Diez tecnologías de los 90 que no
echamos de menos
El Confidencial - octubre
de 2015
En tecnología la nostalgia tiene
un escaso margen de acción. Muchos dispositivos y herramientas del pasado nos dieron
tantos quebraderos de cabeza que resulta imposible guardar un buen recuerdo
La década de los 90 quedará para
siempre en la memoria colectiva como aquella en la que tecnología aterrizo en
nuestras vidas para cambiarlas por completo. Aunque llamábamos al timbre cuando
íbamos a casa de algún conocido porque no podíamos mandarle un mensaje de
WhatsApp, ya había quien empezaba a fardar de teléfono móvil.
Sin darnos cuenta, caímos en las
famosas llamadas perdidas o toques, que nos permitían ahorrar; aprendimos lo
que eran los SMS, sustituimos la máquina de escribir por el ordenador y
comenzamos a oír hablar de algo llamado internet.
Sin embargo, muchas de las
novedades tecnológicas que caían en nuestras manos resultaban no ser tan
eficaces y perfectas como habíamos imaginado. Algunos de los innovadores
cacharros que llegaron en los años 90, aunque nos facilitaban la vida, también
acababan incordiando hasta límites insospechados. Ahora nadie los echa de
menos. ¿Acaso alguien recuerda con aprecio los televisores sin mando a
distancia?
Los ruidosos primeros módems
Cómo olvidar aquella tediosa
melodía de los módems de 56k. Todos la recordamos, pero nadie lo hace con
cariño. Ahora los routers que tenemos en casa son mucho más silenciosos, no
arman el estruendo de aquel dichoso aparato que hizo llegar internet a nuestras
casas a costa de perder la paciencia con su desagradable sonido.
Los enormes monitores de sobremesa
Acostumbrados a pantallas planas,
ligeras y fáciles de trasladar, habría que estar muy chiflado para recordar con
nostalgia aquellos monitores. A diferencia de los actuales portátiles, que
caben en cualquier mesa o se pueden colocar sobre las rodillas, aquellos
armatostes necesitaban su propio mueble, con buen fondo. Eso sí, jamás podremos
olvidar la placentera sensación que nos produjo desterrar los tachones para
corregir las erratas. La máquina de escribir sería más pequeña, pero el más
mínimo error mandaba varias horas de trabajo a la basura.
Los disquetes que se rompían con
mirarlos
En la historia de la tecnología,
pocas cosas han sido tan sumamente frágiles como aquellos primeros dispositivos
de almacenamiento. Aunque no hubo de pasar mucho tiempo para que fueran
sustituidos por los CD y más tarde por los pendrives, tuvimos la oportunidad de
romper varias decenas de ellos por cabeza. Además, si tuvieran que enfrentarse
al tamaño de los contenidos con los que trabajamos a día de hoy, no habría espacio
en ninguna casa para almacenar tantos disquetes. Sería imposible. Son muchas
las razones por las que resulta imposible echar de menos a estos cacharros.
El insoportable Clippy
Este personaje diseñado por Kevan
J. Atteberry aparecía en Microsoft Office y decía ayudarte a resolver las dudas
que pudieran surgir al utilizar este programa. Cuando aún no disponíamos de
conexión a internet, este clip con ojos saltones hacía las veces de asistente
personal y trataba de orientarnos. Sin embargo, se ponía muy pesado. Si hubiera
dejado de dar la tabarra, se podría haber
ganado nuestro aprecio, pero no lo hizo. Ahora que nos desenvolvemos con
soltura por todo tipo de apps y programas, sería un fastidio que volviese aquel
insoportable clip que trataba de explicarnos cómo se hacía cada cosa.
Las cámaras de usar y tirar
“¡Foto!”. “¡Foto!”. “¿Nos hacemos
una foto aquí?”. La banda sonora de nuestros viajes no ha cambiado demasiado
con el tiempo. Lo que ocurre es que ahora ese estribillo, con nuestros
smartphones y sus flamantes cámaras de fotos, se repite día tras día. Antes
podíamos hacer muchas fotos, pero en acontecimientos realmente importantes como
viajes o fiestas familiares. Para ello, podíamos comprar cámaras de usar y
tirar si, por ejemplo, el carrete de nuestra cámara se había acabado. Ahora es
mucho más sencillo y, además, no tenemos que revelar las fotos.
Los casetes y su correspondiente
bolígrafo
No tener que cargar con un
armatoste para escuchar música y poder viajar en el autobús, en el tren o en el
coche escuchando nuestras canciones preferidas, sin duda, fue un adelanto. De
ahí que los casetes, pese a ser un invento de los años 60, conocieran un enorme
despunte en la década de los 90 gracias al Walkman. Eso sí, debíamos ir siempre
armados con un bolígrafo para rebobinar y era casi imposible saltarse las
peores canciones, repetir en bucle el tema deseado o combinar artistas
libremente como hacemos ahora. Una auténtica lata.
Ir al videoclub a alquilar
películas
Cuando le contemos a las futuras
generaciones que hubo un tiempo en que todo el cine que ellos almacenan en la
nube ocupaba estanterías, seguramente no nos crean. Es más, ya a día de hoy
resulta difícil de creer. Por este motivo, y aunque son muchas las cintas de
VHS que pululan en casa, hemos desterrado por completo esta forma de ver cine.
Bueno, no todos. Aún son muchos los nostálgicos que prefieren este formato a
los nuevos, sin importarles lo más mínimo todo lo que la tecnología de la
imagen ha avanzado en los últimos años.
Google Imágenes acabó con el Clip
Art
A medida que internet
desembarcaba en nuestras vidas para hacerlas más fáciles (y, en ocasiones, más
estresantes), muchas fueron las herramientas que cayeron en el olvido. Pese a
que durante no poco tiempo dieron color con sus imágenes a nuestros más
tediosos documentos, los Clip Art de Microsoft se vieron superados por la
avalancha de imágenes que podíamos tomar prestadas de Google. Además, aunque
parecía imposible, internet logró empeorar los espantosos dibujos de esta
herramienta con los memes. De ahí que no queramos recordarlos ni siquiera para
lo malo.
Cuando el lujo era un teléfono
fijo en el coche
Ahora que tan sencillo resulta
conectar nuestro smartphone al coche, hay que echar la vista atrás para
recordar aquellos tiempos en que los vehículos de lujo incorporaban un teléfono
fijo. Los que jamás tuvimos este equipamiento no lo echamos de menos, pero los
que podían permitírselo tampoco lo hacen. Hoy pueden no solo hacer llamadas,
sino acceder a multitud de servicios y herramientas a través de apps. No
obstante, el fijo aún pervive en los coches de ciertos mandatarios. Sin ir más
lejos, al menos hasta 2012, el presidente estadounidense Barack Obama tenía
uno.
Los cartuchos 'soplados' de las
consolas
De los creadores de “esto con
unos golpecitos se arregla”, la idea de soplar cuando la videoconsola no leía
bien algún cartucho. Y lo cierto es que, al igual que los golpes, esta artimaña
tan poco ortodoxa surtía efecto. No obstante, algunos años después, un estudio
vino a demostrar que, tal y como pensábamos, todo se debía a la casualidad, ya
que no hay ninguna explicación técnica para este asunto. ¿Lo único bueno de las
consolas de cartuchos? Que a pesar de caer en el sedentarismo, mejorábamos
nuestra capacidad pulmonar a base de soplidos.
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