Literatura infantil, ¿un negocio de 100 mdp para Santillana?
FORBES- 1 de Febrero de 2016
Tras la venta de casi todos los sellos de Santillana a
Penguin Random House, la editorial fundada en 1960 ha decidido apostar a la
creación de un nuevo proyecto de literatura para niños y jóvenes. El plan es
lograr ventas por 100 millones de pesos al año. ¿Cómo lo logrará?
Al final de una biblioteca y en medio de un grupo de
personas, un hombre delgado, con pelo blanco y lentes comienza un relato: “Ana
era una niña despistada. Sus papás le decían siempre que estaba en las nubes,
que vivía en la luna, que habitaba en las estrellas. Tan despistada que un día
salió de su casa rumbo a la panadería para comprar el pan dulce de la cena y se
perdió.”
La historia de la pequeña Ana es creación de Francisco
Hinojosa, escritor mexicano, y uno de los autores por los que la editorial
Santillana ha decidido apostar para el lanzamiento de su nueva carta bajo la
manga: Loqueleo, un sello editorial con que busca salvar y volver a posicionar
su segmento infantil y juvenil en el mercado, tras la venta de todas sus
ediciones generales a Penguin Random House (PRH).
En marzo de 2014, Santillana, grupo editorial controlado
mayoritariamente por Prisa (Promotora de Informaciones Sociedad Anónima)
alcanzó un acuerdo con PRH para la venta de Alfaguara, Taurus, Suma de Letras,
Aguilar, Altea, Fontanar, Objetiva y Punto de Lectura en los 22 países donde
tienen presencia, por un monto de 72 millones de euros (unos 99.6 millones de
dólares).
Sin embargo, el único rubro que quedó excluido de la
operación de venta fueron las obras de Alfaguara Infantil y Juvenil. Por ello,
a finales de 2015, Santillana puso en marcha el proyecto Loqueleo, con el
propósito de —en palabras de sus directivos— dar un ‘refresh’ a la marca y
fortalecer el segmento educativo, que aportó 87% de sus ingresos en 2013, de
acuerdo con el informe corporativo de la empresa.
Desde 2009, la venta de colecciones generales de Santillana
ya rondaba por los pasillos de Prisa, ante su complicada situación financiera.
A mediados de ese año, el diario El Mundo publicó en su
sitio de internet que el delicado estatus del grupo, que también edita El País,
lo había obligado a solicitar por tercera ocasión una prórroga del crédito por
1,950 millones de euros que acordó inicialmente con HSBC.
Al ser cuestionado sobre el tema, Juan Arzoz, director
general de Santillana México, se limitó a comentar a Forbes México que la venta
de Santillana a Penguin fue por la evolución que se ha dado en el mercado
editorial.
“La decisión fue corporativa. No tuvimos mucha injerencia en
la decisión de no haber vendido el segmento infantil. Fue por una cosa de
mercado, de competencia; el mercado está evolucionando de diferente manera cada
día.”
Aunque esta venta representó una nueva oportunidad de reinventarse en una industria que ha
ganado peso en el terreno digital, una fuente cercana al tema aseguró que el
lanzamiento de Loqueleo es parte de una estrategia de mercado de Santillana
para apuntalar la colección que no fue adquirida.
Somos lo que leemos
Franscisco Hinojosa confiesa que la idea que Loqueleo busca
sembrar en cada uno de sus lectores acerca de que “somos lo que leemos” empata
con su compromiso como escritor. “La lectura nos da esas armas y esa
imaginación para poder enfrentar la vida. Siempre habrá niños que quieran leer
y conocer nuevos mundos, y eso es lo que me inspira a seguir escribiendo
literatura.”
Santillana, fundada en 1960 por Jesús de Polanco y Francisco
Pérez González, se creó con el propósito de ofrecer una propuesta educativa en
habla hispana y que permitiera fortalecer la enseñanza de niños y jóvenes de
manera didáctica.
Hoy, siendo leal a la tradición del que ahora se convirtió
en un conglomerado editorial, Raúl González, director global de Loqueleo, busca
generar nuevas experiencias de lectura y llegar a cerca de 100 millones de
alumnos que habitan América Latina, España y Portugal.
“Queremos que Loqueleo sea un proyecto con muchas cosas; no
es un cambio de diseño solamente. Creemos que una editorial que lleva haciendo
libros durante décadas requiere de un gran cambio e innovarse, pero el concepto
importante es todo lo que hay alrededor de ese cambio”, precisa González.
De la mano de más de 30 autores hispanohablantes, como
Francisco Hinojosa, Luis Pescetti, Yolanda Reyes y Pablo De Santis, Loqueleo
ofrece un catálogo compuesto por títulos clásicos y contemporáneos, divididos
en diversas categorías de edad, que van de uno a 18 años.
Raúl González comparte que además de mantener las ediciones
originales de Alfaguara, en los próximos meses se irán integrando nuevos
títulos con diversos temas acordes a su edad, con la finalidad de cautivar con
el hábito de la lectura a más niños y jóvenes.
