"Luchan por dinero, no por
religión": los mercenarios balcánicos de la yihad
El Confidencial - diciembre de 2015
El islam no juega un papel
fundamental. Por el contrario, muchos de los yihadistas balcánicos que viajan a
Siria tienen lazos con grupos criminales o son coaccionadas por estos, y les
motiva el dinero
Nusret Imamovic ha vivido varias
vidas, todas ellas inquietantes, siempre marcadas por el radicalismo. De origen
bosnio, este clérigo wahabí -una de las corrientes más fundamentalistas del
islam- se forjó tras las guerras balcánicas que llevaron a la disolución de
Yugoslavia, convirtiéndose en uno de los principales referentes ideológicos del
extremismo islámico de la región. Desde hace ya dos años, se encuentra en
Siria, implicado en el yihadismo que allí lucha por imponerse, según las
últimas informaciones de las fuerzas de seguridad.
Aunque su historia refleja un
extremismo singular, perfiles como el de Imamovic alarman cada vez más a las
cancillerías de medio planeta. Tanto que, desde septiembre de 2014, su nombre
está en la lista de terroristas que confecciona periódicamente el Departamento
de Estado de Estados Unidos. Y que, ya en noviembre de ese año, se puso en
marcha la primera misión oficial de Washington en los Balcanes para rastrear allí
a presuntos yihadistas que operan y reclutan para organizaciones como el Estado
Islámico (ISIS) y el Frente al-Nusra.
Más aún después de los atentados
de París. El problema es que, como advierten los expertos, el radicalismo de
matriz islámica en los países de la antigua Yugoslavia y Albania no preocupa
solo por la posición estratégica de esta región, una zona que es antecámara
geográfica de Europa y cruce de varios tráficos ilegales, sino también por el
arraigo que este particular extremismo tiene en un área que todavía no ha
superado completamente la tensión interétnica.
Un extremismo arraigado
David Kovacic, investigador del
instituto serbio East-West Bridge y del Sciences Po de París, lo describe como
“un fundamentalismo cuya primera hornada se remonta a la época de los cruentos
enfrentamientos ocurridos durante la disgregación de Yugoslavia en los
noventa”. Algo que inquieta a los observadores, “en particular en Kosovo y
Macedonia”, donde hay todavía sociedades frágiles y sistemas de prevención inadecuados,
explica a El Confidencial.
Otro es el caso de Bosnia,
receptora de muyahidines durante el último conflicto armado (1992-95) -algunos
de los cuales ya habían sido guerrilleros durante la guerra de Afganistán
(1978-1992)-, y que ahora también exporta extremistas a Oriente Medio, como
señalan varios informes, entre ellos del International Center for
Counter-Terrorism y de la ONG bosnia The Atlantic Initiative. Otras fuentes,
como la hoy extinta Misión de Policía de la Unión Europea en Bosnia y Herzegovina,
señalaban ya en 2010 la existencia de “3.000 potenciales terroristas” tan solo
en ese país.
De ahí que no falten incluso
macabros puntos en común entre los que operaban en Bosnia durante la guerra y
los extremistas que actúan ahora en Siria e Irak. Un ejemplo es precisamente el
batallón de muyahidines, el cual, incorporado en el ejército bosnio en 1993
-bajo el mando del general Enver Hadzihasanovic, quien por ello fue encarcelado
en La Haya-, tenía fama de ser uno de los más cruentos, responsable de
centenares de ejecuciones sumarias, terribles actos de tortura e incluso
decapitaciones. Casi un 'déjà vu', en síntesis, si se piensa en el Estado
Islámico.
Más yihadistas que Francia
No hay, por supuesto, datos
definitivos sobre cuántos ciudadanos de Albania y de los países exyugoslavos
han viajado a Siria e Irak. Ni de cuántos han muerto, desaparecido o siguen
vivos. No obstante, sí hay algunas estimaciones acreditadas, como las del
centro de estudios estadounidense Combating Terrorism Center (CTC), que sigue
el fenómeno con informes periódicos.
Según esta fuente, desde 2012,
las personas de origen albanés -es decir, provenientes de Kosovo, Albania y
Macedonia- que han viajado hacia esas guerras suman al menos 500, de las cuales
300 son de Kosovo, de acuerdo con lo también confirmado por el Ministerio de
Interior de ese país. Algo que es un récord absoluto, al producir Kosovo, en
proporción al número de habitantes de cada país, incluso más yihadistas que
Francia, el Estado de la Unión Europea con el dato más alto.
