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lunes, 5 de mayo de 2008

Lobo

La figura del "Lobo" brasileño
BBC

El domingo se cumplió el 50º aniversario de una fecha crucial para el fútbol brasileño, el debut internacional de Mario Zagallo, el "Lobo".

Brasil ha producido muchos jugadores que han sido mejores que Zagallo, pero pocos han influido tanto en la evolución de la canarinha hasta convertirse en la potencia que es hoy.
Como jugador, él formó parte del equipo que ganó los Mundiales de 1958 y 1962. Como entrenador volvió a levantar el trofeo en 1970, y 24 años más tarde participó en el tetracampeonato como asistente del técnico Parreira.
También fue entrenador en 1974 y 1998, cuando logró el subcampeonato al perder la final con Francia, y ejerció como asistente en 2006.
Una brillante hoja de vida. Pero la importancia de Zagallo trasciende cualquier lista de títulos que haya ganado. Tanto de jugador como de director técnico, él es el símbolo de uno de los temas más importantes del fútbol brasileño, el que busca encontrar el balance entre el ataque y la defensa.
Mucho se ha escrito y alabado sobre el juego brasileño, un romanticismo sin sentido que propaga una mágica mezcla entre la samba y el balón, en donde las estrellas juegan sin ningún tipo de interés por la defensa, felices de recibir cuatro goles porque son capaces de anotar cinco.
En un deporte donde predominan los marcadores bajos, en el que los goles son como tesoros, nadie puede darse el gusto de ser tan arrogante y Brasil no la ha sido.
Sus números defensivos en la historia de la Copa del Mundo son claramente mejores a los de Alemania. Para que esto suceda, jugadores con un talento especial son sacrificados en beneficio del equipo.

La semilla
El 4 de mayo de 1958, Zagallo debutó con la seleçao anotando dos tantos frente a Paraguay. Fueron goles importantes, que lo ayudaron para encontrar un lugar entre los convocados para participar en el mundial de Suecia al mes siguiente.
Tuvo que pelear el puesto de puntero izquierdo con dos jugadores más espectaculares: Pepe -con un disparo de cañón- y Canhoteiro, un excelente exponente de la escuela del regate.
Si bien Zagallo era un delantero que podía crear juego y anotar goles, lo que le abrió un lugar en el once inicial fue el hecho de que también podía bajar y ayudar en labores defensivas.
Para esta época, Brasil se había convertido en el pionero de una línea de cuatro defensas en el fondo, que les ofrecía una seguridad extra, pero que con una formación 4-2-4 dejaba a los mediocampistas con la presión de tener que cubrir mucho terreno.
Zagallo estuvo alerta para bajar a la línea media y ayudar cuando el equipo perdía la posesión de la pelota, creando un falso 4-3-3.
Su función fue crucial para que Brasil ganará la Copa en 1958, y tuvo mayor importancia cuatro años después, cuando Pelé se lesionó al inicio del torneo en Chile y el equipo carecía de frescura dada la edad de algunos jugadores de la plantilla (el lateral izquierdo, Nilton Santos, tenía 37 años y su edad hubiera quedado expuesta de no haber sido por la presencia de Zagallo delante de él).

La cosecha
Su versatilidad también tuvo una gran influencia en el título que Inglaterra ganó en 1966, gracias al llamado "wingless wonders" que propuso el técnico Alf Ramsey, un sistema que no incluía a los tradicionales delanteros pegados a la raya.
Sin embargo, Martin Peters centró el balón desde la banda izquierda para el gol frente a Argentina en los cuartos de final, y Alan Ball dio la asistencia desde la derecha para el polémico segundo gol de Geoff Hurst en la final contra Alemania Occidental.
Con diferentes estilos, pareció que Inglaterra jugaba con Zagallo en ambos costados del campo.
Cuatro años después, Zagallo volvió a estar a la vanguardia en la evolución táctica del juego. Fue nombrado entrenador de Brasil sólo dos meses y medio antes de la Copa en México, pero igual tuvo tiempo para hacer cambios radicales al equipo.
Su antecesor, el llamativo y controversial Joao Saldanha, clasificó al Mundial utilizando el sistema 4-2-4. Una fórmula que ya había caducado.
"No había forma de que hubiéramos ganado la Copa utilizando ese sistema", Zagallo me comentó hace dos años. "Si en 1958 ya estábamos caminando hacia el 4-3-3, cómo podías regresar al 4-2-4 en 1970? Teníamos que movernos hacia adelante".
Luego de meditar la estrategia, encontró el espacio para dos mediocampistas talentosos como Clodoaldo y Rivelino, quienes estaban relegados al banquillo, y su apuesta tuvo un efecto inmediato y diferente.
"Jugamos como un bloque compacto, dejando sólo a Tostao adelante", explicó. "Jairzinho, Pelé y Rivelino bajaban para juntarse con Gerson y Clodoaldo en el medio del campo. Trasladamos a nuestro equipo detrás de la línea del balón. Estoy contento en definirlo como un 4-5-1".
La selección de Brasil de 1970 es reconocida por tener un brillante juego de ataque, en el que hubo mucho más que un claro talento natural.
Ellos también se beneficiaron de la utilización de métodos científicos para la preparación física, además del deseo por encontrar el balance entre ataque y defensa, un deseo que se transformó en realidad gracias al aporte táctico de una persona: Mario "El lobo" Zagallo.

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