El
éxito… “¡como lo vio en la TV!”
FORBES- 8 de Diciembre del 2015
Te comparto una parte de la
historia de mi vida como coach, y éste, que considero, como muchos otros, un
caso de éxito “prestado”.
“Todo camino con vistas a un
objetivo es, en sí, un emprendimiento,
donde cada quien puede decidir lo
que quiere lograr, transformando lo
que podría parecer imposible, en
un objetivo”: coach Alejandro Meza.
Es acerca del sueño de la primera
persona que confió en mí como coach: mi hermana, Laura Meza.
Ésta, que es una historia real y
que no pudo ser más cercana, ha generado parte de la teoría y práctica que
ahora trabajo en consultorio y oficina todos los días.
Una historia que había reservado
mucho por ser familiar. Y por tratarse de alguien tan querido como mi hermana.
Impactando el entorno inmediato
Hace muchos años, cuando
trabajaba en consultoría de información estratégica e investigación de mercados
comencé con mi interés por el coaching, llenándome de libros e información,
viviendo talleres, procesos en carne propia y empapándome con todo lo que tenía
que ver con ello, como quien disfrutaba de mojarse bajo la lluvia.
Y como cualquiera que sabía que
algo funcionaba, quería compartirlo, poniéndolo en práctica como coach,
pudiendo comprobar su efectividad de forma cercana.
El tema era simple: necesitaba de
un coachee (aquel que tomara el coaching), alguien que tuviera una meta, un
sueño y algo que transformar. Pero sobre todo a alguien que confiara en mí,
dispuesto a entrar en un proceso de sesiones permitiéndome ser su “coach”.
Toda una semana le estuve dando
vueltas al asunto, al punto de llevárselo a mi coach, y tras pedirle a un par
de personas que accedieran, y no lo hicieron, como había visto en mis propias
sesiones, “no quedaba más que impactar el entorno inmediato”.
La oportunidad y los recuerdos
Recuerdo haber ido a la casa de
mis padres en esas fechas. Y estar en su recámara viendo un reconocido programa
de concurso. Junto con mi papá y mi hermana, quien no paraba de querer dar las
respuestas e involucrarse dialógicamente con la TV.
Recuerdo haberla oído decir, en
varias ocasiones, que un día iría “a ganar los cien mil pesos”.
Recuerdo la sensación, de cómo
algunos, con mirada incredulidad, “la tiraban de a loca“, cuando decía que ella
haría el casting, sería seleccionada, entraría al programa, concursaría y
ganaría. Recuerdo que yo pensaba: “muchos factores, por cierto”, pero en ese
entonces no era coach, y no sabía del poder personal.
Y recuerdo la sensación de
algunos, familiares o parientes cercanos, porque parecía ajeno y difícil.
Porque, al final, “eso sólo pasaba en la televisión” y, hasta donde sabíamos,
nadie, absolutamente nadie en la familia, había tenido tal “suerte” de ir y
ganar así.
Esa frase de “yo voy a ir y voy a
ganar” la oíamos mucho con mi hermana. Pero ese día, a diferencia de otros, la
escuché como nunca. Tan es así que recuerdo le dije que bajara a la cocina,
porque le tenía que decir algo importante.
Así empezó todo, y recuerdo cada
cosa como si hubiera sido ayer.
El fondo
Le dije que claro que era
posible, y sus ojos se iluminaron como quien oía por primera vez su nombre y lo
sabía de cierto. Le dije que lo íbamos a conseguir juntos, que íbamos a
construir esa realidad, de forma fácil: “Como quien decide pararse en la mañana
y abrir los ojos, porque en la mañana uno abre los ojos por instinto, como
quien decide bañarse un miércoles cualquiera, ponerse los zapatos e irse a
trabajar para ganar cien mil pesos, porque para llegar del centro de la cocina
al centro del comedor sólo había que dar 4 pasos, y eso era todo.”
Y así, viéndola a los ojos tras
tener nuestra primera plática de forma simple, a puerta cerrada, y en la cocina
en la que crecimos juntos, comenzaríamos a marcar nuestro destino. Así…
calladitos, y sin que nadie supiera, más que nosotros, lo que trabajaríamos
hasta conseguir paso a pasito.
La forma
La gente que cree en la magia la
logra de vez en cuando; recuerdo habérmelo dicho de camino a mi departamento,
esa noche. Y así me iba repitiéndolo: ¡No hay más!… para pensar en lograr un
sueño, había que pensarlo así, “fa-ci-li-to”.
Además, la verdad, para mí, era
que todo este “dejo de magia” no iba a ser más que poner en práctica mi nueva
herramienta, mezclada con cosas que conocía muy bien y con las que ya
trabajaba, cosas propias de la consultoría estratégica y el acompañamiento empresarial.