Estudios basados en yihadistas
que han muerto o han sido detenidos indican además que el prototipo de
combatiente originario de Albania responde a una persona de 30 años de edad de
promedio, mientras que en el caso de los albaneses étnicos de Macedonia y
Kosovo, en general, se trata de individuos de entre los 21 y 25 años. Esta
franja de edad es también la más sujeta a operaciones de reclutamiento
destinadas a actos violentos, según esas mismas fuentes.
Un ejemplo es el caso del joven
kosovar Lavdrim Muhaxheri, quien ha sido considerado muerto varias veces, pero
sigue apareciendo en vídeos de ejecuciones en Siria. Originario de Kacanik, en
Kosovo, Muhaxheri acabó en el punto de mira de una operación antiterrorista
llevada a cabo por la policía de Brescia (norte de Italia), que llevó a la
detención de otros cuatro kosovares. Según las autoridades italianas, que desde
hace casi dos años colaboran activamente con las policías balcánicas, Muhaxheri
es hoy uno de los jefes más cruentos del ISIS y el cabecilla de los reclutadores
balcánicos. Su nombre también está en la lista del Departamento de Estado de
EEUU.
Los combatientes de Bosnia que
fueron a Siria o Irak, en cambio, sumarían otros 300, de acuerdo con
International Centre for the Study of Radicalisation and Political Violence
(ICSR), que colabora con la ONU. Se trata, en su mayoría, de personas que han
frecuentado las comunidades salafistas de Gornja Maoča, Ošve y Dubnica, y hay
presencia de al menos dos generaciones diferentes. El primer grupo son
exmiembros del ya mencionado batallón El-Mujahid, mientras que el segundo está
integrado por jóvenes con problemas de identidad y, sobre todo, sin esperanzas
de construirse un futuro mejor en Bosnia.
"Luchan por dinero, no por
religión"
Albert Rakipi, director del
Centro Albanés para los Estudios Internacionales (AIIS) de Tirana, subraya que
en Siria también combate mucha gente relacionada con el mundo criminal de la
región. “En muchos casos, encontramos que la religión no juega un papel
fundamental. Por el contrario, muchas de estas personas tienen lazos con
organizaciones criminales, o son coaccionadas por estas, y luchan por dinero”,
explicó a este diario Rakipi.
Una circunstancia que, según un
informe realizado por Shpend Kursani, del Kosovar Centre for Security Studies,
es el caso de Kosovo. “El 40% de los que han viajado a Siria tenía una serie de
antecedentes penales antes de viajar”, se lee en el documento. En esta misma
línea, también ONG bosnias afirman que dos tercios de los bosnios que viajaron
a Siria habían cometido delitos antes de tomar esa decisión. En este contexto,
cabe recordar que países como Kosovo y Bosnia se encuentran de forma casi
sempiterna azotados por graves crisis económicas y, a menudo, viven enredados
en serios conflictos políticos, que refuerzan también las organizaciones
criminales que operan en la zona.
Aunque en los últimos dos años la
práctica totalidad de los países exyugoslavos y Albania han hecho un esfuerzo
legislativo para castigar a los ciudadanos que viajan para hacer la yihad,
todavía falta una coordinación más eficaz entre las policías de la región y las
europeas. Ni siquiera existe una base de datos con nombres y apellidos de los
yihadistas conocidos que ayude a prevenir el fenómeno. Algo que, cuanto menos,
dificultaría sus desplazamientos, ya que la mayoría ha viajado en avión hasta
Turquía y, de ahí, a Siria e Irak.
De ahí que, en su último viaje en
los Balcanes, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, fue claro.
"Todos tenemos que trabajar más en ese sentido (contra el ISIS)", afirmó
en Pristina, la capital de Kosovo, el pasado 2 de diciembre. Y es que también
está el problema de la diáspora. Es decir, de todos esos ciudadanos balcánicos
que se fueron durante o después de la guerra de los noventa.
Algunos antecedentes no son, en
absoluto, felices. Un testimonio muy triste fue el de dos adolescentes
austriacas de origen serbiobosnio, Samra Kesinović y Sabina Selimović. Ambas
huyeron a Siria para casarse con yihadistas y hoy posiblemente están muertas,
según recientes noticias no confirmadas.
Otro elemento a tener en
consideración, según la ONG The Atlantic Iniciative, es que muchos bosnios
están dando señales de que no quieren regresar a su país de origen. Ello se
debe a que en la actualidad son miembros "de plantilla” de batallones del
ISIS y han aceptado quemar sus documentos de identidad, como pide el grupo
ultrarradical. Por el contrario, el fenómeno yihadista afecta muy poco a Serbia
y Croacia.
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