El oro se divorcia del petróleo y
afirma su estatus como valor de refugio
The wall street journal -martes, 23 de febrero
de 2016
El desplome de los precios del petróleo
ha sacudido los mercados financieros en todo el mundo y debilitado la relación
entre el crudo y el oro.
Mientras que los precios del
petróleo comenzaron el año con el pie izquierdo, cayendo el mes pasado por
debajo de los US$30 el barril luego de superar los US$100 en 2014, el oro ha
sido una de las pocas inversiones que han brillado. Tras alcanzar en diciembre
un mínimo de seis años, la cotización del metal dorado acumula un alza en torno
a 12% este año.
Históricamente, las cotizaciones
del petróleo y el oro han marchado al unísono. El alza del crudo desata temores
inflacionarios, elevando la demanda por el oro debido a su atractivo como
depósito de valor. La caída de los precios del petróleo y de la inflación se
traduce habitualmente en mayores ganancias para el sector manufacturero, lo que
aumenta la demanda de acciones a expensas del oro.
“El oro y el crudo han estado
excepcionalmente desacoplados en los últimos tres meses”, dice Gnanasekar
Thiagarajan, director de Commtrendz Risk Management. “De otra forma, el oro y
el crudo habrían tenido una correlación positiva durante los últimos cinco
años, con la salvedad de algunos períodos breves”.
Lo que puede haber cambiado en
esta ocasión es que los precios del crudo han caído lo suficiente para alterar
la percepción de riesgo de los inversionistas: las petroleras que cotizan en
bolsa y los bancos que las han financiado parecen en riesgo de colapsar. “El
descenso en los precios del petróleo tiene un impacto de corto plazo negativo
en los mercados bursátiles mediante varios canales”, dice John Davies, director
de estudios de commodities de BMI Research. El declive de la liquidez global a
medida que caen las reservas en moneda extranjera de los países exportadores de
petróleo ha golpeado los activos de riesgo global, añade, propagando el
contagio más allá de las acciones, a los bonos chatarra de empresas
estadounidenses.
En otras palabras, la turbulencia
en los mercados. Cuando arrecia la tormenta, los inversionistas corren a
refugiarse en el oro.
La incertidumbre económica ha
provisto un beneficio adicional para el oro al aumentar la cautela de la Reserva
Federal de Estados Unidos sobre nuevas alzas en las tasas de interés. La Fed
elevó las tasas de corto plazo en diciembre después de tenerlas en cero durante
siete años, lo que ayudó a provocar un retroceso del oro, que llegó a su menor
nivel en seis años.
“Hay una creciente creencia de
que la Reserva Federal puede sentir la obligación de revertir el curso y
reanudar la flexibilización cuantitativa”, señala Eddie Perkin, director de
inversión en renta variable de Eaton Vance.
En las últimas jornadas, los
precios del crudo han repuntado ante la esperanza de que se alcance un acuerdo
sobre límites de producción. Esta semana, los mercados asiáticos mostraron una
semblanza de estabilidad. Los inversionistas parecieron reconfortados por el
fortalecimiento del yuan frente al dólar, además de un incremento de los
préstamos en yuanes. El oro, en tanto, cayó de US$1.260 la onza, su mayor nivel
en un año, a menos de US$1.200 la onza, pero la semana pasada se recuperó
ligeramente. Ayer, cerró a US$1.210 la onza troy en la Bolsa Mercantil de Nueva
York.
Como un calco del comportamiento
de esos activos, las bolsas reaccionaron positivamente a los últimos datos
sobre las perspectivas económicas de EE.UU., incluidos signos de la elusiva
inflación y un alza del gasto del consumidor. Esos datos impulsaron los precios
de las materias primas y de las acciones. El Promedio Industrial Dow Jones y el
Nasdaq ganaron 1,4% cada uno. Las empresas de materias primas lideraron el
repunte.
BMI Research no anticipa un nuevo
colapso del mercado y prevé que el precio del oro oscile entre US$1.300 y
US$1.400 la onza.
Aunque el beneficiario más obvio
de la divergencia en los precios de los activos ha sido el oro, otros metales
como el cobre y el aluminio también parecen haberse desacoplado de las bolsas.
Una baja en las acciones chinas
ha sido considerada como un preludio de un descenso en los metales
industriales, puesto que las restricciones sobre el corretaje especulativo de
acciones ha llevado a los operadores a apostar contra los metales. En las
últimas semanas, no obstante, estos han subido aunque las acciones han seguido
perdiendo terreno. Los precios a tres meses del aluminio, el zinc y el cobre
han aumentado 6,2%, 15% y 5,7%, respectivamente, frente a sus niveles mínimos
de varios años.
“Estamos alcanzando el punto en
el que los mercados podrían experimentar una recuperación”, señaló Daniel
Hynes, analista de ANZ Bank. “Eso quiere decir que los metales base están mejor
posicionados y el fondo no está tan distante”.
La Oficina Estatal de Reservas de
China, la agencia que mantiene los inventarios de metales esenciales para la
economía, adquirió 150.000 toneladas de cobre que estaban en manos de
fundiciones a comienzos de enero, señala Helen Lau, analista de Argonaut
Securities. La medida se produjo después de que los productores chinos de
metales solicitaran a fines del año pasado que la entidad comprara excesos de
metales como cobre, aluminio y níquel.
Las suspensiones de producción de
los gigantes mineros Freeport y Glencore, que empezaron durante el cuarto
trimestre y se extenderán por 18 meses, podrían eliminar unas 400.000 toneladas
de suministro de concentrado de cobre en 2016, añade la analista. El cobre es
el metal base más importante sujeto a apuestas a favor de una caída en el
precio de parte de los inversionistas.
“Los metales industriales han
empezado a caer de cara a un declive de los mercados de acciones y parecen
haber tocado fondo, al menos en forma transitoria”, aseveró Robin Bhar,
director de investigación de metales de Société Générale CIB, quien agregó que
es probable que una recuperación más sostenida sólo se produzca hacia finales
de año.
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