No se
ha evitado (aún) la nueva Gran Guerra
FORBES - miércoles, 7 de octubre de 2015
Se equivocan quienes piensan que
el riesgo de una Tercera Guerra Mundial ha desaparecido. Un ataque “accidental”
de cualquiera de los bandos en el frente de batalla, un avión derribado, etc.,
podrían desencadenar acontecimientos inesperados.
Que nadie se confunda. Una cosa
es que los presidentes de Estados Unidos y Rusia se hayan reunido en privado en
el marco de la más reciente Asamblea General de las Naciones Unidas, y otra muy
distinta que ya sean los mejores amigos. Nada de eso. De hecho, es todo lo
contrario.
Obama está más molesto que nunca
y bien conocidos son sus desplantes y manotazos en la mesa que terminan con
reacciones bruscas.
Lo más destacado que se logró en
ese encuentro, en realidad, fue el entendimiento para evitar “accidentes” y
choques “involuntarios” entre aeronaves rusas y estadounidenses, que mantienen
por separado campañas de ataque al denominado Estado Islámico (ISIS o ISIL, por
sus siglas en inglés).
Pero Obama no está satisfecho en
absoluto. La incomodidad es mayúscula, pues la influencia rusa amenaza con
desplazar de plano la de Washington en Medio Oriente. Además, hasta el momento
los reportes hablan de la efectividad de los abrumadores ataques de la Fuerza
Aérea rusa contra los extremistas islámicos. El Kremlin ha estimado que su
campaña militar durará “entre tres y cuatro meses”, por lo que si en este plazo
logra mermar al Estado Islámico al punto de casi aniquilarlo, representará una
humillación histórica para Estados Unidos, que lleva más de un año
bombardeándolo.
Lo que pasa es que, en el fondo,
a Washington no le incomoda tanto que estos radicales avancen porque le ayudan
en su propósito de derrocar al presidente sirio Bashar al-Asad. Así que no es
que el todopoderoso ejército estadounidense no haya podido eliminar al Estado
Islámico, sino que sólo lo ha “contenido”, aunque en la práctica ni siquiera
eso.
Pero como ya dijimos, en el
interés estadounidense está antes el sacar del poder al presidente sirio que
borrar del mapa a ISIS.
Por ello también el Pentágono ha
acusado a Moscú de bombardear objetivos de grupos rebeldes –opositores a Asad,
financiados y armados por la CIA (Agencia Central de Inteligencia de EU)–, que
“nada tienen que ver” con el Estado Islámico. Pero para el gobierno ruso, no
cabe duda de que entran en la categoría de “terroristas”, y con toda su fuerza
armada en el terreno, no hay quien pueda detener estos golpes contra los
opositores. Para decirlo sencillamente, los rusos “agarran parejo”. Igual que
los estadounidenses, sus intereses están primero.
Ahora bien, reportes dan cuenta
de que aviones de combate estadounidenses y rusos están “rozándose” en espacio
aéreo sirio. Además, Turquía –miembro de la OTAN (Organización del Tratado del
Atlántico Norte)– ha acusado a Moscú de violar su espacio aéreo. La respuesta
rusa fue que ocurrió debido a las “condiciones climáticas”, lo que, por
supuesto, es falso, pero es un botón de muestra de que las provocaciones de la
OTAN en territorio europeo –como el anuncio de enviar 20 nuevas bombas atómicas
a Alemania– no quedarán sin respuesta.
Por ello se equivocan quienes
piensan que el riesgo de una Tercera Guerra Mundial ha desaparecido. En muchos
aspectos, el peligro es ahora más grande.
Un ataque “accidental” de
cualquiera de los bandos en el frente de batalla, un avión derribado, etc.,
podrían desencadenar acontecimientos inesperados. Ojalá que no ocurran, pero
como señalamos al principio, es improbable que Obama y sus aliados –en especial
los sauditas– se queden cruzados de brazos mucho tiempo. Desde luego, Obama
debería sumarse a los ataques abiertos contra ISIS, pero hacerlo implica seguir
a Putin y favorecer sus intereses. Una humillación más en esta partida de
ajedrez geopolítico en que el presidente ruso le ha ganado todas las jugadas.
En ello radica su reticencia.
A propósito, Rusia acaba de
anunciar que lanzó un total de 26 misiles de alta precisión contra posiciones
de ISIS desde cuatro barcos de la Armada de ese país en el Mar Caspio. Dado que
en el curso de estos misiles tuvieron que atravesar espacio aéreo iraní e
iraquí, queda de manifiesto la coordinación que desde Moscú se está llevando a
cabo en la zona, para molestia adicional de Washington.
The Wall Street Journal dio a
conocer que legisladores chiítas iraquíes están urgiendo a Moscú para que lleve
a cabo ataques también en su territorio, lo que terminaría por exhibir la
debilidad de la influencia estadounidense en ese país.
Si a todo eso le sumamos lo que
ha revelado Reuters respecto a la casi residencia del comandante de la Guardia
Revolucionaria Iraní, Qasem Soleimani, en Damasco, capital de Siria, podemos
reafirmar lo dicho en este espacio: la salida de Asad del poder se ve más
lejana que nunca. Fuentes de Reuters han dicho que fuerzas de tierra iraníes, sirias
y de Hezbollah avanzan gracias al apoyo aéreo ruso.
Con un presidente Putin
empoderado en Medio Oriente, tropas suyas atacando blancos que le son
convenientes y sin que de manera abierta haya (todavía) una respuesta de
Estados Unidos y sus aliados, las tensiones aumentarán antes que disminuir en
la región. Esperemos que esto no se convierta en una gran bola de nieve. En una
guerra, y peor si es a gran escala, todos perdemos. Manténgase atento.
Guillermo Barba-Economista de la
Escuela Austríaca y periodista mexicano, autor del blog Inteligencia Financiera
Global. Experto en mercados de oro y plata y comentarista de TV en Proyecto 40
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