Un solo mundo
César Hildebrandt
En Lima, el doctor Alan García cambia una ley para permitirse decidir cuándo las tropas del ejército pueden actuar en zonas no declaradas en emergencia. ¡Todo el poder para él!
En Roma, el ex neofascista Gianni Alemanno –preso en 1982 por haber pretendido incendiar la embajada soviética en Italia– gana las elecciones por la alcaldía de Roma. Su lema es este: “Volvamos a ser los dueños de casa”. Su propósito: lanzarse en contra de la inmigración.
“No me equivoqué en la política de lucha contra Sendero y el MRTA”, dice Alberto Fujimori en la sala del tribunal que lo juzga. “Y jamás ordené ejecuciones extrajudiciales”, añadió. Nunca se le había visto más satisfecho. La campaña contra Aprodeh y adjuntos parecía haberlo tonificado.
En la franja de Gaza, los israelíes lanzan un misil sobre una casa palestina. Mueren una madre y cuatro de sus hijos. La madre se llamaba Miyasar, esposa de Abu Mateg. Este llega después de la explosión y encuentra trozos de carne humana por todas partes. Los pequeños fueron Rudina (5 años), Hana (3), Saleh (4) y Musab (15 meses). El ejército israelí dice que disparó contra milicianos radicales. “Nadie ha visto milicianos por aquí”, dijo uno de los tíos de los niños. Cuando dice “aquí” se refiere a Beit Hanun, un miserable campo de refugiados al norte de Gaza.
Wálter Menchola, el congresista que fuera sancionado por tener una relación particular con la compacta estudiante universitaria Karen Kú, preside ahora la Comisión Investigadora de las Casas del Alba. Acaba de anunciar que una de sus prioridades será “investigar posibles nexos de esas instituciones con el MRTA”. El congresista ha tomado muy en serio su papel.
En Washington, los 41 senadores republicanos –con el candidato presidencial John McCain a la cabeza– logran vetar una ley que hubiese anulado un fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos que consagra, en la práctica, la diferencia salarial por motivos de género. La demanda que originó la sentencia fue presentada por Lilly Ledbetter, una empleada de Good Year que hacía lo mismo que sus colegas hombres y que, sin embargo, recibía un salario 40 por ciento menor. Los republicanos celebraron su triunfo pro corporativo con harto júbilo.
La agencia de noticias France Presse da cuenta, en un despacho desde Lima, de la intensificación de la campaña gubernamental contra grupos defensores de los derechos humanos. Del Consejo Nacional de los Derechos Humanos han sido retiradas 64 de esas organizaciones, aparte de los obispos de la Conferencia Episcopal Peruana.
En Colombia, gemelo del Perú, se va más allá en la misma ruta: el grupo Águilas Negras, remanente de las Autodefensas Unidas de Colombia, es acusado de amenazar a defensores de los derechos humanos que participaron en una marcha, el 6 de marzo, cuyo propósito era protestar por la indefensión de las ONG colombianas ante el ataque del ejército y sus diversos sicarios. En lo que va del año, unos 22 sindicalistas han sido asesinados en Colombia. El último fue José Molina, líder campesino de Huila, abatido por tropas regulares en un retén. El ejército dijo que Molina “pertenecía a las FARC”. Campesinos a quienes Molina servía señalaron que era sólo “un activo líder comunitario”.
En Lima, César Nakazaki, abogado de Alberto Fujimori, condenó a Aprodeh y dijo que lamentaba que grupos como el mencionado “piensen más en hacerle daño al país con la única idea de combatir a Fujimori”.
A veces, el Perú y el mundo encajan noticiosamente a la perfección. Un país que el Apra quiere ver aglomerado por el susto y, al frente, un mundo donde el terror y el dinero han emprendido la aventura conjunta más exitosa de la historia. García no está solo en su empeño por hacer del Perú un país con los valores de Fujimori: el mundo parece asentir y aplaudir en simultáneos escenarios. Fujimori parece haber estado ayer en la franja de Gaza, en el capitolio de Washington, en un retén de Huila, votando en Roma por el orden. Pero no, no es sólo Fujimori. Es Bush y su pezuña universal. Es García y el sobaco viajero del nuevo mundo global. Global también en infamia y abolición de valores. Son Bush, las Águilas Negras, García, John McCain, Ehud Olmert, Fujimori y Uribe, todos repetidos mil veces, licuados por la misma mano y mezclados en una sola plaga langostinera que tapa el sol y derriba los aires respirables. Es el mundo: lo que quedó de él cuando la sala se mudó a la cloaca.
