Medellín: la ciudad que domó a la violencia
FORBES- 22 de Diciembre de 2015
En 20 años, Medellín pasó de ser
la ciudad más violenta del mundo a la más innovadora. ¿Cómo dejó atrás la
pobreza y las balas para adoptar el desarrollo como motor? ¿Qué puede aprender
Centroamérica de la experiencia de Colombia? Ésta es su historia.
El 21 de febrero de 1990, la
explosión de un coche-bomba dejó un saldo de 17 muertos en Medellín, Colombia.
Ésta es una estampa recurrente de la historia de terror que sembró el
narcotraficante Pablo Escobar, sumado al conflicto guerrillero que vivió en sus
tiempos más álgidos la región sudamericana. La principal causa de mortalidad en
la ciudad de aquella época era el homicidio.
En esos años, Medellín sufría una
tasa de homicidios mayor a 300 por cada 100,000 habitantes, con 282,000
personas en pobreza extrema a principios de 2000. En las últimas dos décadas,
la historia de Medellín ha cambiado abruptamente. Hoy, Escobar dejó de ser el
personaje más popular de la zona; el corporativo de hp y los edificios de otras
empresas tecnológicas son los nuevos vecinos en el barrio.
“Medellín no busca convertirse en
el nuevo Silicon Valley, sino que quiere ser el epicentro de innovación de
América Latina”, dice el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria.
El político colombiano parece no
estar equivocado en lo que asegura. En 2013, The Wall Street Journal y
Citigroup nombraron a Medellín como la “ciudad más innovadora del mundo”.
No se trata de una ciudad de
primer mundo como Nueva York, Pekín o Londres. Es Medellín, la región de
Latinoamérica que aspira a cambiar las armas por los chips.
El edificio de Bancolombia
resplandece en las vías principales de Medellín. Es el edificio corporativo más
grande de Colombia, con 135,379 m2, donde trabajan simultáneamente hasta 2,100
personas en su pico más alto y alberga a 4,200 personas. Representantes de
firmas tecnológicas y emprendedores recorren sus pasillos en busca de
financiamiento para sus empresas.
En el pasado, esta zona era el
símbolo industrial de la ciudad, pero esta vez representa algo más: el nuevo
enfoque de negocios en la metrópoli.
La ciudad, ubicada en el Valle de
Aburrá, redujo su índice de violencia en 80% en los últimos 20 años. Su tasa de
homicidios es menor a 100 por cada 100,000 habitantes, y la población que vive
con menos de 1.25 dólares diarios bajó de 47% en 1990 a 22% durante 2010.
Alrededor del emblema económico de Medellín existen conjuntos departamentales
de tabique rojizo con más de 40 pisos, que al ser tocados por los últimos rayos
del sol de cada día iluminan la ciudad con un toque carmesí. Una imagen
apacible que la violencia del pasado tal vez no hubiera permitido mirar.
El aumento del delito en Medellín
inició cuando se enfrentaron la supremacía del narcotráfico y la presencia
guerrillera en la ciudad, explica el doctor en Filosofía de la Universidad
EAFIT, Jorge Giraldo Ramírez, en su texto Seguridad en Medellín: el éxito, sus
explicaciones, limitaciones y fragilidades.
Para la década de los 90, el
homicidio y otras formas de violencia representaron el principal problema
social, económico, de salud pública y de seguridad en la ciudad, asegura el
texto Homicidios en Medellín, Colombia, entre 1990 y 2002: actores, móviles y
circunstancias.
Fue 1991 el momento más crítico
para Medellín, debido a que se reportó el mayor número de muertes causadas por
homicidio, que fue de 6,658. A partir de ese año inició la disminución en la
tasa de este delito, para que en 1995 bajara en 30%. ¿Cómo se logró este
descenso?
Son cuatro hechos los que lo
explican: los acuerdos de paz en 1990; la desarticulación del Cartel de
Medellín y la muerte de Pablo Escobar en 1993; la Operación Orión en la Comuna
13 en 2002, y la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara, detalla Giraldo
Ramírez.
Aunado a esto, en esos mismos
años se dio una importante llegada de capital local y extranjero, coronada con
la creación de Ruta N en 2009 y una inversión de 30 millones de dólares (mdd)
de Hewlett Packard, que instaló una planta en Medellín, en julio de 2010.
La llegada de firmas tecnológicas
a la capital de Antioquía se convirtió en un hecho frecuente.
La tecnología también ha permeado
el paisaje. Dos proyectos de infraestructura público-privada se han vuelto
emblemáticos en la ciudad: la construcción del Metro de Medellín (1995) y el
Metrocable (2004), un teleférico que conecta a las comunas con el centro
urbano.
También destaca la colocación de
escaleras eléctricas en la Comuna 13 de San Javier, la zona más pobre de la
ciudad, que redujo los tiempos de traslado de sus pobladores, creó un sentido
de pertenencia y una conciencia social para cuidar el patrimonio común. Algo
imposible de imaginar en el pasado.
Lo que Citi y The Wall Street
Journal le reconocieron a la ciudad fueron las innovaciones de tipo social y de
desarrollo urbano, como el Metrocable y las Escaleras Eléctricas de San Javier,
a los cuales se les dio ‘un nuevo uso’ para convertirlos en un medio de
transporte masivo, lo que los hizo productos innovadores, explica, Aníbal
Gaviria.
Aquí la gente no se empuja, no se
atropella al caminar. Se respira un gran sentido de pertenencia por las calles,
al tomar el metro o al viajar en su teleférico. Es una ciudad limpia y
ordenada. Es el blanco de las inversiones de las trasnacionales tecnológicas.
Con la disminución de la
criminalidad, la mejora en la infraestructura de la ciudad y la eficiencia en
el transporte público, acompañadas de la construcción de una conciencia social,
se estaba pavimentando el terreno para el nacimiento del nuevo Medellín: la
capital global de la innovación.
Su jardín botánico es un centro
para tomar un buen libro y leer, tener una plática amena o degustar platillos
gourmet. La gente ha vuelto a tomar las calles.
Un toque tecnológico
Pero no todo ha sido miel sobre
hojuelas. Tras la disminución de la violencia, el próximo reto para Medellín es
la creación de capital humano capacitado, con el cual trazará la ruta hacia una
economía de servicios, luego de que su productividad estuviera relacionada con
la industria pesada, con empresas cementeras y siderúrgicas.
Sin embargo, las autoridades ven
una oportunidad en el emprendimiento. Por eso, en 2009, la Alcaldía de Medellín
y las empresas UNE Telecomunicaciones y Empresas Públicas de Medellín crearon
un “semillero de la innovación”, al que llamaron Ruta N como una forma de nunca
olvidar que su objetivo como ciudad era siempre crecer hacia arriba, hacia el
norte.
Ruta N es el último paso de la
estrategia del gobierno para dar el “salto cuántico” hacia una economía basada
en los servicios y la innovación, explica la gerente del Distrito de
Innovación, María Paulina Villa, quien señala que este centro tiene dos pilares
fundamentales: el plan de ciencia, tecnología e innovación, por un lado, y la
cultura, por el otro.
El primero de estos pilares
permitió enfocar a Ruta N en las áreas de energía, salud y tecnologías de la
información, debido a la falta de médicos e ingenieros en la cuidad, que son
necesarios para crear una economía basada en servicios. “La decisión de
enfocarse en esos tres rubros se debe a que en Medellín hay oportunidades,
tanto en las empresas como en las universidades para desarrollar la innovación”,
detalla la funcionaria.
El otro pilar, que es la cultura,
permitió detectar las barreras en las prácticas sociales que no permiten que la
innovación germine, pero también identificó su potencial. Para lograr estos
objetivos se creó el programa Horizontes, que busca posicionar a la ciencia, la
tecnología y la innovación como una oportunidad de vida entre la población
joven.
Gracias a esta labor, se crearon
las condiciones necesarias para que un gigante tecnológico mundial se instalara
dentro de Ruta N. Así, en 2010, Hewlett Packard realizó una inversión de 30
mdd. La llegada de la empresa californiana se dio en un contexto donde la
semilla de la innovación estaba sembrada, por lo que HP se convirtió en soporte
para el desarrollo de capital humano en la ciudad.
