Emprendedores tecnológicos: la
nueva clase política
FORBES- 16 de Febrero de 2016
Su influencia política y social se ha expandido casi con la
misma velocidad que su volumen de usuarios. A este fenómeno se le llama
política viral, en el cual, si bien las empresas no crean contenido político,
sí facilitan u obstaculizan su expansión.
Regla 11: “Llévate bien con los
nerds. Existen muchas posibilidades
de que termines trabajando para
uno de ellos”: frase supuestamente
dicha por Bill Gates,
aparentemente acuñada por Charles J. Sykes.
Uno de los temas más calientes de
la elección presidencial de Estados Unidos es: ¿a quién apoyarán los grandes
empresarios de la tecnología? Y la pregunta no es gratuita: la influencia de
las empresas tecnológicas y sus océanos de usuarios pueden decantar una
elección.
Pero, como veremos aquí, los
intereses de esta nueva clase política contradicen las posturas más ortodoxas
de la ciencia política, y su mirada está fija más allá del siguiente encuentro
en las urnas. Ante ello vale la pena preguntarse ¿cómo llegaron los
emprendedores tecnológicos a tener tanto poder e interés por lo político? ¿Qué
proyectos han implementado a través de sus plataformas y han defendido en los
juzgados? ¿Cuáles son sus convicciones? ¿Cómo sería un mundo donde fueran más
influyentes?
La tecnología podría cambiar la
historia de la política
La tecnología se ha convertido en
uno de los motores de la economía mundial. Alrededor suyo han aparecido
burbujas como la del dotcom, pero también han aparecido empresas que además de
crear más valor que muchas industrias juntas, influyen en miles de millones de
personas diariamente. Las empresas con más usuarios tienen masas de población
más grandes que países enteros.
Por ejemplo, mientras el récord
de televidentes del Super Bowl llegó a 114 millones de estadounidenses —este
evento es el más visto del año—, hay más de 150 millones que usan Facebook
diariamente en el mismo país. Asimismo, 1.59 mil millones de personas tienen
una cuenta de la red social y mil millones de personas usan WhatsApp y YouTube.
Y qué decir de Google, que recibe 40 mil búsquedas por segundo, o de Netflix,
que en un día de alta demanda puede requerir el 37% del ancho de banda de todo
el internet. (Smith, 2016)
Las grandes empresas
exponenciales son de naturaleza informática, sofisticada e hipercapitalista,
pues cuentan con pocos activos físicos y con presencia global instantánea, lo
que les permite tomar con rapidez el terreno que antes tenían ciudades
económicas ícono como Detroit y Nueva York. Así, su influencia política y
social se ha expandido casi con la misma velocidad que su volumen de usuarios.
A este fenómeno se le llama política viral, en el cual, si bien las empresas no
crean contenido político, sí facilitan u obstaculizan su expansión, tal como ha
pasado en los movimientos de la Primavera Árabe, el activismo chino o el
movimiento #YoSoy132.
Dichas empresas no tienen empacho
en ‘meter el cuerpo’ cuando es necesario. Hoy, Silicon Valley[1] y sus
capitanes dan más dinero a los políticos que industrias como Hollywood y Wall
Street. La empresa reina es Google, que es la novena que más gasta en lobbying
(o cabildeo), por encima de empresas aeronáuticas, eléctricas y farmacéuticas,
así como organizaciones gremiales y sindicatos.
Conforme estas empresas han
destinado más recursos a sus relaciones con los gobiernos, los políticos tanto
de izquierda como de derecha se han acercado a los empresarios de la tecnología
para que con donaciones financien sus campañas. De esa forma, los políticos han
obtenido unos 60 millones de dólares en las últimas décadas. Este intercambio
va más allá de lo monetario: los tecnólogos aprovechan para intercambiar ideas
y sugerir políticas públicas.
Sin embargo, más allá del
lobbying tecnológico, los políticos no alcanzan a entender a los emprendedores
tecnológicos y se hacen preguntas como: ¿por qué si tienen ideas
tradicionalmente de derecha éstos dan dinero a los políticos de izquierda? Este
fenómeno ha sido bautizado como el de las “lealtades bizarras”, pero tiene un
significado más profundo que hablar de ‘simples’ donaciones al candidato
preferido.
Emprendedores, tecnólogos,
¿políticos legistas?
A simple vista llama la atención
una tendencia: cuando un congresista o político propone una ley para detener
una empresa de tecnología en la conquista de nuevos mercados, los emprendedores
tecnológicos —buena parte de ellos viviendo en Silicon Valley— se unen para
defender la empresa, y generalmente salen airosos.
