¿Debe el jefe motivar al empleado?
Cinco
Días - jueves, 18 de febrero de 2016
Hay empleados proactivos, constructivos y
vitales; pero por el contrario, los hay pasivos, poco efectivos y que hacen de
la queja su seña de identidad. La diferencia entre unos y otros, de qué
depende. ¿Es el papel del directivo motivar al profesional que trabaja en el
equipo? El profesor y experto en dirección de personas en las organizaciones
del IESE Pablo Maella lo tiene claro:la automotivación es la clave. “Los
profesionales que se sientan motivados en condiciones normales son más eficaces
que los que no lo están y, además, muestran una mayor satisfacción con la vida
en general”. Si bien las circunstancias externas pueden incidir en la
motivación hacia el trabajo, la actitud con la que se afronta depende sobre
cada uno mismo.
¿Cuáles son las claves para que un profesional
se automotive en el trabajo? O lo que es lo mismo, ¿cuál es el secreto para que
Abraham Lincoln, a pesar de sus numerosas derrotas electorales, acabase siendo
presidente de Estados Unidos? O para que Steve Jobs hubiera superado su despido
en Apple en 1985 para regresar años después y convertir a la compañía en el
gigante tecnológico que es hoy.
En primer lugar, señala Maella, es necesario
saber aceptar la realidad y a los demás tal y como son. Porque la
automotivación empieza por albergar expectativas realistas y adecuadas sobre el
trabajo y quienes le rodean. “En vez de exigir a las circunstancias y a los
demás que se amolden a sus deseos, acéptelos tal y como son y, a partir de ahí,
trate de modificar aquello que se puede mejorar”, explica el docente del IESE.
Tener conocimiento tanto de las fortalezas como
de las debilidades es importante. “A veces pensamos que el error es intolerable
en un buen profesional, algo desastroso, pero si no asumimos que podemos
equivocarnos sumaremos frustración y perderemos oportunidades de mejora”. Por
tanto, es clave ser consciente de los puntos fuertes y débiles, lo que
permitirá ser más efectivo y librará al profesional de caer en una posible
espiral de baja autoestima.
Otro aspecto clave es valorar los aciertos,
como no quejarse. Y aquí el profesor recomienda hacer el ejercicio de imaginar
que se es propietario de una franquicia de una cadena de comida rápida y que en
otro local se descubre una partida de carne en mal estado. “Usted no ha hecho
nada, pero su negocio se va a haber afectado. Ante esta situación, se pueden hacer
dos cosas:quejarse pasivamente por la mala suerte o ser proactivo y establecer
medidas concretas para minimizar el impacto negativo de la noticia”, añade.
Quejarse genera frustración en la medida en que no resuelve nada y “centra la
atención en lo que queda fuera de nuestro radio de acción”.
Valorar lo que se tiene y ser agradecido es
necesario, ya que el hedonismo psicológico es un mecanismo mental por el que
que cada persona se acostumbra con gran facilidad a los progresos en el trabajo
y, por tanto, se deja de valorar. Porque cuando el profesional pone el énfasis
en lo que le falta en vez de lo que tiene, acaba dejando que la desmotivación
se apodere de él.
Una actitud positiva contribuye a favorecer el
trabajo. Una investigación entre comerciales, según la citada escuela de
negocios, demostró que los vendedores más positivos facturaban un 90% más que
los que tenían una actitud negativa. La actitud que se adopta para afrontar una
situación o tarea influye en el resultado final. Ahora bien, el experto
recomienda no confundir positividad con ingenuidad y falta de realismo.
Según el psicólogo estadounidense, pionero en
la teoría de la fijación de objetivos, el profesor Ewin Locke, un reto es
motivador cuando se percibe que se puede alcanzar y va a suponer un
considerable esfuerzo. Además, cuanto más relevantes sean las metas, “más
motivados estaremos para lograrlas”.
Por tanto, fijarse objetivos trascendentales,
tales como aportar algo valioso a los demás, será más motivante que proponerse
un objetivo intrínseco (por ejemplo, el desarrollo profesional) o extrínseco
(un aumento de salario o una mejora de las condiciones laborales).
El emprendedor y las pistas de pádel
Un pequeño emprendedor, animado por el auge del
pádel, decidió abrir unas pistas en un polígono industrial en el que había un
gran número de empresas. Poco después, traspasó el local ante la falta de
clientes. La persona que se hizo cargo del negocio tuvo éxito. A diferencia del
antecesor, decidió promocionar activamente las pistas entre las empresas de la
zona, en vez de limitarse a abrirlas y a limitarse a esperar a que los clientes
decidan ir. “Solo el hecho de actuar en vez de esperar activa la rueda de la
motivación;esperar a los clientes es desmotivador”, afirma el profesor del IESE
Pablo Maella
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