negocio y de su función, en movilizar a
su personal en una dirección de contribución al negocio aprovechando al máximo
sus habilidades y conocimientos con otras áreas a través de la persuasión y de
la negociación.
Esta diferencia hace que en una
organización dominada por directores funcionales, el cambio y la mejora sean
más lentos debido a la falta de naturalidad en la interacción entre las áreas y
a que el desarrollo de una función se centra en una o en cuantas personas.
¿Qué hacer?
Indudablemente que el director de
la empresa debe ser el principal promotor de que sus directores se conviertan
en directores de negocio. Algunas de las ideas para que este cambio se dé son:
Definir claramente el objetivo
global de la empresa y los indicadores para medir su avance.
Dar una claridad de la
contribución de cada área en lo individual y en conjunto hacia el objetivo de
la empresa.
Proporcionar información a los
responsables funcionales del estado general de la empresa y de sus mercados.
Cuestionar constantemente el
impacto de las acciones que se estén dando en cada área en cuanto a su
contribución al objetivo de la empresa.
Cuestionarse a sí mismo hasta qué
punto las prácticas actuales son influenciadas por él.
Promover la interacción natural
entre los responsables funcionales.
Con acciones como las anteriores
es posible cambiar conductas gerenciales que lleven a una mayor efectividad en
la empresa en relación al logro de sus objetivos.
Una empresa no es un agregado de
individuos actuando en forma separada; sino un conjunto de una determinado fin,
en donde la calidad de su interdependencia, y no tanto la ejecución de cada
tarea en forma aislada, es determinante en el objetivo de la empresa.
Por último, conviene tener
siempre en mente que la organización debe trabajar para el negocio y nunca el
negocio trabajar para la organización.
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