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sábado, 5 de diciembre de 2015

el éxito

González Iñárritu: el éxito no es ni fama ni dinero


 FORBES -   diciembre de 2015
“Yo no creo en el héroe, tampoco en el antihéroe, tan sólo creo en los seres humanos”, dice Alejandro González Iñárritu cuando le preguntamos si admira a los perdedores, cuando parece que el espíritu de la época es: No time for losers. “Si es que te refieres a Trump, que dice que si no eres millonario, no tienes dinero, eres un loser, yo creo que no lo sabe él, pero va a ser un perdedor muy pronto, que es lo que más odia. Pero repito, el superhéroe, o el ganador, siempre es algo muy subjetivo. ¿Ganador de qué?”

Le sugerimos que cuando uno menciona su nombre, muchos mexicanos parece que quieren hincarse y prenderle una veladora. Es el ídolo, el sueño dorado, el ejemplo de éxito, la razón de vivir y ver películas (cine, dicen algunos, en tono despectivo). Él parece ser el “sí se puede” del mexicano con aspiraciones de intelectual. Pero él, durante la charla, una y otra vez, trata de desestimar su impacto en la vida de los otros, menosprecia el capitalismo, se asume como un ser que las consecuencias lo han puesto donde está, y hoy estamos en una rancia y lujosa suite del hotel boutique Lowell en el Upper East Side de Nueva York, mientras afuera quema un frío que te congela la nariz y cae una copiosa lluvia que parece brisa y que se te mete en los zapatos. El pretexto es su nueva película: The Revenant, estelarizada por Leonardo DiCaprio, pero su equipo de relaciones públicas violentamente nos advierte de último minuto que no podemos hablar de su nueva creación, ni tomarle fotos, ni hablar de política, solamente hablar de cualquier otra cosa, cualquier otra cosa, o nos corren…

González Iñárritu se refiere al empresario de bienes raíces Donald Trump, quien ahora durante su campaña política en busca de llegar a la Casa Blanca ha atacado directamente y sin complejos de culpa a los mexicanos a la menor provocación, para ganarse los votos de esos estadounidenses que piensan lo mismo que él y que resulta que cada vez son más.

El pleito es viejo: se remonta a cuando el multimillonario criticó los premios Oscar, cuando González Iñárritu ganó estatuillas por Birdman: mejor película, mejor director y mejor guión original. Trump dijo en Twitter: “Los Oscar fueron una gran noche para México y, por qué no, si están destruyendo a Estados Unidos más que cualquier otro país.”

Unos días antes de buscarlo en Nueva York, González Iñárritu le dijo a The Wall Street Journal que no era súper rico gracias a su trabajo en Hollywood y que probablemente le iría mejor vendiendo tacos. “Pero me siento rico en otros sentidos. Yo siempre digo, ya sabes, Donald Trump es un pobre hombre cuya única posesión es dinero. Yo no quiero ser eso”.

Pero durante los Oscar se ganó directamente otros enemigos, como el gobierno de Enrique Peña Nieto y el PRI, pues dijo que quería dedicar su premio a sus compatriotas mexicanos, los que viven en México: “Ruego que podamos hallar y construir el gobierno que merecemos”, dijo ante una audiencia global de 36.6 millones de espectadores.

El hombre detrás de Amores Perros, 21 gramos, Babel, Biutiful y Birdman, sin soltar su cigarro electrónico, aclara que trata de no ser un bocafloja o provocador.

“Yo no soy un opinador profesional, simplemente en un contexto determinado considero que tengo el derecho como cualquier ciudadano, como cualquier ser humano, de poder expresar alguna reflexión sobre algo. Siempre respeto, aunque no esté de acuerdo, trato de respetar, aunque alguien esté en desacuerdo conmigo. Pero el que yo sea cineasta no me impide que me pueda expresar como cualquier doctor u hombre de negocios, quien sea.”