No quedaba más que construir con
ella un proceso de acciones y micrometas simple, e ir solventando los
obstáculos del camino en el plano mental y emocional, preguntándole lo
necesario, y yo ya era muy bueno con las preguntas, habiendo trabajado con
miles de personas en consultoría de investigación de mercados.
Y así, mientras fuimos
completando y palomeando las acciones necesarias para conseguir ir al programa,
trabajamos día tras día en la parte mental, emocional y física (realidad),
alineando todas en una misma dirección y con miras al objetivo.
Y todo fluía de mejor manera a
cada sesión, donde estas pequeñas acciones nos hacían parecer todo tan
sencillo.
Así fui conociendo en su proceso
cómo le gustaba pensar y cómo su mente actuaba en ella, descubriendo que era
reactiva, como muchas, muchísimas personas.
Y por ello empujaba un poco ese
“requerir irse convenciendo” de que todo esto que “soñaba” era posible, para
después retirar “el convencimiento” (que se encuentra en el plano de la razón)
para dejar sólo la certeza emocional, “constructora de la realidad” (según mi
propia teoría y aplicación práctica).
Hoy sé que para ella y para
muchas personas con mente reactiva, las cosas son simples.
Deben ver el resultado de sus
acciones hechas, avances y logros, o micrometas, para “irse convenciendo” como
quien “se acerca a un castillo”, lo que “desbloquea” los juicios lógicos de la
razón: “convenciéndolos” del acercamiento a la realidad creada paso a paso,
porque: “ya viste, con este paso que diste el castillo está más cerca”.
Comenzando a llenar un estado
emocional de certeza, pues entre más se acerca hacia el objetivo, los juicios
lógicos dejan de hacer efecto en ella y el estado de certeza emocional crece,
hasta hacer que la realidad sea la que ella dijo que sería.
Resultados
Tras ganar el primer programa de
concursos y su primer premio de “cien mil pesos”, la emoción sobrepasó el
asunto. Hablamos de ello muchas veces y luego pasó el tiempo.
Retomando el asunto tiempo
después, comentando en otra plática que era necesario establecer comprobatorias
para ver que esa metodología personalizada funcionaba en ella, y descartar el
factor “buena suerte” o “casualidad”, dándole crédito a la estrategia de
acciones simples, al trabajo de “no-control” emocional, al trabajo mental y a
lo que decretábamos y reforzábamos en conjunto.
Así que elevamos la meta una y
otra vez hasta conseguirla, poniéndonos a prueba dos veces más, en un programa
como capitana de equipo, y en otro con un reto personal, con un nuevo factor
complejo: el factor de conocimientos.
Laura ganó en los tres programas
de concursos televisivos en los que participó, teniendo un récord 3 de 3,
llevándose en todos los casos alguno de los premios más altos: en el primero y
el tercero el premio de 100,000 pesos (que había enfocado en la construcción de
su realidad), y en el segundo, la remodelación de la casa de su cuñada,
electrodomésticos y crédito en tiendas.
Primero: Espacio en blanco, un
programa de concursos donde se ponía en juego el sentido común y la conexión
emocional con terceros (actores y actrices invitados).
Segundo: A comer con Coca-Cola,
en el que participó liderando a un equipo, con el que ganaron la remodelación
de una casa.
Tercero: Todo el mundo cree que
sabe, un programa de conocimientos, muy conocido en la televisión nacional. Fue
con este programa con el que pudo coronarse, dándose cuenta de cómo uno
construye su realidad “mientras caminas sobre ella”, impactando en la misma
acción tras acción.
“No es sencillo explicarlo, pues
es algo que se vive, pero lo que se pone en juego es creer que es posible y
sentirlo posible mientras lo haces fácil, con la certeza de que, lo que deseas,
sucederá.”
Desde mi perspectiva como coach,
la emoción lo gobierna todo mediante un estado de “certeza emocional”,
constructor puro de la realidad.
Es reconocer de manera previa y
anticipada que todo esto lo has creado, y que “hasta las luces del set estaban
ahí para ella”. Por eso no puede haber otro resultado más que el que se ha
querido desde el inicio”.
Hoy
Hoy, a casi cinco años del último
programa de concursos; hoy, cuando sintetizo parte de su historia, y del logro
de un sueño que repitió tres veces, cuando la veo en casa de mis papás con mis
sobrinos, cuando nos reímos porque ya no hay nada del premio, y cuando veo
“esta normalidad”; vuelvo a recordar mi frase simple pero cierta: “La realidad
es la que creamos con nuestras manos, mientras avanzamos sobre ella”, porque sé
que éste es el único camino para hacerla posible, un paso a la vez, porque, al
final, todos, absolutamente todos, podríamos vivir un sueño, como los que vemos
en la televisión.
Alejandro Meza-Coach fundador de
Impulso Humano México. Desarrollador de metodologías poco convencionales en
Coaching y Capacitación para organizaciones y empresarios.
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