Brasil, la economía tambaleante que recibirá
los Juegos Olímpicos
FORBES -Miércoles,
23 de Diciembre de 2015
Brasil está al borde de su peor recesión
económica en 25 años. Al mismo tiempo trabaja a marchas forzadas en las obras
para albergar los Juegos Olímpicos de 2016. El panorama incluye excesos en
gasto, escándalos por corrupción y descontento social, la ecuación menos
acertada en un momento en que la desaceleración económica parece no revertirse.
Brasil aún no logra recuperarse de la resaca
económica que le dejó el sobregasto del Mundial de Futbol. Pese a ello, el
próximo año la historia podría repetirse con los primeros Juegos Olímpicos y
Paralímpicos sudamericanos, que se realizarán en Río de Janeiro. El escenario
se complica para la economía del país si se toma en cuenta el ambiente recesivo
que atraviesa. El mayor riesgo de cara a estos eventos es que el exceso de
gasto termine por generar efectos negativos de largo plazo.
En 2014, la economía sudamericana desembolsó
13,600 millones de dólares (mdd) para la Copa del Mundo, cifra 312% superior a
los 3,300 mdd presupuestados por el
comité organizador. A 11 meses de realizarse el evento deportivo internacional
multidisciplinario más importante, la primera economía en América Latina ha
gastado 70 mdd más de los 11,000 millones establecidos como gasto para el
desarrollo de la infraestructura olímpica.
El sobregasto es un lujo que Brasil no se puede
dar. El gigante sudamericano se encuentra en recesión técnica con dos
trimestres consecutivos con cifras negativas de crecimiento. De abril a junio
de este año, la actividad económica se contrajo 1.9%, en contraste con el mismo
periodo de 2014, cuando retrocedió 0.7%, según cifras del Instituto Brasileño
de Geografía y Estadística (IBGE).
Además, las perspectivas económicas son nada
alentadoras, pues para el próximo año analistas prevén una caída de 2.5% en el
Producto Interno Bruto (PIB).
Con el propósito de dar un respiro a las
finanzas públicas del país, el gobierno encabezado por Dilma Rousseff
implementó un plan de austeridad que consiste en elevar impuestos y recortar
inversiones, medida que le ha costado una caída de 71% en popularidad.
“Brasil tiene una segunda oportunidad para
mostrarse como un anfitrión diferente. Con el Mundial, recordemos, hubo mucha
decepción interna y externa. El optimismo de Brasil está basado en esta clase
de eventos, y ahorita vemos que la sociedad brasileña no está contenta, ya que
el país no está atravesando por su mejor momento, y un mal desarrollo de los
Juegos Olímpicos podría agravar esta situación”, asegura en entrevista Miguel
Ruiz, presidente de la Cámara de Comercio México-Brasil (Camebra).
Tener orden en la agenda política y desvanecer
la sombra de corrupción, que se cierne sobre al menos siete constructoras
relacionadas con el desarrollo de 11 proyectos de infraestructura de los
Juegos, es el primer paso para que Brasil pueda salir del momento económico más
complejo en un cuarto de siglo.
El gigante pierde brillo
El gigante latinoamericano, además de
experimentar un estancamiento económico, se enfrenta a una tasa de desempleo
que se ubica en 7%, su nivel más alto en cinco años, y a una presión
inflacionaria de 9%.
Desde 2003, cuando el Partido de los
Trabajadores (PT) asumió el poder con el ex presidente Luiz Inácio Lula da
Silva, el gobierno no había registrado una reducción de 345,000 puestos de
trabajo como la suscitada hasta julio de este año.
Asimismo, la inversión que realiza el sector
empresarial cayó por octavo trimestre consecutivo, y debido al alza de costos
en los productos, el gasto de las familias, que representa en promedio 60% del
PIB, ha mantenido una tendencia a la baja durante los ocho meses transcurridos
de este año. En 2010, Brasil registró un superávit fiscal de 2.5% del PIB,
cifra que se redujo a 0.6% en 2014.
En agosto de este año, la agencia calificadora
Moody’s redujo la nota crediticia del país sudamericano a Baa3, el menor nivel
dentro del grado de inversión, desde Baa2.
La firma precisó en su informe que la
perspectiva estable de la calificación no cambiará al menos en los próximos 12
a 18 meses, y aseguró que “aunque el ambiente económico siga siendo pobre y las
dinámicas políticas se mantengan relativamente inestables en 2015 y 2016, la
agencia de calificación no espera actualmente un deterioro tan grave en las
métricas de deuda como para amenazar el grado de inversión de Brasil”.
A principios de septiembre, la agencia Standard
& Poor’s, además de quitarle el grado de inversión, rebajó la nota
crediticia del país a BB+ desde BBB-, con panorama negativo.
Especialistas atañen el debilitamiento del país
a una desincronización de la política monetaria y fiscal entre los dos
gobiernos pasados (de Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva) y
el segundo mandato de Rousseff, que comenzó el 1 de enero de este año y
concluirá hasta 2019.
