Refranes de ayer: sabiduría para las empresas
de hoy
FORBES, 5 de julio del 2015
Los dichos, decía mi madre, son
evangelios chiquitos, son cápsulas que ayudan a identificar los valores que
sirven de roca fundacional para nuestro negocio o nuestra actividad
profesional. Hay valores que trascienden el tiempo y son aplicables hoy. Aquí cinco
refranes llenos de sabiduría.
Vivimos, qué duda cabe, en la era
de la reinvención, del reciclaje y de la reutilización. El mejor ejemplo que
tenemos son las células del cuerpo humano: cada día se producen millones de
nuevas partículas de vida a partir de las ya existentes. Así, por un proceso de
renovación constante, los seres humanos podemos transitar por el mundo y
aspirar a vivir muchos años. Es más, la esperanza de vida ha aumentado y las
personas hoy vivimos más que antes, lo que nos da la oportunidad de atestiguar
los cambios aceleradísimos que se dan en nuestro entorno.
En esta aldea global, que más
bien parece una selva, olvidamos la esencia que nos permite seguir adelante y,
en un descuido, podemos estar descartando la piedra medular de nuestro
quehacer. No hay duda: para sobrevivir en estos tiempos debemos entender cuáles
son los elementos transitorios y sostenibles que nos ayudarán a construir una
ventaja competitiva de largo aliento.
Hay autores que argumentan que la
era de la ventaja competitiva sostenible ya pasó y que el reinado de la ventaja
competitiva transitoria ha comenzado. No estoy de acuerdo. Me parece que una
afirmación así es radical. Centrarse en ventajas competitivas coyunturales
aumenta el riesgo de la operación, debilita el corazón mismo de las empresas y
de los profesionales, y desestima la fortaleza que da a conocer la razón que
nos llevó, en primera instancia, a hacer lo que hacemos.
En este sentido, la sabiduría
popular viene a la mano. Los dichos, decía mi madre, son evangelios chiquitos,
son cápsulas que ayudan a identificar los valores que sirven de roca
fundacional para nuestro negocio o nuestra actividad profesional. Hay valores
que trascienden el tiempo y son aplicables hoy. Por desgracia, dado el estilo
de vida acelerada, llegamos a olvidar la verdadera naturaleza de nuestra
actividad y, en la prisa, no nos damos momentos para reflexionar. Los refranes
son una maravilla, ya que en la economía de sus palabras podemos entender
rápidamente ideas trascendentes que son de gran utilidad.
Las gotas de agua del río nunca
son las mismas, sin embargo, el río siempre es el mismo. Para identificar
oportunidades y construir ventajas, es necesario reflexionar sobre la misión y
visión con la que enfrentamos al mercado. Los negocios cambian y el mercado se
transforma rápidamente, por lo que es necesario moverse y adaptar actividades a
las nuevas condiciones. Es evidente que hay que aprovechar los adelantos
tecnológicos y sacar provecho de ellos. Sí. Pero no hay que dejar de lado cuál
es la verdadera vocación que nos hace participar en el mercado. Una persona o
un negocio que cambia sin tener un rumbo definido, va dando bandazos y se
pierde en el camino. La ventaja competitiva sostenida es esa característica que
nos hace destacar y que debemos proteger, pues es la razón por la que los
clientes nos buscan.
La llave del mundo se aparece y
desaparece rapidito. En el mundo hay que ir con los ojos abiertos y enfocados.
Las ventanas de oportunidad se abren o se cierran en un pestañeo. Sólo los que
están atentos pueden estar un paso adelante. En esta condición se pueden
identificar las ocasiones para generar riqueza y atraer beneficios. Las
ventajas competitivas transitorias son esas características que pueden ser
mejoradas y que traerán mayores beneficios, son actividades que evitan la
obsolescencia e impulsan la modernidad.
Agua que no haz de beber, déjala
correr. Es cierto: la cotidianidad nos presenta un sinnúmero de ventanas de
oportunidad que se abren a nuestro paso. Sin embargo, no todas son para
nosotros. Conservar el enfoque en el rumbo nos lleva a entender que hay
coyunturas que debemos dejar pasar. Incluso, hay gangas que nos salen al paso y
que debemos dejar de lado a pesar de que los beneficios ofrecidos nos seduzcan
ampliamente. Hemos visto ejemplos de grandes corporativos que adquieren
negocios a precios de remate que, al paso del tiempo, tienen que vender porque
los alejó de su actividad central y les distrajo recursos y talento que
pudieron usar en mejor forma.
La suerte se empieza a repartir a
las seis de la mañana y a las ocho ya se acabó. El refrán nos recuerda el valor
de quien inicia su labor temprano y está listo antes que los demás. En la era
de la reinversión, una de las actitudes más valiosas es estar preparados para que
el éxito no nos tome por sorpresa, sino listos para darle la bienvenida.
También habla del valor de la disciplina que se forja por hábitos virtuosos que
ayudan a estar alerta, como un cazador de mariposas que llega al lugar
propicio, extiende su red y atrapa el tesoro porque supo estar a tiempo donde
debía.
La competencia es el mal
necesario que nos obliga a mejorar. El antídoto más efectivo contra el
estancamiento lo tiene el competidor que nos está pisando los talones. El mundo
ideal deviene de: evitar los males de la competencia, mientras conservamos sus
ventajas. Para ello, es necesario entregar los lentes de la soberbia, el sillón
de la comodidad y observar con inteligencia lo que ellos hacen bien o mejor que
nosotros y estar atento para satisfacer las necesidades del cliente que no
están cubiertas.
Hay autores que posicionan a las
ventajas transitorias por encima de las ventajas sostenibles y viceversa. Creo
que, como siempre, en el equilibro entre ambas se encuentra la verdadera meta a
alcanzar. Centrarse en las ventajas transitorias nos lleva a olvidar la
naturaleza de nuestra gestión y corremos el riesgo de convertirnos en veletas
que oscilan según el viento y, eso en sí mismo no está mal, siempre y cuando
nos acerque a la meta; lo malo es que podemos alejarnos. Centrarse en las
ventajas sustentables nos puede llevar a la obsolescencia y a la ceguera de
taller que se traduce en la pérdida de nuevas oportunidades.
El equilibrio entre las ventajas
competitivas transitorias y sustentables nos lleva a aprovechar las
oportunidades que aparecen en la escena y a permanecer enfocados en el corazón
mismo de la actividad productiva. Es entender que el que mucho abarca, poco
aprieta. Es saber que la actividad empresarial no es un vaso para llenar, sino
una lámpara para encender. Es valorar que una empresa que privilegia más los
beneficios que sus principios terminará perdiendo los dos.
La sabiduría popular, las frases
de ayer que se pueden usar hoy, son la evidencia del equilibrio entre las
ventajas competitivas transitorias y sustentables, ya que contienen sabiduría
milenaria y se adaptan a las condiciones de hoy. Además, nos recuerdan que para
afianzar una compañía, un ejercicio profesional o, incluso, una actividad
personal hay que estar alerta y saber qué es aquello que nosotros podemos
ofrecer que no encontrarán en otro lado. Así nos afianzamos de esa piedra
medular y avanzamos sobre un mejor terreno rumbo a la modernidad.
Cecilia Durán Mena-Es consultora,
conferencista, capacitadora y catedrática en temas de Alta Dirección. También
es escritora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario