¿Por qué cada vez hablamos menos
con nuestros compañeros de trabajo?
Finanzas Personales - 2015
Cada vez estamos más
"conectados" con nuestros teléfonos inteligentes e internet a todas
horas, sin embargo, la comunicación en nuestros lugares de trabajo está cada
día más fragmentada.
Las empresas conocen el problema
e intentan propiciar el trabajo en equipo. Sin embargo, según la columnista de
Financial Times Gillian Tett, a menudo surgen obstáculos.
"Las empresas comienzan siendo pequeñas;
los empleados se sienten libres y creativos, y todo el mundo está unido para
llevar a cabo una misión conjunta", explica.
"Pero, a medida que aumentan de tamaño,
se vuelven más burocráticas y las personas se subdividen en departamentos o
'tribus'", contó Tett, en el programa In the Balance (en la balanza).
La gente termina en sus propios pequeños
silos: lugares donde el conocimiento especializado se queda encerrado o es
acumulado por individuos o equipos.
Visión limitada
La razón por la que esto sucede es
comprensible. Si el conocimiento es poder, entonces, si sabe algo que sus
colegas desconocen, su valor dentro de la organización aumenta.
El problema no es simplemente que el
Departamento "A" no se hable con el Departamento "B", por
lo que los empleados no se conocen entre ellos, sino que estas subdivisiones
afectan a cómo las personas ejecutan su trabajo.
Los peligros no son sólo teóricos; los
trabajadores adoptan una "visión limitada" que "hace que
personas inteligentes terminen haciendo cosas muy absurdas", asegura Tett.
Muchos argumentan que la crisis bancaria
internacional del 2008 y la desaceleración económica posterior tuvo como
consecuencia el "efecto silo": la gente no conoce a sus colegas de
otros departamentos.
Es un punto de vista con el que también está
de acuerdo el ex vicepresidente del Banco de Inglaterra, Paul Tucker.
"Hubo una fragmentación en bancos,
universidades y periódicos. La gente de finanzas se quedó en una esquina, y la
gente de economía en otra, quizás incluso en otra planta".
"No sabían lo suficiente sobre la vida de
los demás; no les importaba mucho el mundo del otro".
"Nos correspondía a nosotros resolver esa
situación, pero no hicimos lo suficiente".
El verdadero desafío es que las empresas e
instituciones integren las lecciones aprendidas durante la crisis "para
que no queden en el olvido", dice.
Pensamiento inconexo
Más recientemente, el escándalo de las
emisiones Volkswagen se convirtió en un desastre que surgió a partir de una
falta de enfoque conjunto, dice Tell.
"Estaba tan metidos en sus silos mentales
y estructurales, que se quedaron atrapados en una perspectiva limitada y no
pudieron adoptar un enfoque común sobre lo que estaba sucediendo".
Karl Ludvigsen, quien fue vicepresidente de
Ford en Europa durante la década de 1980, está de acuerdo en que la industria
automovilística está plagada de problemas derivados de "silos", que
generan "un sinfín de dolores de cabeza a los clientes".
"Todo concesionario tiene un departamento
de ventas, servicios, autos usados y finanzas. Todos ellos son silos: cada uno
puede utilizar los problemas del otro a su favor y decir, por ejemplo, que el
chico de finanzas no hizo bien su trabajo o que los autos usados no llegaron
esta semana".
Gillian Tett asegura que los riesgos de los
silos van más allá de no sentirse cómodo en una conversación al lado de la
máquina del agua.
Si afectan a la creatividad y a la innovación
de la empresa, entonces es un problema.
El fracaso de Sony
En su libro "El Efecto Silo" destaca
cómo el gigante japonés de productos de consumo electrónico Sony no supo
aprovechar el éxito de su reproductor musicalWalkman, que pudo haber dado
mayores ingresos a la empresa.
En la década de los 90, creció tanto que un
nuevo director la reorganizó en 25 subdepartamentos.
Esta estrategia funcionó; los beneficios
aumentaron y mejoró la eficiencia, pero el precio que tuvo que pagar fue muy
alto.
La competición interna frenó la colaboración y
ralentizó la innovación. Sony fracasó a la hora de adaptar su Walkman a la era
digital porque los diferentes equipos produjeron varios dispositivos en lugar
de uno sólo.
"No pudieron colaborar y terminaron
'matándose' unos a otros", dice Tett. Entonces llegó Steve Jobs, con su
iPod y otras tecnologías; como dicen, una historia de ganancias y pérdidas.
Difícil de combatir
Es una lección que no hemos olvidado en la
industria tecnológica de hoy, en la que las empresas están tratando de
institucionalizar la ruptura de las barreras que potencian la creatividad y la
innovación.
En Facebook, por ejemplo, el personal rota
constantemente entre diferentes equipos y desarrollan "hackathons"
por la noche, lo cual exige a los ingenieros informáticos trabajar con
diferentes grupos.
También ha tratado de utilizar una
arquitectura en sus edificios que aumente las posibilidades de que las personas
se crucen unos con otros, de forma que los pasillos y ascensores se convierten
en lugares sociales.
Puede que lo que necesiten los negocios para
su supervivencia será tener un sólo equipo; el truco es lograr el equilibrio
adecuado.
El autor norteamericano y asesor de negocios
Alvin Hall pasa gran parte de su tiempo en empresas, entrenando a gente fuera
de sus silos.
"A menudo veo a algunas empresas derribar
sus muros y crear espacios abiertos", explica. "Al principio tan sólo
hay cierta colaboración, pero después se ve como el mismo grupo de personas
comienza a salir a comer juntos, cada día".
"Es la naturaleza humana y es difícil de
combatir". Tal vez el primer paso para derrotar los "silos" en
el trabajo sea reconocer que muchos de nosotros ya estamos en ellos.
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