Sus victorias no sólo ocurren en
la computadora y el móvil, sino también en los juzgados: han ganado a
sindicatos lo mismo en temas de libre mercado, en escuelas chárter[2] e
inmigración especializada, así como a alcaldes, congresos locales y gobiernos
metropolitanos en empleo, vivienda y transporte. Asimismo, desde años recientes,
en caso de conflicto entre tecnológicas y sindicatos, los legisladores
prefieren seguir la agenda de las primeras.
Por ejemplo, en 2012 se introdujo
la propuesta de ley llamada Stop Online Piracy Act (SOPA), que recibió amplio
apoyo en ambas cámaras del Congreso estadounidense por proponer expandir las
atribuciones del gobierno federal para combatir y castigar el tráfico de
contenidos con derechos de autor y los bienes clasificados a través de
internet. Las empresas tecnológicas consideraron que la propuesta amenazaría la
libertad de expresión —un valor que suele apelar a las personas de izquierda—
así como las inversiones e innovaciones a través del internet, pues permitía
que por detalles menores se pudieran bloquear sitios enteros.
Entonces Wikipedia, Google,
Facebook, Amazon, Twitter, Yahoo!, AOL, Reddit, LinkedIn, eBay, PayPal,
WordPress, Tumblr, Mozilla, Megaupload y otras 7 mil compañías tecnológicas más
protestaron, algunas apagando sus sitios y otras juntando 7 millones de firmas
en cuestión de horas. Esto muestra la vigencia de que estas empresas, al igual
que los partidos políticos o los movimientos sociales, tienen forma de actuar
en bloque para maximizar su capital político. El desenlace es conocido: la
propuesta de ley no pasó. (Rushe & Deveraux, 2012)
De manera interesante, los
capitanes de las empresas tecnológicas se conocen desde antes que los conflictos
sucedan. El ejemplo más claro es la mafia PayPal, que es el término usado para
describir un grupo de empleados de PayPal que han iniciado y desarrollado otras
empresas tecnológicas. Entre los más de 20 miembros del clan, que incluye tres
billonarios, destacan:
Peter Thiel, quien además de
fundar PayPal ha iniciado Palantir Technologies (la compañía de análisis de
datos cuyos principales clientes son las agencias de inteligencia del gobierno
estadounidense), y fue el primer gran inversionista en Facebook, de Mark
Zuckerberg.
Elon Musk, quien además ha
fundado SpaceX (una empresa de manufactura aeroespacial y transporte al
espacio), Tesla Motors (una empresa que diseña, manufactura y vende autos
eléctricos de lujo y baterías), Solar City (empresa que diseña, financia e
instala sistemas de energía solar) y OpenAI (una organización sin fines de
lucro para desarrollar inteligencia artificial que beneficie a la humanidad).
Reid Hoffman, quien fundó
LinkedIn (la red social de contactos profesionales más grande del mundo) y que
dirige GreyLock Partners, un fondo de inversión que ha dado dinero a Facebook,
Zynga, Flickr y Dropbox, entre otras. Hoffman fue quien presentó a Zuckerberg
con Thiel, cuando Facebook apenas despuntaba.
Jawed Karim, quien pasó de ser el
diseñador del sistema antifraudes de PayPal a cofundar YouTube con Steve Chen.
Jeremy Sttopelman, quien pasó de
ser vicepresidente de Ingeniería a cofundador de Yelp con Max Levchin.
(Parrish, 2014)
Cabe destacar que estas
conexiones no se entenderían sin la naturaleza de Silicon Valley, que atrae a
nerds de todo el mundo, que gravita alrededor de una universidad eminentemente
innovadora como Stanford, y que ha desarrollado una de las redes de
inversionistas que más rápido comparten información sobre los nuevos
emprendimientos que pueden conquistar el planeta. El efecto de estas redes en
realidad promueve un círculo de élite, que no es muy diferente de los grupos
políticos de nuestros países.
¿Qué ideas o proyectos tienen?
¿Cómo los han defendido en los juzgados?
