¿Cómo se veía realmente Jesús?
BBC Mundo - diciembre de 2015
Todos saben cuál es el aspecto de
Jesús. Es la figura más retratada del arte occidental. En todo sitio se le
reconoce como alguien de cabello largo y barba, que viste una túnica larga con
mangas largas, a menudo blanca, y un manto, a menudo azul.
Jesús es tan familiar que su
rostro puede ser reconocido en panqueques o hasta tostadas. ¿Pero realmente se
veía así?
Probablemente no.
De hecho, esta imagen familiar de
Jesús viene de la época bizantina, del siglo IV en adelante, y las
representaciones bizantinas de Jesús eran simbólicas. Estaban cargadas de
significado, pero necesariamente de precisión histórica.
Se basaban en la imagen de un
emperador entronizado, como se ve en el mosaico del altar de la iglesia de
santa Pudenziana en Roma.
En este, Jesús lleva puesta una
túnica dorada. Aparece como el gobernante celestial del mundo y es muy similar
a la famosa estatua de Zeus con cabello largo y barba, en un trono.
La estatua de Zeus era tan
conocida que el emperador romano Augusto mandó a hacer una copia que lo
representara a él en el mismo estilo, pero sin el cabello largo ni la barba.
Los artistas bizantinos,
esperando mostrar el reinado celestial de Cristo como rey cósmico, lo
representaron como una versión más joven de Zeus.
Lo que pasó a lo largo del tiempo
es que esta visualización de Cristo celestial –hoy a veces reelaborada con
estilo hippie– se volvió nuestro modelo estándar de Jesús. Entonces, ¿cómo
lucía realmente Jesús? Vayamos desde la cabeza hasta la punta de los pies.
1. Cabello y barba
Cuando los primeros cristianos no
mostraban a Jesús como un gobernante celestial, lo mostraban como un hombre de
verdad, como cualquier otro: sin barba y cabello corto. Pero tal vez, como una
especie de sabio errante, Jesús pudo haber tenido una barba, por la simple
razón de que no iba a peluqueros. Se pensaba que el aspecto desaliñado general
y la barba diferenciaban a un filósofo (quien pensaba en cosas más elevadas)
del resto.
El filósofo estoico Epícteto
consideraba este aspecto como “acorde con la Naturaleza”.
En cambio, en el siglo I del mundo
greco romano, estar afeitado y con pelo corto se consideraba absolutamente
esencial.
Una gran melena de exuberante
cabello y una barba eran características atribuidas a los dioses, que no se
replicaba en la moda masculina. Incluso los filósofos mantenían su cabello
bastante corto.
La barba no era un distintivo de
los judíos en la antigüedad. De hecho, uno de los problemas para los opresores
de los judíos en diferentes momentos era identificarlos, ya que lucían como
todo el mundo (idea señalada en el libro de los Macabeos).
Sin embargo, las monedas emitidas
por Roma después de la toma de Jerusalén en el 70 d.C. muestran judíos cautivos
que llevan barba.
Así que Jesús, un filósofo con
look “natural”, puede haber tenido una barba corta, como los hombres representados
en las monedas judías, pero su pelo probablemente no era muy largo.
Si hubiera tenido el pelo aunque
sea un poco largo, hubiéramos esperado alguna reacción. A los hombres judíos
que tenían barbas desaliñadas y el pelo ligeramente largo, se les identificaba
inmediatamente como hombres que habían tomado un voto nazareo.
Esto significaba que debían
dedicarse a Dios por un periodo de tiempo, no tomar vino ni cortarse el pelo.
Al final de este periodo, se
afeitaban las cabezas en una ceremonia especial en el templo de Jerusalén (como
se describe en Hechos, capítulo 21, versículo 24).
Pero Jesús no seguía un voto
nazareo, porque frecuentemente se le encuentra tomando vino. De hecho, sus
críticos lo acusan de tomar mucho (Mateo, capítulo 11, versículo 19).
Si hubiese tenido cabello largo y
lucido como un nazareo, hubiéramos esperado algún comentario de la discrepancia
entre su aspecto y su comportamiento.
2. Ropa
En el tiempo de Jesús, los
hombres ricos vestían largas túnicas para ocasiones especiales, para mostrar su
alto estatus en público.
En una de sus enseñanzas, Jesús
dice: “Cuídense de los escribas, que desean caminar en túnicas largas y recibir
saludos en los mercados y tener los asientos más importantes en las sinagogas y
los lugares de honor en los banquetes” (Marco, capítulo 12, versículo 38, 39).
Los dichos de Jesús generalmente
se consideran las partes más precisas de los Evangelios, así que a partir de
esto podemos asumir que realmente Jesús no vistió esas túnicas.