César Hildebrandt
En Lima, el doctor Alan García cambia una ley para permitirse decidir cuándo las tropas del ejército pueden actuar en zonas no declaradas en emergencia. ¡Todo el poder para él!
En Roma, el ex neofascista Gianni Alemanno –preso en 1982 por haber pretendido incendiar la embajada soviética en Italia– gana las elecciones por la alcaldía de Roma. Su lema es este: “Volvamos a ser los dueños de casa”. Su propósito: lanzarse en contra de la inmigración.
“No me equivoqué en la política de lucha contra Sendero y el MRTA”, dice Alberto Fujimori en la sala del tribunal que lo juzga. “Y jamás ordené ejecuciones extrajudiciales”, añadió. Nunca se le había visto más satisfecho. La campaña contra Aprodeh y adjuntos parecía haberlo tonificado.
En la franja de Gaza, los israelíes lanzan un misil sobre una casa palestina. Mueren una madre y cuatro de sus hijos. La madre se llamaba Miyasar, esposa de Abu Mateg. Este llega después de la explosión y encuentra trozos de carne humana por todas partes. Los pequeños fueron Rudina (5 años), Hana (3), Saleh (4) y Musab (15 meses). El ejército israelí dice que disparó contra milicianos radicales. “Nadie ha visto milicianos por aquí”, dijo uno de los tíos de los niños. Cuando dice “aquí” se refiere a Beit Hanun, un miserable campo de refugiados al norte de Gaza.
Wálter Menchola, el congresista que fuera sancionado por tener una relación particular con la compacta estudiante universitaria Karen Kú, preside ahora la Comisión Investigadora de las Casas del Alba. Acaba de anunciar que una de sus prioridades será “investigar posibles nexos de esas instituciones con el MRTA”. El congresista ha tomado muy en serio su papel.
En Washington, los 41 senadores republicanos –con el candidato presidencial John McCain a la cabeza– logran vetar una ley que hubiese anulado un fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos que consagra, en la práctica, la diferencia salarial por motivos de género. La demanda que originó la sentencia fue presentada por Lilly Ledbetter, una empleada de Good Year que hacía lo mismo que sus colegas hombres y que, sin embargo, recibía un salario 40 por ciento menor. Los republicanos celebraron su triunfo pro corporativo con harto júbilo.
La agencia de noticias France Presse da cuenta, en un despacho desde Lima, de la intensificación de la campaña gubernamental contra grupos defensores de los derechos humanos. Del Consejo Nacional de los Derechos Humanos han sido retiradas 64 de esas organizaciones, aparte de los obispos de la Conferencia Episcopal Peruana.
En Colombia, gemelo del Perú, se va más allá en la misma ruta: el grupo Águilas Negras, remanente de las Autodefensas Unidas de Colombia, es acusado de amenazar a defensores de los derechos humanos que participaron en una marcha, el 6 de marzo, cuyo propósito era protestar por la indefensión de las ONG colombianas ante el ataque del ejército y sus diversos sicarios. En lo que va del año, unos 22 sindicalistas han sido asesinados en Colombia. El último fue José Molina, líder campesino de Huila, abatido por tropas regulares en un retén. El ejército dijo que Molina “pertenecía a las FARC”. Campesinos a quienes Molina servía señalaron que era sólo “un activo líder comunitario”.
En Lima, César Nakazaki, abogado de Alberto Fujimori, condenó a Aprodeh y dijo que lamentaba que grupos como el mencionado “piensen más en hacerle daño al país con la única idea de combatir a Fujimori”.
A veces, el Perú y el mundo encajan noticiosamente a la perfección. Un país que el Apra quiere ver aglomerado por el susto y, al frente, un mundo donde el terror y el dinero han emprendido la aventura conjunta más exitosa de la historia. García no está solo en su empeño por hacer del Perú un país con los valores de Fujimori: el mundo parece asentir y aplaudir en simultáneos escenarios. Fujimori parece haber estado ayer en la franja de Gaza, en el capitolio de Washington, en un retén de Huila, votando en Roma por el orden. Pero no, no es sólo Fujimori. Es Bush y su pezuña universal. Es García y el sobaco viajero del nuevo mundo global. Global también en infamia y abolición de valores. Son Bush, las Águilas Negras, García, John McCain, Ehud Olmert, Fujimori y Uribe, todos repetidos mil veces, licuados por la misma mano y mezclados en una sola plaga langostinera que tapa el sol y derriba los aires respirables. Es el mundo: lo que quedó de él cuando la sala se mudó a la cloaca.
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