¡A salvar el punto y coma!
Francia se ha enfrentado durante su historia a episodios tumultuosos, invasiones y ocupación, reformas y contrarreformas. Francia incorporó a la jerga histórica palabras como "terror" y "resistencia".
Pero hoy, gozando de uno de los períodos de de paz más largos de la historia europea, la tierra de Moliere y Verne, se ha visto abrasada por un patriotismo de fuego que va más allá de una contienda cualquiera.
Y, como ha ocurrido en otras ocasiones, el enemigo habla inglés.
Se trata de una campaña frontal y unificadora para salvar un elemento sin el cual Francia difícilmente podría sobrevivir como ente cultural. El punto y coma. O el point-virgule.
Signo de identidad
Al parecer, este signo de puntuación, que en el idioma de Shakespeare es una especie de transición de compromiso entre los dos puntos y el punto final, en el francés tiene una identidad propia.
Sin el punto y coma, "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust, por ejemplo, un hincha acérrimo de la voluptuosidad idiomática, sería difícil de leer.
La literatura francesa, sea de ficción o burocrática, usa al punto y coma como una pausa de respiro en oraciones largas, en pensamientos extensos, que son una costumbre en ese idioma.
Pero ese signo de puntuación tan útil y ubicuo, se ha convertido en una especie idiomática en peligro de extinción en el francés.
La brevedad de la redacción anglosajona parece haber invadido los textos más inocuos en Francia y eso ha molestado a muchos patriotas de la escritura.
"Para escribir oraciones largas, se necesita una pluma fuente exquisita y una buena hoja de papel" dice Claude Duneton al diario Times de Londres, en francés, por supuesto.
"Las oraciones breves vienen de un estilo anglosajón más directo, esto refleja la edad moderna y la necesidad de la rapidez", concluye.
Campaña
Pero hay quienes se oponen a la prisa en el idioma y culpan a inglés de semejante violación del territorio francés.
"El punto y coma está desapareciendo como los osos", dice Sylvie Prioul, coautora de un libro sobre el arte de la puntuación.
"A la gente no le gusta, los escritores le tienen miedo, los diarios ya no lo usan; es un poco triste", sentencia.
Prioul y otros escritores se han embarcado en una campaña para salvar el uso del punto y coma.
Y es que, para ellos, las oraciones complejas, la suma de pensamientos que se suceden en un mismo párrafo, tienen en el punto y coma un aliado del entendimiento y la claridad.
La campaña ha recibido un respaldo importante, proveniente del experto Alain Rey, autor del diccionario Robert, uno de los más importantes del francés.
"La puntuación no es ni de izquierda ni de derecha; trasciende la división política", sostiene Rey en rue89.com, una página de internet manejada por periodistas.
"Para mí, es el símbolo de una república que razona de forma correcta", sentencia el lingüista.
El "enemigo inglés", con su brevedad y su forma tan expeditiva de hablar y escribir, ¡no pasará!, parecen decir los activistas del point-virgule.
Incluso se podría formar una coalición de fuerzas, una entente cordiale con el castellano, por ejemplo, que lucha por salvar a la ñ del ostracismo en los teclados internacionales. La cosa la han tomado en serio, y parece que se trata de una guerra larga y truculenta, con una trinchera idiomática que sus defensores quieren convertir en inexpugnable, una escaramuza prolongada sin punto final a la vista.
Francia se ha enfrentado durante su historia a episodios tumultuosos, invasiones y ocupación, reformas y contrarreformas. Francia incorporó a la jerga histórica palabras como "terror" y "resistencia".
Pero hoy, gozando de uno de los períodos de de paz más largos de la historia europea, la tierra de Moliere y Verne, se ha visto abrasada por un patriotismo de fuego que va más allá de una contienda cualquiera.
Y, como ha ocurrido en otras ocasiones, el enemigo habla inglés.
Se trata de una campaña frontal y unificadora para salvar un elemento sin el cual Francia difícilmente podría sobrevivir como ente cultural. El punto y coma. O el point-virgule.
Signo de identidad
Al parecer, este signo de puntuación, que en el idioma de Shakespeare es una especie de transición de compromiso entre los dos puntos y el punto final, en el francés tiene una identidad propia.
Sin el punto y coma, "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust, por ejemplo, un hincha acérrimo de la voluptuosidad idiomática, sería difícil de leer.
La literatura francesa, sea de ficción o burocrática, usa al punto y coma como una pausa de respiro en oraciones largas, en pensamientos extensos, que son una costumbre en ese idioma.
Pero ese signo de puntuación tan útil y ubicuo, se ha convertido en una especie idiomática en peligro de extinción en el francés.
La brevedad de la redacción anglosajona parece haber invadido los textos más inocuos en Francia y eso ha molestado a muchos patriotas de la escritura.
"Para escribir oraciones largas, se necesita una pluma fuente exquisita y una buena hoja de papel" dice Claude Duneton al diario Times de Londres, en francés, por supuesto.
"Las oraciones breves vienen de un estilo anglosajón más directo, esto refleja la edad moderna y la necesidad de la rapidez", concluye.
Campaña
Pero hay quienes se oponen a la prisa en el idioma y culpan a inglés de semejante violación del territorio francés.
"El punto y coma está desapareciendo como los osos", dice Sylvie Prioul, coautora de un libro sobre el arte de la puntuación.
"A la gente no le gusta, los escritores le tienen miedo, los diarios ya no lo usan; es un poco triste", sentencia.
Prioul y otros escritores se han embarcado en una campaña para salvar el uso del punto y coma.
Y es que, para ellos, las oraciones complejas, la suma de pensamientos que se suceden en un mismo párrafo, tienen en el punto y coma un aliado del entendimiento y la claridad.
La campaña ha recibido un respaldo importante, proveniente del experto Alain Rey, autor del diccionario Robert, uno de los más importantes del francés.
"La puntuación no es ni de izquierda ni de derecha; trasciende la división política", sostiene Rey en rue89.com, una página de internet manejada por periodistas.
"Para mí, es el símbolo de una república que razona de forma correcta", sentencia el lingüista.
El "enemigo inglés", con su brevedad y su forma tan expeditiva de hablar y escribir, ¡no pasará!, parecen decir los activistas del point-virgule.
Incluso se podría formar una coalición de fuerzas, una entente cordiale con el castellano, por ejemplo, que lucha por salvar a la ñ del ostracismo en los teclados internacionales. La cosa la han tomado en serio, y parece que se trata de una guerra larga y truculenta, con una trinchera idiomática que sus defensores quieren convertir en inexpugnable, una escaramuza prolongada sin punto final a la vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario