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domingo, 30 de agosto de 2015

votación

      Los mejores y peores sistemas de votación en América Latina


Infobae - domingo, 30 de agosto de 2015
El método de boletas múltiples es cosa del pasado: sólo sobrevive en Argentina y Uruguay. El resto usa distintas variantes de papeletas únicas, a excepción de Brasil y Venezuela, que tienen urna electrónica
 Decidir cuál es el mejor sistema electoral es imposible. Cómo definir si es preferible una fórmula de representación que le dé más lugar a las minorías, pero dificulte los acuerdos; o una que permita una estabilidad mayor, aunque al precio de obturar el cambio. Son cosas muy dependientes de las ideologías y de las opiniones.

Pero hay un aspecto de los sistemas electorales que sí se puede evaluar de forma categórica: el grado de éxito para garantizar la transparencia y la pureza del sufragio. ¿En qué medida el ciudadano puede elegir libremente, y con la tranquilidad de saber que los resultados finales expresarán su voluntad?
Boletas únicas

En casi toda América Latina, al igual que en las democracias más consolidadas del mundo, se vota a través de un sistema de boleta única. Cada papeleta, que es diseñada, impresa y distribuida por el Estado, incluye a los postulantes de todos los partidos que se presentan. El elector tiene que marcar su preferencia con una cruz.

Ésa es la característica esencial que comparten todos los países que utilizan este mecanismo. Pero hay diferencias.
No todos resuelven de la misma manera las elecciones cuando el mismo día se eligen distintos cargos (presidente, diputados y senadores, por ejemplo). En algunos casos, hay una boleta por cada categoría. En otros, se vuelca todo en un mismo papel.

Otra distinción es cómo definir el orden en el que se presentan los postulantes. En principio, hay tres alternativas: por sorteo, según la cantidad de votos obtenidos en la elección anterior, o de acuerdo a la antigüedad de cada fuerza política.
Un caso especialmente interesante para analizar en profundidad es el de Chile. Reconocido por ser una de las democracias más estables de la región, su sistema de votación probablemente sea el más transparente, junto con el de Costa Rica.

"La boleta en Chile siempre ha sido única. La diseña el Estado, y se usa una papeleta distinta para cada cargo. Lo mismo en los comicios municipales, los alcaldes van en una y los concejales en otra", explica el cientista político chileno Kenneth Bunker, profesor de la London School of Economics and Political Science, consultado por Infobae.

"Todo depende del Servicio Electoral (Servel) -continúa-, que es el que organismo que pone las reglas de cómo se van a llevar a cabo las elecciones, las organiza y reparte los materiales. Es independiente del Poder Ejecutivo, y su presidente lo elige el Senado. Chile tiene una de las instituciones más sólidas, y no solamente en términos de elecciones. Nunca hay un partido que denuncie corrupción en los comicios, y no hay acarreo de votantes, ni clientelismo. Ayuda tener partidos políticos que vienen de larga data".

Pero Chile es una excepción en América Latina, una región históricamente caracterizada por la falta de transparencia en las elecciones.
 "La desconfianza que existe en América Latina proviene de un aspecto real e histórico: en muchos países existió y aún existe una desafortunada tradición de trampas en las elecciones. Es el caso de México. Durante muchos años estuvieron acusadas de fraude por la oposición, y había buenas razones para ello. Pero no es el único ejemplo", dice a Infobae el politólogo mexicano José Reynoso, consejero del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco.

En un intento por vencer esa pesada tradición, desde el comienzo de la transición democrática, y de la mano del viraje de un modelo de partido único a uno multipartidista, el Estado mexicano hizo sucesivas reformas e invirtió muchos recursos para purificar el voto.
"En México es el Estado el que otorga las boletas. Cuando hay elecciones simultáneas, las papeletas y las urnas de cada categoría se distinguen por colores. La boleta de diputados, por ejemplo, lleva el nombre de cada candidato uninominal, en orden de antigüedad de fundación del partido. La lista completa de diputados que se eligen por representación proporcional (en México hay un sistema de representación mixto), se encuentra en el reverso de la hoja", cuenta Reynoso.

La implementación de estas herramientas electorales y el mejoramiento de los controles no fueron suficientes para erradicar completamente la desconfianza y las irregularidades. Pero permitieron un avance importante.
Urnas electrónicas

"La urna electrónica existe sólo en Brasil y en Venezuela, aunque se realizaron pruebas en Ecuador, Perú y Panamá. Hay una discusión sobre si es mejor. En Chile nunca se evaluó porque estamos muy acostumbrados a la boleta única, y por qué la vamos a cambiar, si está funcionando bien", dice Bunker.

Lo que generalmente se denomina boleta electrónica es en realidad una urna, ya que la característica es que se elimina el papel, y el sufragio se emite y se guarda en la máquina. Con estas características es, por el momento, algo poco difundido.

El ejemplo exitoso es, sin dudas, Brasil. Consciente de las dificultades que supone votar en un país con más de 140 millones de electores y una enorme extensión territorial, la clase política brasileña llegó a la conclusión de que el voto electrónico podía mejorar sustantivamente la transparencia de los sufragios.
 Los comicios de 2014 mostraron que estaban en lo cierto. A sólo tres horas del cierre ya se había escrutado el 98% de las mesas y se pudo anunciar el triunfo de Dilma Rousseff. La confianza de la dirigencia en el sistema es tal que Aécio Neves, que perdió por apenas tres puntos, reconoció su derrota sin dudarlo.

Pero hay que entender que esto no es una consecuencia exclusiva del método de votación, ni tampoco es fruto de la casualidad o de una medida improvisada que salió bien. Es el resultado de una política de Estado planificada y sostenida desde hace casi dos décadas, que se apoya también en tribunales electorales independientes y de alto componente técnico, que garantizan un control efectivo de los procedimientos.
La ausencia de estos elementos cruciales para toda democracia -políticas de largo plazo e instituciones autónomas y eficientes- es lo que explica el fracaso de la urna electrónica en Venezuela, que está lejos de haber llevado certidumbre a los procesos electorales.

"El voto electrónico como tal funciona bien, pero no puede resolver todos los problemas. Por ejemplo, hay denuncias de que el registro electoral está inflado con personas que no deberían tener derecho a votar. Además, muchas veces la oposición no tiene control sobre las mesas de votación, porque no han llegado sus testigos, o no los han dejado llegar", explica José Enrique Molina, profesor de ciencia política de la Universidad de Zulia, Venezuela, consultado por Infobae.
"Para que funcione mejor, sería necesario incluir el derecho de la oposición a revisar los cuadernos de votación, para ver si las firmas que figuran son las que corresponden. También habría que garantizar un registro electoral actualizado y revisado", agrega.

La prueba más clara de la falta de confiabilidad del sistema es que en los comicios presidenciales de 2013, en los que Nicolás Maduro se impuso a Henrique Capriles por menos de dos puntos de ventaja, la coalición opositora no reconoció el triunfo oficialista por las enormes irregularidades que hubo. Por dar sólo un ejemplo, en 39 mesas el actual mandatario obtuvo el 100% de los votos, y en otras 243 consiguió entre 95 y 99%, algo que no se condice con una elección tan pareja.

"Si un solo partido tiene el control del sistema electoral, como pasa en Venezuela, la desconfianza de la oposición aumenta, y la transparencia es menor. El sistema electoral tiene que ser independiente, o tener un control multipartidista, como en Brasil", dice Molina.
Argentina y las boletas múltiples

"Dentro de las distintas opciones hay consenso en que la boleta múltiple es la peor. Después viene la urna electrónica. Luego, la boleta única. Y la mejor parecería ser la boleta única electrónica, como se está implementando en Argentina en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Salta", afirma el politólogo chileno.

"La boleta múltiple tiene un montón de problemas con respecto a la transparencia. Facilita el clientelismo y el acarreo de personas, que son llevadas a votar con la papeleta del partido, para que directamente la inserten en la urna. Eso no pasa con la boleta única electrónica. Es más fácil de usar y de instalar por parte del Estado. Tiene un sistema de doble chequeo, donde no solamente se imprime el voto en un papel, sino que también hay un chip", agrega.
Pero más allá de las experiencias locales mencionadas, y de otras provincias como Córdoba y Santa Fe, que aplican la boleta única, Argentina es uno de los pocos países del mundo en los que se vota con un sistema de boletas múltiples a nivel nacional. A contramano de lo que ocurre en la región, son los partidos los que se encargan de diseñarlas, imprimirlas y repartirlas.

