Los cinco tipos de millonarios que existen (y
cómo piensa cada uno de ellos)
El Confidencial - diciembre de 2015
El dinero nos cambia, aunque a
algunos más que otros. Un antropólogo que ha estudiado a los ricos explica las
cinco tipologías de personas adineradas que existen en el mundo
Se ha dedicado un gran tiempo y esfuerzo a lo
largo de los últimos dos siglos para definir de qué manera se configuran las
clases más bajas: no es lo mismo un trabajador fabril urbano que un ganadero
que sigue subsistiendo gracias a sus animales o el becario de una empresa de
administración. Sin embargo, no ocurre lo mismo con las clases altas,
seguramente porque por sus propias características resultan mucho menos
accesibles y transparentes. Y, sin embargo, hay muy diferentes formas de ser
ricos.
Durante mucho tiempo nos hemos
limitado a trazar la línea entre los nuevos ricos y los viejos, es decir, entre
aquellos que habían obtenido su fortuna por sus propios medios, y los que la
habían heredado. Esta división solía referirse también a sus hábitos y
costumbres: más hedonista y excéntrica en el caso de los nuevos ricos, más
conservadora e inmovilista en el otro caso. Sin embargo, el siglo XX ha propiciado
la aparición de nuevas culturas de la riqueza, como afirmaba el escritor
Lawrence Samuel en su libro 'Rich. The Fall of American Wealth Culture'
(Amacom), en el que describe los hábitos y costumbres diarias de los más
adinerados de EEUU.
Para Samuel, el nuevo rico nace
en la década de los años 20 a imagen y semejanza de John D. Rockefeller. Ya no
tiene que ver con la vieja aristocracia inglesa, sino que representa los
“ideales de democracia y meritocracia” americanos, como señalaba una reseña del
libro publicada en 'The Wall Street Journal'. A ellos pronto se les añadirían
los ricos de la “nueva economía” de los medios de comunicación y los “Grandes
Magnates” del petróleo, así como los “millonarios de traje gris” que dirigían
la mayor parte de empresas y vivían de manera anónima en los suburbios.
El principal cambio de valores
durante la segunda mitad del siglo XX vino de mano, paradójicamente, de la
contracultura, que “estimuló el consumismo hedonista a costa de la moralidad
puritana”. El último paso en la escala ha sido la revolución tecnológica de
Silicon Valley, que volvía a recuperar el sueño puramente americano de enriquecerse
a partir de la meritocracia. Con ellos se cierra el círculo, afirma Samuel,
puesto que recuperan la visión de la filantropía de Rockefeller aplicando los
últimos métodos empresariales.
El autor ha explicado en
'Psychology Today' que, después de pasar años investigando con las herramientas
de la antropología clásica los usos y costumbres de los ricos estadounidenses,
ha llegado a la conclusión de que existen cinco tipos de ricos, que sólo tienen
una característica en común: su capital es, por lo menos, de cinco millones de
dólares:
Thrillionarios
Su lema sería “el dinero está
para gastarlo”. El acceso a una gran cantidad de ingresos les permite disponer
de recursos para experimentar todo lo que deseen. Los caprichos no son
excepcionales, sino que su estilo de vida es una expresión de su riqueza las 24
horas del día los siete días a la semana. Así visto, podría asemejarse a la
imagen que existía de los “nuevos ricos” que no se adaptaban a los principios
de la aristocracia acaudalada sino que no tenían ningún reparo en exhibir, y
aprovecharse, del dinero que habían ganado. Su nombre proviene de “thrill”, es
decir, “emoción”.
“Para ellos, la riqueza es un
medio para la privacidad, la exclusividad, el placer y las experiencias muy
memorables”, explica Samuel. En muchas ocasiones, los más ricos de los ricos
encajan en este perfil; sin embargo, para el autor, a nivel de valores, aún son
unos principiantes. ¿Qué clase de celebridad podría encajar en esa lista?
Quizá, si miramos la esfera internacional, Roman Abramovich, célebre no sólo
por haber invertido gran parte de su dinero en el Chelsea, sino también por ser
el dueño del Eclipse, el yate privado más caro del mundo, con una superficie
habitable de 6.000 metros cuadrados y un precio de 500 millones de euros.
Coolionarios
Al igual que los
'thrillionarios', no tienen ningún reparo en gastar su dinero. Pero en su caso,
este es un camino hacia una vida más refinada y sofisticada que exprese su
estilo de vida y estatus en cada uno de los aspectos de su existencia. La
estética, para ellos, es “la esencia de la vida”. Ello provoca que en muchas
ocasiones muestren interés por el arte o la cultura, a veces participando como
mecenas. Quizá sea un perfil mucho más común en el pasado, cuando los miembros
de la aristocracia más culta se convertían en los valedores de las figuras
emergentes de la industria cultural, pero hoy en día quizá puedan encajar en
este grupo figuras relacionadas con el mundo del arte como Carmen Cervera. Pero
no, especular con arte no provoca que seas un 'coolinario'.
Realionarios
Para ellos, el dinero también es un medio para
conseguir un objetivo, sin embargo, muy diferente al de sus afortunados
compañeros: ser ellos mismos. Aunque no tienen ningún reparo en gastar el
dinero necesario para disponer de algo que desean (una gran casa, un buen
coche), también evitarán gastarlo en algo que realmente no necesitan y que sólo
habrían adquirido por una cuestión de estatus. La cantidad ingente de dinero
que poseen es, en palabras de Samuel, “un indicador de su estatus como una
persona de un sentido común poco común”. Un juego de palabras que viene a decir
que probablemente son gente normal que, por su talento, esfuerzo o suerte, han
conseguido forrarse.
En este grupo encajarían las
celebridades con los pies en la tierra que, como ocurre con algunos
deportistas, músicos o actores (que cada uno piense en el ejemplo que más le
apetezca), no han permitido que el dinero cambie su vida, pero sí que se la
facilite.
Wellionarios
Para estos amantes del “well-being”
(bienestar), el valor más importante es su bienestar. Como explicábamos en un
antiguo reportaje, estar en buena forma, cuidarse, hacer deporte y comer bien
ha pasado a ser una señal de estatus entre los más ricos, que ya no se reúnen
en restaurantes, clubs nocturnos o en sus mansiones, sino en clubs deportivos o
gimnasios. En muchos casos, estos millonarios encuentran su inspiración en la
filosofía oriental. El equilibrio entre cuerpo y mente es lo más importante,
así como el respeto al planeta. Hoy en día, la mayor parte de millonarios
encajan parcialmente en este grupo: si les gusta el 'running', intentan
alimentarse de manera sana y no parecen demasiado viciosos, pueden ser uno de
ellos perfectamente.
Willionarios
Aquellos que se centran en “el privilegio y la
responsabilidad de intentar convertir el mundo en un lugar mejor”. Hoy en día
es raro el multimillonario menor de 50 años que, en un momento u otro, no haya
decidido destinar gran parte de su fortuna a una obra de caridad, con Bill
Gates a la cabeza. Tienen “la determinación de devolver lo que tienen, y al
hacerlo, marcar la diferencia y ser recordados, viendo su riqueza como una
manera de decirle a los demás y a sí mismos que la vida debe tener un propósito
y un significado”.
La pasada semana salieron a la
luz dos casos que, quizá, podrían reflejar bien el lado oscuro de estos
filántropos del siglo XXI: el de Mark Zuckerberg, cuya donación de la mayor
parte de su fortuna puede haber sido menos desprendida de lo que parece, y el
de Dan Price, cuya decisión de subir el suelo de sus empleados a 65.000 euros
puede haberse originado como una venganza.
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