Los emprendedores tecnológicos
tienen algunas ideas que han popularizado en su ecosistema y que los hacen
diferentes de otros grupos sociales. Por ejemplo:
Peter Thiel ha retomado el
concepto marxista —aunque muy popular entre los libertarios— de que el
capitalismo y la competencia son incompatibles. En su visión, un mercado en
competencia perfecta no generaría ganancias, por lo que propone que los
capitalistas no busquen competencia, sino ventaja. A pesar de que sabe que los
monopolios tienen mala fama, y que esta postura podría parecer una estrategia
de imagen, él recomienda que las empresas busquen un mercado en el que puedan
dominar y construir un monopolio, de forma que puedan concentrarse en innovar,
ofrecer mejores precios y obtener utilidades que sólo estarían al alcance de
grandes competidores. De acuerdo con su visión, lo más irónico es que los
verdaderos monopolios dirán que no son monopolios porque “compiten con otras
grandes empresas” (por ejemplo, Google, Apple, Amazon y Facebook dominan
claramente sus mercados, pero dicen que compiten férreamente entre ellas, por
lo que no son monopolios), mientras que las empresas que no son monopolios se
venderán diciendo que sí son monopolios para atraer mejores inversionistas.
(Thiel & Masters, 2014)
Ruy Kurzweil, jefe de Ingeniería
de Google, dedica su vida a cavilar sobre la tecnología. Ha concluido que
estamos a menos de 5 años de que las computadoras hagan lo mismo que los seres
humanos, pero con menos errores. Según él, a este ritmo de desarrollo
tecnológico, las máquinas nos ayudarán a dar el siguiente salto evolutivo hacia
una civilización máquina-humano, que él ha llamado “La Singularidad”.
(Kurzweil, 2005)
Mark Zuckerberg, fundador de
Facebook, se ha pronunciado a favor de políticas de empresa; por ejemplo, que
los padres de bebés recién nacidos obtengan licencias de ausencia por
paternidad. Además anunció que a lo largo de su vida transferirá el valor del
99% de sus acciones en Facebook a una empresa tipo sociedad de responsabilidad
limitada de reciente creación, establecida con su esposa Priscilla, sobre la
que conservará sus plenos poderes de decisión, y que entre otras cosas tendrá
la misión de avanzar el potencial humano y promover la equidad a través de
filantropía, la representación pública y el bien público. (SEC, 2015) Al ser
preguntado sobre su postura política, dijo estar en “pro de la economía del
conocimiento”.
Tim Cook, CEO de Apple, ha sido
un ideólogo para que las compañías con inversionistas no sean tan vulnerables a
los caprichos de éstos, enfatizando la capacidad de gestión y decisión de los
directivos de la compañía. Asimismo, Cook encabeza el movimiento por las
diversidades sexuales entre la comunidad tecnológica.
Entre los proyectos tanto
personales como institucionales destacan los implementados por:
Peter Thiel ha abierto Thiel
Fellowship para que los alumnos de universidades de prestigio que sientan que
no están aprendiendo lo suficiente, abandonen la educación superior —sin
reclamo económico, cultural o social— y comiencen sus propios emprendimientos
que resuelvan lo que ellos consideren “problemas de la humanidad”.
Sheryl Sandberg, directora de
Operaciones de Facebook, comenzó Lean In en 2013, un movimiento para promover
la equidad de género y desaparecer barreras sociales, sexistas y personales que
complican que las mujeres se integren a posiciones de liderazgo en gobierno,
negocios y desarrollo. Esta postura, muy admirada en el mundo corporativo, ha
sido criticada porque consideran que la inclusión de las mujeres en el mercado
no es suficiente para eliminar sus obstáculos o injusticias.
Bill Gates, conocido en todo el
mundo hace décadas, se ha reinventado como filántropo a través de la fundación
que tiene con su esposa Melinda, hasta convertirla en la fundación privada más
grande del mundo. Si bien se ha enfocado en temas de desarrollo como
erradicación de la polio y la banca electrónica para África, ahora está
fondeando Escuelas Chárter, instituciones altamente experimentales, sin
sindicato de maestros, con alta intervención de los padres e impulsadas por
métricas de rendimiento, y que enfatizan el valor de la educación para personas
de color como latinos y afroamericanos. A este movimiento, al que se unió
Zuckerberg, han donado más de 100 millones de dólares (mdd).
Reid Hoffman, conocido como el
Oráculo de Silicon Valley, se hizo famoso por coinventar en PayPal el cabildeo
político comunitario vía internet, que es cuando los usuarios inundan a las
autoridades con e-mails de protesta por cualquier norma que los quiera frenar.
