La clave del éxito:
hacer fácil hasta lo extraordinario
FORBES- 17 de Febrero de 2016
¿Cómo hacerlo? La única forma en que la
realidad se crea es alineando la mente, las emociones y las acciones en una
sola dirección. Y te aseguro que es más fácil de lo que crees.
Comenzar un negocio en la cocina
de tu departamento de 60 metros cuadrados y ganar el premio Entrepreneur of the
Year al año siguiente. Soñar con ganar los premios grandes de programas de
concursos televisivos y conseguir un récord 3 de 3. Crear el trabajo de tus
sueños y ganar el premio Trip Advisor mientras vives de comer, platicar y
pasear con la gente. Duplicar tu sueldo en menos de 3 meses aprendiendo
negociación estratégica. Pensar en tener una carreta de jabones artesanales en
un centro comercial y terminar dos años después siendo un gran distribuidor
para el sur de EU. Construir una cabaña con tus propias manos en 6 meses sin
tener un peso el día uno. Vencer el miedo y vender todos los espacios de una
expo internacional, que no se ha hecho nunca, sin haber nunca vendido nada… y
todo hacerlo desde cero puede ser verdaderamente fácil de hacer.
Me vas a decir que es una locura,
pero no lo es tanto, porque esto sucede al construir la realidad personal
mediante estructuras procesales simples, actuando constantemente en cosas
sencillas mental, emocional y físicamente.
Sí, es verdaderamente sencillo, y
así lo narran distintas personas a quienes he ayudado a crearlo desde cero.
Todo es tan fácil como se dice, porque tras recapitularlo, más del 98% de todo
lo que se hizo fueron acciones simples. Y te voy a explicar por qué.
3 estados de creación de la
realidad
La realidad se define por 3
estados: emocional, mental y físico, y sólo se debe trabajar en los tres,
llevando a cabo acciones simples mientras se camina. Es ésta la única forma en
que la realidad se crea: alineando la mente, la emoción y las acciones en una
sola dirección, lo cual es relativamente sencillo.
Y no importa que nunca hayas
hecho nada, porque, al final, para todos puede existir la grandeza; sólo tienes
que pararte de tu asiento y reclamarla.
No digo que no implica ningún
esfuerzo, tampoco, pero lo que sí sé y te puedo decir por experiencia es que es
mucho, pero mucho, muchísimo más fácil de lo que tú crees.
La clave
Caminar en los 3 estados para la
creación de la realidad. Con ejercicios emocionales, mentales y físicos
(acciones simples).
La anécdota
Hace un par de meses, una señora
se paró en medio de una conferencia y me preguntó ¿cuál era la clave de mi
éxito como coach, por la que la gente “normal” conseguía grandes resultados?
Primero le hice darse cuenta de
que no eran normales. “Nadie es normal visto de cerca, señora.”
Después le enseñé cómo hacer que
las acciones “se hagan fáciles” o incluso cómo las acciones fáciles se
convierten en extraordinarias.
La señora se quejaba de no tener
buena facturación en su negocio, y yo le pregunté:
–¿Es que usted no sabe hablar por
teléfono?
–¿Cómo? –me dijo.
–¿Sabe usted agarrar el teléfono
y marcar y luego hablar? –le pregunté.
–Sí –me dijo, sin entender nada,
lo cual se notaba.
–Si yo le pongo a hacer 50
llamadas diarias, lo único que voy a conseguir es que usted me mande a la
fregada al cuarto día. ¿Está de acuerdo? Por eso mejor le voy a pedir algo tan
fácil que sería difícil no hacerlo: sólo una llamadita diaria –pero aquí viene
lo sabroso– a alguien que no conoce. Una sola llamada los días de trabajo ¿le
parece bien?
“OK. Mire señora, también le voy
hacer un ejercicio: usted va a vender algo hoy, haciendo lo que sabe hacer,
pero de una forma diferente, ¿le parece bien? Y le voy a comprobar que con una
acción que usted sí sabe hacer puede conseguir lo que quiere. Además de
conducirla hacia lo extraordinario y todo aquí frente a la gente, ¿OK?
“Dígame cómo vende normalmente.”
–No, pues, yo les digo lo que tengo
a la gente, y en qué les ayuda.
–¡Ah!, entonces usted le dice su
producto a la gente y ve si la gente lo quiere, ¿no es así?
–Sí –contestó.
–Mire, saque el teléfono y dígame
el nombre de su comadre. ¿Lo puede hacer?
–Sí –contestó.
–Márquele y dígale que está
conmigo.
La señora, con cara de
incredulidad, lo hizo, y tras broma y broma me la pasó. Yo la saludé, cruzamos
dos o tres palabras que la hicieron sentirse segura, le pasamos al joven de
junto, a quien luego involucramos en el siguiente ejercicio, y luego colgamos.
–Fíjese cómo acabamos de hacer
algo extraordinario con algo que sabemos hacer y es simple, ¿cierto? Ésa es una
acción fácil, ¿cierto?
–Sí –me dijo.
–OK, usted sabe hablar por
teléfono. ¡Ya la hicimos!
“Ahora le voy a enseñar a hacer
algo que nunca ha hecho, pero con lo que sí sabe hacer: pídale el teléfono al
joven de junto, va a buscar el número que le digamos y va a marcar. Usted me va
a hacer caso en lo que le diga, y nunca, pero por nada del mundo, va a
mencionar que usted quiere venderle algo, y menos el producto, ¿OK? Porque eso
es lo que hace normalmente y me dice que no le resulta, ¿cierto?”
La señora se quedó anonadada.
–Ahora mira tú –le dije al joven
de junto–, dame tu teléfono. Dime una persona mujer mayor de 45 años a la que
la señora pueda hablarle.
Ambos estaban impactados.
La señora habló con una persona
que no conocía y que resultaba la abuela del joven, y le dijo que estaba
conmigo, y le dijo que debía mostrarle lo que ella hacía, porque tanto ella,
como yo, y como su nieto (el que prestó el celular) sabíamos que le iba a
encantar lo que le debía mostrar, y que por eso le hacíamos la llamada.
También le dije que le preguntara
si estaba dispuesta para ello. Ella, después de un rato de comentarle el
asunto, comentó que sí, claro que sí, porque le parecía verdaderamente
fenomenal la llamada y la situación.
Tomé el teléfono, y le dije:
–Señora, ¿estaría dispuesta a
darnos 200 pesitos para llevarle este regalito que hace la señora? Quiero que
sepa que se lo vamos a regalar tanto su nieto como yo, pero le pido esos 200
pesitos porque debemos pagar el taxi; ya sabe, los gastos. ¿Estaría usted
dispuesta a darle a la señora esos 200 pesos?
–Claro que sí, pero dígame
¿cuándo va a venir? –preguntó la señora–, porque me muero de la curiosidad.
La reflexión
La realidad es que muchas veces
lo que tenemos que hacer es fácil, pero desde una perspectiva y forma que nunca
lo hemos hecho.
Los grandes resultados se dan al
realizar algo fácil, pero que nunca se ha hecho. Por ello, lo que crees
difícil, no es más que una quimera mental, una falsedad a la que le das
justificaciones para no dejar salir la grandeza interna, para no detonarla, para
no sacar la creatividad o las posibilidades.
A veces la clave es fácil: quiero
que hable todos los días con alguien a quien no conoce y le pida una cita o
verle para mostrarle algo con lo que se puede beneficiar.
Es hacerlo fácil, porque –como le
dije a la señora aquel día– si yo le pido hacer 40 llamadas diarias, al cuarto
día me manda a la fregada. Prefiero terminar el año con 300 clientes
potenciales nuevos que con una persona que cree que estamos haciendo algo muy
difícil.
A veces el punto es hacer algo
“lo suficientemente fácil” como para que sea verdaderamente difícil no hacerlo,
y si nos acostumbramos a ello, que es algo relativamente sencillo, la grandeza
saldrá de nosotros.
Todo se construye y es fácil
construirlo cuando se trabaja en el plano mental, emocional y físico.
Alejandro Meza-Coach fundador de
Impulso Humano México. Desarrollador de metodologías poco convencionales en
Coaching y Capacitación para organizaciones y empresarios.
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