Hay que recordar que el lunes 23 de febrero de este año, un día después de la premiación de González Iñárritu, el PRI lanzó un tuit: “Coincidiendo en el orgullo mexicano, es un hecho que más que merecerlo estamos construyendo un mejor gobierno. Felicidades #GonzálezIñárritu.” Los medios lo leyeron como reproche.

“Yo trato de ser respetuoso, o sea, trato de no estar opinando de todo todo el tiempo, porque no es mi trabajo, y quién soy yo para estar opinando cosas, pero cuando creo que hay un contexto adecuado y prudente, me parece que es importante. Si necesito, creo que debo de tener una cierta opinión en algo, pues la expreso con toda la libertad, que todo mundo tiene.”



—¿El cine sirve de algo o es entretenimiento nada más? —le preguntamos.

—Mmmmmmm… No lo sé. Para mí, el cine es un arte muy joven y nace como un arte de magia, un acto de ilusión, así nació en Francia. Y posteriormente se convirtió evidentemente en una posibilidad de explorar historias y experiencias humanas, pero también creo que es un arte que tiene la capacidad de poder ser una forma de expresión personal, de poder personalmente dar un punto de vista de una existencia, y desde un punto de vista independientemente de entrentener o no. Y por otro lado, hay un cine que es un producto corporativo, que es como una pasta de dientes, que se da para satisfacer, digamos, el escaparse dos horas de la realidad para la gente y entretenerla como una feria, como una montaña rusa, digamos.



Alejandro González Iñárritu dice que una película tiene que engancharte. Tiene que tener una conexión con el público y tener la capacidad de asombrar, de hacer probable lo improbable.

“Ese es el arte, el asombro, el poderte revelar una nueva realidad de algo, hacerte sentir algo. Yo creo en el arte como una herramienta de catarsis, de poder tener una especie de sacudida emocional, pero evidentemente no lo puedes lograr si la gente no tiene una empatía, una conexión, y creo que ahí está el utilizar el lenguaje correcto para poder expresar la idea clara.”



—Pedro Juan Gutiérrez, el escritor cubano, dice que estamos condicionados para ver películas como Superman y El Hombre Araña, condicionados por una máquina económica muy poderosa…

—En el cine ha pasado un poco lo que ha pasado con las cadenas alimenticias, o sea, de pronto la gente va a McDonald’s o va a Denny’s, o va a iHop, o a estos lugares porque sabe lo que va a obtener. Y se desarrolla una especie de adicción con ese tipo de servicio absolutamente predecible, y estas franquicias o estas películas de superhéroes se han convertido en las cadenas de alimentación visual en donde la gente va a comer su hamburguesa doble y es lo que sabes que te va a saber bien y cuánto te va a costar. Entonces, ahora mucha gente se ha hecho adicta a esto en realidad, y cada vez a la gente le cuesta más trabajo ir a un restaurante un poco más sofisticado, en donde va a explorar una comida que a lo mejor no ha probado, y que va a ser un viaje, y que va a tener que ser retado hacia un nuevo sabor y no sabe lo que le espera. Eso se ha hecho cada vez desgraciadamente un poco más dentro de la dieta de la gente. La gente se ha hecho más adicta a eso, a saber qué es lo que espera ver. Y eso es trágico, porque entonces se excluye la posibilidad de que el cine se convierta en una invitación a un viaje único, de una voz única y de una posición o de una visión única del mundo, como un cocinero que te prepara algo que nunca habías comido, pero que te encanta y te revela nuevamente un sabor, y una experiencia gastronómica. Se ha perdido mucho eso. Esos restaurantes están desapareciendo, los lugares en donde se da esa comida más personal o experimental. Se sigue haciendo, lo que pasa es que los restaurantes ya no existen, si los exhibidores exhiben cada vez más, pues la hamburguesa de 2.99 con queso y ketchup. La gente de pronto dice es lo que me gusta comer y a mis hijos también, eso es una tragedia. Evidentemente es una tragedia.