En 2012, Hoffman le dio 1 mdd a la campaña de Obama. El presidente quedó tan
agradecido que ahora habla por teléfono con Hoffman, y lo invita a eventos en
Washington, y éste, a su vez, organiza cenas para Obama. También le ha dado
información recolectada por LinkedIn para los informes económicos de empleo, y
se sabe que la Casa Blanca busca que las redes sociales de amistad y negocios
le ayuden a conectar con las audiencias más grandes. (Lemann, 2015)
Mark Zuckerberg, además de
sortear complejos casos judiciales en que ha estado sobre escrutinio la
originalidad de la idea de Facebook, las políticas de privacidad de su red
social y su influencia cuando invita a las personas a salir a votar, tiene su
propia iniciativa de cabildeo. FWD.us busca una reforma migratoria que
satisfaga las necesidades de Silicon Valley, que incluya cambios en el sistema
educativo para impulsar la ciencia y la tecnología. Si bien ha sido
controvertida por sus formas, a veces elegantes, a veces toscas, es apoyada por
empresas como AOL, Microsoft, Airbnb, Y Combinator, Netflix, Walmart, Google,
Cisco, Microsoft, Yahoo!, entre otras.
Entre las luchas judiciales
destacan:
Travis Kalanick, fundador de
Uber, quien de forma agresiva, ambiciosa y cerca de pasar la línea de lo ético
y lo legal ha combatido ferozmente a alcaldes, sindicatos de taxistas y
lobbyings de transportistas. Su victoria más sonada ha sido la inundación de
firmas de usuarios llevadas ante los tribunales en contra de la propuesta del
alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, quien quería restringir el número de
ubers en circulación. Su compañía es bien conocida en algunos casos por hacer
caso omiso a las decisiones de los tribunales. Quizá su juicio más importante
es O’Conner vs. Uber, en que los contratistas cuyo trabajo de tiempo completo
es Uber podrían ser reclasificados para recibir las mismas prestaciones que los
empleados de tiempo completo. Por otro lado, Uber ha trabajado con algunas
ciudades para darles información de rutas y tráfico de sus choferes, de forma
que puedan mejorar la eficiencia de sus sistemas de transporte metropolitano.
Larry Page y Sergei Brin,
cofundadores de Google, han destinado importantes recursos para defender su
buscador ante las autoridades europeas, quienes los acusan de prácticas
monopólicas. Ya en Estados Unidos han realizado donaciones a 162 miembros del
Congreso, e inclusive el director de Tecnología de la Casa Blanca es un antiguo
empleado de la compañía.
Tim Cook, director de Apple, ha
destinado grandes recursos de la compañía para frenar al gobierno federal para
que no le pida más información sensible de usuarios de productos de la
compañía. Además, la empresa encabeza los esfuerzos que complementan Google y
Amazon para blindarlas ante demandas de troles de patentes, que son compañías
que no manufacturan productos, pero que al ser dueñas de patentes extorsionan a
las compañías tecnológicas. (Lapowsky, 2015)
Elon Musk, director de Tesla, ha
combatido con ferocidad el lobbying de las empresas petroleras, que iban en
contra del desarrollo de los automóviles eléctricos, así como de las
ensambladoras de coches, que tratan de retrasar la salida de los autos sin
conductor.
Jeff Bezos, fundador de Amazon,
destinó una gran cantidad de dinero a combatir la ley de la neutralidad en la
red, que hubiera afectado los servicios de streaming de Amazon Video, y
actualmente está tratando de derogar las regulaciones que impiden que su
compañía pueda repartir paquetes con drones.
Brian Chesky y Joe Gebbia,
cofundadores de Airbnb, acaban de gastar 8 mdd para combatir propuestas de ley
en Nueva York que pondrían un límite de noches al mes que se puede compartir
una habitación. Además combatieron con fuerza leyes antieconomía compartidas en
Francia e Inglaterra.
(En la siguiente entrega
analizaré cuál es la ideología de estos emprendedores tecnológicos, así como
sus proyectos y convicciones. En síntesis, ¿cómo sería un mundo donde fueran
más influyentes?)
[1]Silicon Valley es el apelativo
de una región al norte de California que se extiende desde la bahía de San
Francisco hasta el Valle de Santa Clara, en el que se localizan la mayoría de
las grandes empresas de tecnología de Estados Unidos, así como decenas de miles
de emprendimientos.
[2]Las escuelas chárter son un
tipo de educación alternativa en la que una escuela recibe dinero público, pero
opera de forma independiente del sistema de escuelas públicas establecidas en
su localidad.
Javier Arreola-Ingeniero,
emprendedor y becario Carlos Slim en la U. George Washington. Aprendí de energía
en la Brookings Institution. Analizo el liderazgo de México en el mundo y busco
traducir tecnicismos al lenguaje cotidiano.
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