Dorelia Barahona narra los infortunios de los escritores
FORBES-26 de Febrero de 2016
Una humanidad con pocos recursos
para la vida real, aunque sí con grandes recursos para la vida ficticia, dice
Dorelia Barahona de los escritores, que “podemos escribir y resolverle la vida
a todos los personajes, pero no podemos resolver la nuestra…”
Me dejó mudo. De pronto, la
confesión de Dorelia Barahona me dejó mudo:
“¿Sabes?, por razones personales,
pero también por edad, estoy en un momento en el que termino una gran etapa de
mi vida y empiezo otra. Sé que las cosas irán bien. Hoy, estoy más segura que
nunca de que quiero seguir escribiendo, de que tengo confianza en lo que
escribo.”
Dicho esto, Dorelia Barahona
guardó silencio. Yo también: de pronto, me habían dejado desarmado sus
palabras. Verán, aquí estaba ella, Dorelia Barahona, una de la más reconocida
escritoras de Costa Rica, confesándome con una sinceridad de plomo, real,
verdadera, el sentir actual de su vida. Ella había llegado a México, procedente
del país centroamericano, para presentar la edición mexicana de Los deseos del
mundo, uno de sus libros más importantes que Editorial Terracota ha puesto ya
en circulación aquí.
Hija de mallorquina y
costarricense, Dorelia nació en Madrid (España), pero vive desde muy niña en la
nación centroamericana, país que la adoptó, la hizo una de las suyas, en donde
ha desarrollado su vida y trayectoria, y que ahora la consagra como una de las
voces más destacadas de su generación en la literatura tica.
Con justa razón. Viajera y
agricultora de corazón, ella prácticamente ha ejercido todos los género
literarios —ha escrito poesía, novela, cuento, teatro, y ha escrito artículos
periodísticos—; como es obvio, en algunos casos con mejores resultados que en
otros. Y no sólo eso: en sus inicios se adentró en las artes visuales, y dedica
gran parte de su tiempo a la filosofía, materia que imparte a universitarios.
Pero, además, es una agitadora cultural nata, pues ha organizado numerosos
proyectos en favor de la lectura y para el desarrollo editorial en el país.
Así que era una tarde de febrero
cuando Dorelia me confesó que ahora tenía más confianza en lo que escribía, que
estaba segura de que quería seguir escribiendo, de lo bien que irán las cosas,
de su situación de vida, pero, sobre todo, era una tarde de febrero cuando ella
me contó algunos secretos y pormenores de Los deseos del mundo.
§§§
La historia de fondo es sencilla:
tres escritores y una colega se reúnen a escribir un cuento pornográfico, pero
terminan contando sus vidas, con todo lo que ello significa: se narran unos a
otros sus dichas y sus desdichas, sus horas y sus días, sus antepasados y sus
recuerdos y el recuerdo de los antecesores. De igual forma se cuela el sexo, el
erotismo, el amor y las despedidas, hasta los espíritus tienen que ver con los
protagonistas o con los narradores o con sus padres o abuelos…
Descrita de esta forma, Los
deseos del mundo parece sencilla, a primera vista, en su estructura. Pero no lo
es.
En realidad es una novela
polifónica. El narrador omnisciente se oculta para dar la oportunidad a otras
voces de contar esas historias ligadas, que giran alrededor de los personajes;
todos ellos llenos de soledad, fracasos, incomunicación…
Hablamos de la novela dentro de
la novela, dentro de la novela, me dijo en cierto momento Dorelia. “Está la
mía, que es la uno; la dos es mientras escriben ellos, y la tres es
precisamente lo que escriben ellos… Por eso la imagen que pongo es la de una
serpiente mordiéndose la cola, porque es un inicio que tiene un final que tiene
un inicio, como son todos los deseos individuales que conforman este gran deseo
social, cultural, que se llama ‘Los deseos del mundo’.”
Eso sí: “El interés pornográfico
pasa a ser erótico, y pasa a ser ideológico, y pasa a ser filosófico, como en
la vida… Para mí nada está separado de nada”, me dijo Dorelia más adelante.
Dicho de otro modo: el erotismo
es un tema que es secundario en la novela, pero es sumamente importante porque
refleja la realidad de nuestros días:
—Es como el camino a reflejar la
incomunicación entre los hombres y mujeres, el gran silencio, el gran vacío que
existe, la suma de prejuicios tan grande que hay… Más que satisfacción de los
deseos, es como una cuenta de deseos no satisfechos. Parece que las vidas son
eso: un recuento de deseos no satisfechos, no dichos, no expresados.
La novela también tiene otro
trasfondo:
—Mi intención era mostrar el
mundo íntimo de los escritores para los lectores…
Dijo esto Dorelia, y soltó una
risita.
