La inteligencia en los negocios no tiene que ver con el IQ
Forbes - lunes, 10 de febrero de 2014
El coeficiente intelectual puede
ser una buena forma académica de medir la inteligencia, pero en el mundo real
hay otras habilidades más importantes.
Por Rich Karlgaard
Cuando los académicos usan la
palabra “smarts”, usualmente se refieren a la inteligencia en general, o “g”.
Ésta es la capacidad de aprender, pensar y aplicar. Durante décadas, los
científicos han tratado de medir g utilizando el coeficiente intelectual y
pruebas cognitivas similares.
Pero la inteligencia es algo
diferente en el mundo real. No está definido por una nota alta en un examen de
matemáticas. Tiene más que ver con la importancia del trabajo duro, la
perseverancia y la resistencia. Llámenlo resolución o coraje. Llámenlo
tenacidad. Debido a que éstos son conceptos anticuados, es fácil pasarlos por
alto.
En los negocios, las preguntas
son: ¿Quién puede hacer las cosas? ¿Quién puede alcanzar, permanecer y
triunfar? Es posible que el especulador de petróleo en Dakota del Norte o el
vendedor estrella de seguros en Kansas City no sean unos genios de las
matemáticas como Sergey Brin, de Google, pero son tan astutos, inteligentes y
capaces como él. Sobrevivirán a los tiempos buenos y a los malos. Se adaptarán
a los cambios del mercado y ganarán más de lo que van a perder.
Al preguntarle sobre qué es la
inteligencia, el CEO de NetApp, Tom Georgens, la empresa de almacenamiento de
datos de 6,300 millones de dólares (mdd), hizo una observación muy interesante:
“Sé que esto molesta a mucha gente, pero una vez que alguien está en un cierto
punto en su carrera, y no es tanto, tal vez cinco años, todos los grados y los
títulos académicos del mundo no significan nada. Todo se trata de tus logros
profesionales a partir de entonces. “Acerca de sus propios empleados, Georgens
dijo: “Ni siquiera sé en dónde o qué estudiaron algunos miembros de mi equipo”.
Para él y otros CEOs, hay un momento en el que simplemente no importa.
Tomando la idea en una dirección
más empresarial, Greg Becker, CEO del Silicon Valley Bank, me dijo: “Algunas de
las mejores empresas de capital riesgo que conozco quieren gente luchadora, que
haya pasado por pruebas y problemas. Esas personas lograrán que las cosas
funcionen de una forma u otra”.
Maynard Webb, presidente del
consejo de administración de Yahoo y miembro del consejo de Salesforce.com,
añadió: “Lo que estoy buscando es talento, pero el talento no es sólo
intelecto. El talento es también lo que has hecho. Si eres un empresario
tratando de hacerte un nombre, debes trabajar duro. Tienes que ser duro, que estar
dispuesto a recibir muchos golpes. Así que estoy buscando ese factor de
determinación y resistencia”.
Esa debe ser una buena noticia
para la mayoría de nosotros. No estamos limitados o definidos por el
coeficiente intelectual que hemos heredado. Gran parte de lo que nos hace
inteligentes en el mundo real proviene de lo que hemos aprendido, por lo
general de manera difícil. Los académicos dirán que esas cosas no definen
técnicamente la inteligencia. Me parece justo. Esfuerzo y tenacidad no se
alinean directamente con la definición científica de la inteligencia, pero
antes de descartar esta definición de inteligencia, permítanme enseñarles cómo
la determinación lleva directamente a ser más inteligente. Esto sucede porque
esa determinación tiene como resultado una mayor capacidad para aprender y
adaptarse más rápido.
La determinación fomenta la inteligencia
Desde el periodo prenatal hasta
el final de nuestras vidas, lo que da forma a los circuitos neuronales que
subyacen en nuestro comportamiento es la experiencia. Esto puede incluir
influencias incontrolables como la adversidad, así como otras influencias intencionales,
como el aprendizaje y la formación. El cerebro humano muestra una plasticidad,
una asombrosa capacidad de modificar la conectividad neuronal y su función,
incluso a los 70 años de edad.
Las personas más inteligentes en
los negocios no son los que tienen el más alto coeficiente intelectual, sino
aquellas que regularmente son sometidas a situaciones que requieren
determinación. Estos actos de valor aceleran el aprendizaje a través de la
adaptación.
Por ejemplo, los vendedores que
hacen más llamadas casi siempre superan a los vendedores que hacen menos
llamadas. Ésa no es una sorpresa, pero aquí está el punto clave: eso no sucede
sólo porque el hecho de hacer más llamadas plantea matemáticamente las
posibilidades de éxito. Hay mucho más que eso. Al enfrentarse a la tarea de
hacer una llamada, las personas que llaman con frecuencia superan la curva de
aprendizaje más rápidamente, descubren primero lo que funciona y lo que no. Son
rápidos para aprender técnicas que superan el rechazo. Por lo tanto, su
rendimiento mejorará el éxito, es decir, doblarán las llamadas, pero
triplicarán las ventas. El acto de hacer un montón de llamadas también ayuda a
una persona a aprender sobre la autodisciplina y entender las recompensas de la
demora en la gratificación.
En el mundo real es la
determinación la que nos hace inteligentes.
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