Los riesgos de los préstamos de China a América
Latina
América Economía - abril de 2025
China prestó a América Latina US$22.100
millones en 2014, una cifra que está por encima de los US$20.000 millones que
la región recibió del Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), según datos del centro de estudios Diálogo Interamericano de
Washington, un organismo estadounidense que promueve el debate político, el
intercambio de información y la colaboración entre los países del hemisferio
norte.
Brad McBride, profesor del
Departamento Académico de Administración del Instituto Tecnológico Autónomo de
México, cree que esta tendencia es de esperarse ya que China tiene un superávit
enorme recurrente en su cuenta corriente y, en consecuencia, excesos de
reservas oficiales. “Lo que se nota aquí es que las instituciones financieras
chinas están prestando más a países como Venezuela, Ecuador, Argentina y
Brasil, los cuales demuestran un fuerte deseo de separarse de lo que perciben
como un exceso de dependencia de los Estados Unidos y las instituciones
asociadas con el sistema financiero de los Estados Unidos y Europa. Otros
países, todos del Pacífico y con mejores perspectivas actuales, como Chile,
Perú, Colombia y México no se incluyen en este listado de los mayores
prestatarios chinos”, explica.
Del mismo modo, McBride cree que
los países latinoamericanos que recurren a la financiación del gigante asiático
tienen muy difícil poderse financiar con las instituciones occidentales por las
condiciones que éstas les impondrían. “En particular, Venezuela y Argentina no
tienen grado de inversión y sufren graves problemas económicos por la caída del
precio del petróleo y el sobreendeudamiento. Además, los pronósticos para estos
dos países son extremadamente negativos. Aún si acudieran a las ventanillas de
préstamo en Norte América, difícilmente podrían recibir financiación de esas
instituciones sin unas condiciones inaceptables para estos países”, opina.
El informe “China-Latin America
Finance Database” del centro de estudios Diálogo Interamericano de Washington,
publicado a finales del mes de febrero, y coordinado por Kevin Gallagher,
profesor asociado de Desarrollo Global de la Boston University, y Margaret
Myers, investigadora del centro, señala que, por países, Brasil fue el
principal receptor de dinero procedente de China el pasado año con US$8.600
millones. Le siguen Argentina con US$7.000 millones, Venezuela con US$5.700
millones, y Ecuador con US$820 millones. La mayor parte de los préstamos fue dirigido
a sectores extractivos (como la minería y energía) y a infraestructuras
(transporte y transmisión eléctrica).
Condiciones de los préstamos.
Amalia Lucena, catedrática en la Universidad Central de Venezuela, explica que
los préstamos de China a los países latinoamericanos son de carácter bilateral.
“Es decir, una relación directa y de acuerdos país-país. No ocurre como con los
préstamos multilaterales del BID o el Banco Mundial, que están condicionados a
cuotas o co-participaciones de los propios países en esos organismos. Esto
permite que los préstamos chinos sean mucho más flexibles y ventajosos, en
especial cuando los países tienen restricciones para acceder a los mercados
financieros”, argumenta.
Por otra parte, Lucena subraya
que el boom de la Inversión Extranjera Directa (IED) en Latinoamérica
proveniente de China aparece cuando existe una caída de la inversión europea y
norteamericana en la región. “En este sentido, la IED proveniente de China
diversificó las fuentes de inversión en la región”.
Para Julio Sevares, profesor de
la Universidad de Buenos Aires (UBA), existen varios factores claves por los
que los países latinoamericanos acuden a China para lograr dinero. “Los
préstamos suelen tener tasas similares a los disponibles en otras fuentes
internacionales y pueden ser mayores que las aplicadas por los organismos
multilaterales, pero no tienen las condicionalidades que tienen estos últimos.
También se estima que tienen menos requisitos medioambientales, aunque esto es
motivo de polémica porque las fuentes chinas niegan esta característica”,
señala.
Esta opinión es respaldada por
estudios como el realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México en
2013 y titulado ¿Un mejor trato? Análisis comparativo de los préstamos chinos
en América Latina. Este trabajo asegura que a pesar de que las condiciones de
los préstamos parezcan ser menos rigurosas, algunos paquetes de financiación,
como los del Banco de Desarrollo de China, son más exigentes que los del BM. Al
mismo tiempo, advierte de que China no impone condiciones políticas a los
países a los que presta el dinero, pero suele exigirles otro tipo de demandas,
como las compras de equipamiento chino y la contratación de trabajo con
contratistas y empresas del país asiático.
Ventajas y desventajas. Los
US$22.100 millones que las economías latinoamericanas recibieron del gigante
asiático en 2014, suponen un importante crecimiento respecto a los US$12.900
millones de 2013. En ese ejercicio, los préstamos chinos se concentraron en
Venezuela, a donde llegaron US$10.100 millones. México obtuvo US$1.000
millones, Jamaica US$749 millones, Ecuador US$691 millones, Honduras US$298
millones y Costa Rica US$101 millones.
El fuerte crecimiento que está
experimentando la llegada de dinero chino a la región, junto a las dudosas
condiciones de los préstamos mencionadas por la Universidad Nacional Autónoma
de México, empieza a generar ciertos miedos. Los beneficios y las desventajas
no siempre están claros. Algunos economistas se preguntan por los riesgos de
esta circunstancia y si se está creando en Latinoamérica una situación de
dependencia financiera de China.
El profesor McBride destaca el
gran inconveniente que supone para la región algunas condiciones impuestas por
las instituciones financieras chinas. Hace especial referencia al hecho de que,
de alguna manera, se trate de imponer el uso de proveedores de equipo o
constructores de China porque ello, “obviamente, limita el derrame de la
inversión en las economías de los países latinoamericanos”.
Lucena, por su parte, señala tres
principales riesgos de la inversión china en la región. En primer lugar, cita
la “profundización de la conocida como ‘enfermedad holandesa’ en la zona, ya
que las exportaciones de Latinoamérica hacia China son principalmente de origen
primario, mientras las importaciones son de origen manufacturero. Esta
enfermedad tiende a afectar la competitividad de los países latinoamericanos,
provoca que se inicie un proceso de reprimarización de la economía regional, y
que los países sean todavía más vulnerables a una caída de los precios
internacionales de los bienes primarios”.
En segundo lugar, cree que
Latinoamérica “es más vulnerable a una recesión en los países asiáticos, en
especial si China deja de crecer a las tasas esperadas”. Y, por último, asegura
que esta relación con el gigante asiático “debilita el intercambio de comercio
intrarregional entre los países latinoamericanos y la política comercial de
integración latinoamericana”.
Sevares advierte que, como ha
sucedido históricamente en cualquier tiempo y lugar geográfico, la aparición de
una fuente de financiamiento accesible crea el peligro de que aumente con
fuerza el endeudamiento. “Que esta historia no se repita depende de la política
de los países receptores”, avisa.
Este profesor de la Universidad
de Buenos Aires también destaca que los préstamos chinos deben analizarse en el
conjunto de la nueva relación económica de América Latina con China, que
comprende tres aspectos firmemente interrelacionados: la demanda de productos
primarios regionales, las inversiones chinas dirigidas mayoritariamente a la
explotación y transporte de esos productos, luego comprados por China, y,
finalmente, los préstamos que vienen a financiar esos emprendimientos.
“Este sistema configura una
relación económica del tipo que los países latinoamericanos mantuvieron,
especialmente en el siglo XIX, con las grandes potencias demandantes de
productos primarios e inversoras en actividades vinculadas con su extracción,
procesamiento y exportación”, explica. “En la actualidad las economías
latinoamericanas y su relación económica externa está mucho más diversificada
que en ese momento histórico, pero en el caso particular de la relación con
China, se reproducen en gran parte las características de la relación productor
primario-proveedor industrial”.
Sevares cree que para no caer en
esa trampa en la que la economías de la región se queden estancadas en el
sector primario, “los gobiernos locales deben, además de aprovechar la demanda
china de bienes primarios y la creación de infraestructura con inversiones y
préstamos chinos, negociar otros aspectos como la diversificación de las
exportaciones a China, la participación de empresas locales en las inversiones
y las transferencias de tecnología”. Es decir, se trata de “aprovechar las
condiciones favorables de la expansión china a partir de programas nacionales y
regionales de crecimiento y diversificación económica”.
¿Seguirán creciendo? El centro de
estudios Diálogo Interamericano de Washington comenzó a crear su base de datos
en el año 2005. Desde entonces, China ha concedido préstamos a América Latina
por valor de US$119.000 millones. La mayoría de ese monto procede de los bancos
estatales China Development Bank (US$83.000 millones) y China Export-Import
Bank (US$20.900 millones). Venezuela recibió casi la mitad de esa cifra
(US$53.600 millones), mientras que Brasil logró US$22.000 millones, Argentina
US$19.000 millones y Ecuador US$10.800 millones.
El gobierno chino anunció el
pasado 5 de marzo que había reducido su objetivo de crecimiento económico para
2015 hasta el entorno del 7%. El Producto Interior Bruto (PIB) de la que ya es
la segunda economía mundial aumentó el año pasado 7,4%, su nivel de expansión
más bajo en casi 25 años y por debajo del objetivo de alrededor del 7,5% fijado
por el gobierno. Ante esta coyuntura, la pregunta que surge es si la
financiación del gigante asiático va a seguir creciendo como lo ha hecho hasta
el momento.
“A medida que China necesite de
materia primas para su crecimiento, seguirá la inversión extranjera directa de
China a la región. Un desaceleración del crecimiento de China, podría afectar
los precios de las materias primas y afectar a la región latinoamericana, pero
no necesariamente implicaría una caída de los flujos de inversión chinos en la
región”, opina Lucena.
Sevares argumenta que la
expansión de los créditos chinos es parte de una política de estrategia basada
en las enormes disponibilidades financieras del país e instrumentada, en primer
lugar por la reforma del sistema financiero chino lanzada en 1995 (que incluyó
la creación de bancos comerciales, de inversión y de promoción del comercio
exterior) y por la política Going Global, de 1999, destinada a promover las
inversiones de empresas chinas en el exterior, financiadas por las
instituciones creadas cuatro años antes. “Por lo tanto, la expansión de los
créditos al exterior, incluidos los colocados en América Latina, no es un
fenómeno circunstancial sino una tendencia basada en el poder financiero chino
e impulsada por la política oficial y que, por lo tanto, continuará en el
futuro, aunque sea imposible prever a que ritmo y magnitud”, señala.
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