En Ruta N, opina Villa, el
ecosistema de innovación se mantiene gracias a que universidades y empresas de
Medellín se pueden conectar de forma “orgánica”.
“La innovación es como el virus
del ébola que puede transmitirse de persona a persona. En Ruta N, un
emprendedor puede estar desayunando con el directivo de HP y de ahí crear una
gran conexión”, cuenta Villa.
Al instalarse en Medellín,
Hewlett Packard dio un mensaje a todas las empresas del mundo: éste es un lugar
seguro e idóneo para innovar y hacer negocios. Por eso, en los dos últimos años
(2013- 2014), un grupo de 48 empresas llegó a Ruta N y generó 1,090 empleos
formales.
El asentamiento de estas empresas
se dio gracias a las facilidades que brinda Ruta N, que cuenta con un programa
de “landing”, que permite a las compañías ser productivas desde el primer día
en que operan, debido a que se les da un espacio y se les contrata un grupo de
alrededor de 60 personas calificadas para realizar las actividades que
requieran conforme a su naturaleza, explica Villa.
Este espacio para la innovación
no se limita al centro, ya que, además de Ruta N, existe un terreno de 168
hectáreas que destinó el gobierno para recibir a más empresas con espíritu y
vocación emprendedoras. La meta, dice la directiva, es que Ruta N llegue a
1,500,000 m2 en un plazo de 10 años.
La tarea no es fácil de mantener,
pero hay un plan que está en funcionamiento.
Rumbo a City Smart
Ser nombrada la ciudad más
innovadora del mundo no le basta a Medellín. El camino no se ha terminado.
Ahora tiene una nueva y ambiciosa meta en el horizonte: convertirse en una
ciudad inteligente.
Para lograrlo, además de apostar
por el continuo desarrollo del clúster de tecnología que ya posee, necesita
impulsar un nuevo centro de información y comunicación que contribuya a
solucionar las problemáticas en educación, seguridad, movilidad, medio
ambiente, participación ciudadana y equidad.
Las vías para lograrlo se resumen
en dos incisos: el programa “Conectividad e innovación para la inclusión
digital del ciudadano” y la realización de la obra Medellinnovation.
El programa de conectividad e
innovación, lanzado por la alcaldía de Medellín a partir de 2013, busca ampliar
la cobertura de la conectividad y de los recursos tecnológicos en los espacios
públicos de la ciudad, incorporando nuevos modelos de acceso masivo, avanzado y
sostenible para la ciudadanía.
La meta de este programa es tener
544 espacios públicos con internet gratuito para finales de este año, con el
objetivo de apalancar la urbe como una ciudad de avanzada frente a metrópolis
del mundo.
El otro camino se centra en la
construcción de Medellinnovation, un espacio de la ciudad destinado para
desarrollar inversiones locales y extranjeras con énfasis en ciencia,
tecnología e innovación.
Este centro complementará a Ruta
N, que es la incubadora de la innovación en la ciudad.
El gobierno espera que en
Medellinnovation haya 1,000 m2 de infraestructura y equipamiento para crear más
de 28,000 empleos en ámbitos relacionados con energía y salud.
A pesar de la llegada de
importantes firmas tecnológicas, Medellín aún está lejos de las ciudades con
una mayor facilidad para la apertura de un negocio.
En la apertura de un negocio la
capital de Antioquía está en la posición número 11, mientras que la ciudad de
Armenia está en la posición número 1, de acuerdo con el Doing Business del
Banco Mundial.
El camino de Medellín rumbo a ser
el epicentro de la innovación aún es largo, debido a que deben mejorar sus
prácticas en la apertura de negocios, así como seguir trabajando en la
integración de los jóvenes a carreras encaminadas hacia la tecnología.
Pero, sin duda, el mayor reto
será que no regrese el fantasma de violencia que atormentó a la ciudad y que
los años de los muertos de Pablo Escobar se queden muy lejos, guardados sólo en
los libros de historia.
Israel Pantaleón-Editor de
Breaking News en Forbes México. Comunicólogo que cuenta, a través de datos y
cifras, lo que ocurre en la economía nacional y global.
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