10 reglas que debes seguir si quieres aprender
un idioma en menos de tres meses
El Confidencial - jueves, 30 de abril de
2015
No hay terreno más abonado para
poner excusas que el del aprendizaje de idiomas. Que si no tenemos tiempo –ni,
probablemente, ganas–, que estamos muy mayores, que somos inútiles para
aprender otras lenguas… Todo ello son mentiras que impiden que nos pongamos en
marcha para acabar con nuestra ignorancia. Basta con esfuerzo, algo de tiempo
y, sobre todo, un buen plan de actuación para aprender los rudimentos de un
idioma en muy poco tiempo.
¿Quién mejor que uno de los
grandes políglotas para enseñarnos a aprender? Benny Lewis es uno de ellos, y
aunque su marca de idiomas no sea precisamente espectacular (maneja a la
perfección siete, aunque afirma defenderse en más de una docena), sí lo es su
historia. A los 20 años, a pesar de haber estudiado gaélico, alemán y haber
vivido en España, no era capaz de defenderse en ninguna de esas lenguas. Todo
cambió cuando conoció a un tipo que le dio el gran secreto: desear cometer
errores. En apenas seis meses, el español que tanto se le había atragantado ya
formaba parte de su repertorio lingüístico, y ese era sólo el principio.
El autor de Fluent in 3 months ha
expuesto en el blog de Tim Ferriss algunos de sus consejos para aprender
rápidamente un idioma, pensados para aquellos que, como él mismo cuando se
lanzó a aprender, eran adultos monolingües que habían fracasado en su intento
de aprender otras lenguas.
Aprende sólo las palabras que
necesites
En toda lengua se puede aplicar
el principio de Pareto, que señala que el 80% de los efectos proceden del 20%
de las causas. Aplicado al idioma, esto significa que conociendo un pequeño
porcentaje del vocabulario podremos comunicarnos en la mayor parte de las
situaciones. No hace falta aprender de memoria un vocabulario de cientos y
cientos de palabras, sino sólo aquellas que se utilizan con más frecuencia.
Lewis señala que el 65% del lenguaje escrito está formado por 300 palabras
distintas, lo cual excluye miles de otros términos que no necesitamos conocer.
A medida que perfeccionemos dicha lengua, incorporaremos nuevos conceptos, pero
no hace falta obsesionarse: hay cientos de palabras de nuestro idioma materno
que ni siquiera conocemos.
Los cognados son tu mejor aliado
Según la lingüística, los
cognados (también conocidos como dobletes) son términos con un mismo origen
etimológico pero distinta evolución fonética. Ello quiere decir que hay
palabras en distintos idiomas que se parecen mucho y que significan lo mismo,
por lo que son el punto de partida idóneo para comenzar a comunicarnos. Si
queremos aprender francés, italiano, portugués u otras lenguas romances tenemos
gran parte del trabajo hecho, puesto que muchas de las palabras de dichos
idiomas tienen un equivalente similar en español.
Lewis anima a los hablantes a
hacer una lista de cognados del idioma que vamos a aprender y que nos servirán
de primer paso. ¿Qué ocurre con otros idiomas no romances que nos resultan
mucho más extraños como el japonés, el chino o el ruso? Pues que probablemente
también encontraremos algún que otro cognado (o “amigo verdadero”, como los
define Lewis), puesto que muchas lenguas han incorporado términos del inglés
ampliamente conocidos.
No hace falta viajar para
interactuar en otro idioma
La creencia popular asegura que
es imposible aprender un idioma si no se viaja al extranjero, y aunque puede
ser cierto si lo que queremos es manejarlo a nivel experto, no lo es si
simplemente queremos aprender los rudimentos. Lewis recuerda que hay montones
de personas que viven en otro país durante años sin aprender el idioma: no, no
hay nada en el aire que te haga aprender una lengua, sino que lo importante es
la inmersión. Y esa se puede practicar desde casa, sobre todo ahora que
internet nos ofrece una gran cantidad de recursos audiovisuales.
Utiliza internet para hablar con
extranjeros
La base del sistema de Lewis se
encuentra en empezar a hablar el nuevo idioma rápidamente, incluso el primer
día. Para ello, recomienda seleccionar un pequeño vocabulario como hemos
expuesto anteriormente y fórmulas de cortesía que te saquen de un apuro
(“hola”, “¿qué tal estás?”, “gracias”, “lo siento” o “¿puedes repetir?”).
Probablemente nos cueste desenvolvernos, pero ello también nos ayudará a
descubrir qué es lo que nos falta y qué deberíamos mejorar en la siguiente
lección.
Si nos resulta complicado
convencer a alguien para escucharnos chapurrear en su idioma, muchas
aplicaciones permiten conversar con extranjeros a un precio reducido. Lewis nos
anima a hacer trampa y tener un diccionario delante o alguna aplicación para
que nos ayude a vencer el miedo cuando hablamos con el desconocido.