Además, en el contexto de Jesús,
un hombre hubiera vestido una túnica hasta la rodilla, y una mujer, una túnica
hasta los tobillos. Cambiarlas hubiera llamado la atención.
Por eso, en los Hechos de Pablo,
cuando Tecla, una mujer, viste una túnica corta (masculina), sorprende a sus
contemporáneos. Estas túnicas tenían a menudo bandas desde los hombros hasta la
basta y podían ser tejidas como una pieza.
Encima de la túnica uno solía
vestir un manto. Sabemos que Jesús vistió uno de estos porque esto es lo que
una mujer tocó cuando quiso ser curada por él (ver Marco, capítulo 5 versículo
27).
Un manto era una pieza larga de
lana, aunque no muy gruesa. Para calentarse uno hubiera tenido que ponerse dos.
El manto, que podía llevarse en
varias formas, como un envoltorio, colgaba por debajo de las rodillas y podía cubrir
completamente la túnica corta.
El poder y el prestigio de la
persona eran indicados por la calidad, tamaño y color de los mantos. El púrpura
y ciertos tipos de azul indicaban grandeza y estima.
Estos eran colores de la realeza
porque los tintes usados para hacerlos eran muy raros y caros.
Pero los colores también podían
indicar algo más. El historiador Josefo describe a los zelotes (un grupo judío
que quería sacar a los romanos de Judea) como un grupo de travestis que usaban
“mantos teñidos”, indicando que eran vestimenta de mujer.
Esto sugiere que los hombres de
verdad, a menos que pertenecieran a un estatus más alto, debían vestir ropa sin
teñir.
Sin embargo, Jesús no se vestía
de blanco. Este color requería de blanqueo y en Judea se asociaba con un grupo
llamado esenios, que seguían una interpretación estricta de la ley judía.
La diferencia entre la ropa de
Jesús y la ropa brillante y blanca se describe en Marco, capítulo 9, cuando
tres apóstoles acompañan a Jesús a una montaña para orar y él comienza a
irradiar luz.
Marco detalla que el manto de
Jesús "empezó a resplandecer, intensamente blanco, tanto que ningún
blanqueador en la tierra hubiera podido dejarlo más blanco”.
Antes de su transfiguración,
Jesús es presentado por Marco como un hombre ordinario, que vestía ropa
ordinaria, es decir, lana sin teñir.
Los Evangelios nos dicen más
cosas de la ropa de Jesús durante su ejecución, cuando los soldados romanos
dividen sus mantos en cuatro partes (ver Juan, capítulo 19, versículo 23).
Uno de estos probablemente era el
manto de oración judío. A este manto con borlas se refiere específicamente
Jesús en Mateo, capítulo 23, versículo 5.
Este era un manto ligero, hecho
generalmente de lana sin teñir, de color crema y probablemente tenía una raya o
trama de color índigo.
3. Pies
En los pies, Jesús debe haber
llevado sandalias. Todos usaban sandalias. En las cuevas del desierto cercano
al Mar Muerto, se encontraron sandalias de la época de Jesús y se puede ver
exactamente cómo lucían.
Eran muy simples, con las suelas
hechas de plantas gruesas de cuero, y las partes superiores, de tiras de cuero
que pasaban entre los dedos.
4. Rostro
¿Y qué hay de las características
del rostro de Jesús? Eran judías. Que Jesús era judío (o de Judea) es cierto,
como se ha encontrado repetidas veces en una amplia variedad de literatura,
incluso en las cartas de Pablo.
La Carta a los Hebreos dice:
“Está claro que nuestro Señor descendía de Judá”. Así que ¿cómo imaginamos a un
judío de ese tiempo, a un hombre “de unos 30 años cuando empezó”, de acuerdo a
Lucas, capítulo 3?
El 2001, el antropólogo forense
Richard Neave creó un modelo de hombre galileo para el documental "Hijo de
Dios" de la BBC, con base en una calavera encontrada en la región.
No dijo que fuera la cara de
Jesús. Solo tenía la intención de hacer que la gente lo considere como a un
hombre de su tiempo y lugar, ya que nunca nos dijeron que luciera distinto.
Por todo lo hecho con
modelamiento en huesos antiguos, se cree que la imagen más cercana de cómo
Jesús lucía realmente se encuentra en la representación de Moisés, en los muros
de la sinagoga de Dura Europos, del siglo III.
Moisés es imaginado con ropa sin
teñir y con un manto con borlas en las esquinas.
De cualquier manera, esta imagen
es mucho más apropiada para imaginar al Jesús histórico que las adaptaciones
del Jesús bizantino: tiene pelo corto, una barba ligera y lleva puesta una
túnica corta, con mangas cortas y un manto.
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