“El gran error de Rousseff fue que al ganar su segunda gestión instauró
un programa de ajuste fiscal casi similar al que proponía su contrincante
(Aécio Neves). Entonces, para muchos sectores sociales de Brasil y para su
propia lanza política esto fue casi como una estafa, lo que de alguna manera
desató una crisis política en el seno de su alianza. Su mayor desacierto fue
romper con la disciplina fiscal y monetaria que se había mantenido”, asegura en
entrevista Dante Sica, socio fundador y director de la consultora argentina
Abeceb.
La mandataria ha declarado que el futuro de
Brasil será incierto en los próximos meses debido a las turbulencias globales.
Incluso, en días pasados admitió que la crisis por la que atraviesa se
mantendrá en 2016.
La amenaza de oriente
Además de lidiar con los problemas económicos y
políticos que se han gestado al interior del país, Rousseff debe hacer frente a
otra presión: la desaceleración de la economía china.
El dragón chino es el principal comprador de
las materias primas brasileñas, situación que se ha agravado con el
debilitamiento de la economía, lo que ha provocado un declive en los precios
globales de la soya y el mineral de hierro, exportaciones clave de Brasil.
La caída en las cotizaciones y los temores
sobre una mayor desaceleración del país asiático aumentan las expectativas de
que Brasil sufra su peor recesión en 25 años.
“La situación de China y el acomodamiento de su
moneda tomó a Brasil por sorpresa en un momento en que se encuentra con una
economía debilitada, lo que agravó más su problema. Pero Brasil no está así por
culpa de China; Brasil está así por culpa de Brasil”, asegura el director de
Abeceb.
Para Marco Oviedo, economista en jefe de Barclays
para México, la economía sudamericana aún no ha atravesado por su momento más
crítico.
“Lo peor para Brasil está por venir.
Probablemente Brasil pasará por unos tres años difíciles hasta que se haga un
cambio en el gobierno de manera radical o que este gobierno logre tener un
nuevo acuerdo con nuevas políticas y comience a implementar reformas, sobre
todo en la parte fiscal”, dijo el economista en conferencia de prensa.
De no hacerlo, el economista aseguró que la
calificación del gigante latinoamericano se reducirá. El real, que en lo que va
del año ha alcanzado una depreciación de más de 45%, seguirá deteriorándose y
“tendrán problemas para crecer porque la confianza no se va a recuperar de
manera rápida, y el sector privado lo que quiere es certidumbre para invertir”.
Trabajos a marchas forzadas
En abril de 2014, el vicepresidente del Comité
Olímpico Internacional (COI), John Coates, calificó la organización del magno
evento como “los peores que había visto jamás”.
A poco
más de 300 días de que comiencen los Juegos Olímpicos, el ambiente que se
respira en la cidade maravilhosa, como también se le conoce a Río de Janeiro,
es desalentador, incluso cuando algunos dirigentes del COI flexibilizaron sus
críticas.
En promedio, 57% del presupuesto destinado para
los Juegos Olímpicos proviene del sector público, en tanto que el 43% restante
corresponde a inversiones privadas.
A diferencia del Mundial de Futbol, en que el
comité organizador se valió de 12 sedes diseminadas en varios puntos del país,
las Olimpiadas se llevarán a cabo en cuatro barrios de Río de Janeiro:
Copacabana, Maracaná, Barra da Tijuca y Deodoro, lo que debería reducir el
tiempo para la construcción de las instalaciones deportivas.
Sin embargo, debido al retraso que han
presentado algunas obras, las empresas involucradas han implementado tres
turnos de trabajo, con la finalidad de cumplir con las fechas de entrega.
Hasta el momento, el Centro Olímpico de
Deportes Acuáticos, con capacidad para 18,000 asistentes, lleva un avance de 75%,
mientras que la Villa Olímpica, que dará alojo a 18,000 atletas provenientes de
205 países, tiene un progreso de 85%, de acuerdo con datos del portal de
Transparencia de los Recursos Federales de Brasil.
Estas obras son parte de la larga lista de desarrollos
que comprenden 12 centros de entrenamiento, 261 de iniciación deportiva y 46
pistas de atletismo.
El comité organizador busca animar el ambiente
del país llamando a voluntarios a sumarse a la celebración deportiva y
promoviendo la imagen del evento a través de la antorcha olímpica, así como las
mascotas. Sin embargo, no ha logrado captar gran interés de los brasileños,
pues la sociedad se siente más presionada por las medidas de austeridad
implementadas por su presidenta que atraída por el magno evento.
Por ahora, Miguel Ruiz reconoce que el único
camino que le queda al país es tratar de buscar más inversiones para aliviar su
economía, enmendar su agenda política y aprovechar esta segunda oportunidad
para cambiar la mala imagen que construyó con el Mundial de Futbol; de lo
contrario se sumergirá más en su crisis.
“Brasil es un país con un enorme potencial. Los
tres países más representativos de América Latina son México, Brasil y
Argentina, y cada uno ya ha pasado por sus respectivos efectos tequila, zamba y
tango, y el que más rápido ha salido es Brasil, por la dimensión de su economía
y por ciertos factores que influyen. En esta ocasión es más complejo, pero
confiamos en que el gigante demostrará por qué se convirtió en la mayor
potencia económica de la región.”
Nayeli Meza Orozco-Reportera Web de
Forbes.com.mx. Apasionada de las historias de emprendedores, la cafeína y la
literatura. Deposita su fe en las letras, los números y las anécdotas.
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