Eco sostiene
que "las revoluciones hechas por intelectuales son siempre muy
peligrosas"
EFE - lunes, 6 de abril de 2015
El escritor y filósofo italiano Umberto Eco
vuelve a la carga con "Número cero", una novela donde critica el mal
periodismo, la mentira y la manipulación de la historia. Una parodia sobre
estos tiempos convulsos, porque, en opinión del profesor, "esa es la
función crítica del intelectual".
"Esa es mi manera de contribuir a
clarificar algunas cosas. El intelectual no puede hacer nada más, no puede
hacer la revolución. Las revoluciones hechas por intelectuales son siempre muy
peligrosas", precisa a Efe.
"Una vez escribí que el intelectual
verdadero no es el que habla a favor de su partido, sino en contra de su
partido", explica el autor de "El nombre de la rosa", en una
entrevista hecha en su casa de Milán, frente al castillo Sforzesco, cerca del
Duomo.
Una casa envuelta en libros, literalmente, con
más de 35.000 volúmenes ordenados por temas en sus infinitos pasillos, y repleta
de obras de arte donde Eco, a sus muy bien llevados 83 años, recibe infatigable
a los periodistas para hablar de "Número cero", el libro publicado
por Lumen que sale a la calle este jueves en español, y que ha sido editado en
35 países.
"Todos los periodistas están viniendo
aquí. Siento no haber ido a España -dice-, porque es un país que me gusta
mucho. Barcelona es una de las ciudades donde me gustaría vivir; pocas me
gustan para eso, solo tres o cuatro, como París, Barcelona o Amsterdam",
sostiene este hombre amable y oceánico, uno de los semiólogos e intelectuales
europeos de máxima referencia, dedicado al ensayo y a la novela.
Un autor que posee títulos tan simbólicos y
exitosos como las novelas "El nombre de la rosa" (1982), "El
péndulo de Foucault" (1988) o "El cementerio de Praga" (2010), o
como sus ensayos "El problema estético" (1956), "El signo"
(1973), "Tratado de la semiótica general" (1975) o el famoso
"Apocalípticos e integrados" (1964), que se estudió durante años en
las facultades de Ciencias de la Información.
Algo que puede volver a repetirse con esta
nueva novela periodística, más breve que las anteriores, que solían tener 600
páginas; por eso suena de diferente manera, como dice su autor. "Esta me
ha salido con ritmo de jazz, las otras eran como una sinfonía de Mahler y esta
es más de jazz por el argumento, con temas más rápidos, como es el
periodismo".
Un oficio que el autor conoce bien, porque se
siente parte de él. Eco escribe desde 1960 muchos artículos y ensayos en prensa
también sobre los "mass media", por eso esta crítica la hace desde
"el interior" de la profesión. La historia comienza con la creación,
por parte de un empresario italiano (que hace pensar en Silvio Berlusconi) de
"Número cero", un ejemplar de un periódico en pruebas que se
desarrolla en 1992.
Este periódico quiere salir con la intención no
de informar sino como herramienta de poder para meter presión, desacreditar a
políticos y rivales o crear informes, noticias falsas y complots.
"Desde hace más de diez años tenía esta
novela en mi cabeza, siempre he querido hablar de los problemas del periodismo
y ahora también de Internet, donde se puede mentir mucho. Yo lo utilizo
-añade-, por ejemplo, para esta novela, donde me he informado sobre la autopsia
de (Benito) Mussolini".
"Pero internet es como el automóvil, no se
puede pasar la vida en internet como no se puede estar todo el día en el
coche", advierte.
Y es que "Numero cero", además de ser
una radiografía sobre lo peor del periodismo, del poder y la corrupción -"no
son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las
noticias y saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al
lector una quinta noticia", dice un personaje-, es también la visión de
Italia de los últimos 30 años.
Una Italia cuya historia es la de "un
pueblo de puñales y venenos", como dice una de las protagonistas.
"Elegí 1992 para situar el libro porque en ese momento hubo esperanza,
nació 'Manos Limpias' y parecía que todo iba a cambiar, la lucha contra la corrupción,
pero llegó Berlusconi y las cosas fueron justo al contrario".
El libro termina con sabor agridulce porque si
bien antes todo era más opaco, y a quien revelase información o descubriera,
algo importante, le podía costar la vida, "hoy, cuando afloran los nombres
de corruptos o defraudadores y se sabe más, a la gente no le importa nada y
solo van a la cárcel los ladrones de pollos albaneses", dice Eco.
Y eso se plasma en la novela, que termina con
un buen reportaje de la BBC, que tras ser visto por un personaje dice:
"Las personas decentes seguirán votando a los truhanes porque no darán
crédito a la BBC, porque no verán programas como los de esta noche, porque
estarán enganchados a la telebasura...".
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