El futuro sigue perteneciendo a
los mercados emergentes
El Cronista - jueves, 6 de
febrero de 2014
La semana pasada cuando escuché a
Jim O’Neill, que trabajaba para Goldman Sachs, defender su optimismo sobre los
mercados emergentes en una entrevista radial.
Neill acuñó el término BRIC
(Brasil, Rusia, India y China), justo antes de que el auge de los mercados
emergentes de la última década realmente se pusiera en marcha. Fue recompensado
por su presagio, y su habilidad para acuñar una buena sigla, con condición de
gurú. Ahora O’Neill está de vuelta hablando de los MINT (México, Indonesia,
Nigeria y Turquía), el siguiente grupo de potencias económicas emergentes. Pero
este año su predicción es poco atinada. Los inversores entraron en pánico en cuanto
a los mercados emergentes y Turquía está al frente de la crisis.
Una moraleja de estas historias
es que en las opiniones de expertos, como en la inversión, el momento es todo.
Se puede estar en lo correcto en el momento equivocado tal como ocurrió con la
crisis asiática.
En 1996, Jim Rohwer, un amigo mío
publicó un libro llamado Asia Rising. Unos meses más tarde, Asia se estrelló.
La crisis financiera de 1997 hizo que el libro de mi colega pareciera tonto.
Pero su optimismo sobre Asia fue reivindicado por completo 17 años después de
la aparición de su libro.
La velocidad de la recuperación
en Asia fue tan sorprendente como la velocidad de su derrumbe. Corea del Sur es
una vez más una economía modelo, y su PBI per cápita casi se ha triplicado
desde el cuasi desastre de 1997. Tailandia e Indonesia también se recuperaron.
Vale la pena recordar esas
historias en medio del pánico actual. El próximo año podría hacer que los
porristas de los mercados emergentes, como O’Neill, parezcan falsos profetas.
Pero en el transcurso de la próxima década, probarán tener la razón, de nuevo.
La razón para ello es que los
factores que han impulsado el crecimiento de las economías no occidentales en
los últimos 40 años aún son aplicables. Éstos incluyen costos más bajos de mano
de obra, aumento de la productividad, grandes mejoras en las comunicaciones y
el transporte que las conectan con los mercados globales, una clase media en
ascenso, un auge en el comercio mundial ya que los aranceles han descendido y
la difusión de las mejores prácticas en todos los aspectos, desde en técnicas
de gestión macroeconómica hasta en política. A esto se agrega el impulso de la
gente en el mundo que se han dado cuenta de que no están condenados a la
pobreza, y que una vida mejor es posible.
En un intervalo de 65 años, los
beneficios de la industrialización, el comercio y el rápido crecimiento
económico se han extendido a gran parte de Asia, América Latina y ahora África.
La historia no ha terminado. El
Profesor Spence afirma que estamos en medio de un “viaje de un siglo en la
economía global. Es probable que en el final el 75% o más de la población
mundial viva en los países avanzados.” En todo caso, es probable que aumente el
ritmo cuando el impacto de la revolución de las comunicaciones sea más evidente
y arraigado.
El auge de los mercados
emergentes, sin embargo, será afectado por las crisis como la que estamos
viviendo hoy en día. Éstas también han sido parte de la historia desde el
principio. La crisis financiera asiática de 1997 no fue un hecho aislado. Hubo
también la crisis del tequila en México en 1994 y la crisis financiera de la
India de 1991. Si introduce la frase ‘crisis financiera latinoamericana‘ en
Google, amablemente completa la frase con las fechas 1980, la década de 1990,
1998 y 2002. Pero a pesar de todo esto, la mayoría de las principales economías
de América Latina Brasil, México, Chile y otros han experimentado mejoras
reales en las condiciones de vida y la reducción de la pobreza.
Los mercados emergentes han sido
a veces también sacudidos por crisis políticas que llevaron a los inversores a
entrar en pánico. Entre ellas, las protestas en la Plaza Tiananmen de Beijing y
la posterior masacre en 1989. ¿Quién en ese momento habría predicho que a pesar
de toda esa agitación política la economía china crecería a más del doble de su
tamaño durante la siguiente década, y luego hacer lo mismo de nuevo en la
década después de ésa?
La moraleja de la historia es que
el auge de las economías no occidentales es un cambio histórico muy arraigado
que puede sobrevivir a cualquier número de crisis económicas y políticas. Sería
un gran error confundir una crisis temporal con un cambio en esta tendencia.
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