—Cuando se habla de usted o de Guillermo del Toro, se habla muchas veces del modelo a seguir de una gran parte de la juventud mexicana. Dicen quiero viajar, consumir muchos libros y música, ser libre, y quiero crear. Ustedes hacen eso y les pagan, les pagan bien por ello. ¿Se da cuenta de eso? ¿O es un rockstar al que no le importa?

—En realidad, no hay un plan maestro, en realidad uno es el resultado de infinitas decisiones y coincidencias, y la preparación y la oportunidad que recibes, y aprovecharlas. Y de una coyuntura que tuvimos suerte quizá, que tuvimos cada uno de nosotros en vivir. En realidad, en una situación en donde había una necesidad y una posibilidad de llevarlo a cabo de una cierta forma. Pero en realidad esta visión del éxito que la gente en general tiene, de que uno es un rockstar y uno hace lo que quiere y cuando quiere y todo es éxito, es una ilusión.

—¿No pasa? ¿No vive como uno de los Rolling Stones?

—(Risas) No, oye, y aún los Rolling Stones, de alguna forma, hay una ilusión quizá muy peligrosa. La percepción del éxito es muy diferente al éxito en realidad. El éxito finalmente es el resultado… en primer lugar es muy subjetivo: ¿éxito según qué? Según lo que quieres. En realidad, el éxito es vivir la vida como tú la quieres, que tiene poco qué ver con la popularidad, tiene poco que ver con el dinero que ganas, tiene que ver poco con la aceptación mundial, o sea, el éxito es estar serenamente fijo, estar presente, el awareness de la existencia, eso es éxito. Hoy para mí, cuando veo a tanta gente ajena a su vida, y que está todo el día al pendiente de lo que hacen los demás, de las fotos que mandan los demás, y lo que están haciendo los amigos, y los otros personajes del mundo entero, y las celebridades, es decir, el no estar presente en la propia vida de uno, te hablo de la cosa más simple, desde ver las nubes, hasta ver un árbol o caminar por el parque, o sea, es decir, eso ya es casi, casi, un gran éxito hoy en día. Pero el éxito creo que es muy ajeno, para mí, la visión del éxito, repito, que tenga que ver con la popularidad o el dinero, o la aceptación, esa es una ilusión terrible. Y eso, cuando existe, es el resultado de mucho trabajo y de mucha disciplina.



Recuerda que se hizo muy amigo del escritor mexicano Carlos Fuentes y lo pone de ejemplo. “Yo le preguntaba: ‘¿Carlos, cómo escribes una novela todos los años?’ Y cuando veías la disciplina que tenía Carlos Fuentes, tenía una disciplina de soldado, era un esclavo de su propia obsesión y del gusto que tenía por hacer lo que estaba haciendo. O sea, pero no trabajaba por el éxito, sino que trabajaba porque es lo que él hacía, es lo que él era. Es como un herrero que va todos los días a trabajar con el metal. O un carpintero con la madera, o sea, independientemente que ese carpintero tenga un millón de followers, o venda mesas en Europa a 10,000 dólares, o simplemente haga sillas para restaurantes de tacos, eso es éxito, es decir, cuando estás conectado con el gusto tuyo. Por eso, creo que hay un gran peligro en esa aspiración casi obsesiva de la nueva juventud de los followers y de los tuits y de los likes, es decir, esa es una percepción bien peligrosa.”

González Iñárritu dice que él es como un carpintero, es decir, le gusta lo que hace y es lo único que sabe hacer. Se asume reiteradamente en su papel de humano, más que héroe o antihéroe de esta nueva era. “¡Ahora, no estoy ajeno, no quiero sonar como si fuera un imbécil que no supiese que soy un privilegiado, claro que lo soy, un privilegiado, pero es el resultado de mucho, mucho trabajo, no es este libertinaje que uno espera de: estás haciendo lo que quieres, cuando quieres, a la hora que quieres, y te va de poca madre!”.




Hiroshi Takahashi-Sigue la innovación con énfasis en lo social y los negocios. Formado en las redacciones de Milenio Diario y Semanal, El Universal, El Financiero, larevista, Excélsior y 24 HORAS…

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