El miedo más común y poderoso de
todos: miedo a la grandeza
FORBES- 25 de Febrero de 2016
Miedos existen muchos. Y uno muy
conocido es el miedo al fracaso, que muchas veces sirve de disfraz al más
grande de todos: el miedo a la grandeza. Te voy a explicar cómo y por qué se
disfraza.
Una de las herramientas con las
que trabajo es el coaching. Esta poderosa herramienta, combinada con algunas
otras, me permite ahondar en la forma de ser, hacer, sentir y pensar de
aquellos a quienes ayudo a crecer, lo que en la práctica me permite ver algunos
aspectos que se repiten como patrones en distintos individuos.
Una constante de trabajo en
coaching es “vencer miedos”. Y de éstos existen muchos. Posiblemente uno de los
más conocidos es el miedo al fracaso, pero muchas veces éste esconde al más
grande de todos: el miedo a la grandeza, un miedo que tienen muchos, muchísimos
individuos, y que se disfraza con este “miedo al fracaso aparente”. Te voy a
explicar por qué.
A diferencia de muchos, muchos
coaches, yo no practico (aunque la he estudiado a profundidad) la programación
neurolingüística (PNL), porque he podido comprobar, una y otra vez, que el
hombre se acondiciona y resignifica a sí mismo. (Lo que cada quien pensó de sí
mismo, en cierta edad cambia, así como nosotros cambiamos y nos
resignificamos.)
Lo que para la PNL es
programación, para mí no es otra cosa que significación y resignificación
profunda. Y el tema no es para elevarnos en teorías, sino para encontrar qué
funciona y cómo funciona, pues lo más importante es ser útil y servir a los
demás individuos.
Por ello te he de explicar qué
sucede con este, quizás, el miedo más común de emprendedores, empresarios y
todo aquel que siente que para él el futuro le tiene preparado algo.
El miedo a la grandeza funciona
así:
Se oculta detrás del miedo al
fracaso porque éste es el más fácil de “descubrir” de manera aparente, pero
detrás hay patrones recurrentes que deben ser “cubiertos” por la persona para
que su vida tenga la dirección y el sentido “que corresponde”.
No es que el miedo sea a fracasar
en sí, sino a no cumplir con una dirección y sentido personal previos, que
implique fallarle a alguien importante para nosotros o fallarnos a nosotros
mismos.
Es más el miedo a la luz, a la
grandeza, a darte cuenta de que lo que está destinado para ti puede ser mucho
más imponente de lo que crees, y entonces la persona decide tener miedo, además
de seguir cumpliendo con la principal cobertura: “el miedo al fracaso”, que
normalmente se acompaña de decepción para alguien importante para nosotros.
Antes de darte este ejemplo debo
contarte cómo es que una significación profunda se instala como creencia en la
mente. Y es muy simple: la mente debe estar abierta y dispuesta junto con la
emoción, para permitir que se signifique o escriba lo que se quiere en “el
disco duro”. Imagina que es como las paletas que te ayudan a seguir jugando en
un pinball, pero que en este caso ambas estuvieran empalmadas; una es la razón
(esta serie de juicios lógicos) y otra es el sentimiento (que impacta en las
emociones y la fisiología mediante la química cerebral).
Si sólo una de las partes
permitiera el paso, quizá la otra paleta estaría cerrada, lo que no permitiría
que se escribiera nada en nuestro disco duro, pues esto sólo funciona cuando
las dos paletas están abiertas, o dispuestas a dejar pasar esa bola o concepto
que significará nuestras vidas.
Imagina esta historia:
Un niño está emocionalmente
impactado porque en la escuela los compañeros lo molestaron. Su padre ha tenido
un mal día y siente frustración por un problema de trabajo. El niño requiere
consuelo y apoyo, pues mental, emocional y fisiológicamente está abierto y
receptivo “vulnerable”, pero su intención y sentido es sencillamente sentir un
estado natural de aprobación y consuelo de un padre que ha tenido un mal día.
Sin querer, este niño tira la leche a la hora de la cena, y el padre descarga
su emoción con la frase a manera de pregunta: ¿Qué, eres inútil, o crees que
podemos comprar mil botes de leche para que los tires todos?
