El año de la
caída de "dioses" del deporte
BBC Mundo - BBC Mundo - lunes, 28 de diciembre
de 2015
Escribimos en un bar del puerto de Hobart,
capital de Tasmania, donde esperamos la llegada de los primeros veleros de la
famosa regata transoceánica Sídney-Hobart, que este año ha sido de las más
agitadas y tormentosas, forzando el retiro de 32 yates de un total de 108.
Durante la espera, punteada por noticias de
timones rotos, velas desgarradas, piernas quebradas y mástiles desgajados, nos
entretenemos confeccionando una lista de las grandes calamidades del deporte
internacional en este tormentoso 2015, tan agitado como el Pacífico Sur.
Hay pocas ciudades más australes que Hobart:
Punta Arenas y Ushuaia, para apuntar dos. Tasmania es esa isla que parece muy
chiquita en el mapa del Pacífico, debido a que sobre ella está la abrumadora
presencia de Australia, casi 8 millones de km2 que se hacen sentir en todo
sentido.
No somos aficionados al velerismo, de modo que
no esperen que hayamos venido a Tasmania sólo para presenciar la llegada de
unos veleros más o menos averiados. En realidad, venimos para conocer el Mona
(Museum of Old and New Art), un museo revolucionario que está cambiando la
forma en que se muestra el arte al público.
(Pero ese debería ser el tema de otro artículo
en otro espacio de BBC Mundo. Por ahora baste decir que el museo es obra de un
matemático excéntrico que se hizo multimillonario jugando contra la banca en
casinos.)
Si nos acompañan unos minutos más, les
contaremos algunas características del deporte en Australia, uno de los países
más "extraños" desde el punto de vista latinoamericano.
Pero ahora vamos con la lista de las caídas y
calamidades más estrepitosas del año.
La más gorda, según algunos, fue la suspensión,
primero, y después la expulsión del deporte por un lapso de ocho años, de Sepp
Blatter y Michel Platini, por entonces presidentes de la FIFA y la UEFA
respectivamente.
Blatter es el personaje que urdió el sistema de
prebendas, canonjías y territorios liberados que enriqueció a los caciques
locales de la organización deportiva más importante y vasta del mundo.
Platini, sin participar directamente en esa
operación de omertá cuasi mafiosa que mantuvo a Blatter en el poder, votó a
favor de otorgar a Qatar el mundial de 2022, un disparate organizativo, poco
después de una reunión con el presidente de Francia y un jeque qatarí que tiene
inversiones en Francia.
(Entre ellas el Paris Saint Germain y la cadena
de televisión que transmite el campeonato francés.)
Después (aunque muchos dirán que es todavía más
memorable) está la crisis en la burocracia internacional del atletismo, que ha
desacreditado al expresidente de la IAAF y está cuestionando la actuación del
nuevo presidente, el británico Sebastian Coe, que durante muchos años fue
representante a sueldo de Nike, sin privarse, al parecer, de abogar por
decisiones que favorecerían a esa empresa comercial.
La crisis de credibilidad y corrupción del
atletismo podría tener, según denuncias fundamentadas, alcances mucho más
vastos que las maquinaciones para favorecer a atletas rusos en un programa de
dopaje asistido por las autoridades deportivas ese país.
En el ambiente del atletismo corren rumores
similares a los que precedieron el descrédito del ciclismo, representado
entonces por el gran héroe impoluto Lance Armstrong.
Esto podría convertirse en algo peor que lo del
fútbol, en vísperas de los Juegos Olímpicos de Río.
En este panorama, ya fuera de los temores de
corrupción, quedan las decepcionantes campañas de entrenadores legendarios en
el ámbito del fútbol, en particular José Mourinho, Louis Van Gaal y Rafael
Benítez.
Los tropiezos de los dos últimos entran dentro
de los parámetros normales del deporte: un entrenador nuevo llega a un club,
trata de reorganizar las cosas, no puede controlar las variantes y el plantel
se le va de las manos.
Lo de Mourinho es más desconcertante, tanto,
que algunos críticos han señalado que en la lista de supuestos
"errores" del entrenador esta temporada, figuran casos
"extremos", como la disputa con la médica Eva Carneiro, que emponzoñó
la atmósfera en el vestuario de una forma gratuita.
¿Mourinho "trabajó" para fracasar?
Este es el interrogante cínico (personalmente no lo creemos, él es demasiado
orgulloso) ante la posibilidad de que reemplace a Van Gaal en el club de sus
sueños, el Man United, o el Madrid, del que fue marginado por una rebelión de
jugadores... Otra más.
Y volviendo al deporte australiano, festejamos
la Navidad en el estadio de cricket de Melbourne, con una comida deliciosa en
el célebre Long Room.
Nos explicaron que el estadio tiene una
capacidad de 100.000 espectadores, algo inaudito en el cricket inglés, por
ejemplo. El famoso "ground" de Lords, en Londres, cerca de donde
vivimos, no pasa de una capacidad de 28.000.
El 26 de diciembre, Boxing Day, un día
importante para la práctica del deporte en el mundo "anglo", el gran
atractivo en Melbourne fue un partido en ese estadio entre los equipos de
críquet de Australia y las Indias Occidentales (selección formada por jugadores
nacidos en isla del Caribe), al que mi consuegra llevó a mi yerno... Pero no a
mí.
Esto muestra hasta qué punto es diferente la
afición deportiva de los australianos. El fútbol "nuestro", el
soccer, también tiene muchos seguidores, pero en su mayoría se trata de
aficionados de colectividades como la italiana, la griega, que llevan el fútbol
en la sangre.
En realidad, son tantos los estadios deportivos
concentrados en la zona céntrica de Melbourne que nos llama la atención: no
recordamos haber visto algo así en otra ciudad del mundo. La afición, u obsesión deportiva de los
australianos es legendaria; debemos incluir el tenis, la natación, las carreras
de caballos, el fútbol con "reglas australianas", el rugby (en sus
variantes "union" y "league")...
El fútbol australiano, o de "reglas
australianas" es algo muy especial.
Copiamos de Wikipedia: "Los jugadores
pueden hacer avanzar la pelota utilizando cualquier parte del cuerpo, mediante
pase con pie o mano o por carrera con el balón. Es un deporte rápido ya que la
pelota está en juego en todo momento, salvo cuando el árbitro pita un tiro
libre o la bola se sale del campo. Este deporte destaca también por su juego
físico y de contacto, en el que se permite placar al rival para detener sus
posibilidades de ataque."
En fin, todo muy diferente.
Ah. No llegan todavía los yates. Y mi editor
está esperando el artículo en Londres. Ya es de noche. La noche del lunes en
Hobart, Tasmania, Australia.
Me voy a dormir.
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