No te sientas inseguro: los
adultos aprenden mejor que los niños
Debido a la facilidad con la que
un niño adquiere su primer idioma, demasiadas personas creen que es imposible
aprender una lengua si hemos pasado la barrera de los siete años. La realidad
es que los adultos aprenden mejor que los niños, tal y como afirma un estudio
de la Universidad de Haifa. Si parece lo contrario, aseguran los estudiosos, es
porque nuestra actitud hacia ellos es muy diferente. Por ejemplo, nunca
corregiríamos a una persona mayor de igual forma que lo haríamos con un niño,
puesto que nos parece de mal gusto. Además, los pequeños no pueden ponerse excusas
para dejarlo a la hora de aprender su primer idioma, algo que los adultos sí
hacen cuando aprenden uno nuevo. Vencer los prejuicios respecto a nuestro
propio potencial es clave para mejorar diariamente.
Las reglas mnemotécnicas
funcionan
Todos hemos utilizado en el
colegio alguna de estas reglas para recordar un contenido que nos resultaba
particularmente difícil de memorizar. No es hacer trampa, sino facilitar a
nuestro cerebro una ruta más directa para el acceso a la información, que
aprende mejor cuando establece relaciones con conceptos que ya son conocidos.
Por ejemplo, si nos cuesta recordar que “hook” significa “gancho”, podemos
recordar cómo se llamaba la película que Steven Spielberg dirigió sobre Peter
Pan.
Plantea objetivos SMART
Para Lewis, SMART es el acrónimo
de Specific, Measurable, Attainable, Relevant and Time-bound, es decir,
“específico, medible, asequible, relevante y de tiempo limitado”, una fórmula
que resume muy bien los principios del políglota que expusimos en un artículo previo.
Si queremos aplicar la fórmula, el escritor recomienda que nos fijemos en el
Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas, que establece tres niveles
(A, B y C; es decir, principiante, intermedio y avanzado) que, a su vez, se
divide en otros dos grupos. Podemos plantear nuestros objetivos respecto a
estos niveles en las distintas habilidades –escritura, expresión oral,
pronunciación…– que conforman el conocimiento de un idioma.
Eso sí, sin pasarse: Lewis cree
que las metas nunca deberían situarse a más de un año de distancia, y aunque
para él lo ideal son tres meses, el objetivo debe plantearse en un punto entre
las seis semanas y los cuatro meses, quizá coincidiendo con una fecha señalada
como las vacaciones de verano, la Navidad o el final de un proyecto.
La clave, pasar de B1 en
conversación a C2
Pasar de chapurrear una lengua a
manejarla completamente es quizá lo más difícil al aprender un idioma, pero es
el eje vertebrador sobre el que debe diseñarse el resto de nuestra estrategia.
Debemos preocuparnos por que nuestra conversación mejore específicamente, o si
no, corremos el riesgo de pensar que nuestras “habilidades comunicativas” (así,
en abstracto) son cada vez mejores… Sin estar progresando realmente.
Un poco de conversación casual
todos los días (“¿qué tal hoy?”, “¿qué te gusta hacer?”, “¿qué piensas hacer en
vacaciones?”) nos ayuda a empezar a defendernos. La variedad temática es
importante. Entonces, cuando volvamos a los libros de texto, entenderemos mucho
mejor cuáles son nuestros errores y puliremos los detalles. El último paso, el
del complicado C1 y C2, requiere mucho más trabajo y la adquisición de un
lenguaje específico, para lo que deberemos leer periódicos, libros o textos más
complejos. ¿Una buena herramienta? Suscribirte a los periódicos más importantes
del idioma que estemos aprendiendo.
Aprende a sonar como los nativos
Incluso aquellos que han
alcanzado un nivel casi bilingüe en el nuevo idioma tienen muchos problemas a
la hora de ocultar su acento, lo que a veces les hace sonar como si no lo
controlasen. Para Lewis hay dos factores determinantes. Por un lado, el acento
y la entonación, que cambian entre lenguas y en los que debemos detenernos
desde el principio para evitar coger vicios. Como explica el políglota, fijarse
en los sonidos de una lengua y no únicamente en las palabras, como solemos
hacer, es clave, así como imitar la pronunciación de los nativos. Por otra
parte, se encuentra la inmersión cultural que, curiosamente, puede perjudicar
nuestro conocimiento del idioma. Ello no sólo nos ayuda a que más nativos
quieran interactuar con nosotros, sino también, a evitar pasar por turistas
idiomáticos que no comprenden la realidad que dicha lengua describe.
Comete errores
El principio y el fin de todas
las enseñanzas de Lewis, un gran detractor de los métodos habituales de
enseñanza de idiomas, que se basan en conocer el contenido gramatical y de
vocabulario antes de lanzarse a hablar la lengua, así como en evitar a toda
costa los errores. Como recuerda el políglota, uno no termina de aprender jamás
un idioma, sino que simplemente, se acostumbra a su uso.
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