—¿A qué me refiero? —añadió aún
con la sonrisa en el rostro—. Fácil: ¿qué pasa cuando los escritores están
escribiendo? Yo quería que el lector pudiera meterse dentro de la cocina, en el
taller donde se hacen las cosas; que pudiera mirar esta humanidad «caliente»
que son los escritores, ¡que somos los escritores! Sí, esta humanidad limitada
con pocos recursos para la vida real, aunque sí con grandes recursos para la
vida ficticia. Porque resulta que los escritores podemos escribir y resolverle
la vida a todos los personajes, pero no podemos resolver la nuestra… Este
sentido era el que yo quería dejar plasmado. Al final, este grupo parece que se
va transformando en un recuento de carencia, de seres incompletos.
—No deja de resultar curioso que
la vida de algunos escritores llame ahora tanto la atención.
—Es cierto. Creo que hay una
especie de morbosidad por saber y conocer la vida de los escritores; llámalo
interés, si tú quieres… A la gente le atrae saber cómo se cocina el arroz, qué
pasa en la mente y qué pasa en la vida diaria de las personas que escribimos.
En lo personal, yo tengo una vida conventual, ja-ja…
—Ja-ja… Es interesante esto que
dice de los escritores…
—Es que es cierto. ¿Cómo
invitaría yo a leer Los deseos del mundo? Por ahí: que vean cómo viven los
escritores este infortunio de ser poderosos con las palabras, pero muy
limitados en la vida personal… Escribir amerita muchas horas frente a una
computadora en soledad… Para ser un buen escritor, yo creo que se necesita un
gran aislamiento. Así que no es raro que cuando uno termine de escribir algo,
trate de buscar la fiesta, porque se nos da la maníaca… Entonces el
acercamiento que hago en este libro es para abrir una especie de rendija, o ser
un voyeurista, al proceso creativo de los escritores…
—¿Se parecen los escritores de un
país a otro?
—No. Hay acentos diferentes. De
una cosa sí estoy segura: los escritores no están aislados de los procesos
sociales y culturales; sí, son el reflejo de la sociedad en la que se vive. Una
cosa que he visto en México es que aquí sí existe un gusto por la conversación,
por el idioma, por la cultura literaria, por la historia… Es un gusto más
visible que en Costa Rica; allá no hay nada semejante. No son estas grandes
conversaciones… Incluso, la literatura es más de acción, porque el tico vive
más afuera… De hecho, y no sé si tiene que ver con la influencia
norteamericana, allá se da más un gusto por el hiperdeporte: todo mundo corre,
todo mundo anda en bicicleta… Eso de fumar y beber café o tequila, cada vez es
menos…
—Sí-sí, tiene razón. Ahora todo
es muy saludable…
—Eso parece… Pero, a lo que voy,
es que sí existen diferentes acentos entre los escritores… Ahora, te aclaro:
mis personajes no son escritores costarricenses, como tampoco está ambientada
en Costa Rica. Son mis “escritores”, los que yo inventé, y puede ser que estén
en Buenos Aires, o Madrid, o en la Ciudad de México. Aunque, es cierto, es una
novela ambientada en un país pequeño, pues el narrador empieza diciendo que es
un país de provincia…
—La filosofía también tiene un
papel importante en su obra.
—¡Por supuesto! Para mí, la
filosofía sirve como base para la literatura, para mi literatura. Yo escribo de
temas actuales, no de la historia o crónicas históricas… Los personajes me
sirven para exponer temas filosófico, ¿qué quieres que diga? Me definí por el
camino. ¿Qué implica? Para empezar, no es una literatura fácil. No es una
literatura que me dará fama, dinero. Nunca me haré millonaria con lo que
escribo, lo sé. Pero esto es lo que soy. Es lo que me gusta. Ya no me agobio. Y
sobre todo, ya no dudo del camino que he decidido seguir. Soy más madura.
—Permítame una última pregunta:
¿cómo es su relación actual con la filosofía? Me parece que ahora ésta se mueve
por caminos raros…
—Soy ambivalente, como buena
filósofa, ja-ja. Porque, por un lado, siento que la filosofía ha perdido los
grandes temas, y ahora se dedica como a la miscelánea, se dedica a hablar de
todo lo que tiene enfrente… Supongo que van a pensar mal de mis prejuicios,
pero, por ejemplo, estamos exagerando en hacer filosofía de los derechos de los
animales. Un rato está bien, pero no lo hagamos un tópico. (Ahora ya existe una
serie de subtópicos filosófico muy domésticos; al menos así lo percibo.) Por
otro lado, y esto me parece más excitante, también existe toda la parte de fusión
entre la filosofía, las neurociencias, la experiencia cognitiva; son
asociaciones que me parecen muy interesantes. Éticamente, son desafíos para las
sociedades, para el futuro. Me interesa mucho todo esto… Me causa un gran
agobio, porque siento que cada vez somos menos libres los seres humanos. Y, en
el fondo, la filosofía nace para eso, para respaldar y mantener la libertad del
ser humano…
José David Cano-Oficios
ejercidos: reportero, editor, jefe de información, periodista. De vocación
iconoclasta. Con una curiosidad fulgurante: quiere ver, y conocer, y tocar, y
frecuentarlo todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario