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sábado, 15 de agosto de 2015

fin del mundo

Se buscan voluntarios para poblar el fin del mundo


sábado, 15 de agosto de 2015
Al sur del estrecho de Magallanes, a 350 km de Punta Arenas, está Timaukel, la última comuna del país antes de la base naval de Puerto Williams. Una zona de belleza hostil y salvaje que han intentado poblar por siglo y medio. Pero nadie soporta mucho; hoy buscan con urgencia a 145 personas dispuestas a radicarse en Pampa Guanaco, donde quieren fundar un nuevo pueblo. A cambio ofrecen un pedazo de tierra y un diploma por participación.

Intento ser el primer periodista venido de santiago en llegar en pleno invierno a Pampa Guanaco, el poblado de la comuna de Timaukel donde regalan las tierras para fundar un nuevo pueblo. Debe ser esa natural obsesión que producen las gangas. Pero en la llanura de Tierra del Fuego la nieve y el frío en pleno julio espantan a los turistas de esos perdidos caminos. La camioneta se atasca en 50 cm de nieve y no hay forma de sacarla.

“¡Bienvenido a Pampa Guanaco!”, exclamo y decido seguir a pie. Al menos, el nombre está bien puesto –pienso– porque guanacos son los únicos seres vivos que se ven en muchos kilómetros a la redonda. Cada tanto me distraigo y meto una pata en la nieve hasta las rodillas y debo hacer esfuerzos sobrehumanos para sacarla. Mientras camino, voy haciendo una lista mental de las cosas imprescindibles para ser futuro colono:
 –Botas de goma.
 –Ropa de nieve.
 –Calzoncillos largos.

Hacen 10 grados bajo cero, según radio Pingüino. Con los jeans vitrificados de hielo, pienso que hace solo 120 años vivían aquí en el centro de la isla de Tierra del Fuego solo los selk’nam, (onas), en plena edad de piedra. No habían descubierto el metal, ni la rueda, no sabían navegar; solo sabían cazar, hacer fuego y recolectar frutos. ¡Y hasta andaban desnudos bajo la nieve! Hasta que en 1880 llegaron los colonos a Tierra del Fuego y los mataron a balazos, les contagiaron enfermedades y los hacinaron en la misión salesiana de la isla Dawson. Para fines de 1980, de los 4 mil selk’nam solo quedaban tres ancianos sobrevivientes en Argentina. Ninguno en Chile.

Sigo con la lista:
 –Antigripales por montón.
 –Guantes y gorro.
 –Un hacha.

A diferencia de los selk’nam, todos los hombres blancos que han habitado la mitad chilena de Tierra del Fuego desde 1880 hasta ahora, apenas pueden, se largan. Sacaron el oro de los ríos. Explotaron los bosques de lenga. Criaron millones de ovejas. Sacaron petróleo. Pero cuando todo se acabó o al negocio le fue mal, se despidieron del frío, de las ovejas, de los pozos y de Tierra del Fuego. Solo dejaron las ruinas.

Hace 60 años hubo un último peak de poblamiento cuando Enap descubrió petróleo. Llegó a haber 10 mil habitantes en la parte chilena de la isla. En Cerro Sombrero había cine, teatro y hasta piscina temperada. Pero luego que de los pozos saliera solo gas, la población se fue. Hoy Cerro Sombrero tiene 900 habitantes y en la piscina brota pasto.

Porvenir, la capital de la provincia de Tierra del Fuego, dejó de crecer hace 30 años y su población se mantiene fija en 5 mil habitantes. Las zonas rurales viven un éxodo permanente. Los ovejeros se han retirado. Donde antes hubo cincuenta personas, hoy solo hay un par.

La comuna de Timaukel (creada en 1979) mide lo mismo que la Región Metropolitana pero tiene apenas 423 habitantes según el Censo 2002. Y en su capital, Villa Cameron, viven solo 62 personas.

–Cuando llegué en 1989 –dice Alfonso Lourdes Simúnovic, alcalde UDI de Cameron desde 1989 hasta hoy (salvo una interrupción de 4 años en que fue alcalde el PS Atilio Gallardo)– había como 400 personas en las estancias cercanas, 47 niños en la escuela, seis profesores, cinco carabineros.

Hoy penan las ánimas.
En la escuela solo quedan siete alumnos. Los carabineros “que no tenían ni un curado para partear en la calle”, según el alcalde Alfonso Simúnovic, se llevaron el contingente al puesto de frontera de Pampa Guanaco. En todo el pueblo solo viven dos familias de cuidadores de la contigua Estancia Cameron, que pertenece al senador RN Carlos Larraín, y los 16 funcionarios municipales que están ahí obligados. Porque, al igual que el alcalde, todos tienen sus hijos, esposas y familias en Punta Arenas. Apenas pueden se van y, cuando regresan a Timaukel, traen todo lo que pueden para invernar otra temporada. Un funcionario municipal, afirma, frotándose las manos entumidas:

–Este lugar es para venir a morirse. No quiero que mis hijos pierdan su juventud, por eso los tengo en Punta Arenas. Yo vivo acá por las becas que me dan para ellos.

Se refiere a los beneficios fiscales por ruralidad, “Ley Navarino” y otros pequeños aportes del Estado para los que se declaran habitantes de la zona. Es parte del beneficio de vivir en el fin del mundo. El mismo alcalde cuenta que a los funcionarios tiene que financiarles la calefacción.

–Porque ¿de dónde van a poder gastar 300 o 400 mil pesos para llenar el tubo de gas cada dos meses? Si tuvieran que costearlo ellos, me quedo sin funcionarios.

Ese día renunció el funcionario del área informática de la municipalidad sin aviso previo. No volvió de Punta Arenas el fin de semana y se despidió por whatsapp. La administradora municipal cree que a fin de año también ella se irá. El asistente social también quiere largarse.

–¿No que tenías tantas ganas de quedarte? –le dice el alcalde al asistente en cuestión–. ¿Se te escarchó el ánimo?
 En Timaukel el chiste de la escarcha se usa para todo. Si no anda el auto, se escarchó el motor. Si no hay dinero, se escarchó el bolsillo. Si la pareja se lleva mal, se escarchó el marido.

Agrego a mi lista:
 –Toyotomi o similar.
 –Motosierra.
 –Camioneta 4×4.
 –Generador, porque hay electricidad solo hasta medianoche.

Lo único prescindible allá es el refrigerador, porque el whisky se congela aunque se guarde debajo de la cama.

Unos días antes de llegar a Timaukel, me contacté con la municipalidad vía telefónica:
 –Hola, llamo por las parcelas que regalan.
–Todos creen que se regalan–, responde con paciencia Ivonne Gallardo, la administradora municipal de Cameron. La verdad es que no son parcelas, son 145 terrenos de 300 a 450 m² que se van a dar en comodato. Hay que mandar un proyecto para hacer una actividad rentable y luego se van a evaluar las postulaciones.

–Ah… ¿Y qué da la municipalidad además del terreno?

–Nada, solo el terreno. Quizás un diploma, o felicitaciones.

Ya está un poco cansada de responder lo mismo. La han llamado de todos los medios de comunicación e interesados de Arica a Punta Arenas. Porque la palabra regalo es un anzuelo poderoso. En las inmensas extensiones de Magallanes todos pensaban en parcelas con bosque y vista a un lago. No en un pequeño sitio urbano en una llanura gélida.

–Hasta ahora, han llegado unos tres mil correos. La mayoría son consultas y algunos proyectos concretos: para hacer una comunidad ecológica, para armar un chocolate-lodge, un hostal, una panadería, una peluquería canina… También nos han llegado propuestas de gente que se ofrece de notarios, pastores evangélicos, soldadores, arquitectos, guías de turismo o técnicos eólicos–, explica Ivonne.

El alcalde Alfonso Simúnovic agrega que le llamó la atención un matrimonio de odontólogos de Concepción que quiere instalar una carnicería. “Quizás qué tengan en mente. ¿Una carnicería de muelas?”, dice irónico.

Han escrito mails chilenos pero también extranjeros de Argentina, Brasil, Japón y hasta Singapur. El alcalde explica:

–Nuestro interés es que se venga gente de Porvenir y Punta Arenas, que conozcan la situación de acá. Luego, gente de Chile y, si sobra algo, algún extranjero.

Pero cuando les informan que los terrenos miden 15 x 30 metros y no hay fondos para apoyarlos, muy pocos insisten. Solo los afuerinos.

El malentendido de que se regalaban parcelas en Tierra del Fuego empezó más o menos así. El alcalde lo cuenta:

–En uno de esos días en que celebrábamos la ceremonia militar en Porvenir (que viene a ser como el gran carnaval del pueblo), me topé con el corresponsal de TVN y le dije que hiciera una notita sobre el traslado de Cameron hasta Pampa Guanaco. ¡El traslado! Uno siempre busca apoyo, usted sabe. Pero el corresponsal le puso mucho color… Dijo que regalábamos parcelas para colonos y no es así. Lo que es cierto es que vamos a trasladar el pueblo desde Cameron a Pampa Guanaco y vamos a tener que traer habitantes de alguna parte. Se nos ocurrió que una forma sería cederles sitios urbanos en comodato.
–¿Un comodato por cuánto tiempo?

–Me va a creer que ni siquiera eso sabemos: 20 años, 30 años o 99. Todavía no lo decidimos.

El origen del problema es que Villa Cameron no puede crecer. En 1979 el gobierno compró una hectárea y media a la Estancia Cameron cuando se creó esta comuna, más por razones estratégicas que otra cosa. Pero cuando se hizo la Villa, entre ese año y 1988, el espacio quedó chico. Hoy no cabe una casa o un servicio público más. La vereda frente a la municipalidad es parte de las 86 mil hectáreas de Carlos Larraín.

En realidad Cameron no alcanza a ser pueblo; más parece un barrio, una población santiaguina. Su docena de casas son todas iguales de 70 m². Es tan estrecho el pueblito que, para hacer una casa de acogida que pedía el gobierno regional, el anterior alcalde Atilio Gallardo, debió sacarle una tajada a la plaza y el monumento de Arturo Prat quedó interrumpiendo la puerta de entrada y tuvieron que moverlo.

Villa Cameron, además, está en un hoyo entre barrancos costeros y pronto el desvío de la ruta Y-85 que unirá Porvenir con Río Grande en Argentina, la bypasseará para siempre. No tiene ningún atractivo para desviarse, ni siquiera un almacén donde comprar una bebida.

–Así que cuando en 2002 surgió la posibilidad de comprar un terreno de 40 hectáreas a la familia Radonic en Pampa Guanaco, todos me dijeron: ¡Qué bueno! ¡Por fin van a salir de ese hoyo!–, cuenta Alfonso Simúnovic.

Pampa Guanaco es, según todos, el lugar ideal. Queda a 11 kilómetros de la frontera y está casi al medio de lago Blanco, lago Fagnano y lago Deseado. Y a 20 km de Vicuña, donde comienza la ruta de penetración del parque Karukinka.

Cuando el pueblo se instale en Pampa Guanaco, quedará a 70 km del canal Beagle. Así de lejos.
–Sin duda, Pampa Guanaco va a ser la entrada al turismo a todos esos lagos y parques–, dice Alfonso Simúnovic. En veinte años más, créame, va a ser lo mismo que Puerto Natales es hoy para Torres del Paine.

El mismo Alfonso Simúnovic ya posee una hostería en lago Blanco y sus críticos le dicen que quiere llevarse el municipio a sus cabañas. Pero no es cierto. Pampa Guanaco surgió mucho antes, a fines de 1966 como aeródromo, luego como retén fronterizo en los 70 y luego como posta en los 80. El proyecto de nuevo pueblo solo considera agregarle escuela, iglesia, bomba de bencina y casas, eso es todo. Hasta un cementerio en un rincón.

–Y ya hay varios candidatos para las tumbas–, dice Alfonso Simúnovic de 58 años y una diabetes galopante.

En el papel todo se ve muy bonito, pero hay que ir a echar un vistazo.

Todo el espacio destinado al nuevo Pampa Guanaco no alcanza a ser la mitad del Parque O’Higgins. La parte trasera es una pequeña loma con un bosque de lengas y por el frente pasa la ruta Y-85 Argentina-Porvenir. Todo el entorno está cercado por estancias de distintos dueños.

Es una pampa plana y, en invierno, blanca como la luna. Por el frío y el viento, solo crece coirón y un pasto duro como madera. De eso se alimentan los guanacos y las ovejas. No crecen flores ni lechugas. A lo lejos, se ven las montañas terroríficas del Cordón de La Paciencia, antes del canal Beagle.

Agrego a la lista:
 –Un invernadero.
 –Una pala.
 –Un perro muy lanudo.

 –Una escopeta, por si hay pumas.

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