La condición física y las finanzas cambian el rostro del
fútbol
El Cronista - 2014
El fútbol, al menos durante una
gran parte de su historia, no fue un deporte de pensamiento. Al igual que el
petróleo es parte del negocio del petróleo, la estupidez era parte del negocio
del fútbol. Los hombres que dirigían los clubes hacían lo que hacían porque
siempre lo habían hecho de la misma forma.
Sin embargo, desde hace unos
cuantos años, el juego se ha vuelto más inteligente. Se ha inspirado en la
"revolución de datos" que comenzó en el béisbol antes de abarcar a
todos los deportes. Los crecientes ingresos televisivos también incentivan un
acercamiento más profesional. Podemos esperar más avances dentro y fuera del
terreno en 2014. El campo con menores expectativas de mejoría debería ser la
táctica.
Las reglas del fútbol han
cambiado muy poco desde que se codificaron en 1863. Ya se han probado la mayor
parte de las posibilidades tácticas. No obstante, el entrenador más innovador
del juego, Josep Guardiola, sigue encontrando nuevas posibilidades. En el
Barcelona refinó el posicionamiento de su equipo sin el balón.
Ahora, en el Bayern Munich, envía
a sus defensas al medio campo cada vez que su equipo tiene la posesión del
balón. Eso le permite al Bayern abrumar a sus oponentes en el medio campo, y
cuando el equipo del Sr. Guardiola pierde el balón, generalmente lo recupera en
la mitad del terreno de los oponentes.
Los entrenadores de todo el mundo
seguirán viendo a "Pep" como fuente de inspiración.
Sin embargo, los mayores avances
en 2014 serán físicos. En la Copa Mundial de 2006, Jürgen Klinsmann, el
entonces director técnico de Alemania, demostró cuán mejor preparados podían
estar los futbolistas si entrenaban según los métodos vanguardistas de los
deportes estadounidenses.
La condición física y la
velocidad de los jugadores han mejorado desde entonces. Hoy en día, los clubes
cuentan con muchos más datos físicos de sus jugadores que hace cinco años.
Los grandes clubes examinan,
prácticamente a diario, las debilidades musculares de cada jugador, el
movimiento de los ojos, los cambios en la respiración y muchos otros
indicadores más o menos obvios. Los jugadores usan equipos de geolocalización
(GPS) durante los entrenamientos. Thierry Marszalek, analista del equipo
nacional francés, explica: "Podemos decir que sacaremos a un jugador
porque ya se ha esforzado demasiado, o que otro no ha hecho lo suficiente y
necesita trabajar en un área específica. Lo realmente interesante es la
individualización del trabajo."
Ya existen equipos como el Bayern
que juegan a un ritmo sin precedentes.
Un entrenador como José Mourinho
del Chelsea espera que incluso un "regateador" como Eden Hazard se
esfuerce en la defensa. Cada vez más, cada jugador participa cada segundo del
juego. Los avances físicos seguirán cambiando el juego en 2014. La
profesionalización creciente en el campo será impulsada por la
profesionalización creciente fuera de éste. A menudo se dice que la economía
del fútbol ahora es una burbuja. Muchos expertos citan el fichaje en septiembre
de Gareth Bale, del Tottenham, por parte del Real Madrid por £85 millones como
el colmo de la locura.
Sin embargo, la crítica a los
gastos crecientes del fútbol ignora las ganancias crecientes del juego.
Específicamente los ingresos televisivos se han disparado, principalmente
porque los canales de suscripción han llevado el fútbol a una cada vez mayor
cantidad de países.
El fútbol se ha mantenido fuerte
a través de la crisis económica mundial. Las ganancias de los clubes europeos
han subido alrededor de 5 por ciento anualmente desde 2008. En 2011-2012,
alcanzaron €19.4 mil millones, según Deloitte, la firma de asesoría
empresarial.
Este crecimiento se debe mantener
durante 2014. El juego solamente comienza a penetrar en China, India, EEUU e
Indonesia, los cuales representan alrededor de 45 por ciento de la humanidad.
La Liga Premier Inglesa
actualmente gana sólo alrededor de $0.03 (tres centavos) en derechos de
televisión por cada persona de China, en comparación con los alrededor de $56
por cada persona de Singapur, según Sportingintelligence.com, el sitio web de
negocios. Esto significa que hay espacio para el crecimiento.
Deloitte predice que el valor
mundial de los derechos de televisión deportivos premium - principalmente las
cinco mayores ligas domésticas europeas, la Liga de Campeones, y las cuatro
ligas mayores deportivas norteamericanas - aumentarán otro 14 % en 2014 para
llegar a £16.000 millones.
Mientras tanto, la Copa Mundial
en Brasil debe ser el evento mediático más grande de la historia, según el
número de televidentes. Su alcance geográfico no tendrá precedentes.
Cuando el equipo estadounidense
juegue un partido importante en Brasil, las cifras de audiencia deberían
eclipsar los promedios de audiencia de juegos de la Serie Mundial de béisbol, o
las finales de la NBA de baloncesto. La industria del fútbol se ha vuelto más
inteligente, como también lo han hecho sus consumidores.
Los brasileños son la primera
nación que se ha dado cuenta en masa de un hecho que los economistas del
deporte conocen desde hace ya mucho tiempo: ser anfitrión de una Copa Mundial
no los hace ricos.
Típicamente, el país sede paga
los costos, mientras la FIFA, la máxima autoridad del fútbol mundial, se
embolsa los beneficios - principalmente los derechos televisivos y los tratos
con los patrocinadores.
Las personas que protestaron en
Brasil en junio pasado ondeaban banderas con lemas como "Ya tenemos
estadios de clase mundial. Ahora necesitamos un país a la altura de
estos."
La máxima autoridad del fútbol
europeo, UEFA, reacia a echarle encima a un país una carga tan costosa, ha
decidido no designar una sede única para el campeonato europeo de 2020. En
lugar de ello, en septiembre escogerá 13 ciudades sede en 13 países.
También la FIFA habrá aprendido
la lección de las protestas brasileñas: organizar una Copa Mundial en una democracia
es una invitación a las protestas. Es mucho más seguro escoger países que no
toleran la disidencia, como Rusia, (sede en 2018) y Qatar (2022).
De forma alternativa, la FIFA
podría darle el torneo a una democracia rica que no necesite construir estadios
o infraestructura porque sencillamente ya los tiene en abundancia. EEUU, país
sede en 1994, está preparando su candidatura para 2026.
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