Tres puntos para entender cómo
podríamos llegar a otra recesión
Dinero en Imagen - febrero de 2016
El bálsamo de la presidenta de la
Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Janet Yellen, cada vez dura menos. El
alivio fue muy efímero: ni siquiera duró un solo día. Wall Street terminó mixto
y sólo el Nasdaq logró salvar la jornada, un saldo muy triste para unos
mercados que andan muy golpeados y que rezaban con que Yellen les regalara un
rally.
Y eso que el mensaje de Yellen
fue bastante complaciente. Lo que Yellen vino a decir es que las turbulencias
en los mercados internacionales han significado unas condiciones financieras
más adversas en Estados Unidos, condiciones que concretó en tres puntos:
primero, fuertes caídas de las bolsas; segundo, un encarecimiento en la tasa de
los créditos para los prestamistas de mayor riesgo; y tercero, una apreciación
adicional del dólar.
Luego añadió que en caso de
persistir dichas condiciones, se pueden deteriorar las perspectivas para el
crecimiento económico y el mercado laboral o, lo que es lo mismo, se pueden
acrecentar los riesgos de una recesión en Estados Unidos. Como corolario de todo
lo anterior, lo que Yellen concluyó es que en caso de que persista la
volatilidad financiera, la Fed abortaría los planes de subir las tasas de
interés.
En efecto, lo que Yellen percibe
es que el mercado ha hecho por sí solo, y durante las primeras semanas de este
2016, todo el trabajo que la Fed pensaba realizar a lo largo de este año. Entre
los acontecimientos de China, el derrumbe continuado de los precios del
petróleo y las expectativas de la Fed de seguir aumentando las tasas, las
bolsas, los mercados de crédito y el dólar se han comportado como si la Fed
hubiera llevado ya las tasas de interés a 1.5%. Y lo peor, empieza a intuir una
situación de contagio que en caso de seguir propagándose puede amenazar con
llevar a la economía mundial a una nueva recesión.
1. Las bolsas
Veamos primero el caso de las
Bolsas. Como se sabe, Wall Street ha tenido el peor inicio de año de su
historia. Pero lo más preocupante es que si el año pasado las tribulaciones
estaban focalizadas entre las petroleras y las mineras como consecuencia del
desplome de las materias primas, este año ha empezado a extenderse a otros
sectores como tecnología, consumo discrecional y financiero.
Todos ellos son cíclicos y nos
hablan del riesgo de recesión. Conforme las pérdidas se acumulaban en el sector
de energía y materiales básicos, los operadores vendieron sus inversiones de
mayor riesgo para cubrir sus posiciones y pérdidas de petroleras y mineras. Por
eso corrieron a deshacerse de las acciones de aquellos sectores que andaban
sobrecalentados y del que se temía vivían en una burbuja. El de tecnología era
el más evidente y, dentro de él, los subsectores de biotecnología e internet.
Hasta la propia Fed los había culpado de estar demasiado caros.
Es por eso que el Nasdaq es el
peor índice en lo que llevamos del año: se ha hundido un 14.5% comparado con un
9.4% del S&P’s 500 y un 8.7% del Dow Jones. Pero las pérdidas en el año son
mucha más abultadas aún en el sector de biotecnología (-26.1%) e internet
(-19.8%). Es más, desde su récord del año pasado, el índice de biotecnología se
ha despeñado un 35.9% en tanto el de internet lo ha hecho un 21.5%. Por tanto,
ambos son ya mercados “bear” o bajistas, definidos como retrocesos de un 20%
respecto a su reciente máximo. Entre las compañías de biotecnología, vemos
verdaderas masacres en BioCrystPharmaceutical (-81.4%), SareptaTherapeutical
(-69.6%), ImmuneDesign (-56.8%) en tanto en internet se hallan nombres
conocidos Pandora Media (-39.3%), TripAdvisor (-35.1%), Twitter (-34.4%), Weibo
(-33.5%), Groupon (-26.7%), Amazon (-26.4%) o Expedia (-22.9%). De las 190 empresas
que componen el índice de biotecnología, sólo cinco empresas han subido este
año, y de las 93 de internet sólo se han salvado cuatro.
También el sector de consumo
discrecional, aquel no destinado a bienes de consumo básico y cuyo dinamismo
está relacionado con las fases de auge económico lo están pasando mal. En lo
que llevamos de año, el índice de consumo discrecional se ha hundido un 12.0%,
lo que parece anticipar una fase de menor crecimiento y menores beneficios
corporativos dentro del sector. Ahí está la empresa de cruceros Royal Caribbean
(-30.3%), la de ropa de moda Ralph Lauren (-23.5%), Netflix (-21.1%), la
empresa de medios Viacom (-20.7%), Ford (-19.5%) o la de artículos de lujo
Tiffany (-18.5%).
El otro sector de contagio claro
es el financiero: a los inversionistas les preocupa qué entidades financieras
son las más expuestas a los sectores más castigados, quiénes son las que
detentan deuda de las empresas petroleras y mineras, de las de biotecnología o
las de internet, aquellas que están sufriendo la corrección más abrupta y que
pueden tener problemas de liquidez y de pago de la deuda. De hecho, el sector
financiero es el más golpeado del S&P’s 500 en lo que llevamos de año, con
un retroceso del 14.7%. Y cuidado, que no son entidades cualquiera: la peor en
el año es Legg Mason (-33.3%), una empresa que gestiona activos globales. Pero
también asoman entre las peores verdaderos emblemas del sector como Bank of
America (-27.8%), Morgan Stanley (-27.2%), Citigroup (-27%), FifthThirdBancorp
(-26.5%) o American Express (-17%).
2. Créditos más caros
Esto ya son palabras mayores,
pues que el sector financiero atraviese problemas quiere decir que de nuevo
puede cundir la cautela y que puede pensarlo más de dos veces antes de seguir
concediendo créditos. Y eso tiene que ver con el segundo problema que menciona
Yellen: el aumento en el costo del financiamiento, sobre todo para las empresas
de mayor riesgo, las que emiten los llamados bonos basura. En efecto, conforme
pequeñas empresas petroleras y mineras quiebran, conforme les rebajan la
calificación crediticia, conforme las empresas de biotecnología e internet se
suman al descalabro, y conforme las entidades financieras tienen que apechugar
con pérdidas, las condiciones de los préstamos se endurecen y el financiamiento
empieza a escasear entre las empresas peor calificadas.
En el sector petrolero, el
estrangulamiento del crédito ya es brutal: por primera vez en la historia las
empresas de energía que no son grado de inversión están emitiendo a tasas superiores
al 20 por ciento. Sin embargo, conforme se deterioran las condiciones generales
y aumentan los riesgos de suspensión de pagos, todo el sector de bonos basura
se empieza a contaminar.
Moody’s, por ejemplo, ha
advertido que la tasa de impagos corporativos en Estados Unidos podría alcanzar
un máximo de seis años en 2016. En consecuencia, el costo contra el riesgo de
impago en el sector de bonos basura, medido por el Markit CDX North America
High YieldIndex, cerró ayer en 576 pbs, lo que supone el mayor nivel desde
2012. El crédito, por tanto, se empieza a secar, y va más allá del sector
petrolero y minero, lo que a su vez aumenta los peligros de impago y recesión.
3. Fortaleza del dólar
Finalmente, la fortaleza del
dólar es el otro asunto de preocupación para Yellen, que observa cómo en un
entorno de desaceleración global y políticas monetarias expansivas en el resto
del mundo el menor dinamismo de las exportaciones está restando crecimiento a
la recuperación estadunidense.
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