El mecanismo favorece el arrastre partidario, porque cuando se eligen al mismo tiempo distintos cargos, cada uno de los candidatos o lista de candidatos de un mismo partido va en distintas papeletas, pero todas están unidas. Con lo cual, es uno de los instrumentos que más dificulta el voto cruzado, ya que, si el elector desea votar al presidente de una fuerza y a los diputados de otra, está obligado a buscar ambas boletas en el cuarto oscuro, tomar una tijera y recortarlas.
"Que los partidos sean los que entregan las boletas está muy asociado a los modelos de fines del siglo XIX, cuando el voto era público y estaba todo organizado para el fraude y la coerción. El problema en Argentina tiene que ver con la administración electoral. Por un lado, le da una participación predominante al Ministerio del Interior, lo que se ha mostrado inconveniente en muchas partes, y por otro, tiene un aspecto muy descentralizado, porque las papeletas corresponden a cada partido", dice, en diálogo con Infobae, Gabriel Negretto, licenciado en derecho por la Universidad de Buenos Aires, Argentina, y profesor de Estudios Políticos en el CIDE, México.

"Si se deja a los partidos el reparto y la supervisión de sus boletas -continúa-, se presta para la trampa. Esta cosa de que falten papeletas de un partido porque se las roban es algo muy primitivo. Es una aberración que esté ocurriendo en 2015".
Estos problemas se agravan a escala local, principalmente en provincias poco desarrolladas económicamente, que cuentan con gobiernos corruptos y autoritarios, que se mantienen durante décadas en el poder. Allí, los desequilibrios con la oposición se vuelven demasiado grandes.

"Si el Gobierno provincial no tiene límites, inaugura obras cuando quiere, hace anuncios sin restricciones y financia indirectamente a sus candidatos, obviamente que se crea una desventaja. Es algo que está ocurriendo y no se discute. Por eso ganan y ganan una vez que llegan al poder", dice Negretto.

El caso de México, con todos los problemas que ha tenido y todavía tiene, puede ser de gran utilidad para Argentina. "México no es un ejemplo de muchas cosas, pero sí de reforma electoral -afirma Negretto. Se creó el Instituto Federal Electoral y los respectivos institutos locales, que son los que se encargan de la entrega de boletas. Es absolutamente independiente del gobierno y se nombra con mayorías calificadas en el Congreso. Después lo reemplazó el Instituto Nacional Electoral, que tiene facultades para intervenir sobre las sedes locales, que estaban muy controlados por los gobernadores".
Mucho más que papeletas

"En términos generales, los países donde hay menor conflictividad en torno a los procesos electorales son los que tienen mayor calidad democrática. Son los casos de Chile, Costa Rica y Uruguay, los más reconocidos en los diferentes estudios. Ése sería el principal factor, y es independiente de que el voto sea electrónico o manual", dice Molina.

Sin perder de vista lo mucho que pueden ayudar los buenos instrumentos electorales, todos los especialistas coinciden en que termina siendo algo secundario frente a la calidad institucional de los países. Cuando un sistema político está compuesto por partidos fuertes que saben convivir entre sí a pesar de las diferencias, y que, por convicción o por conveniencia, deciden respetar las normas, todo se hace más sencillo. Por el contrario, cuando lo que prima es la anomia y la transgresión, los actores políticos sólo piensan en sacar ventaja a toda costa. Así, ningún mecanismo de votación, por más refinado que sea, puede tener éxito.

Eso explica que Argentina y Uruguay, los únicos dos Estados que mantienen un sistema indudablemente arcaico y problemático como el de boletas múltiples, tengan resultados tan disímiles. Es cierto que el último sufre menos los efectos nocivos de este método porque es pequeño y tiene pocos electores. Pero lo determinante sigue siendo su cultura política de equilibrio y apego a la norma.


"A veces se cree que por pasar de la boleta múltiple a la única electrónica la transparencia va a mejorar automáticamente. Pero sólo son instrumentos. No son suficientes para acabar con la corrupción, el clientelismo y el caudillismo, que están dentro de la cultura. Son cambios que se producen a largo plazo. Mejorar los instrumentos es apenas dar un paso entre muchos otros que se deben dar", concluye Bunker.

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