Así, un niño que por un momento
requería de consuelo, recibe –sin saberlo– un impacto significativo porque
ambas paletas estaban abiertas, y su mente, su emoción y su fisiología tenían
la apertura suficiente para confundir el estado de intención, dirección y
sentido personales.
Pero ¿por qué te cuento y explico
todo esto? Porque es importante que comprendas que en tu mente pueden existir
flechas grandes, esos deseos e intenciones maravillosas que deseas, como hacer
una gran empresa, ayudar y servir a la gente o generar muchos millones, pero
que pueden venir acompañadas de otras cientos de flechas que apuntan en otra
dirección y que pueden estar generando un autosabotaje si no son tratadas.
Así, en este ejemplo podemos ver
que alguien puede decir que su miedo es al fracaso, cuando en realidad sólo es
miedo a no cumplir y cubrir los parámetros que su padre marcó en alguna
ocasión.
Pero te debo recordar algo: esto
sólo es una significación que se raya en el disco. No es una programación, sino
una condición lingüística, pero que debe ser reforzada por la persona en
momentos de dudas, de emociones encontradas o de afirmaciones personales (por
eso, para mí, no existe la programación, sino el acondicionamiento), porque
debemos funcionar con las ideas que nosotros creemos y pensamos de nosotros
mismos.
Así, pues, si el sentimiento de
aceptación y consuelo está trastocado por una significación personal en
“nuestra contra”, no podemos dirigir y conducir los tres estados para crear una
realidad en nuestro favor.
Alinear flechas en una sola
dirección
Las “flechas” mentales chicas
(las creencias) y grandes (deseos) deben tener direcciones y sentidos en favor
de las personas; de esa manera, cada quien estará en una posición de poder para
transformar su propia realidad.
Sencillamente debemos trabajar en
reacondicionar nuestra mente, en resignificarla para que los miedos no se
escondan en dimensiones distintas, pues si aclaramos el mundo interior,
aparecerá el mundo exterior que queremos.
Alejandro Meza-Coach fundador de
Impulso Humano México. Desarrollador de metodologías poco convencionales en
Coaching y Capacitación para organizaciones y empresarios.más común y poderoso de
todos: miedo a la grandeza
FORBES- 25 de Febrero de 2016
Miedos existen muchos. Y uno muy
conocido es el miedo al fracaso, que muchas veces sirve de disfraz al más
grande de todos: el miedo a la grandeza. Te voy a explicar cómo y por qué se
disfraza.
Una de las herramientas con las
que trabajo es el coaching. Esta poderosa herramienta, combinada con algunas
otras, me permite ahondar en la forma de ser, hacer, sentir y pensar de
aquellos a quienes ayudo a crecer, lo que en la práctica me permite ver algunos
aspectos que se repiten como patrones en distintos individuos.
Una constante de trabajo en
coaching es “vencer miedos”. Y de éstos existen muchos. Posiblemente uno de los
más conocidos es el miedo al fracaso, pero muchas veces éste esconde al más
grande de todos: el miedo a la grandeza, un miedo que tienen muchos, muchísimos
individuos, y que se disfraza con este “miedo al fracaso aparente”. Te voy a
explicar por qué.
A diferencia de muchos, muchos
coaches, yo no practico (aunque la he estudiado a profundidad) la programación
neurolingüística (PNL), porque he podido comprobar, una y otra vez, que el
hombre se acondiciona y resignifica a sí mismo. (Lo que cada quien pensó de sí
mismo, en cierta edad cambia, así como nosotros cambiamos y nos
resignificamos.)
Lo que para la PNL es
programación, para mí no es otra cosa que significación y resignificación
profunda. Y el tema no es para elevarnos en teorías, sino para encontrar qué
funciona y cómo funciona, pues lo más importante es ser útil y servir a los
demás individuos.
Por ello te he de explicar qué
sucede con este, quizás, el miedo más común de emprendedores, empresarios y
todo aquel que siente que para él el futuro le tiene preparado algo.
El miedo a la grandeza funciona
así:
Se oculta detrás del miedo al
fracaso porque éste es el más fácil de “descubrir” de manera aparente, pero
detrás hay patrones recurrentes que deben ser “cubiertos” por la persona para
que su vida tenga la dirección y el sentido “que corresponde”.
No es que el miedo sea a fracasar
en sí, sino a no cumplir con una dirección y sentido personal previos, que
implique fallarle a alguien importante para nosotros o fallarnos a nosotros
mismos.
Es más el miedo a la luz, a la
grandeza, a darte cuenta de que lo que está destinado para ti puede ser mucho
más imponente de lo que crees, y entonces la persona decide tener miedo, además
de seguir cumpliendo con la principal cobertura: “el miedo al fracaso”, que
normalmente se acompaña de decepción para alguien importante para nosotros.
Antes de darte este ejemplo debo
contarte cómo es que una significación profunda se instala como creencia en la
mente. Y es muy simple: la mente debe estar abierta y dispuesta junto con la
emoción, para permitir que se signifique o escriba lo que se quiere en “el
disco duro”. Imagina que es como las paletas que te ayudan a seguir jugando en
un pinball, pero que en este caso ambas estuvieran empalmadas; una es la razón
(esta serie de juicios lógicos) y otra es el sentimiento (que impacta en las
emociones y la fisiología mediante la química cerebral).
Si sólo una de las partes
permitiera el paso, quizá la otra paleta estaría cerrada, lo que no permitiría
que se escribiera nada en nuestro disco duro, pues esto sólo funciona cuando
las dos paletas están abiertas, o dispuestas a dejar pasar esa bola o concepto
que significará nuestras vidas.
Imagina esta historia:
Un niño está emocionalmente
impactado porque en la escuela los compañeros lo molestaron. Su padre ha tenido
un mal día y siente frustración por un problema de trabajo. El niño requiere
consuelo y apoyo, pues mental, emocional y fisiológicamente está abierto y
receptivo “vulnerable”, pero su intención y sentido es sencillamente sentir un
estado natural de aprobación y consuelo de un padre que ha tenido un mal día.
Sin querer, este niño tira la leche a la hora de la cena, y el padre descarga
su emoción con la frase a manera de pregunta: ¿Qué, eres inútil, o crees que
podemos comprar mil botes de leche para que los tires todos?
Así, un niño que por un momento
requería de consuelo, recibe –sin saberlo– un impacto significativo porque
ambas paletas estaban abiertas, y su mente, su emoción y su fisiología tenían
la apertura suficiente para confundir el estado de intención, dirección y
sentido personales.
Pero ¿por qué te cuento y explico
todo esto? Porque es importante que comprendas que en tu mente pueden existir
flechas grandes, esos deseos e intenciones maravillosas que deseas, como hacer
una gran empresa, ayudar y servir a la gente o generar muchos millones, pero
que pueden venir acompañadas de otras cientos de flechas que apuntan en otra
dirección y que pueden estar generando un autosabotaje si no son tratadas.
Así, en este ejemplo podemos ver
que alguien puede decir que su miedo es al fracaso, cuando en realidad sólo es
miedo a no cumplir y cubrir los parámetros que su padre marcó en alguna
ocasión.
Pero te debo recordar algo: esto
sólo es una significación que se raya en el disco. No es una programación, sino
una condición lingüística, pero que debe ser reforzada por la persona en
momentos de dudas, de emociones encontradas o de afirmaciones personales (por
eso, para mí, no existe la programación, sino el acondicionamiento), porque
debemos funcionar con las ideas que nosotros creemos y pensamos de nosotros
mismos.
Así, pues, si el sentimiento de
aceptación y consuelo está trastocado por una significación personal en
“nuestra contra”, no podemos dirigir y conducir los tres estados para crear una
realidad en nuestro favor.
Alinear flechas en una sola
dirección
Las “flechas” mentales chicas
(las creencias) y grandes (deseos) deben tener direcciones y sentidos en favor
de las personas; de esa manera, cada quien estará en una posición de poder para
transformar su propia realidad.
Sencillamente debemos trabajar en
reacondicionar nuestra mente, en resignificarla para que los miedos no se
escondan en dimensiones distintas, pues si aclaramos el mundo interior,
aparecerá el mundo exterior que queremos.
Alejandro Meza-Coach fundador de
Impulso Humano México. Desarrollador de metodologías poco convencionales en
Coaching y Capacitación para organizaciones y empresarios.
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