Cómo hacer la ciencia divertida
en YouTube gracias al movimiento perpetuo
El Confidencial - lunes, 21 de
diciembre de 2015
Es ingeniero mecánico pero lleva
más de 30 años trabajando como modelista para museos y una década intentando
desafiar las leyes de la termodinámica. Con 59 años y desde Canadá, el
ucraniano Valeriy Ivanov es el creador de decenas de aparatos que han llegado,
también, a YouTube. Comparte la fascinación de muchos otros ingenieros,
científicos y creadores que, a lo largo de los siglos, han trabajado para
conseguir el llamado movimiento perpetuo.
Su idea es poner en marcha
dispositivos que, después de un impulso inicial y sin necesitar posteriormente
ninguna fuente de energía externa, permanezcan en el mismo estado de
desplazamiento eternamente, sin límites, con total libertad. Se trata de
"algo imposible según las leyes de la termodinámica", explica Ivanov
a Teknautas. Ni él ni otros inventores, sin embargo, han desistido: siguen
trabajando para tratar de romper las normas o, al menos, para disfrutar de la
aventura y poner a prueba sus conocimientos.
El misterio hizo que, con cada
búsqueda de información, Ivanov se sintiera más tentado e interesado en lograr
algo parecido. Por eso, desde hace diez años trabaja en este tipo de
dispositivos que define como mecanismos de movimiento perpetuo
"inviable", puesto que, al menos los suyos, se mueven gracias a
motores o mediante impulsos constantes. Cuenta ya con decenas de creaciones que
comparten espacio con muchas otras históricas que recrean modelos que fueron
ideados desde la Antigüedad y hasta el final de la Revolución Industrial.
Almacena un centenar de mecanismos
en su propia casa, y con ayuda de su esposa los lleva de un lugar a otro, como
si de un museo móvil se tratara. Fabrica cada pieza de forma manual, desde
cero, con madera, plástico, metal, vidrio, polimetacrilato, tornillos y mucha
creatividad. Sus móviles, explica, necesitan cuidados continuos, sobre todo
porque muchos se dañan durante los desplazamientos. Por eso está buscando una
sala de exposición permanente donde cualquiera pueda ir a aprender, trabajar y
discutir sobre todo lo que surja.
Sus dedos han moldeado
catapultas, circunferencias que giran, esferas llenas de líquido que se mueven
como una lavadora, pequeñas ruedas que arrastran cadenas, norias que suben y
bajan, bolas que se desplazan entre varios puntos, péndulos o coches en
miniatura. Según explica, es imposible determinar cuánto tiempo le lleva hacer
realidad cada una de las creaciones, puesto que suele pasar de una a otra
continuamente, según la inspiración y lo que pretenda averiguar por el camino.
Con ayuda de su familia graba
vídeos donde queda constancia de la fabricación y del movimiento de estos
mecanismos para, después, subirlos a YouTube, donde tiene ya más de 170.000
suscriptores y millones de visualizaciones. "A veces, quienes visitan mi
canal me envían ideas y me piden que las construya", afirma. En otras
ocasiones, piensa en nuevos conceptos que supongan un desafío creativo, aunque
lo que más le gusta es reproducir modelos clásicos sobre los que ya hayan
trabajado otros inventores porque "ilustran perfectamente el desarrollo del
pensamiento científico".
La opción inteligente
Más allá del interés personal, su
iniciativa, bautizada como Visual Education Project, está destinada "a
todo aquel que esté dispuesto a aprender, a explorar y a descubrir".
Ivanov quiere ayudar, especialmente, al ámbito académico. Que con sus trabajos
audiovisuales los profesores consigan que los más jóvenes se sientan atraídos
por el universo científico. Está seguro de que la mejor forma de conseguirlo es
a golpe de clic y de visualizaciones en la red, pero sin perder la tradición de
los experimentos de siempre.
Este inventor recuerda su etapa
de estudiante con aburrimiento. Por eso cree en aprovechar los ordenadores para
mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, también tiene claro que
nada debe reemplazar a los mecanismos reales. Ivanov opina que quienes están
aprendiendo aún deben observar las máquinas reales e incluso tocarlas e
interactuar con ellas.
Sus vídeos, por tanto, no son más
que ejemplos atractivos, "herramientas educativas eficaces" que luego
pueden ser llevadas a la realidad en las propias escuelas, y que hacen que sea
posible discutir con estudiantes acerca de los principios científicos básicos
sobre los que se construyen las máquinas protagonistas.
En sus inicios, centró la
colección en la construcción de artilugios simples, genéricos y conocidos por
cualquiera, los mismos que pueden aparecer en los libros de historia o en la
televisión. Defiende que, igual que los estudiantes aprenden sobre ellos en
clases de ciencias sociales, deben tener en cuenta que son posibles gracias a
conceptos científicos, físicos y matemáticos que están detrás de cuestiones
como la gravedad, el funcionamiento de palancas o la conservación de la
energía.
Combinando todas esas materias en
una sola, relacionándolas y haciendo que se puedan comprender visualmente,
logra que los estudiantes amplíen sus horizontes educativos y no pasen el
tiempo memorizando leyes aburridas sin ver lo que otros han intentado hacer con
ellas (y lo que ellos mismos pueden conseguir).
Siempre "es agradable ver
sus caras felices" cuando se les permite poner a prueba los dispositivos,
afirma. Accionar, por ejemplo, una simple catapulta con la ayuda de un pequeño
caramelo envuelto o activar una especie de molinillo utilizando una pequeña canica.
Además, cuando reproduce máquinas
de épocas pasadas, suele adornarlas con elementos decorativos propios del
momento. Se trata de hacer un viaje hacia atrás en el tiempo. Así, quienes
observan sus creaciones, también aprenden los nombres y las biografías de
inventores "que no suelen mencionarse en la escuela pero que hicieron una
contribución destacada al desarrollo de la tecnología".
Siempre ha sido consciente de que
lograr un movimiento que nunca acabe es imposible, al menos hasta el momento,
pero también está convencido de que ir a contracorriente es la única manera de
formar a los genios del futuro."¿Quién sabe? La mayoría de la gente
creativa del pasado era soñadora y estaba lo suficientemente loca como para
intentar, construir, descubrir, mientras otros a su alrededor aseguraban que
era algo imposible", dice Ivanov. Está convencido de que el progreso y la
invención solo pueden ocurrir si se cree en ellos.
De Occidente a Oriente
Desde Norteamérica hasta India o
Rusia, donde han viajado ya sus máquinas, ha tenido la oportunidad de ver y
entender la reacción de los receptores. Cree que el éxito del proyecto se mide
por el número de veces que alguien pregunta cómo es posible que una máquina se
mueva eternamente y por el número de personas que intentan buscar una solución,
que activan su mente para dar respuesta a una incógnita científica y que
muestran curiosidad por entender lo que están viendo.
Por esa misma razón, Ivanov exige
siempre lo mismo: que quienes quieran buscar el movimiento perpetuo piensen
antes cómo detenerlo, incluso aunque sepan que nunca encontrarán una respuesta
para ninguno de sus dos interrogantes.
Aunque algunos los consideran
simples farsantes, los ingenieros que trabajan para hallar la forma de hacer
que un movimiento sea eterno son soñadores en busca de su particular El Dorado.
Ivanov, en cierta forma, está logrando su objetivo: cada uno de sus vídeos
cuenta con cientos de comentarios de personas que discuten sobre el tema y que
avanzan, cada día un poco más, en busca del tesoro perdido del conocimiento.
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