Para el caso de México, el costo promedio de los libros es
de entre 100 y 150 pesos, y el plan de negocios contempla, en una etapa
inicial, únicamente al sector privado, pues los planteles que forman parte de
la Secretaría de Educación Pública (SEP) ya cuentan con programas de lectura.
Durante el sexenio de Vicente Fox, de 2000 a 2006, se
destinó un presupuesto anual de 500 millones de pesos para la compra de libros
y la creación de bibliotecas en las escuelas primarias de todo el país,
iniciativa que continuó y se extendió a preescolares y secundarias con la
administración de Felipe Calderón, pero con un presupuesto más reducido: 100
millones anuales, de acuerdo con datos de la dependencia educativa.
Al respecto, Juan Arzoz platica: “Por ahora solamente está
dirigido al sector privado, aunque está abierto a todo el público, ya que el
gobierno compra sus libros. Las escuelas públicas tienen sus programas de
lectura que van caminando bien, pero en los últimos años han caído
radicalmente. Esperamos resurja porque es una iniciativa que beneficia a
millones de estudiantes.”
Santillana mantiene una meta ambiciosa en ventas con
Loqueleo: en un ciclo escolar esperan obtener 100 millones de pesos en México,
su tercer mercado más importante a nivel global, después de Brasil y España.
Del libro impreso al e-book
En un mundo donde la tecnología es predominante, Santillana,
sin perder su tradición impresa, ha decidido apostar a la inclusión de la
tecnología para llegar a más lectores.
La apuesta de la editorial está encaminada hacia la creación
e interacción a través de las plataformas digitales y redes sociales.
En la página oficial de Loqueleo, los usuarios podrán
encontrar el catálogo de casi 300 títulos integrado por la colección de lo que
fue Alfaguara Infantil y Juvenil y en el mediano plazo estarán disponibles los
libros en formato electrónico en las plataformas Santillana Compartir y Sistema
Uno Internacional.
Asimismo se pondrá en marcha un proyecto que consistirá en
la creación de un sistema para los docentes, el cual estará disponible durante
el primer trimestre de 2016 y permitirá evaluar a los alumnos.
La comunidad virtual en las principales redes sociales como
Facebook y Twitter buscará informar a los pequeños sobre los beneficios de
leer, mostrar la obra de los autores que son parte de la red del sello
editorial, así como invitarlos a ser parte de las actividades y presentaciones.
“Estamos apostando también a la tecnología, porque nos dimos
cuenta hace unos cinco años que el mundo editorial ha cambiado mucho. Antes
leías un libro y lo platicabas; ahora lo comentas en tus redes sociales.
Existen nuevos soportes de lectura, ya no es sólo un libro de papel. En la
actualidad, las personas, pero sobre todo los niños, leen en un iPad, el móvil
o la laptop”, asegura Raúl González.
En 2013 se produjeron casi 3,000 libros electrónicos en
español, monto que representó un incremento de 60% respecto a 2012 y que dejó
una facturación de 16 millones de pesos
por la venta de ediciones digitales, según las últimas cifras disponibles en la
Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).
Por su parte, en el mismo año se imprimieron más de 330
millones de libros, de los cuales el sector público fabricó 57%, de acuerdo con
estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Los retos de una industria
Aunque la Encuesta Nacional de Lectura y Escritura 2015
realizada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta)
mostró una notable mejoría, al revelar que la cifra de los libros que leen los
mexicanos de manera anual creció a 5.3, la industria editorial aún enfrenta
severos problemas.
“La industria editorial en México vive hoy uno de sus peores
momentos. Las casas mexicanas producen y venden menos libros. Pero, el problema
más importante al que se enfrenta la industria editorial mexicana es la falta
de lectores”, aseguran Lucila Cruz Covarrubias y Pedro Aguila Pérez,
especialistas del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas
(CUCEA) en su análisis El libro frente al mercado editorial.
Otro factor que agrava esta situación es la inversión. En
promedio, cada familia en México destina 0.19% de su gasto a la compra de
libros, según cifras del Inegi.
La situación para los editores empeora si se le agrega otro
factor: la piratería y el fotocopiado ilegal, que representa un daño económico
anual de 1,250 millones de pesos (mdp) para los vendedores de libros y 950
millones para los editores.
El concepto de fotocopiado ilegal evade cerca de 200 mdp en
regalías y en promedio se fotocopian entre 20 y 28 millones de libros, lo que
supone un daño valuado en 555 mdp, de acuerdo con estimaciones del Centro
Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro).
A pesar del complejo panorama, Juan Arzoz mantiene una
visión optimista acerca de la industria editorial nacional y confía en que Loqueleo
sabrá sortear los retos y la competencia, aun con la actual situación
económica.
“El mercado mexicano es un reto muy ambicioso. Por ello
somos conscientes del profesionalismo que existe en la competencia, pero
nosotros también nos dedicamos a hacer libros, y mientras existan niños
seguiremos ideando nuevas formas de llevar la educación y la literatura a
ellos, sin importar si son momentos de crisis o no.”
Nayeli Meza Orozco-Reportera Web de Forbes.com.mx.
Entusiasta de la economía y las finanzas, la cafeína y las historias que se
esconden en los números. Cree que escribir es una forma de vivir en piezas
separadas.
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